17 abril, 2015
José Manzaneda
Los grandes medios de comunicación -españoles, por ejemplo- afirman con rotundidad que en Cuba no existe libertad de prensa (1). Y demuestran, con su práctica diaria, en qué consiste esta libertad de prensa.
El canal público 24 horas de Televisión Española ofrecía una magnífica lección práctica el pasado 10 de abril. Su espacio “Mesa de actualidad” repasaba, entre otras noticias, la Cumbre de las Américas celebrada en Panamá, en la que se reunieron, por primera vez en 50 años, los presidentes de Cuba y EEUU (2).
Como la libertad de prensa requiere pluralidad, el programa contó con la participación de dos periodistas, con opiniones diferentes sobre un mismo tema: cómo el Gobierno de EEUU puede conseguir una “transición” política en Cuba. “El gran problema es que esa transición no es un punto que haya exigido EEUU (a Cuba). Y eso me parece un error histórico del señor Obama”, afirmaba Víctor Arribas (3). José María Brunet le rebatía (4): “Estos acuerdos -frente a tu pesimismo, Víctor- te diría que van a tener resultados por vía lenta, pero tendrán resultados”.
Y es que la libertad de prensa permite el debate sobre el “cómo”, mientras el “qué” no se discuta. Ambos analistas coincidían en una verdad irrebatible: que Cuba no es una democracia y debe inevitablemente cambiar su sistema político, tal como Washington le exige. “Yo no creo que el régimen castrista se vaya a abrir con facilidad. Cuba sigue siendo un país sin libertades, no lo perdamos de vista”, decía Brunet. “EEUU no ha puesto sobre la mesa una exigencia de democratización de la Isla”, completaba Arribas.
En Madrid, a miles de kilómetros de distancia de EEUU, Televisión Española reproducía el mismo debate sobre Cuba que hoy se da entre “demócratas” y “republicanos” (5). Es decir: qué método es el más eficaz –si el de la muerte súbita o el la muerte lenta- para derrotar a la Revolución cubana e implantar en la Isla un sistema acorde a los intereses de EEUU. El periodista José María Brunet respaldaba las tesis del Partido Demócrata. “Supongo que estos acuerdos facilitarán la transición (en Cuba), pero de momento esa transición ni siquiera ha empezado”. La bancada “republicana” era representada por Víctor Arribas: “Cuba se presenta a esta reunión y al inicio de los encuentros con EEUU exigiendo que las sanciones –Ley Helms Burton y demás- tienen que desaparecer de inmediato. Encima, exigiendo…”
En esta legitimación de la injerencia neocolonial, el “demócrata” José María Brunet defendía el derecho que tiene España a intervenir en la política de países como Cuba y Venezuela. “Yo sí le doy importancia a la presión que debe haber sobre ambos países (Cuba y Venezuela). En Venezuela lo vemos en la movilización de nuestros propios expresidentes. Caramba, es noticia ver a Aznar y a Felipe González de acuerdo en algo, y lo están respecto a que hay que actuar presionando al Gobierno de Venezuela. Con Cuba se ha intentado desde España muchas veces…” (6) El “republicano” Víctor Arribas, por el contrario, se mostraba mucho más abatido y pesimista: “A mí me parece que lo que ocurre en Latinoamérica no es para celebrarlo, ni mucho menos…”
Conclusión: la libertad de prensa permite la discrepancia sobre qué método es más eficaz para imponer los intereses geoestratégicos occidentales en países díscolos como Cuba o Venezuela… mientras dichos intereses no se discutan.
Y si esto ocurre en un medio público, Televisión Española, en cuyo Estatuto de Información se incluye, como principio deontológico, “contextualizar (…) los acontecimientos (…) con (…) todos los puntos de vista posibles” (7), imagínense cómo han sido, esta semana, las tertulias y análisis sobre la Cumbre de las Américas en los canales de televisión privados.
*Coordinador de Cubainformación.
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