En el universo exclusivo de los más ricos aquí, la democracia es un
concepto muy bonito si se define como uno en donde su bienestar es el
bienestar de Estados Unidos, y están dispuestos pagar millones para
asegurar que esa definición sea la que triunfe en las elecciones.
Las campañas electorales de los candidatos de los dos partidos
nacionales –o sea el proceso necesario para que esto obtenga el sello de
democracia– son en gran parte financiadas por los más ricos, asegurando
que gane quien gane, ellos ganan.
Una y otra vez, críticos desde el economista Joseph Stiglitz, Premio
Nobel, el legendario y veterano reportero Bill Moyers, el analista Noam
Chomsky, y hasta Bruce Springsteen, entre otros, han expresado que la
extrema concentración de riqueza y su daño colateral, la dramática
desigualdad económica, están amenazando a la democracia más poderosa del
mundo. La desigualdad ha llegado a un punto sin precedente desde 1928,
con el uno por ciento de la población controlando 40 por ciento de la
riqueza nacional, mientras los indicadores de pobreza, hambre, ingreso
medio y más de todos los demás sigue empeorado. Moyers reporta que el
uno por ciento acaparó el 93 por ciento del ingreso generado en el
primer año de la llamada recuperación. No sólo eso, sino que afirma que
en ningún momento en la historia moderna el .001 por ciento más rico ha
sido dueño de tanta riqueza o ha pagado tan poco en impuestos.
Todo esto se ha logrado bajo presidentes tanto demócratas como
republicanos a lo largo de las últimas tres décadas. O sea, ha sido un
producto bipartidista, o en el discurso oficial de aquí, democrático.
De hecho, en el momento que algún político se atreva a mencionar el
hecho más determinante de la historia moderna del país, los
multimillonarios critican a los acusadores de ser antidemocráticos y
socialistas y de buscar provocar una guerra de clases.
Barack Obama se ha referido muy cautelosamente al asunto, primero
afirmando que el genio del sistema de mercado libre es el motor de la
prosperidad de este país, pero argumentando que para recuperar el sueño
americano, el gobierno y el sector privado tienen que generar mayores
oportunidades para la clase media, y propone elevar de manera mínima
impuestos sobre los ricos (los cuales están a sus niveles más bajos en
décadas).
En respuesta, algunos ejecutivos de Wall Street, quienes le dieron más
contribuciones que a su contrincante en la elección de 2008, ahora
castigan a Obama al invertir millones en la campaña del republicano –y
ex financiero– Mitt Romney (aunque también siguen dando, pero menos, a
la campaña del presidente). Romney, ni hablar, es miembro del club del
uno por ciento, quienes afirman que el gobierno es el obstáculo a la
prosperidad y que ellos son los generadores del empleo y la prosperidad
del país entero. Ninguno de los dos candidatos presidenciales y casi
ningún otro político cuestiona el sistema que generó esta desigualdad.
Una de las razones de esto es que gran parte de la cúpula política
pertenece al uno por ciento: la riqueza promedio de un representante, en
2010, fue de 5.9 millones de dólares, y de un senador 13.1 millones,
según el Center for Responsive Politics. Otra es que casi todos dependen
del uno por ciento para ser electos.
Chrystia Freeland, periodista y autora de un nuevo libro sobre los
plutócratas Plutocrats: The Rise of the New Global Super-Rich and the
Fall of Everyone Else, comentó en entrevista con Moyers que a las elites
les gusta pensar que están actuando por el interés colectivo, aun
cuando están actuando en torno a sus intereses personales.
Esa clase rica está capturando el discurso político y enmarcando en gran
medida el debate nacional. Freeland afirma que Obama piensa de la misma
manera que ellos; es un tecnócrata en la manera aceptada de la
plutocracia actual. Eso les gusta, es por eso que creo que fue tan bien
recibido por ellos en 2008.
Hay brotes de resistencia a todo esto. De hecho, fue el tema en torno al
que estalló el movimiento Ocupa Wall Street, el cual continúa activo en
diversas luchas contra el uno por ciento, a pesar de estar pasando por
un etapa de fragmentación y/o dispersión. Continúan los ecos de luchas
masivas de empleados del sector público en Wisconsin y Ohio, y este mes,
por primera vez en sus 50 años, la empresa comercial más grande del
mundo, Walmart, se asustó cuando trabajadores en sus tiendas en Dallas,
Miami, Washington, Los Ángeles e Illinois abandonaron sus puestos y
salieron en demanda de la reinstalación de compañeros cesados por
participar en los esfuerzos de una nueva entidad de trabajadores de la
empresa OUR Walmart dedicada a la lucha para mejorar condiciones
laborales.
Y la campaña de Obama ha tenido que abordar esta inquietud reclutando
hasta el apoyo de Bruce Springsteen mientras está de gira promoviendo su
nuevo disco Wrecking Ball con canciones llenas de ira justo sobre el
robo de la democracia y de los sueños de la gente común por los
banqueros y sus cómplices (la gira culminará en la ciudad de México el
mes entrante).
“Ahora mismo, hay una división de la riqueza cada vez más creciente en
este país, con los beneficios destinados cada vez más al uno por
ciento... Ahora mismo, hay una batalla para ayudar a que esta nación sea
más justa y más igualitaria… Ahora mismo, necesitamos un presidente que
tenga una visión que incluya a todos nuestros ciudadanos, no sólo a
algunos... Obama es nuestra mejor opción porque tiene una visión de
Estados Unidos como un lugar en donde todos estamos en esto juntos”,
escribió Springsteen.
Pero mientras financieras como Goldman Sachs reportan ganancias sin
precedente, cuando uno de cada seis estadunidenses están en la pobreza y
un número similar padece hambre, eso de que estamos todos juntos no es
un coro que canten todos juntos ante la realidad de un país cada vez más
desigual. Toda la retórica sobre la democracia y de que existe una
opción que inunda al país a menos de tres semanas de la elección se
contrapone con la realidad de que por ahora, esta es una democracia
para, por y de los más ricos. O sea, plutocracia democrática.
viernes, 26 de octubre de 2012
La plutocracia que llaman "democracia", en los paises occidentales. Sobre todo en EEUU, donde la miseria, el hambre, falta de salud, falta de medicinas, incultura, falta de una educación de calidad, calamidades por todos lados, sin los servicios básicos de los ciudadanos es cada vez más escandalosa, pues por otro lado una minoría de ciudadanos ricos, el uno por mil, se enriquece más y más, de forma brutal, estando totalmente desinformados por la ocultación y censura en los telediarios de todo el mundo, y en UE vamos por el mismo camino
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