El eco de tu aliento
En la noche
cuando venga, y tú estés dormida,
te visitaré,
como el lecho de los ángeles.
Y sin descubrir la miseria
de los hombres
que vivimos sólo para morir.
Y llorar mucho.
Y poco reír.
Aún cuando creemos
estar en estado de felicidad.
Cuando tú tengas el llanto dormido
entraré por la rendija de la puerta
Con el silencio de mi aliento
para no despertar tu sueño
hermoso de órbitas celestes.
Te besaré la boca
con la brisa de mi suspiro,
para que no te despiertes.
Y en tus labios pondré,
el sello de mis respiros,
con la sangre del amor
de mi corazón ciego.
Y sin que tu los sepas,
me iré, sí, me iré,
como todos los hombres nacidos,
pero sin embargo
como un color etéreo
contigo siempre flotaré.
Y cuando tú despiertes
dormitando de tu sueño
Que sobre ti ya no estaré
me llevaré el silencio
de los ecos de tu aliento
al paraíso de la nada
para convertirlas en mi tormento.
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