Cloacas de Interior Sánchez pasa de puntillas por el escándalo de las cloacas y el Gobierno muestra su incomodidad
Negar y ponerse de perfil. Estas dos actitudes son las que parece que ha puesto en marcha el Gobierno y el propio presidente, Pedro Sánchez,
a la hora de abordar el caso de las cloacas de Interior, un tema con el
que se le ve visiblemente incómodo al Ejecutivo y al partido.
Más allá de salir en tromba a negar que las cloacas sigue existiendo en el Ejecutivo de Sánchez,
como les sigue acusando Unidas Podemos, el Ejecutivo intentar no tocar
este tema en ninguno de los actos que celebra e procura cortarlo de raíz
cuando se le pregunta por ello. Además, ha renunciado a utilizarlo como
argumento para atacar al anterior Gobierno del PP como sí hizo, en
algunas ocasiones, cuando estaba en la oposición.
Una prueba de ello fue la respuesta cortante y seca que tuvo este miércoles la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, cuando se la interpeló por la cuestión: “La guerra sucia no existe”, sentenció.
También lo negó un día antes la ministra Portavoz,
Isael Celáa, quien dijo que este tipo de actuaciones no se dan con el
Gobierno de Sánchez, y circunscribió a situaciones particulares si es
que hubiera algo reprochable.
Más llamativa resulta la actitud del propio presidente, que desde que lanzó la acusación Pablo Iglesias,
ha pasado de puntillas por la cuestión. Ni en sus actos en su condición
de presidente del Gobierno, ni en la presentación de su campaña ni
siquiera en el mitin que celebró el martes en Cáceres ante su
militancia, ha deslizado una palabra sobre este asunto.
En el acto en Cáceres vertió duras acusaciones contra
PP y Ciudadanos por distintos temas, pero sólo se puede apuntar como
supuesta referencia a las cloacas del Estado una frase genérica, en la
que dijo que “es de mala gente robar y espiar”, sin precisar nada más.
Oficialmente desde La Moncloa tampoco se quiere
entrar en el asunto, como si fuese un tema que el PSOE quiere sacar
fuera de la agenda de la campaña pese a que, en teoría, sería el PP el
más perjudicado por este escándalo.
Algunas fuentes apuntan que la estrategia es
intencionada, porque la denuncia de Unidas Podemos ha metido en campaña a
este partido y, además, el PSOE no se siente nada cómodo con este
tema.
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