lunes, 9 de abril de 2018

Egipto: ¿Qué significa la “victoria” de Sisi para el futuro de Egipto?

¿Qué significa la “victoria” de Sisi para el futuro de Egipto?


Middle East Eye


Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.




Partidarios del presidente egipcio Abdel Fatah al-Sisi celebran su reelección para un segundo mandato en la Plaza Tahrir el 2 de abril de 2018 (AFP)
“Egipto tendrá su quinto presidente desde 1953. Es decir, el país sólo ha visto cuatro líderes en 59 años, sin contar a Sufi Abu Talep, cuya presidencia duró sólo ocho días, desde el asesinato de Sadat a la llegada al poder de Mubarak, y el “presidente en funciones” Hussan Tantawi, que estuvo en el cargo después de que Mubarak fue derrocado.
“Lo que resulta más interesante de las elecciones presidenciales egipcias de 2012, es que fue la primera elección celebrada sin un ‘resultado fijo’. No saber quién ganará las elecciones es mucho más interesante que tener finalmente a un civil como presidente.”
Escribí esas líneas justo antes de la elección de Mohamed Morsi como presidente de Egipto. Después, en 2014, escribí en un artículo posterior: “Las elecciones que Morsi ganó se celebraron, en realidad, entre los ‘felul’ [residuos del régimen de Mubarak] y el nuevo establishment, mientras que la elección de esta semana en Egipto se dirimía claramente entre los felul y el viejo establishment.
“Lo que ha quedado extremadamente claro en esta elección es que Abdel Fatah al-Sisi no pudo conseguir una apariencia de elecciones, ni siquiera con resultados fijos como en la era Mubarak... No hay motivo alguno para sentirse esperanzado en unas elecciones orquestadas por el líder de un golpe de Estado con el apoyo político de EE. UU., la financiación del Golfo, la violencia de los baltayis [matones] y la legitimidad de los liberales.
“Hamdin Sabahi –que aplaudió en 2012 el derrocamiento del gobierno electo por el ejército y que apoyó la candidatura de Sisi en las elecciones presidenciales- era el candidato simbólico que figuraba en las papeletas con objeto de dar a las elecciones una apariencia de legitimidad. En estos momentos, la presidencia de Sisi, que en retrospectiva parece haber sido la única motivación para el golpe, no es más significativa que un Bashar al-Asad ganando las elecciones en Siria.
Insensibilizado hasta la parálisis
Al leer mis artículos anteriores, me di cuenta de que mis análisis siguen siendo teniendo validez hoy, que casi no hay inconsistencias en el análisis o interpretación políticos de Egipto. La naturaleza de los acontecimientos que tienen lugar en Egipto desafía el curso del tiempo. Cuando se mata la esperanza de cambio, la política e incluso la historia se detienen durante un período. Como George Orwell señaló en 1984: “La historia se ha detenido. No existe nada excepto un presente infinito en el que el Partido siempre tiene razón”.
Sin embargo, la tragedia en este desastre radica en la insensibilidad de las personas ante tal parálisis. Aunque la gente desee el cambio, está atrapada en el dilema de ser tremendamente sensible al mismo.
El partido de Sisi ha consistido siempre en una coalición fuerte y sólida de actores regionales y globales, desde Obama hasta Trump, desde Netanyahu hasta las monarquías del Golfo, la Unión Europea y Rusia. Los egipcios se ven obligados a someterse a la administración de este partido. La pregunta vital es: ¿cuánto tiempo persistirá este statu quo surrealista?
Sisi ha resultado reelegido con el 97% de los votos (AFP)
Egipto había perdido ya su camino en el siglo XX, y hay señales poderosas que indican que durante la mayor parte del siglo XXI podría sufrir el mismo destino. Sin posibilidades de cambio en un futuro próximo, no hay un terreno firme y realista sobre el que basar valoración positiva alguna. Podría decirse que la situación en Egipto es natural, dado el caos político de nuestro mundo actual; este tipo de argumento no debe descartarse demasiado rápidamente.
Parece que todas las versiones de Sisi en la región están más o menos invirtiendo en la depresión política mundial y que esperan legitimidad a cambio, o al menos aceptación para estar en armonía con el caos regional y global.
Aquí, la locura competitiva entra en la ecuación geopolítica: cuando Trump es el presidente de EE. UU.; Asad está asesinando a cientos de miles de personas; Netanyahu está profundizando la ocupación de Palestina; Libia está ardiendo; Iraq inmerso en una feroz crisis política y de seguridad; el Líbano lleva décadas lidiando con el estancamiento político y Arabia Saudí está ejecutando un extraño modelo político en su hotel Ritz.
En medio de tal situación, ¿por qué Egipto no iba a impulsar los límites de la ingeniería política nihilista?
El culto al orbe
Hay todo un mundo Tolkien en Oriente Medio, que se manifiesta en extraño ritual estilo Saruman de tocar el orbe para derrotar el terrorismo durante la ceremonia de inauguración del Centro Global para Combatir la Ideología Extremista en Riad.
Sin embargo, la mala noticia para Sisi es que para garantizar su reino, debe mantener su mano sobre el orbe a toda costa; pero el orbe tiene vida propia. La invención del orbe Trump-Golfo consiste en exagerar la amenaza terrorista, demonizar a los Hermanos Musulmanes y reducir la geopolítica al terrorismo. La existencia del orbe depende de la continuación de las amenazas, pero para que el culto al orbe tenga éxito, debe derrotar al terrorismo, que podría hacer que el orbe desapareciera.
Egipto no puede encajar en el eje fabricado por la empresa Israel-Golfo-Sisi. El régimen egipcio se ha sentenciado a sí mismo a un atolladero del que no puede escapar. Si bien puede parecer que el espíritu nacional, regional y global de la época acogería sutilmente su creciente déficit político y de derechos humanos, el régimen golpista debe financiar aún demandas sociales y económicas cada vez más aceleradas, sin que quede ya zanahoria alguna.
En cuanto a la economía de Egipto, puede trazarse fácilmente una correlación entre el gobierno militar tras el golpe de 2013 y el hundimiento masivo de la economía y del nivel de vida. La deuda externa ha saltado de 38.000 millones de dólares a más de 80.000, en gran parte financiada por Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y el Fondo Monetario Internacional. Los impuestos se han disparado después de que el régimen optara un aumento masivo de las tasas que gravan cientos de productos y servicios.
Aunque el cuadro económico es alarmante, el régimen egipcio necesita satisfacer más al eje Israel-Golfo que a su propio pueblo. Esta “misión imposible” definirá el futuro de Egipto.
Mirando hacia adelante
En Egipto, aunque el grupo del Estado Islámico y otros que pululan por el Sinaí satisficieron las necesidades de legitimación de Sisi hasta cierto punto, el régimen golpista no pudo aterrorizar a los Hermanos Musulmanes hasta lograr que se convirtieran en un grupo armado.
Los egipcios han conseguido mantener la paz a pesar del golpe sangriento, del humillante apoyo regional y global al régimen del ejército, del asesinato de las esperanzas de millones de personas y de los devastadores efectos dominó en la Primavera Árabe.
Este hecho en sí es una fuente de esperanza por el cambio, porque el culto al orbe no dispone de ninguna conspiración inteligente contra los movimientos políticos desarmados que piden cambio, democracia y dignidad. Su software político sólo puede ejecutarse cuando grupos armados, como el Estado Islámico, están actuando.
En el mundo del culto al orbe, los grupos políticos desarmados no tienen ni valor de uso ni valor de cambio. La única moneda que existe en su mundo es el terrorismo. Puede que los egipcios no confíen en que la democracia llegue pronto. Sin embargo, no van a concederle al culto al orbe el regalo del terrorismo.
Hasta ahora, han tenido éxito en el logro de esta exigente y extremadamente difícil tarea. Esta sigue siendo la única esperanza para el futuro. 

Taha Ozhan es miembro del Parlamento turco y presidente de su Comité de Asuntos Exteriores. Es asimismo académico y escritor. Tiene un doctorado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Con frecuencia comenta y escribe para medios internacionales. Su último libro es Turkey and the crisis of Sykes-Picot Order (2015).
Fuente: http://www.middleeasteye.net/columns/what-sisis-victory-means-egypts-future-1166881278
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma. 

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