Cuando ganar es perder y viceversa
El actual partido gobernante en España: Partido Popular –PP- fue la entidad política que obtuvo la mayor cantidad de votos y diputados en las elecciones generales celebradas en España el pasado domingo 20 de diciembre con un 72% de participación ciudadana.Sin embargo, el PP y sus 123 parlamentarios obtenidos en esta elección general quedaron muy distantes de esos 186 escaños, que obtuvo en las elecciones del año 2011 y que situaron a Mariano Rajoy como Jefe de Gobierno con una mayoría aplastante. El Partido Socalista Obero Español -PSOE- obtuvo el segundo lugar con 90 diputados, diecisiete menos que la elección anterior. PODEMOS junto a partidos aliados -denominado alianzas territoriales- llegó a 69 diputados, haciendo realidad los pronósticos que auguraban un avance que lo situaría en una posición inédita y sobrepasando por lejos a Izquierda Unida y acercándose a las posiciones del PSOE. En cuarto lugar quedó la también joven agrupación de centro derecha Ciudadanos con 40 diputados.
AIRE FRESCO
Con menos de un año de formación, con dirigentes jóvenes, surgidos gran parte de ellos de entre las filas de los millones de españoles indignados con la marcha política bipartidistas del país, que durante 37 años se han repartido la administración del país ibérico profundizando las diferencias sociales y económicas, las agrupaciones PODEMOS –situadas en el espectro político de izquierda- y Ciudadanos -la nueva cara de la derecha- se erigen como entidades que parecen haber derrotado el bipartidismo.
Ambas formaciones, a pesar de ser diametralmente opuestas en el espectro ideológico visualizan esa nueva mirada española, que lo mismo va dejando atrás a esa vieja izquierda que traicionó los principios al amparo de su refugio europeo y esa vieja derecha que no ha trepidado en llevar a España a sus peores indicadores económicos y sociales forzando a cientos de miles de españoles a abandonar su país en busca de mejores oportunidades. Con PODEMOS y Ciudadanos el bipartidismo ha recibido una herida profunda, pero no mortal, sobre todo porque Ciudadanos no es enteramente contraria a los postulados que el PP lleva en esencia y podría, eventualmente, en un escenario de búsqueda de alianzas situarse en una posición de encuentro político con el Partido dirigido por Mariano Rajoy.
El Líder de Ciudadanos, Albert Rivera, un joven abogado de 36 años representa la nueva camada de dirigentes cuyo norte sigue siendo el modelo neoliberal, no el cambio esencial del sistema y que tiene la enorme tarea de transformar un partido catalán en una formación nacional. Albert Rivera, en su discurso en la noche del 20 de diciembre, cuando ya los resultados lo signaban como la cuarta fuerza del país, le hizo un guiño al PP al sostener que “Ciudadanos está dispuesto a hablar con todos porque en primer lugar piensa en los españoles y no en ventajas mezquinas”. Se afirma que Ribera habría pertenecido a Nuevas generaciones –la juventud del Partido Popular en Cataluña donde habría ingresado el año 2003, permaneciendo allí hasta el año 2006– militancia negada por Ribera pero que consta en los archivos del PP dados a conocer por El Periódico de Catalunya.
Un bipartidismo derrotado, ya que se abre el país a nuevos partidos, a nuevas formaciones que insuflan nuevos aires tan necesarios para las democracias en el sentido que parece ser que el nuevo parlamento representara en forma más amplia a la sociedad española. Un bipartidismo que marginó ideas, posibilidades de disenso, aplastados bajo años de componendas, alianzas y acuerdos que pretenden eternizar una pseudodemocracia donde sólo ha triunfado la casta política. Una casta que durante 37 años ha mostrado una España bicolor: el de la derecha y de la socialdemocracia representada por el PSOE.
Una España que tras la muerte del Dictador Francisco Franco en noviembre del año 1975 entró en una etapa de transición que culminó el año 1978 cuando se establece la nueva constitución española tras las elecciones generales de junio del año 1977 donde triunfa el derechista Adolfo Suarez de la Unión de Centro Democrática, que gobierna hasta el año 1981, fecha en que dimite entra en escena la magistratura de Leopoldo Calvo Sotelo. El año 1982 se celebran las elecciones generales donde irrumpe el PSOE con Felipe González, triunfando ampliamente y coronando tres legislaturas, hasta que es reemplazado por el líder del Partido Popular José María Aznar quien también ocupó La Moncloa por tres períodos. Aznar es derrotado el año 2004 por el Líder del PSOE José Luis Rodríguez Zapatero, quien a su vez y tras dos períodos de gobierno es sucedido por el popular Mariano Rajoy.
Desde Europa, las elecciones generales efectuadas en España han mostrado al mundo que la sociedad española se hartó de esa estructura política bipartidista, que la “vieja política” tiene sus días contados sino es capaz de adaptar sus acciones en beneficio social y no seguir siendo comparsa de las grandes empresas y la Troika Europea la sociedad española la ha dado una estocada, aún no mortal, a un sistema político que se consolidó en España tras las elecciones del año 1978 y que exige hoy nuevas miradas, nuevas soluciones que escapan a lo que ha hecho la casta en casi cuatro décadas. Y si ese hartazgo, ese cansancio significa hacer estallar en mil pedazos un sistema político que ha mostrado su ineficacia para resolver los grandes problemas que aquejan a esa sociedad, entonces España deberá hacerlo, so pena de buscar nuevas componendas, nuevas reconfiguraciones, que al estilo del gatopardismo cambiarán aparentemente pero en el fondo no mudan nada.
Para el líder de PODEMOS, Pablo Iglesias, con estas elecciones generales, España ha votado cambio de sistema y eso tiene implicaciones constitucionales imprescindibles e inaplazables: es decir, derechos sociales como son la educación y la sanidad pública entre otros, que requieren un blindaje social a la brevedad. Igualmente señaló en sus primeras palabras tras la comprobación que PODEMOS se constituía en la segunda fuerza política en comunidades de enorme importancia como Cataluña, la Comunidad de Madrid y la Valenciana, las Baleares, que también sea inaplazable e imprescindible reformar la constitución para establecer una moción de confianza –una especie de referéndum revocatorio- que permita establecer blindajes políticos y sociales de protección a los españoles y españolas.
Estas elecciones, según Iglesias, han dejado claro que España es un país plurinacional y que hay que trabajar por solucionar las actuales dificultades derivadas de los afanes soberanistas de Cataluña y el país Vasco, articular un nuevo sistema político donde ambas comunidades puedan sentirse a gusto. ¿Implica esto alentar la secesión de ambas comunidades? Difícil pues a medida que ha transcurrido la campaña el mismo PODEMOS fue matizando su opinión sobre Cataluña y el País Vasco, alentando más bien la realización de referéndum con garantías, pasando de la defensa del llamado encaje territorial a una forma menos rupturista.
EL PELIGRO DEL GATOPARDISMO
La derrota del Partido Popular, a pesar de haber sido la entidad más votada, le significó perder 64 parlamentarios pasando de una mayoría absoluta de 185 diputados a sólo poder elegir 121. El PSOE perdió 17 parlamentarios que siguen dando cuenta de la escasa confianza que la ciudadanía española le da a sus posiciones, consideradas en esencia no tan alejadas del PP en materia de su posición en Europa, su política exterior y el modelo económico que rige a España. Por otra parte, Si bien es cierto los votos de PODEMOS junto a sus socios electorales y Ciudadanos permiten hablar del fin del bipartidismo, a lo que no pone término es a la posibilidad que los mismos de siempre sigan gobernando a través de la conformación de componendas. Ese, tras la primera euforia, es el primer peligro tras las elecciones generales.
¿Por qué? Principalmente porque tras la división surgida tras las elecciones de este 20 de diciembre, se crea un panorama de enorme complejidad en tratar de conformar un gobierno, que hoy no cuenta con los votos suficientes para ser mayoría por parte del PP que con sus 7 millones de votos es la primera minoría. La duda, de quién será el futuro Primer Ministro español, durará hasta el 13 de enero del 2016 día en que las Cortes españolas se constituye a partir del juramente o promesa, según sea el caso, de los diputados electos y la respectiva elección del presidente de los diputados. Ese día “previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, el rey propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno”.
La constitución española señala en su Artículo N°99 la manera en que el candidato propuesto por el Rey Felipe VI se constituye como Jefe de Gobierno: si obtiene una moción de confianza de la mayoría absoluta de los diputados en la primera votación –es decir más de 176 votos–. Si esa mayoría no se obtiene, cuarenta y ocho horas después se convoca a una nueva votación donde el nombre dado a conocer por el rey debe obtener una mayoría simple, es decir, que el candidato propuesto obtenga más votos a favor que en contra. Si esto tampoco se obtiene el rey propone otro candidato. Si pasados dos meses después de la primera votación del 13 de enero no se ocupa la plaza de primer Ministro la disuelve el parlamento –las Cortes– y se convocan a nuevas elecciones generales.
Podría ser que un nombre, ya sea del partido más votado o una alianza que tampoco consiga los 176 votos asuma con una mayoría simple. Y, a pesar de lo que se piense en contrario, esa coalición puede tener una clara estabilidad, pendiendo sobre ese gobierno la amenaza de una posible moción de censura. Esto, porque la moción de censura requiere mayoría absoluta y la presentación de un candidato que en este escenario de división difícilmente prospere. Resulta un tanto tortuoso imaginarse a un Pedro Sánchez (PSOE), un Albert Rivera (Ciudadanos), o a un Pablo Iglesias como nombres alternativos ante ese escenario de moción de censura. Se habla de la posibilidad de conformar un bloque de izquierda conformado por el PDSOE, PODEMOS e Izquierda Unida –que tampoco tendría la mayoría absoluta– pero que permitirían tener una alternativa en la baraja española. Además, con una Izquierda Unida desplomada con sólo dos escaños, fagocitado por el avance arrollador de PODEMOS.
¿Será Rajoy el nombre propuesto por el Rey Felipe VI el día 13 de enero? El actual primer Ministro y candidato del PP para estas elecciones ha afirmado que hará todo lo que esté de su parte para formar gobierno pues “quien gana las elecciones debe intentar formar gobierno y eso haré a pesar de las enormes dificultades” sostuvo ante manifestantes apostados en la sede del PP en Calle Génova en la capital madrileña en la noche donde quedó claro que el PP había sufrido una sangría considerable. Para Rajoy España necesita un gobierno estable, con suficiente apoyo parlamentario cuyo objetivo sea servir los intereses de los españoles que necesitan seguridad, certidumbre y confianza. “intentaré buscar acuerdos y alianzas para formar gobierno” prometió Rajoy.
Promesa de incierto resultado positivo, con un nuevo mapa de representación política que hace difícil el equilibrio un nuevo mapa de representación política, a sabiendas de las enormes obstáculos que tal tarea entraña visto que dos tercios del país le han dicho no al Partido Popular y la manera que ha llevado el gobierno en estos últimos años, no sólo en el plano de la economía, las áreas sociales, sino también en política exterior alineándose sin vergüenza alguna, con los poderes hegemónicos encabezados por Estados Unidos y la OTAN en su tareas de agresión en Libia y Siria, principalmente, causas principales de la gran oleada de refugiados que golpean las puertas de esa Europa comunitaria.
En un artículo anterior, publicado un par de días antes de las generales del 20 de diciembre, afirmé que las elecciones a celebrarse en España el domingo 20 de diciembre tenían una característica muy particular ya que, como nunca antes se podía romper el bipartidismo. Eso ha sido así, no con un golpe mortal, que lo derrote definitivamente pero con la fuerza suficiente para sostener que la sociedad española le ha dicho ¡basta a la vieja política! Por primera vez entran en igualdad de oportunidades al juego político, juego partidos que en las últimas elecciones generales o no existían, como Podemos, o se circunscribían a una comunidad como es el caso de Ciudadanos en Cataluña.
Sostuve en aquella oportunidad que “Lo más probable es que quien triunfe en las elecciones del 20 de diciembre tenga que pactar sí o sí para formar gobierno, donde el peligro mayor para aquellos que reclaman cambios estructurales en España es que la derecha española representada por el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español –que se han repartido el poder desde el año 1978 en adelante– formen un contubernio que genere el temido gatopardismo”. La población deberá decidir si acompaña a una clase política, que no ha dado el ancho en materia de protección a la población, cuando más se necesitaba el paraguas del Estado o se le da un voto de confianza a agrupaciones, que si bien carecen de la experiencia en el manejo del Estado, al menos promueven la implementación de medidas donde el ser humano está en el centro de las preocupaciones.
Esa es la realidad, confirmada en esta histórica elección, que tendrá en las próximas semanas una maratón de reuniones, encuentros, promesas, ofrecimiento de cargos, desencuentros, búsqueda de alianzas disímiles o cercanas en el aspecto ideológico, todo sea con tal de conformar un gobierno para España el próximo 13 de enero del año 2016. Se abre una etapa de negociación pero, lo que espera esa ciudadanía que con su voto dijo “No más bipartidismo” es que sus esperanzas no sean frustradas ni traicionadas por los intereses partidistas que suelen estar muy alejado de los sueños de la ciudadanía. Lo que deja hoy la elección del 20 de diciembre es la paradoja de ganar cuando se pierde y ser derrotado pero al mismo tiempo ganar.
Si ello es así el panorama que se abre para España es un desarrollo de la indignación a niveles que rompan el sistema político por cauces no deseados ni por populares, socialistas, como tampoco por PODEMOS ni ciudadanos. Lo claro es que la estabilidad, certeza y certidumbre pedida por Rajoy para formar gobierno no puede ser a cualquier precio y menos aquel que ha pagado la sociedad española en esta última década, considerada una década perdida.
Artículo del autor cedido por Hispantv
AIRE FRESCO
Con menos de un año de formación, con dirigentes jóvenes, surgidos gran parte de ellos de entre las filas de los millones de españoles indignados con la marcha política bipartidistas del país, que durante 37 años se han repartido la administración del país ibérico profundizando las diferencias sociales y económicas, las agrupaciones PODEMOS –situadas en el espectro político de izquierda- y Ciudadanos -la nueva cara de la derecha- se erigen como entidades que parecen haber derrotado el bipartidismo.
Ambas formaciones, a pesar de ser diametralmente opuestas en el espectro ideológico visualizan esa nueva mirada española, que lo mismo va dejando atrás a esa vieja izquierda que traicionó los principios al amparo de su refugio europeo y esa vieja derecha que no ha trepidado en llevar a España a sus peores indicadores económicos y sociales forzando a cientos de miles de españoles a abandonar su país en busca de mejores oportunidades. Con PODEMOS y Ciudadanos el bipartidismo ha recibido una herida profunda, pero no mortal, sobre todo porque Ciudadanos no es enteramente contraria a los postulados que el PP lleva en esencia y podría, eventualmente, en un escenario de búsqueda de alianzas situarse en una posición de encuentro político con el Partido dirigido por Mariano Rajoy.
El Líder de Ciudadanos, Albert Rivera, un joven abogado de 36 años representa la nueva camada de dirigentes cuyo norte sigue siendo el modelo neoliberal, no el cambio esencial del sistema y que tiene la enorme tarea de transformar un partido catalán en una formación nacional. Albert Rivera, en su discurso en la noche del 20 de diciembre, cuando ya los resultados lo signaban como la cuarta fuerza del país, le hizo un guiño al PP al sostener que “Ciudadanos está dispuesto a hablar con todos porque en primer lugar piensa en los españoles y no en ventajas mezquinas”. Se afirma que Ribera habría pertenecido a Nuevas generaciones –la juventud del Partido Popular en Cataluña donde habría ingresado el año 2003, permaneciendo allí hasta el año 2006– militancia negada por Ribera pero que consta en los archivos del PP dados a conocer por El Periódico de Catalunya.
Un bipartidismo derrotado, ya que se abre el país a nuevos partidos, a nuevas formaciones que insuflan nuevos aires tan necesarios para las democracias en el sentido que parece ser que el nuevo parlamento representara en forma más amplia a la sociedad española. Un bipartidismo que marginó ideas, posibilidades de disenso, aplastados bajo años de componendas, alianzas y acuerdos que pretenden eternizar una pseudodemocracia donde sólo ha triunfado la casta política. Una casta que durante 37 años ha mostrado una España bicolor: el de la derecha y de la socialdemocracia representada por el PSOE.
Una España que tras la muerte del Dictador Francisco Franco en noviembre del año 1975 entró en una etapa de transición que culminó el año 1978 cuando se establece la nueva constitución española tras las elecciones generales de junio del año 1977 donde triunfa el derechista Adolfo Suarez de la Unión de Centro Democrática, que gobierna hasta el año 1981, fecha en que dimite entra en escena la magistratura de Leopoldo Calvo Sotelo. El año 1982 se celebran las elecciones generales donde irrumpe el PSOE con Felipe González, triunfando ampliamente y coronando tres legislaturas, hasta que es reemplazado por el líder del Partido Popular José María Aznar quien también ocupó La Moncloa por tres períodos. Aznar es derrotado el año 2004 por el Líder del PSOE José Luis Rodríguez Zapatero, quien a su vez y tras dos períodos de gobierno es sucedido por el popular Mariano Rajoy.
Desde Europa, las elecciones generales efectuadas en España han mostrado al mundo que la sociedad española se hartó de esa estructura política bipartidista, que la “vieja política” tiene sus días contados sino es capaz de adaptar sus acciones en beneficio social y no seguir siendo comparsa de las grandes empresas y la Troika Europea la sociedad española la ha dado una estocada, aún no mortal, a un sistema político que se consolidó en España tras las elecciones del año 1978 y que exige hoy nuevas miradas, nuevas soluciones que escapan a lo que ha hecho la casta en casi cuatro décadas. Y si ese hartazgo, ese cansancio significa hacer estallar en mil pedazos un sistema político que ha mostrado su ineficacia para resolver los grandes problemas que aquejan a esa sociedad, entonces España deberá hacerlo, so pena de buscar nuevas componendas, nuevas reconfiguraciones, que al estilo del gatopardismo cambiarán aparentemente pero en el fondo no mudan nada.
Para el líder de PODEMOS, Pablo Iglesias, con estas elecciones generales, España ha votado cambio de sistema y eso tiene implicaciones constitucionales imprescindibles e inaplazables: es decir, derechos sociales como son la educación y la sanidad pública entre otros, que requieren un blindaje social a la brevedad. Igualmente señaló en sus primeras palabras tras la comprobación que PODEMOS se constituía en la segunda fuerza política en comunidades de enorme importancia como Cataluña, la Comunidad de Madrid y la Valenciana, las Baleares, que también sea inaplazable e imprescindible reformar la constitución para establecer una moción de confianza –una especie de referéndum revocatorio- que permita establecer blindajes políticos y sociales de protección a los españoles y españolas.
Estas elecciones, según Iglesias, han dejado claro que España es un país plurinacional y que hay que trabajar por solucionar las actuales dificultades derivadas de los afanes soberanistas de Cataluña y el país Vasco, articular un nuevo sistema político donde ambas comunidades puedan sentirse a gusto. ¿Implica esto alentar la secesión de ambas comunidades? Difícil pues a medida que ha transcurrido la campaña el mismo PODEMOS fue matizando su opinión sobre Cataluña y el País Vasco, alentando más bien la realización de referéndum con garantías, pasando de la defensa del llamado encaje territorial a una forma menos rupturista.
EL PELIGRO DEL GATOPARDISMO
La derrota del Partido Popular, a pesar de haber sido la entidad más votada, le significó perder 64 parlamentarios pasando de una mayoría absoluta de 185 diputados a sólo poder elegir 121. El PSOE perdió 17 parlamentarios que siguen dando cuenta de la escasa confianza que la ciudadanía española le da a sus posiciones, consideradas en esencia no tan alejadas del PP en materia de su posición en Europa, su política exterior y el modelo económico que rige a España. Por otra parte, Si bien es cierto los votos de PODEMOS junto a sus socios electorales y Ciudadanos permiten hablar del fin del bipartidismo, a lo que no pone término es a la posibilidad que los mismos de siempre sigan gobernando a través de la conformación de componendas. Ese, tras la primera euforia, es el primer peligro tras las elecciones generales.
¿Por qué? Principalmente porque tras la división surgida tras las elecciones de este 20 de diciembre, se crea un panorama de enorme complejidad en tratar de conformar un gobierno, que hoy no cuenta con los votos suficientes para ser mayoría por parte del PP que con sus 7 millones de votos es la primera minoría. La duda, de quién será el futuro Primer Ministro español, durará hasta el 13 de enero del 2016 día en que las Cortes españolas se constituye a partir del juramente o promesa, según sea el caso, de los diputados electos y la respectiva elección del presidente de los diputados. Ese día “previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, el rey propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno”.
La constitución española señala en su Artículo N°99 la manera en que el candidato propuesto por el Rey Felipe VI se constituye como Jefe de Gobierno: si obtiene una moción de confianza de la mayoría absoluta de los diputados en la primera votación –es decir más de 176 votos–. Si esa mayoría no se obtiene, cuarenta y ocho horas después se convoca a una nueva votación donde el nombre dado a conocer por el rey debe obtener una mayoría simple, es decir, que el candidato propuesto obtenga más votos a favor que en contra. Si esto tampoco se obtiene el rey propone otro candidato. Si pasados dos meses después de la primera votación del 13 de enero no se ocupa la plaza de primer Ministro la disuelve el parlamento –las Cortes– y se convocan a nuevas elecciones generales.
Podría ser que un nombre, ya sea del partido más votado o una alianza que tampoco consiga los 176 votos asuma con una mayoría simple. Y, a pesar de lo que se piense en contrario, esa coalición puede tener una clara estabilidad, pendiendo sobre ese gobierno la amenaza de una posible moción de censura. Esto, porque la moción de censura requiere mayoría absoluta y la presentación de un candidato que en este escenario de división difícilmente prospere. Resulta un tanto tortuoso imaginarse a un Pedro Sánchez (PSOE), un Albert Rivera (Ciudadanos), o a un Pablo Iglesias como nombres alternativos ante ese escenario de moción de censura. Se habla de la posibilidad de conformar un bloque de izquierda conformado por el PDSOE, PODEMOS e Izquierda Unida –que tampoco tendría la mayoría absoluta– pero que permitirían tener una alternativa en la baraja española. Además, con una Izquierda Unida desplomada con sólo dos escaños, fagocitado por el avance arrollador de PODEMOS.
¿Será Rajoy el nombre propuesto por el Rey Felipe VI el día 13 de enero? El actual primer Ministro y candidato del PP para estas elecciones ha afirmado que hará todo lo que esté de su parte para formar gobierno pues “quien gana las elecciones debe intentar formar gobierno y eso haré a pesar de las enormes dificultades” sostuvo ante manifestantes apostados en la sede del PP en Calle Génova en la capital madrileña en la noche donde quedó claro que el PP había sufrido una sangría considerable. Para Rajoy España necesita un gobierno estable, con suficiente apoyo parlamentario cuyo objetivo sea servir los intereses de los españoles que necesitan seguridad, certidumbre y confianza. “intentaré buscar acuerdos y alianzas para formar gobierno” prometió Rajoy.
Promesa de incierto resultado positivo, con un nuevo mapa de representación política que hace difícil el equilibrio un nuevo mapa de representación política, a sabiendas de las enormes obstáculos que tal tarea entraña visto que dos tercios del país le han dicho no al Partido Popular y la manera que ha llevado el gobierno en estos últimos años, no sólo en el plano de la economía, las áreas sociales, sino también en política exterior alineándose sin vergüenza alguna, con los poderes hegemónicos encabezados por Estados Unidos y la OTAN en su tareas de agresión en Libia y Siria, principalmente, causas principales de la gran oleada de refugiados que golpean las puertas de esa Europa comunitaria.
En un artículo anterior, publicado un par de días antes de las generales del 20 de diciembre, afirmé que las elecciones a celebrarse en España el domingo 20 de diciembre tenían una característica muy particular ya que, como nunca antes se podía romper el bipartidismo. Eso ha sido así, no con un golpe mortal, que lo derrote definitivamente pero con la fuerza suficiente para sostener que la sociedad española le ha dicho ¡basta a la vieja política! Por primera vez entran en igualdad de oportunidades al juego político, juego partidos que en las últimas elecciones generales o no existían, como Podemos, o se circunscribían a una comunidad como es el caso de Ciudadanos en Cataluña.
Sostuve en aquella oportunidad que “Lo más probable es que quien triunfe en las elecciones del 20 de diciembre tenga que pactar sí o sí para formar gobierno, donde el peligro mayor para aquellos que reclaman cambios estructurales en España es que la derecha española representada por el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español –que se han repartido el poder desde el año 1978 en adelante– formen un contubernio que genere el temido gatopardismo”. La población deberá decidir si acompaña a una clase política, que no ha dado el ancho en materia de protección a la población, cuando más se necesitaba el paraguas del Estado o se le da un voto de confianza a agrupaciones, que si bien carecen de la experiencia en el manejo del Estado, al menos promueven la implementación de medidas donde el ser humano está en el centro de las preocupaciones.
Esa es la realidad, confirmada en esta histórica elección, que tendrá en las próximas semanas una maratón de reuniones, encuentros, promesas, ofrecimiento de cargos, desencuentros, búsqueda de alianzas disímiles o cercanas en el aspecto ideológico, todo sea con tal de conformar un gobierno para España el próximo 13 de enero del año 2016. Se abre una etapa de negociación pero, lo que espera esa ciudadanía que con su voto dijo “No más bipartidismo” es que sus esperanzas no sean frustradas ni traicionadas por los intereses partidistas que suelen estar muy alejado de los sueños de la ciudadanía. Lo que deja hoy la elección del 20 de diciembre es la paradoja de ganar cuando se pierde y ser derrotado pero al mismo tiempo ganar.
Si ello es así el panorama que se abre para España es un desarrollo de la indignación a niveles que rompan el sistema político por cauces no deseados ni por populares, socialistas, como tampoco por PODEMOS ni ciudadanos. Lo claro es que la estabilidad, certeza y certidumbre pedida por Rajoy para formar gobierno no puede ser a cualquier precio y menos aquel que ha pagado la sociedad española en esta última década, considerada una década perdida.
Artículo del autor cedido por Hispantv
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