¿Quién triunfó en Argentina? Por Iroel Sánchez
Mirando el triunfo del candidato de “Cambiemos” en las elecciones argentinas, Mauricio Macri: globos que caen por millares, luces de espectáculo y sonrisas de vendedor de dentríficos, uno recuerda los show electorales estadounidenses y sus mimetismos latinoamericanos al estilo de la corrupta y prófuga Mireya Moscoso en Panamá, pero no seamos prejuiciosos, y evoquemos la Biblia: “Por sus actos los conoceréis”.
Y nada mejor que esa Biblia de los secretos estadounidenses que son los cables revelados por Wikileaks para conocer a Macri. Según esos documentos, en 2009 el actual Presidente electo de Argentina dijo al embajador norteamericano en su país que EEUU era “demasiado suave” con los Kirchner y le pidió que Washington les pusiera límites a estos, al final del cable los propios estadounidenses hablan de la “visión maniquea del mundo” que tiene el entonces alcalde bonaerense y asiduo interlocutor de diplomáticos y visitantes estadounidenses en Argentina.
Pero esa visión maniquea, apenas convertido en Presidente electo, le ha ganado a Macri las primeras planas de la prensa global con su servicio a la estrategia estadounidense en la región: “Macri pedirá la suspensión de Venezuela de Mercosur” titula El País en España, “Macri dice que invocará la cláusula democrática del Mercosur sobre Venezuela”, apunta CNN en español desde Miami, y La Nación en Argentina recoge que “En Brasil se hacen eco de la intención de Macri de pedir la suspensión de Venezuela en el Mercosur”. Por ahora no hay condiciones para ello pero el discurso del líder de “Cambiemos”, muchas veces ambiguo en otros temas, ha sido siempre diáfano en su proyección pronorteamericana y antichavista y ya se propone dividir al Mercosur. El País –órgano oficial de la Casa Blanca para hispanohablantes- lo elogia por ello “como un nuevo líder regional que marca un cambio de rumbo en Latinoamérica”.
Conservando el rol del dinero en las campañas electorales y la manipulación de la opinión pública a través del control de los medios de comunicación, la democracia liberal y sus límites están intactas en Argentina y en la mayoría de los países que han emprendido transformaciones antineoliberales. Si la llegada al poder político no es aprovechada para devaluar radicalmente los poderes fácticos y educar a las mayorías en la defensa de un nuevo proyecto social, en medio de una aguda lucha de clases, las fuerzas populares están creando las condiciones para su salida del gobierno al no cambiar las reglas del juego y lo más probable es que, una vez aprendida la lección, las oligarquías no permitan una segunda oportunidad a las estirpes condenadas a cien años de soledad.
Como el bolivarianismo en Venezuela, los gobiernos del PT enBrasil, y otros procesos similares en Latinoamérica, el kirchnerismo rescató de la pobreza a grandes masas, una parte de las cuales son empujadas ahora contra esos proyectos haciéndoles creer que la oposición proestadounidense les dará más. Un cambio que no sea cultural terminará dejando de serlo. Los valores son más perdurables que las dádivas y quien no comprenda que si forma consumidores en vez de revolucionarios cava su propia tumba está condenado a la derrota.
Este noviembre en Argentina triunfaron Washington y su estrategia de recuperación de la hegemonía en el continente. El proyecto que encabezaron Néstor y Cristina no se perdió el 22 de noviembre sino cuando el kirchnerismo designó como candidato a Daniel Scioli, alguien incapaz de hablar convincentemente sobre lo que estaba en juego y movilizar a los sectores populares en función de hacer avanzar el proyecto iniciado hace doce años por Néstor Kirchner y a quien los propios diplomáticos estadounidenses en Buenos Aires califican en sus documentos como de “centro derecha”.
Ahora EEUU va a por más en Venezuela y Brasil, pretende golpear así en el corazón a los procesos de integración y soberanía en el continente, decirlo con claridad es el primer paso para que los pueblos no se dejen arrebatar sus conquistas por Macris locales. Por suerte allí no dependerá de un Daniel Scioli el destino de los proyectos populares.