El pueblo del 1 de octubre vuelve a movilizarse masivamente por la república catalana
Las elecciones catalanas del 21 de diciembre han supuesto una derrota sin paliativos para el bloque del 155 y un varapalo en toda regla a su principal impulsor: el PP. Los medios de comunicación de la clase dominante intentan disimular la magnitud de su derrota proclamando la victoria de Arrimadas y Ciudadanos (Cs), pero la realidad es inapelable. Si sumamos los votos de Junts per Catalunya (JuntsxCat) y ERC sacan 66 escaños y casi 800.000 votos más que Cs.
Este resultado es más relevante si tenemos en cuenta que esta convocatoria electoral se ha llevado a cabo en un contexto de duros ataques a los derechos democráticos, e intentos desesperados por parte de la burguesía española y catalana para impedir que el apoyo masivo a la república catalana pudiera expresarse.
Desde que convocó las elecciones, el gobierno del PP intentó desmovilizar el voto a favor de la república afirmando que si ganaban los partidarios de ésta y pretendiesen cumplir el mandato de los votantes, el resultado sería prolongar el artículo 155 y una mayor represión. La “campaña del miedo” impulsada por la burguesía española y catalana desde el 1 y 3 de octubre (traslado de sedes de empresas, advertencias de colapso económico, incluso declaraciones apocalípticas amenazando con muertos, enfrentamiento civil, etc.,) se recrudeció en las últimas semanas. Los medios de comunicación de los capitalistas no dejaban de transmitir las amenazas del nacionalismo españolista a todas horas, incluso durante la jornada de reflexión y el día de la votación. Por supuesto, como una forma de impedir una campaña electoral con unas mínimas condiciones de igualdad, el aparato del Estado mantuvo como rehenes a Oriol Junqueras, a los Jordis, y dejó muy claro que detendría inmediatamente a Carles Puigdemont si se atrevía a poner un pie en suelo catalán. De está manera JuntsxCat y ERC se han visto obligados a hacer campaña sin sus candidatos principales, algo que revela el carácter antidemocrático de un Estado que ha jugado en estas elecciones con las cartas marcadas.
Pero a pesar de todo este despliegue de la reacción y sus partidarios, nada de todo esto ha podido detener el anhelo de millones de personas de Catalunya de seguir luchando porque su voluntad legítima y democrática se lleve a la práctica. Lejos de significar un giro a la derecha, como afirman Pablo Iglesias y otros dirigentes de Unidos Podemos, el voto del 21D representa una movilización impresionante de esas mismas masas que ya resistieron ejemplarmente a las porras y pelotas de goma el 1 de octubre. Más de 2 millones de personas han vuelto a gritar bien alto y bien claro a todo el que quiera escuchar, y no tenga sus oídos taponados por el miedo o el cretinismo parlamentario, que han decidido romper con el régimen represivo y corrupto del 78 y no van a permitir sin luchar que se les robe su derecho a hacer realidad una república catalana que garantice una mejora en sus condiciones de vida y un verdadero cambio social.
El PP, el gran derrotado
Soraya Sainz de Santamaría, creyéndose el papel de virreina en plaza conquistada que le han concedido Rajoy y la burguesía española, se ufanaba días antes de la votación de que habían logrado descabezar al independentismo. Pues bien: los que salen descabezados y aplastados de esta cita electoral son ellos: el partido más corrupto de Europa, los herederos del franquismo, los campeones de la represión y la ley mordaza. El PP pierde casi la mitad de sus votos de 2015, baja de 11 a 3 escaños y ni siquiera podrá formar grupo parlamentario.
Conscientes de que el PP suscitaba un rechazo masivo en la sociedad catalana, la burguesía española y catalana han llevado a cabo una de las mayores inversiones de dinero y propaganda que se recuerdan (más de 2 millones de euros declarados, seguramente mucho más con aportaciones no declaradas de las principales empresas de Catalunya y el Estado español) para intentar concentrar el voto de los sectores más confusos, afectados por la campaña del miedo y atrasados de la sociedad catalana entorno a Inés Arrimadas. Pero su plan, que era impedir una mayoría favorable a la república y optar a formar un Govern controlado por el bloque monárquico, ha fracasado rotundamente.
Es cierto que Cs aumenta 300.000 votos pero se trata fundamentalmente de papeletas que han cambiado de lugar, provenientes del PP, y de votantes tradicionales del PSC que éste esperaba recuperar pero que finalmente han preferido dar un voto útil a Arrimadas y a sus promesas demagógicas, que apoyar a la mala copia que representaba Iceta y un PSC cada vez más desprestigiado.
Arrimadas ha hecho declaraciones demagógicas constantes llamando a preocuparse por los “problemas sociales” (oponiendo estos al procés) y utilizando la fuga de empresas para presentar un escenario de pesadilla si se declara la independencia. Atizando la campaña del miedo, se ha presentado como la campeona de mantener a Catalunya en España al precio que sea (no olvidemos que Cs ha sido el más entusiasta defensor del 155 y de todas las medidas represivas), jugando con los sentimientos de capas de la población trabajadora originaria de otras zonas del Estado.
Ines Arrimadas y Albert Rivera, cuya política no es otra que la de las grandes empresas del Ibex 35, han logrado agrupar un voto que incluye a los reaccionarios de derecha de toda la vida, pero también de familias trabajadoras de barrios y ciudades industriales del cinturón rojo de Barcelona o de Tarragona, temerosas de las consecuencias de la independencia, desesperadas por la crisis, desmovilizadas por la política de pactos de los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT y decepcionadas por la ausencia de alternativas de la izquierda estatal.
Los graves errores de Podem Catalunya en Comú
Increíblemente los dirigentes de Catalunya en Comú y Unidos Podemos en lugar de situar como centro de su campaña la lucha contra bloque reaccionario-monárquico del 155, la defensa del derecho legítimo del pueblo catalán a la autodeterminación, y vincular el resultado del 1-O y la república con la movilización por las reivindicaciones sociales, han amplificado todos los prejuicios que propaga el nacionalismo españolista y apenas se han diferenciado del discurso de Iceta y el PSC.
Domènech y Pablo Iglesias han colocado en el mismo plano a los reaccionarios de derechas que mantienen en la cárcel a los Jordis, Forn y Junqueras por sus ideas, al Estado franquista que reprime con saña las aspiraciones democráticas del pueblo catalán, equiparándolos al movimiento de masas que más directamente ha amenazado a la monarquía y el régimen del 78 en los últimos 40 años. Incluso se negaron a denunciar de manera clara la existencia de presos políticos y exigir su libertad.
El discurso de los dirigentes de Unidos Podemos y Catalunya en Comú repitiendo las ideas demagógicas que utiliza la derecha de Cs, como que el referéndum del 1-O es ilegítimo o que ha sido la lucha por la república la que despierta al fascismo, incluso justificando el 155, como Monedero, ha servido para llevar más agua al molino de la reacción y ha facilitado que Inés Arrimadas capte el voto de capas de trabajadores desmoralizadas y afectadas por la campaña del miedo.
Si su campaña ha reflejado una gran bancarrota política, lo más deplorable son las declaraciones de Alberto Garzón o Pablo Iglesias valorando los resultados del 21D. Para esconder su fracaso político, para ocultar su incapacidad para intervenir en el movimiento de liberación nacional de Catalunya defendiendo un programa de clase, estos mismos dirigentes que en campaña han abogado por el respeto al régimen del 78 y por un referéndum pactado con el mismo PP y el mismo Estado que jamás va a permitir el derecho a decidir, ahora tienen la desfachatez de decir que en las elecciones del 21D “han ganado las derechas” intentando culpar al pueblo de Catalunya.
¡Pero la realidad es exactamente al revés de como dicen Alberto Garzón o Pablo Iglesias! Es el carácter represivo y franquista del Estado español y del régimen del 78 el que empuja a millones de personas a querer romper con éste y luchar por una república catalana como primer paso para resolver sus problemas. Y si Unidos Podemos y Catalunya en Comú apoyasen claramente la lucha por la república catalana, vinculándola a la denuncia de la corrupción del PP y la defensa de un programa social, sería posible derribar ya al gobierno de Rajoy, golpear de manera decisiva al régimen capitalista español y abrir el camino a la lucha por la república también en el resto del Estado.
Lejos de esto, los dirigentes de Unidos Podemos y Catalunya en Comú se han comportado como políticos socialdemócratas a la vieja usanza, apelando al “amor” y la “cordialidad”, a “retejer” la sociedad, en el momento en que un pueblo está siendo machacado por el PP, que gobierna Catalunya con la porra del policía y los tribunales de excepción a pesar de contar sólo con tres diputados en el Parlament.
El voto independentista
Uno de los resultados que más pueden haber sorprendido a una capa amplia de activistas y militantes de izquierda es que JuntsxCat supere a ERC dentro del campo independentista y que la CUP retroceda no sólo en escaños sino también en votos. Por eso es necesario señalar que sería un error identificar el voto a JuntsxCat con apoyo al PDeCAT. Centenares de miles de jóvenes, sectores de las capas medias empobrecidas e incluso trabajadores que no se identifican desde hace mucho con el PDeCAT y Convergencia, han votado en esta ocasión a JuntsxCat porque ven en Puigdemont a alguien que se ha enfrentado decididamente al Estado español y que, además, está denunciando la represión y organizando la lucha contra el bloque monárquico desde el exilio. Además, la lista de JuntsxCat era vinculada por muchos a la ANC y su campaña ha sido más enérgica que la de dirigentes de ERC como Forcadell, Rovira o el propio Junqueras, que dijeron acatar el 155 y renunciar a la unilateralidad o, dicho de otro modo, posponer la república catalana a un pacto con el Estado. Ante el peligro de una victoria del bloque del 155 buena parte del electorado ha concentrado su voto en la lista de Puigdemont, dejando a ERC en segunda posición.
Esto también demuestra que no basta con plantear la necesidad de dar un contenido social a la república en los mítines de campaña. Como hemos explicado en otros materiales, los compañeros de la CUP han jugado un papel clave en garantizar el referéndum del 1-O y defender el resultado, luchando desde los CDR y en las calles contra la represión del PP, Cs y PSOE. Sin embargo, la CUP paga también en estas elecciones el error cometido por sus dirigentes cuando decidieron sostener al PDeCAT en el Govern, votar a favor de sus presupuestos de recortes sociales y llevar a cabo una política seguidista respecto a Junts pel Sí. Esta política se ha mantenido incluso durante los últimos meses de lucha en las calles al no desarrollar una estrategia de clase independiente durante el 1 y 3 de octubre y posteriormente, que permitiese rebasar por la izquierda a los dirigentes del PDeCAT y llevar adelante la lucha por una república catalana de los trabajadores y el pueblo. Cuando, bajo la presión de las bases y ya en plena campaña, se ha planteado un giro más claro a la izquierda, ha sido demasiado tarde.
La lucha es el único camino para hacer realidad la república de los trabajadores y el pueblo
El escenario salido del 21D es una pesadilla para la burguesía española y catalana, que ya están tejiendo nuevos planes represivos. De hecho, los nuevos procesos judiciales contra figuras destacadas que participaron en el 1-O como Marta Rovira, Mas, Anna Gabriel y otros, a los que se acusa del delito de “rebelión”, deja muy claro cual será la estrategia del Estado español y del PP tras su derrota electoral.
Aunque lo traten de disimular, el bloque reaccionario está en estos momentos consternado por el resultado. El País, que por derecho propio destaca en la cruzada contra el pueblo catalán, lo reconocía en el titular de su editorial del 23 de diciembre “Que no cunda el pánico”. Es tan ilustrativo el encabezamiento, como su contenido: “Los independentistas han logrado un resultado notable (sorprendente según se observe la realidad catalana).” Sí, ha sido sorprendente para estos campeones de la represión, de la manipulación y las mentiras. Creían que podían doblegar la voluntad de un pueblo, y se han encontrado con una lección inolvidable, continuación de lo vivido el 1 y el 3 de octubre.
¿Qué va a pasar a partir de ahora? Las perspectivas no son fáciles de trazar, pero es necesario analizar las tendencias fundamentales.
Primero. El PP se ha hundido en Catalunya y Ciudadanos ha engullido su base electoral. Este hecho tiene consecuencias en la política estatal. Rajoy tiene una ante sí una amenaza muy seria, pues el auge del partido de Alber Rivera puede consolidarse. Por estas razón de peso, es todavía más improbable que el gobierno de Rajoy y el Estado abran ninguna negociación con el independentismo catalán, ni siquiera que se planteen la reforma constitucional. Si hacen algo así, saben que tendrán a Ciudadanos golpeándoles y desgastando su posición sin ningún miramiento. El PP continuará polarizando la política en torno a la cuestión nacional catalana, y no va a renunciar a ningún medio para ello.
Segundo. Los procesos judiciales y la represión no amainarán, todo lo contrario. El Estado no renunciará a “ablandar” a los políticos burgueses y pequeño burgueses del PDeCAT y ERC para que renuncien a la lucha por la república. Que el Estado acepte la candidatura de Puigdemont a la investidura como President de la Generalitat es improbable. Forzaran todos los medios legales para impedirlo.
Tercero. El fracaso de Unidos Podemos en Catalunya tiene también grandes consecuencias. Sin comprender el papel que juega la opresión nacional en la lucha por transformar la sociedad, Podemos se ha colocado frente al movimiento de liberación nacional de Catalunya con una posición llena de incongruencias y cesiones al nacionalismo españolista. La renuncia de Pablo Iglesias a liderar la lucha por la república catalana y su giro a la derecha de los últimos meses, incluyendo la desmovilización social en el resto del Estado y su objetivo fracasado de sacar a Rajoy de la Moncloa mediante pactos parlamentarios con el PSOE de Pedro Sánchez, son la garantía para nuevos desastres. Si está posición no se rectifica, Podemos puede entrar en una etapa de declive electoral y político.
Cuarto. El objetivo de cerrar la crisis revolucionaria abierta con las jornadas del 1 y 3 de octubre, y de asegurar el control de la situación al bloque monárquico reaccionario, ha sufrido un golpe el 21D. De ahí sus caras de funeral la noche electoral, pese a toda su propaganda sobre Arrimadas. Como se vio obligado a reconocer Albiol: “que algunos celebren porque les durará 5 minutos”. El bloque del 155 ha sido derrotado. La crisis política y social en Catalunya continuará expresándose con dureza, y las aspiraciones legítimas del pueblo catalán no van a ser satisfechas por este Estado reaccionario.
En la actual coyuntura, es clave que los movimientos sociales y partidos de la izquierda que han llevado el peso de la lucha por la república catalana y el derecho a decidir, retomen la movilización en la calle. Sólo podremos enfrentar la represión, liberar a los presos políticos e impedir que se consolide el 155, si la acción de las masas es visible y contundente. Esta es la tarea de la CUP, de Som Alternativa, de los CDR, de todas aquellas organizaciones y activistas que nos reclamamos de la izquierda combativa.
Todo el proces, y los acontecimientos de estos meses, también han demostrado la necesidad de levantar una alternativa consecuente, que no se subordine al PDeCAT ni a los políticos burgueses y pequeño burgueses que han demostrado su incapacidad para llevar hasta el final la lucha por la autodeterminación, y que no quieren romper con la lógica del capitalismo (que es la causa de la opresión nacional y social). Esta es la estrategia de izquierdas, revolucionaria y anticapitalista que defendemos en Esquerra Revolucionària en Catalunya (Izquierda revolucionaria en el resto del estado).
Únete a nosotros para luchar por la república catalana de los trabajadores, la juventud y el pueblo
- ¡Abajo el 155! Libertad para todos los presos políticos. Retirada de las fuerzas de la policía nacional y la guardia civil de Catalunya.
- Derogación de las contrarreformas laborales y de las pensiones. Jubilación a los 60 años con el 100% del salario y contratos de relevo para la juventud.
- Salario mínimo de 1.100 euros y 35 horas semanales sin reducción salarial.
- Prohibición por ley de los desahucios. Parque de vivienda pública con alquileres sociales, expropiando los pisos vacíos en manos de los bancos.
- Remunicipalización de los servicios públicos privatizados, manteniendo y ampliando las plantillas y respetando los derechos laborales.
- Derogación de la LOMCE, LEC y el 3+2. Enseñanza pública de calidad, democrática, laica y gratuita desde infantil hasta la universidad.
- Derecho a la sanidad pública digna, gratuita y universal.
- Solidaridad real y concreta con los refugiados: ni cupos ni campos de internamiento. Derogación de la Ley de Extranjería y de los CIEs.
- Plenos derechos democráticos de expresión, reunión y organización. Derogación de la Ley Mordaza.
- Nacionalización de la banca y los sectores estratégicos de la economía para rescatar a las personas y garantizar el bienestar de la mayoría.
- Por el derecho de autodeterminación para Catalunya, Euskal Herria y Galiza.
- Por una república socialista en Catalunya y una república socialista federal, basada en la unión libre y voluntaria de los pueblos y naciones que componen actualmente el Estado español y así lo decidan.
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