Indonesia
Movilizaciones obreras
Max Lane
El 31 de octubre y el 1 de noviembre pasados tuvieron lugar
numerosas huelgas y protestas obreras en muchas ciudades y poblaciones
indonesias. El primer
día de la huelga, la policía declaró que se habían registrado
acciones en 50 poblaciones y ciudades de 15 provincias. Los huelguistas y
manifestantes
formularon tres reivindicaciones principales: aumento del 50 % del
salario mínimo, supresión de toda contratación ilegal de mano de obra
(“subcontratación”) y establecimiento de un régimen de seguridad
social para toda la población indonesia.
Las protestas fueron organizadas por una coalición llamada
Consolidación Nacional del Movimiento Obrero (KNGB), que se constituyó
tres semanas antes de la
huelga. En la KNGB estaban representadas la Confederación Sindical
Indonesia (KSPI), la Secretaría Conjunta de los Trabajadores (Sekber
Buruh), la
Confederación Nacional de Sindicatos (KSN) y otras federaciones y
alianzas regionales. La KSPI agrupa a la Federación Sindical del Metal
(FSPMI), que ha
protagonizado muchas acciones importantes en los últimos tres años.
En octubre de 2012 tuvo lugar una huelga nacional con
reivindicaciones similares, organizada por la Asamblea de Trabajadores
de Indonesia (MPBI), en la que
estuvieron representadas la KSPI, la KSN, la Confederación Sindical
de Trabajadores de Indonesia y la Confederación de Sindicatos por la
Prosperidad. A
resultas de aquella huelga se lograron aumentos salariales del 40 %,
aunque muchas empresas todavía se resisten a aplicarlos.
Parece que la KNGB se constituyó en respuesta a la ruptura de la
unidad de la MPBI. Mientras que únicamente dos de las grandes
confederaciones de 2012
están integradas en la KNGB, la nueva alianza incluye a la
Secretaría Conjunta de los Trabajadores, que es abiertamente de
izquierdas. Aunque esta última
solo es capaz de movilizar fuerzas poco numerosas, su participación
constituye un avance importante hacia la unificación de las
movilizaciones. La KNGB
también implicó a numerosas alianzas locales de sindicatos de
empresa, que tal vez hayan arrastrado a su vez a miembros de los
sindicatos de la MPBI.
Es difícil evaluar cuántos trabajadores participaron, tal vez fueron
varios cientos de miles. Según los activistas, en los cinturones
industriales de
alrededor de Yakarta se paró la producción en alrededor del 40 % de
las fábricas, a pesar de la abstención de dos grandes confederaciones
sindicales.
También hubo muchos actos de acoso, especialmente en las zonas del
cinturón industrial, por parte de bandas uniformadas que en su mayoría
pertenecían al
Pemuda Pancasila (PP). Este grupo se formó durante la dictadura de
Suharto como fuerza de choque del Estado. El PP y otros grupos se
movilizaron para
impedir que los trabajadores salieran de los polígonos industriales o
zonas fabriles para unirse a las movilizaciones.
En algunos casos se produjeron agresiones físicas, a resultas de las
cuales hubo que hospitalizar a cierto número de trabajadores con
heridas de arma
blanca. Posteriormente hubo choques entre trabajadores organizados y
el PP y otros grupos similares. En muchos casos, la policía asistió
pasivamente a
estos ataques; aún así, algunos miembros de esas bandas fueron
detenidos. En otras regiones, como en Sumatra y Sulawesi, la policía
cargó contra los
manifestantes y detuvo a algunos durante varias horas. Se dice que
en la isla industrial de Batam, situada frente a Singapur, los
cinturones industriales
pararon en su totalidad.
Recuperarse de la dictadura
En Indonesia, los primeros sindicatos combativos se crearon en la
década de 1920; participaron en muchas campañas importantes a lo largo
de las siguientes
cuatro décadas, incluida la nacionalización de todas las antiguas
empresas coloniales en los años 50, el rechazo de la deuda extranjera en
1957 y el
nombramiento de representantes obreros para formar parte de los
consejos de administración de muchas empresas pertenecientes al Estado
en los años 60.
Después de que el general Suharto tomara el poder en 1965, los
sindicatos desaparecieron durante años.
Entre comienzos de la década de 1970 y 1998 solo hubo un sindicato,
controlado por la dictadura y utilizado como arma para controlar a los
trabajadores.
Durante esos 33 años, nuevas generaciones de obreros entraron a
formar parte de una mano de obra en cuyo seno había desaparecido
prácticamente el
sindicalismo. Desde el fin de la dictadura en 1998, y especialmente
desde el año 2000, ha ido resurgiendo lentamente un sindicalismo
independiente. Un
elemento clave para el desarrollo de un ala combativa fueron algunas
secciones de la FSPMI, un sindicato que cuenta con una base de
adherentes amplia y
bien organizada en las plantas de fabricación y de montaje, incluido
el sector del automóvil.
El grado de conciencia en estos sindicatos sumamente jóvenes es muy
desigual, tanto en los niveles de la dirección como en las bases en las
fábricas.
Continuamente hay disputas sobre las mejores tácticas y los niveles
de militancia requeridos. Todavía no existe una práctica desarrollada en
materia de
huelgas (paralización de la producción), y la mayoría de
movilizaciones obreras de protesta se producen fuera de los horarios de
los turnos. En este
sentido, la parada de la producción en el 40 % de las zonas
industriales supone un avance significativo. Un mecanismo crucial para
lograrlo es el de las
“extensión”: los trabajadores de una fábrica se concentran en el
exterior de otras fábricas que no han parado y llaman a los trabajadores
a que se les
unan. Gritan consignas y hacen ruido ante el portal de cada fábrica.
Esta práctica se desarrolló en 2011 y 2012, cuando los trabajadores de
una fábrica se
movilizaron para expresar su apoyo a los trabajadores en huelga o
que estaban en conflicto con su dirección en otras fábricas. Esta
solidaridad entre
fábricas se ha desarrollado en los últimos años, creando una
atmósfera que ha hecho posible la táctica de la “extensión”.
También hubo una campaña de educación “ecopol” (economía y
política), originalmente organizada por la FSPMI, que ha introducido
progresivamente la
ideología del movimiento obrero en los cinturones industriales de
Yakarta y otras provincias. Aunque la FSPMI ha suspendido recientemente
los cursos por
considerarlos demasiado izquierdistas, otros sindicatos los imparten
ahora por su cuenta.
El calendario de las huelgas se define en función del proceso de
fijación de los salarios. El salario mínimo lo fijan cada año los
gobiernos municipales y
de distrito por recomendación de un consejo tripartito. El
gobernador de Yakarta, Joko Widodo, suscitó la ira de los trabajadores
cuando confirmó que el
salario mínimo de la región de la capital solo aumentaría un 10 %.
Los sindicatos afirman que el coste de la vida ha aumentado tanto que es
necesaria una
subida del 50 % para asegurar un nivel de vida digno. La mayoría de
estudios demuestran que el poder adquisitivo real de los trabajadores ha
disminuido
mucho a lo largo de la última década. Otros gobiernos locales
todavía no han anunciado su decisión. Mientras que los medios de
comunicación y la nueva
clase media y sus portavoces se han mostrado en general hostiles a
la huelga, un signo positivo ha sido la proliferación de acciones de
solidaridad de
numerosos estudiantes universitarios. Las ONG de defensa de los
derechos humanos y otros grupos similares también han expresado su
solidaridad.
4/11/2013http://www.redflag.org.au/category/international
Traducción: VIENTO SUR
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