Chávez y los nuevos paradigmas
La tesis central del trabajo que se presenta a continuación es que la presidencia de Chávez ha marcado un hito importante en el cambio de paradigmas procedentes de y naturalizados por el pensamiento occidental y la ideología liberal. Estos se han ido expandiendo a todo el mundo desde la llamada conquista y en América Latina tienen tintes neocoloniales, dada su superioridad sobre otros paradigmas considerados “inferiores” por el pensamiento eurocéntrico, como explica Dussel (1994).Al referirnos a paradigma seguimos el concepto introducido por Tomas Kuhn en su obra “La estructura de las revoluciones científicas”, en la que define el término como la “completa constelación de creencias, valores, técnicas, etc., que comparten los miembros de una comunidad dada” (Kuhn, 1995, p. 269). Cuando un paradigma ostenta una aceptación más o menos generalizada durante un tiempo determinado hablamos de un paradigma dominante.
Los cambios introducidos gracias al gobierno y políticas públicas desarrolladas por Hugo Chávez han contribuido a mellar los paradigmas dominantes liberales procedentes de los países occidentales o del norte industrializado, por cierto, a costa de la explotación de recursos del sur. Dependiendo de los casos concretos, el cambio de paradigma se ha producido con mayor o menor éxito, con mayor o menor avance y profundidad. Dado que los cambios de paradigma no se producen de la noche a la mañana, de lo que se trata es de exponer los planteamientos y desafíos que gracias a la acción directa o indirecta de Chávez están en proceso.
Dentro de los diversos paradigmas dominantes que están en disputa en este momento habría tres planos o esferas fundamentales:
1. La ruptura del paradigma jurídico
El desafío de este paradigma se da principalmente a raíz de la entrada en vigor de la Constitución de 1999 en Venezuela. El presidente Chávez supo la gran importancia que tenía el establecimiento de una nueva Constitución desde mucho antes de llegar al poder. El planteamiento de un nuevo orden constitucional fue un hecho largamente meditado que responde a una nueva visión nacional, que no vino de la improvisación al ganar las elecciones en 1998, ni fruto de un proyecto personal como ha sido la tónica habitual en muchos de los precedentes constitucionales, tanto en Venezuela como en América Latina.
Es famosa la máxima de Chávez al ser investido presidente en 1999 al declarar: “Juro sobre esta moribunda Constitución”, en referencia a la carta Magna de 1961 venezolana que sería sustituida por la que actualmente está en vigor. Desde sus primeros pasos en la vida política y como rebelde militar, influenciado por el pensamiento de Bolívar, Chávez fue consciente de la importancia de elaborar una nueva Constitución, que se alejase de posturas puramente eurocéntricas y tomara en consideración la realidad latinoamericana.
Después de Hugo Chávez, en muchos países en los que llegaron al poder gobernantes de corte progresista o post-neoliberales1, o bien se realizaron reformas constitucionales necesarias para armonizar las cartas magnas a los nuevos vientos que soplaban en la región, o bien se elaboraron nuevos textos constitucionales, como ocurrió también en Ecuador y Bolivia. Cabe destacar que los gobiernos progresistas que no optaron por asambleas constituyentes para institucionalizar y afianzar las reformas iniciadas y las políticas públicas desarrolladas, han sido los más vulnerables a la restauración conservadora y la resaca de gobiernos de derecha, como Argentina, Brasil y Paraguay, los dos últimos además afectados por un golpe parlamentario. El caso de Honduras merece una atención diferenciada porque de hecho fue el inicio de un proceso Constituyente lo que desencadenó en el año 2009 el golpe de Estado contra Manuel Zelaya que siguió el formato de los pustch militares del S. XX.
1.1. La igualdad material, el rompimiento de la igualdad formal sobre la que descansa el paradigma liberal en torno a los derechos humanos desde la revolución francesa. La Constitución Venezuela abre un nuevo rumbo en la garantía de derechos humanos, en concreto de los derechos sociales, económicos y culturales, que pone al mismo nivel que los derechos civiles y políticos, las llamadas libertades negativas burguesas. Estos derechos son los que tradicionalmente han tenido una mayor protección jurídica desde que se iniciara su reconocimiento tras las revoluciones de EEUU y Francia de finales del S.XVIII y que asentaron el pensamiento y paradigmas liberales. De esta forma se incorporan los postulados de la Declaración y Programa de Acción de Viena de 1993, organizado por las Naciones Unidas, que hasta la Constitución venezolana eran meramente teóricos. Se abre entonces la vía del Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano, que una década después siguen países como Bolivia y Ecuador y que establece la plena justiciabilidad de los derechos humanos.
A partir de la entrada en vigor de la Constitución de Venezuela la indivisibilidad de todos los derechos humanos en un hecho, rompiendo con divisiones ideológicas históricas. Frente a la preponderancia de los derechos civiles y políticos de los países capitalistas, con la consecuente marginación de los sociales, económicos y culturales, y viceversa desde la perspectiva de los países socialistas, Venezuela les da el mismo status jurídico a todos por igual. Se supera el postulado liberal que proclama únicamente la igualdad formal, “todos somos iguales ante la ley”, aunque en realidad sigan teniendo más oportunidades quienes gozan de las mejores condiciones materiales. Se proclama entonces una igualdad material que reduce las desigualdades e incrementa las oportunidades para todos en dignidad.
Romper con la dicotomía de los distintos derechos humanos ha puesto en crisis el paradigma liberal y también ha servido para señalar que sistemas regionales como la Organización de Estados Americanos y su sistema de protección de derechos humanos responden a un modelo que requiere ser renovado. La crisis de legitimidad especialmente de la Comisión Interamericana y la necesidad de reforma de la Convención Americana sobre Derechos Humanos se han hecho bastante patentes.
1.2. Una nueva separación de poderes. Influenciado por Bolívar, Chávez también plantea la sustitución de la separación tradicional de poderes tripartita (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) de Montesquieu por una separación pentapartita del poder. Si a Bolívar entre las muchas propuestas constitucionales el Congreso de Angostura le había rechazado la propuesta de un Poder Moral (Lievano, pp. 216-217), esta idea es cristalizada por Chávez en la Constitución de 1999 al aprobar la asamblea constituyente la creación del llamado Poder Ciudadano, que después también tendría su reflejo en la Constitución de Montecristi de Ecuador en la llamada Función de Transparencia y Control Social.
Una de las importantes características de estos textos legales es la institucionalización de la participación ciudadana, que tiene como consecuencia la elección de cargos como el Fiscal General, el Contralor o el Defensor del Pueblo.
1.3. El paso del antropocentrismo imperante desde el renacimiento al biocentrismo incipiente. La ruptura que inicia el Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano en Venezuela abre la senda para que otros países continúen estos mismos pasos con procesos constituyentes en Ecuador (2008) y Bolivia (2009). Una década ha pasado desde la elaboración de la Constitución venezolana, que dio lugar a que se introdujeran mejoras y avances en estos nuevos textos legales. Aunque la Constitución venezolana dedica todo un capítulo a la protección del medio ambiente, es la de Ecuador la que introduce la protección de los derechos de la madre tierra, apareciendo un nuevo sujeto de derechos, ya no solo las personas sino también la Tierra. Se modifica la mirada occidental de los textos legales al introducir la cosmovisión andina del Sumak Kawsay y los derechos de la madre tierra.
1.4. El pluralismo jurídico da lugar a la muerte de la pirámide de Kelsen. El Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano también ha dado lugar a que la pirámide jerárquica normativa esté en vías de transformación. Se introduce la coexistencia de los sistemas normativos de pueblos originarios americanos y otros pueblos en un régimen de igualdad con el sistema normativo constitucional pasando del positivismo jurídico a un sistema iuspluralista. No obstante, el reconocimiento original en los textos constitucionales de Ecuador y Bolivia, aún requiere de pasar del plano enunciativo al sustantivo, pero ya significa un importante avance lo logrado que es difícilmente reversible y las luchas de resistencia de los Pueblos originarios se han convertido en verdaderas ofensivas por sus derechos.
2. La ruptura del paradigma socio-político
2.1. La inclusión de una activa participación ciudadana. El nuevo paradigma de la participación introduce importantes cambios en la gestión democrática de los gobiernos. La Constitución venezolana establece una gran cantidad de mecanismos en materia de participación de la ciudadanía que han dado paso a la realización de un verdadero Poder Popular en la práctica.
La participación y el establecimiento de un Estado Comunal -que sería la manifestación del primero- vienen establecidos en la Ley Orgánica de las Comunas del año 2010. En dicha Ley se establece que:
El Estado comunal constituiría una forma de organización político-social en el cual, el poder es ejercido directamente por el pueblo; a través de los autogobiernos comunales, con un modelo económico de propiedad social y de desarrollo endógeno y sustentable que permita alcanzar la suprema felicidad a las venezolanas y los venezolanos en la sociedad socialista. La célula fundamental en la conformación del Estado comunal es la comuna. (Artículo 4 de la Ley Orgánica de las Comunas. Gaceta Oficial N° 6.011 Extraordinario de fecha 21 de diciembre de 2010)
La idea es que el 70% de la población venezolana este organizada en Consejos Comunales y se lleve a cabo la conformación de 3.000 comunas para el año 2019 con miras a la conformación de una sociedad igualitaria y justa2.
La participación en Venezuela es un proceso en el que existe un diálogo desde arriba y desde abajo, no exentos de contradicciones, pero que no se presentan como antagónicos, pues el poder ejecutivo también es responsable de fomentar la participación.
Se pasa de una sociedad liberal y desmovilizada a un republicanismo cívico que tiene como valor central una ciudadanía participativa y virtuosa, que introduce nuevos conceptos y visiones de la democracia. Se trata de acabar con muchos de los problemas de los que el sistema meramente representativo adolece, como la arbitrariedad de los gobernantes sobre los gobernados, la influencia de los agentes mediadores de la política como los medios de comunicación, la corrupción desde los estamentos de decisión política, el individualismo consumista de las sociedades mercantilistas o la apatía en la deliberación de los asuntos públicos.
Estas medidas en última instancia se basaron en la máxima de Chávez: “si quieres acabar con la pobreza, hay darle poder a los pobres”.
2.2. La contra hegemonía mediática. Siguiendo los postulados de Gramsci se pusieron en marcha una serie de medidas en Venezuela que persiguieron la creación de una contra hegemonía de carácter mediático, las cuales rompieron con diversos paradigmas liberales en materia de comunicación.
Las medidas que se tomaron pivotan principalmente en torno a dos ejes. En primer lugar la introducción de nuevas voces a través de la creación de nuevos medios de comunicación o el reforzamiento de los que ya existían. En este sentido vio la luz el canal de televisión regional Telesur, así como un elenco de nuevos medios públicos, a partir de los cuales se crean nuevos agentes en el campo mediático que luchan por la hegemonía (dicho en términos de Bourdieu), incrementando la pluralidad y nuevos contenidos que van orientados a la emancipación cultural de la ciudadanía.
El segundo eje tiene relación con la democratización del espectro radioeléctrico mediante la introducción de un nuevo actor que ocupaba hasta entonces un espacio marginal en el elenco de los agentes mediáticos en Venezuela, como lo son los medios privados sin fines de lucro o comunitarios. Estos medios de comunicación cambian la lógica liberal donde el dueño del medio es quien impone su contenido, al ser ahora la propia ciudadanía la que dirige este tipo de medios. El receptor del mensaje se convierte en emisor y de ser parte pasiva en la relación pasa activa.
Sin embargo, pese a los esfuerzos y avances en este campo, como en otros de los mencionados en este trabajo, aún estamos lejos de haber conseguido una plena democratización y los medios comunitarios siguen siendo pocos en relación a los objetivos que un proceso revolucionario en materia de comunicación debe marcarse. Igualmente, los medios públicos en Venezuela tienen mucho camino que recorrer para incrementar la calidad de sus contenidos y formatos estéticos. En consecuencia, pese a que la contrahegemonía está en marcha y dichos medios han servido en gran medida para avanzar en la creación de un nuevo sujeto político, los medios privados con fines de lucro, reproductores de los esquemas de dominación capitalista, siguen siendo los más numerosos y de mayor rating, por lo tanto, los de mayor influencia en la imposición de sentidos a la opinión pública.
2.3. La transformación del concepto de democracia. En relación con los apartados anteriores y como consecuencia de ellos, en Venezuela se da una transformación del entendimiento mismo de la democracia. A partir de este momento se pone también en disputa la propia democracia, que no se percibe meramente como reglas de juego “universales de procedimiento”, según la terminología de Noberto Bobbio, o como una poliarquía, como la califica de Robert Dahl, quien también la reduce a procedimientos, resumidos por Samuel Huntington en la siguiente descripción: “la selección de los líderes a través de elecciones competitivas de los gobernados” (Huntington, 1993, p. 6). Según los autores mencionados y la literatura imperante en materia de democracia, todo se limita a la posibilidad de elegir a quienes representarán a la población. No importa si existe o no influencia de la ciudadanía en los asuntos de su interés (participación política) o las condiciones de vida en las que vivan los ciudadanos (dignidad material). Esta definición de democracia está muy vinculada a los intereses de las élites y sistema de dominación de las minorías sobre las mayorías.
De nuevo en este campo Venezuela vuelve a introducir un importante giro que constituye un desafío al paradigma liberal dominante. Aquí me gustaría seguir la terminología de Samuel Huntington denominada olas democráticas, precisamente para explicar cómo se ha producido una profundización del término en Venezuela. Ya en el año 2006 escribí un artículo titulado la Cuarta Ola de Democracias en América Latina, que considero está más vigente que nunca tras una década, sobre todo a la vista de la transformación que ha vivido la región. Nuestra postura parte de la premisa de que no es posible establecer una dicotomía entre democracia y condiciones materiales y de dignidad de vida.
Cabe mencionar que, siguiendo la terminología de Huntington, algunos autores también establecieron en el año 2011 la llegada de la cuarta ola de las democracias tras la caída de muchos regímenes dictatoriales durante lo que se denominó como primavera árabe3. La cuarta ola no se dio ni siquiera de acuerdo a los parámetros liberales, a excepción de Túnez donde la situación también es muy delicada pese a la nueva Constitución e incipiente sistema democrático. Países como Libia y Siria cayeron en el caos, con una injerencia de factores extranjeros occidentales militares. En Bahrein, Arabia Saudita impidió cualquier cambio de régimen, país que también hostiga militarme a Yemen. En Egipto hubo un contragolpe a las fuerzas democratizadoras y volvió a caer en una dictadura. En Marruecos o Argelia las protestas no lograron ningún cambio. De esta forma se frustró cualquier democratización de los Países Árabes.
La teoría que mantenía en aquel momento, y que aun mantengo, es que a diferencia de lo que fue la tercera ola con la cuarta que se vivió en América Latina se profundiza la calidad de la democracia, es decir, se produce una nueva democratización. Para Huntington, la tercera ola de democracias se inicia en Portugal en 1974 y en 15 años 30 países se tornan democráticos en Europa, Asia y América Latina. El proceso en América Latina comienza con la transición a la democracia en Ecuador entre 1978 y 1979. Para los años 90 toda la región había tornado en democracias liberales, atravesamos entonces la década perdida del neoliberalismo, que tiene como resultado el incremento de la pobreza, la desigualdad y una gran conflictividad social.
Pero la consecuencia no fue la vuelta a sistemas dictatoriales, como se podría haber pensado de acuerdo a la teoría de Huntington de olas y resacas, sino un tipo más profundo y complejo de democracia que se separa del paradigma democrático liberal occidental e inicia un recorrido hacia formas más acordes con las características particulares de la región. Estos nuevos sistemas democráticos han sido muy denostados y criticados por la propia doctrina neoliberal, precisamente para desprestigiar los procesos desarrollados a través de términos como sistemas caudillistas, autócratas, populismos o incluso bajo el oxímoron: democracias autoritarias.
Entre las características imperantes encontramos que frente al Estado mínimo que propugna la democracia neoliberal, se establece un Estado fuerte que interviene en la economía para atajar las desigualdades y la pobreza. Se establece como sentido común la inversión social para conseguir la mejoría en la calidad de vida de los ciudadanos.
Venezuela y la Revolución Bolivariana inician esta andadura, a ella posteriormente se unen los países que conforman parte del Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano, Ecuador y Bolivia, como los países que han experimentado las mayores transformaciones. En este mismo grupo entrarían países como Nicaragua, pese a que no ha realizado un proceso constituyente. En los países de corte progresista también se podría incluir Uruguay bajo los gobiernos del Frente Amplio, aunque con características próximas a la socialdemocracia europea. Finalmente, otros países post-neoliberales hoy gobernados por la derecha son Paraguay, Brasil y Argentina, los tres en estos momentos con una elevada conflictividad social e importantes resistencias a los procesos de imposición de paquetes neoliberales e intentos por aniquilar los cambios anteriores.
2.4. Los nuevos golpes de Estado. En estos días que celebramos el décimo quinto aniversario del fracaso del golpe de Estado en Venezuela, podemos afirmar que la introducción de paradigmas ha sido de tal envergadura que los poderes fácticos se han visto obligados incluso a cambiar la forma en que han dirigido los golpes de Estado y los mecanismos ilegítimos para su vuelta al poder. Las interrupciones del hilo constitucional tienen relación con los procesos democráticos que se han dado producto de la cuarta ola democrática y no persiguen la perpetuación de un sistema dictatorial, sino simplemente establecer la transición a un sistema que esté acorde con la democracia liberal representativa que sirve a las élites e intereses foráneos alejándose de los proyectos soberanos y populares.
El golpe de Estado contra Venezuela en el año 2002 fue un hito histórico en cuanto a la situación social en la que se encuentra la región y la debilidad de sus oligarquías y el imperialismo. Ya no sirven los golpes de Estado militares a la vieja usanza del S. XX. El golpe de Estado que tan solo duró 47 horas y que una contra revuelta popular volvió a instaurar a Hugo Chávez como presidente de Venezuela. De esta forma la Revolución Bolivariana superaba la prueba de fuego del golpismo, que fue el que acabó con la experiencia del socialismo democrático en el Chile de Allende en 1973 y con tantos gobiernos progresistas en el S. XX.
Tras el golpe contra Chávez en el año 2002 se produjeron otros en países más vulnerables, como el de 2004 contra Jean Beltrand Aristide en Haití, secuestrado por militares estadounidenses, y 2009 en Honduras contra Manuel Zelaya. Sin embargo, en Sudamérica, pareciera que los golpes de Estado tradicionales estaban abocados al fracaso como en Bolivia durante el proceso constituyente o Ecuador en el año 2010. Pero en Paraguay en el año 2012 y en Brasil en el 2016, los golpes de Estado se manifestarán de formas más sutiles con figuras como el impeachment. Serán los poderes legislativos, todavía en manos de las élites conservadoras en ambos casos, los que incurriendo en zonas grises de legalidad acabarán con Ejecutivos de corte progresista como Fernando Lugo y Dilma Rousseff. Todo además por no haber realizado un proceso constituyente en su momento como se hizo en países como Venezuela, Ecuador y Bolivia, empoderando más a sus pueblos.
El único gobierno de derecha que se gana por medio de elecciones en los últimos años es el de Mauricio Macri en Argentina a finales del año 2015, quien inmediatamente empieza a introducir paquetes de ajuste y corte neoliberal tratando de eliminar lo realizado por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Para ilustrar el comportamiento de los nuevos gobiernos de derecha vale mencionar el reciente allanamiento por parte de las fuerzas de seguridad de universidades argentinas, algo completamente prohibido por la autonomía universitaria, hecho que no se producía desde la dictadura del general Juan Carlos Onganía en 1966 y que se llamó la noche de los Bastones Largos. Esto además prueba que estos gobiernos no solo son neoliberales en lo económico e ideológico sino que pretenden dinamitar el sistema democrático y popular como tal.
Aun así, la región no parece que sea la misma a hace un par de décadas y la restauración conservadora no lo está teniendo fácil para imponer sus agendas y tampoco puede simplemente aniquilar a la población como ocurrió en las atroces dictaduras del S. XX.
3. La ruptura de los paradigmas económicos: modelo más incipiente
Este es probablemente el área donde los avances concretos han sido menos notables y de ahí que actualmente Venezuela esté atravesando importantes dificultades económicas. No obstante, el concepto de la integración y cooperación sur-sur, basado en la solidaridad y la complementariedad antes que en la competencia es rescatable como una forma alejada del modelo capitalista globalizado de integración y que por lo tanto son un desafío a los paradigmas actualmente imperantes.
La cooperación ha sido establecida tradicionalmente como una forma de dominación del norte hacia los países del sur y mecanismo de reafirmación hegemónica neocolonial. La ayuda se establece como “dominación simbólica jerarquizando las relaciones asimétricas donante-receptor” (Hattori, 2001, en Pauselli, 2013). Sin embargo, la Revolución Bolivariana ve las relaciones norte-sur y sur-sur con otros enfoques que rompen con las concepciones tradicionales de centro-periferia introduciendo nuevas variables anti-hegemónicas y anti-imperialistas. Chávez promueve un nuevo “desarrollo” inclusivo, equitativo y exento de injerencias coloniales. Tal y como se establece en el Plan de la Patria 2013-2019, se trata de “contribuir al desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual tome cuerpo un mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del universo y garantizar la paz planetaria”.
El foco se coloca en los más oprimidos y eliminar las causas de la pobreza y “subdesarrollo”, que identifica claramente en el capitalismo y su sistema de explotación. De ahí que la solidaridad y complementariedad sustituyan la competitividad, lucro y beneficio, dándose de nuevo el cambio de paradigma en las relaciones de cooperación e integración.
Lo económico se vuelve social y político, siendo muchos los ejemplos de mecanismos de integración bajo esta nueva óptica gracias al liderazgo del presidente Chávez.
3.1. El rechazo a los tratados de libre comercio. El primero de los hitos fue echar para atrás la iniciativa del ALCA en Mar del Plata Argentina en el año 2005, lo que frenó en primer lugar el furor que existía con los tratados de libre comercio qué, de ser una estrategia imperialista regional, tuvo que producirse mediante la negociación bilateral en aquellos países con sintonía con estos tratados.
Hoy día estamos ante la vuelta del entusiasmo de los tratados de libre comercio en la región, cuando a EEUU este modelo ya no le conviene y vuelve hacia el proteccionismo. De hecho, el acoso de Venezuela en el MERCOSUR responde a la vuelta de este organismo a sus orígenes liberales eliminando todo vestigio de impronta social y sobre todo las negociaciones, todavía secretas de un tratado de libre comercio con la Unión Europea. El neocolonialismo y neo-imperialismo comercial está de vuelta en la región.
3.2. El nuevo comercio Sur-sur. Proliferan experiencias que rompen con las formas de cooperación netamente capitalistas, como pueden ser el Alba con distintos acuerdos bilaterales y multilaterales. Aquí encontramos el intercambio de médicos por petróleo entre Venezuela y Cuba que es uno de los acuerdos insignes de este sistema de intercambio entre los distintos países de la región.
Sin embargo, el ALBA adolece de debilidades, siendo un foro de carácter político no institucionalizado por los países miembros, por lo que un cambio de dirección política de los países que la componen podría dar rápidamente al traste con él.
Petrocaribe aspira acabar con intermediarios que especulan en el mercado petrolero, marca el petróleo de acuerdo al crudo como referencia y tiene mecanismos de financiamiento muy beneficiosos para los países parte. Además, las cuentas pueden pagarse con servicios y productos que los países receptores del crudo poseen.
Deudas pendientes como el Banco del Sur, que no terminaron de cristalizar hasta que ya se produjo el inicio de la restauración conservadora y quedó muy alejada la realidad de los objetivos originales.
3.3. Flujo de integración. Entre los mecanismos de integración puestos en práctica encontramos UNASUR, el más desarrollado, y CELAC que estaría todavía en un estado embrionario.
Al igual que en casos anteriores y por falta de voluntad política de muchos países, el proceso fue más lento que el deseado y el sistema de institucionalización no estuvo suficientemente consolidado en muchas áreas. Como consecuencia, uno de los objetivos que era construir un nuevo sistema de protección de los derechos humanos que sustituyera al existente en la OEA no se pudo lograr. Igualmente pareciera que el foco de la discusión política sudamericano está volviendo a moverse de la UNASUR, organismo muy activo antes de la vuelta de los gobiernos de derecha en Argentina y Brasil, a la OEA. El aislamiento al que se trata de someter la UNASUR llega al punto de que el ex candidato presidencial de la oposición en las recientes elecciones en Ecuador llegó a decir que dejaría de ser miembro del organismo de llegar a la presidencia y desalojaría su sede.
3.4. La cooperación sur-norte. Algo inédito que llegó a desarrollar Venezuela fue la cooperación sur-norte que se dio durante programas específicos gracias a la cooperación entre el presidente Chávez y gobiernos locales de países occidentales del norte industrializado.
En el año 2005 se estableció en EEUU el acuerdo a través de la filial de PDVSA en este país. CITGO puso en marcha el programa de combustible para calefacción. Gracias a este programa, para el año 2013 más de 100 familias, 241 comunidades indígenas y 207 refugios para indigentes de 25 Estados de EEUU se vieron beneficiados y pudieron acceder en los fuertes inviernos a calefacción y reducir la pobreza energética de muchos hogares. Mediante estos acuerdos de cooperación también se pudo visibilizar la pobreza de los países occidentales del norte que es sistemáticamente invisibilizada.
En el año 2008 el presidente Chávez y el entonces alcalde de Londres llegaron a un acuerdo, por el que a cambio de vender combustible un 20% más barato, esto le produciría un ahorro de 24 millones de euros anuales que se invirtieron en descuentos en el transporte público para las personas más vulnerables y desempleados.
Estos programas también constituyen un cambio de paradigma en las relaciones norte-sur y que tomaron dinámicas antes nunca vistas gracias a las acciones desarrolladas por el presidente Chávez.
Aquí termino esta breve exposición de cada una de las áreas en las que se produjeron grandes avances y cambios estructurales que se podrían considerar como cambios de paradigma, cuyos procesos están más o menos avanzados. Probablemente son más, aquí solo se enumeraron unos cuantos, y cada uno de ellos puede estudiarse y problematizarse en mayor profundidad.
ReferenciasDussel, E. (1994). 1492. El encubrimiento del Otro. Hacia el origen del “mito de la modernidad”. . La Paz: Plural editores.
Huntington, S. (1993). The Third wave. Norman: University of Oklahoma Press.
Kuhn, T. (1995). La estructura de las revoluciones científicas. México: FCE.
Pauselli, G. (2013). Teorías de relaciones internacionales y la explicación de la ayuda externa. Revista Iberoamericana de Estudios de Desarrollo .
1 La ciencia política tiene todavía la deuda pendiente de crear el término adecuado para este tipo de gobiernos.
2 Como parte del Plan de la Patria 2013-2019 aparece en los apartados 2.1.3.3 y 2.1.3.5.
3 http://elpais.com/diario/2011/03/11/opinion/1299798004_850215.html
Los cambios introducidos gracias al gobierno y políticas públicas desarrolladas por Hugo Chávez han contribuido a mellar los paradigmas dominantes liberales procedentes de los países occidentales o del norte industrializado, por cierto, a costa de la explotación de recursos del sur. Dependiendo de los casos concretos, el cambio de paradigma se ha producido con mayor o menor éxito, con mayor o menor avance y profundidad. Dado que los cambios de paradigma no se producen de la noche a la mañana, de lo que se trata es de exponer los planteamientos y desafíos que gracias a la acción directa o indirecta de Chávez están en proceso.
Dentro de los diversos paradigmas dominantes que están en disputa en este momento habría tres planos o esferas fundamentales:
- Jurídico
- Socio-político
- Económico
1. La ruptura del paradigma jurídico
El desafío de este paradigma se da principalmente a raíz de la entrada en vigor de la Constitución de 1999 en Venezuela. El presidente Chávez supo la gran importancia que tenía el establecimiento de una nueva Constitución desde mucho antes de llegar al poder. El planteamiento de un nuevo orden constitucional fue un hecho largamente meditado que responde a una nueva visión nacional, que no vino de la improvisación al ganar las elecciones en 1998, ni fruto de un proyecto personal como ha sido la tónica habitual en muchos de los precedentes constitucionales, tanto en Venezuela como en América Latina.
Es famosa la máxima de Chávez al ser investido presidente en 1999 al declarar: “Juro sobre esta moribunda Constitución”, en referencia a la carta Magna de 1961 venezolana que sería sustituida por la que actualmente está en vigor. Desde sus primeros pasos en la vida política y como rebelde militar, influenciado por el pensamiento de Bolívar, Chávez fue consciente de la importancia de elaborar una nueva Constitución, que se alejase de posturas puramente eurocéntricas y tomara en consideración la realidad latinoamericana.
Después de Hugo Chávez, en muchos países en los que llegaron al poder gobernantes de corte progresista o post-neoliberales1, o bien se realizaron reformas constitucionales necesarias para armonizar las cartas magnas a los nuevos vientos que soplaban en la región, o bien se elaboraron nuevos textos constitucionales, como ocurrió también en Ecuador y Bolivia. Cabe destacar que los gobiernos progresistas que no optaron por asambleas constituyentes para institucionalizar y afianzar las reformas iniciadas y las políticas públicas desarrolladas, han sido los más vulnerables a la restauración conservadora y la resaca de gobiernos de derecha, como Argentina, Brasil y Paraguay, los dos últimos además afectados por un golpe parlamentario. El caso de Honduras merece una atención diferenciada porque de hecho fue el inicio de un proceso Constituyente lo que desencadenó en el año 2009 el golpe de Estado contra Manuel Zelaya que siguió el formato de los pustch militares del S. XX.
1.1. La igualdad material, el rompimiento de la igualdad formal sobre la que descansa el paradigma liberal en torno a los derechos humanos desde la revolución francesa. La Constitución Venezuela abre un nuevo rumbo en la garantía de derechos humanos, en concreto de los derechos sociales, económicos y culturales, que pone al mismo nivel que los derechos civiles y políticos, las llamadas libertades negativas burguesas. Estos derechos son los que tradicionalmente han tenido una mayor protección jurídica desde que se iniciara su reconocimiento tras las revoluciones de EEUU y Francia de finales del S.XVIII y que asentaron el pensamiento y paradigmas liberales. De esta forma se incorporan los postulados de la Declaración y Programa de Acción de Viena de 1993, organizado por las Naciones Unidas, que hasta la Constitución venezolana eran meramente teóricos. Se abre entonces la vía del Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano, que una década después siguen países como Bolivia y Ecuador y que establece la plena justiciabilidad de los derechos humanos.
A partir de la entrada en vigor de la Constitución de Venezuela la indivisibilidad de todos los derechos humanos en un hecho, rompiendo con divisiones ideológicas históricas. Frente a la preponderancia de los derechos civiles y políticos de los países capitalistas, con la consecuente marginación de los sociales, económicos y culturales, y viceversa desde la perspectiva de los países socialistas, Venezuela les da el mismo status jurídico a todos por igual. Se supera el postulado liberal que proclama únicamente la igualdad formal, “todos somos iguales ante la ley”, aunque en realidad sigan teniendo más oportunidades quienes gozan de las mejores condiciones materiales. Se proclama entonces una igualdad material que reduce las desigualdades e incrementa las oportunidades para todos en dignidad.
Romper con la dicotomía de los distintos derechos humanos ha puesto en crisis el paradigma liberal y también ha servido para señalar que sistemas regionales como la Organización de Estados Americanos y su sistema de protección de derechos humanos responden a un modelo que requiere ser renovado. La crisis de legitimidad especialmente de la Comisión Interamericana y la necesidad de reforma de la Convención Americana sobre Derechos Humanos se han hecho bastante patentes.
1.2. Una nueva separación de poderes. Influenciado por Bolívar, Chávez también plantea la sustitución de la separación tradicional de poderes tripartita (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) de Montesquieu por una separación pentapartita del poder. Si a Bolívar entre las muchas propuestas constitucionales el Congreso de Angostura le había rechazado la propuesta de un Poder Moral (Lievano, pp. 216-217), esta idea es cristalizada por Chávez en la Constitución de 1999 al aprobar la asamblea constituyente la creación del llamado Poder Ciudadano, que después también tendría su reflejo en la Constitución de Montecristi de Ecuador en la llamada Función de Transparencia y Control Social.
Una de las importantes características de estos textos legales es la institucionalización de la participación ciudadana, que tiene como consecuencia la elección de cargos como el Fiscal General, el Contralor o el Defensor del Pueblo.
1.3. El paso del antropocentrismo imperante desde el renacimiento al biocentrismo incipiente. La ruptura que inicia el Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano en Venezuela abre la senda para que otros países continúen estos mismos pasos con procesos constituyentes en Ecuador (2008) y Bolivia (2009). Una década ha pasado desde la elaboración de la Constitución venezolana, que dio lugar a que se introdujeran mejoras y avances en estos nuevos textos legales. Aunque la Constitución venezolana dedica todo un capítulo a la protección del medio ambiente, es la de Ecuador la que introduce la protección de los derechos de la madre tierra, apareciendo un nuevo sujeto de derechos, ya no solo las personas sino también la Tierra. Se modifica la mirada occidental de los textos legales al introducir la cosmovisión andina del Sumak Kawsay y los derechos de la madre tierra.
1.4. El pluralismo jurídico da lugar a la muerte de la pirámide de Kelsen. El Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano también ha dado lugar a que la pirámide jerárquica normativa esté en vías de transformación. Se introduce la coexistencia de los sistemas normativos de pueblos originarios americanos y otros pueblos en un régimen de igualdad con el sistema normativo constitucional pasando del positivismo jurídico a un sistema iuspluralista. No obstante, el reconocimiento original en los textos constitucionales de Ecuador y Bolivia, aún requiere de pasar del plano enunciativo al sustantivo, pero ya significa un importante avance lo logrado que es difícilmente reversible y las luchas de resistencia de los Pueblos originarios se han convertido en verdaderas ofensivas por sus derechos.
2. La ruptura del paradigma socio-político
2.1. La inclusión de una activa participación ciudadana. El nuevo paradigma de la participación introduce importantes cambios en la gestión democrática de los gobiernos. La Constitución venezolana establece una gran cantidad de mecanismos en materia de participación de la ciudadanía que han dado paso a la realización de un verdadero Poder Popular en la práctica.
La participación y el establecimiento de un Estado Comunal -que sería la manifestación del primero- vienen establecidos en la Ley Orgánica de las Comunas del año 2010. En dicha Ley se establece que:
El Estado comunal constituiría una forma de organización político-social en el cual, el poder es ejercido directamente por el pueblo; a través de los autogobiernos comunales, con un modelo económico de propiedad social y de desarrollo endógeno y sustentable que permita alcanzar la suprema felicidad a las venezolanas y los venezolanos en la sociedad socialista. La célula fundamental en la conformación del Estado comunal es la comuna. (Artículo 4 de la Ley Orgánica de las Comunas. Gaceta Oficial N° 6.011 Extraordinario de fecha 21 de diciembre de 2010)
La idea es que el 70% de la población venezolana este organizada en Consejos Comunales y se lleve a cabo la conformación de 3.000 comunas para el año 2019 con miras a la conformación de una sociedad igualitaria y justa2.
La participación en Venezuela es un proceso en el que existe un diálogo desde arriba y desde abajo, no exentos de contradicciones, pero que no se presentan como antagónicos, pues el poder ejecutivo también es responsable de fomentar la participación.
Se pasa de una sociedad liberal y desmovilizada a un republicanismo cívico que tiene como valor central una ciudadanía participativa y virtuosa, que introduce nuevos conceptos y visiones de la democracia. Se trata de acabar con muchos de los problemas de los que el sistema meramente representativo adolece, como la arbitrariedad de los gobernantes sobre los gobernados, la influencia de los agentes mediadores de la política como los medios de comunicación, la corrupción desde los estamentos de decisión política, el individualismo consumista de las sociedades mercantilistas o la apatía en la deliberación de los asuntos públicos.
Estas medidas en última instancia se basaron en la máxima de Chávez: “si quieres acabar con la pobreza, hay darle poder a los pobres”.
2.2. La contra hegemonía mediática. Siguiendo los postulados de Gramsci se pusieron en marcha una serie de medidas en Venezuela que persiguieron la creación de una contra hegemonía de carácter mediático, las cuales rompieron con diversos paradigmas liberales en materia de comunicación.
Las medidas que se tomaron pivotan principalmente en torno a dos ejes. En primer lugar la introducción de nuevas voces a través de la creación de nuevos medios de comunicación o el reforzamiento de los que ya existían. En este sentido vio la luz el canal de televisión regional Telesur, así como un elenco de nuevos medios públicos, a partir de los cuales se crean nuevos agentes en el campo mediático que luchan por la hegemonía (dicho en términos de Bourdieu), incrementando la pluralidad y nuevos contenidos que van orientados a la emancipación cultural de la ciudadanía.
El segundo eje tiene relación con la democratización del espectro radioeléctrico mediante la introducción de un nuevo actor que ocupaba hasta entonces un espacio marginal en el elenco de los agentes mediáticos en Venezuela, como lo son los medios privados sin fines de lucro o comunitarios. Estos medios de comunicación cambian la lógica liberal donde el dueño del medio es quien impone su contenido, al ser ahora la propia ciudadanía la que dirige este tipo de medios. El receptor del mensaje se convierte en emisor y de ser parte pasiva en la relación pasa activa.
Sin embargo, pese a los esfuerzos y avances en este campo, como en otros de los mencionados en este trabajo, aún estamos lejos de haber conseguido una plena democratización y los medios comunitarios siguen siendo pocos en relación a los objetivos que un proceso revolucionario en materia de comunicación debe marcarse. Igualmente, los medios públicos en Venezuela tienen mucho camino que recorrer para incrementar la calidad de sus contenidos y formatos estéticos. En consecuencia, pese a que la contrahegemonía está en marcha y dichos medios han servido en gran medida para avanzar en la creación de un nuevo sujeto político, los medios privados con fines de lucro, reproductores de los esquemas de dominación capitalista, siguen siendo los más numerosos y de mayor rating, por lo tanto, los de mayor influencia en la imposición de sentidos a la opinión pública.
2.3. La transformación del concepto de democracia. En relación con los apartados anteriores y como consecuencia de ellos, en Venezuela se da una transformación del entendimiento mismo de la democracia. A partir de este momento se pone también en disputa la propia democracia, que no se percibe meramente como reglas de juego “universales de procedimiento”, según la terminología de Noberto Bobbio, o como una poliarquía, como la califica de Robert Dahl, quien también la reduce a procedimientos, resumidos por Samuel Huntington en la siguiente descripción: “la selección de los líderes a través de elecciones competitivas de los gobernados” (Huntington, 1993, p. 6). Según los autores mencionados y la literatura imperante en materia de democracia, todo se limita a la posibilidad de elegir a quienes representarán a la población. No importa si existe o no influencia de la ciudadanía en los asuntos de su interés (participación política) o las condiciones de vida en las que vivan los ciudadanos (dignidad material). Esta definición de democracia está muy vinculada a los intereses de las élites y sistema de dominación de las minorías sobre las mayorías.
De nuevo en este campo Venezuela vuelve a introducir un importante giro que constituye un desafío al paradigma liberal dominante. Aquí me gustaría seguir la terminología de Samuel Huntington denominada olas democráticas, precisamente para explicar cómo se ha producido una profundización del término en Venezuela. Ya en el año 2006 escribí un artículo titulado la Cuarta Ola de Democracias en América Latina, que considero está más vigente que nunca tras una década, sobre todo a la vista de la transformación que ha vivido la región. Nuestra postura parte de la premisa de que no es posible establecer una dicotomía entre democracia y condiciones materiales y de dignidad de vida.
Cabe mencionar que, siguiendo la terminología de Huntington, algunos autores también establecieron en el año 2011 la llegada de la cuarta ola de las democracias tras la caída de muchos regímenes dictatoriales durante lo que se denominó como primavera árabe3. La cuarta ola no se dio ni siquiera de acuerdo a los parámetros liberales, a excepción de Túnez donde la situación también es muy delicada pese a la nueva Constitución e incipiente sistema democrático. Países como Libia y Siria cayeron en el caos, con una injerencia de factores extranjeros occidentales militares. En Bahrein, Arabia Saudita impidió cualquier cambio de régimen, país que también hostiga militarme a Yemen. En Egipto hubo un contragolpe a las fuerzas democratizadoras y volvió a caer en una dictadura. En Marruecos o Argelia las protestas no lograron ningún cambio. De esta forma se frustró cualquier democratización de los Países Árabes.
La teoría que mantenía en aquel momento, y que aun mantengo, es que a diferencia de lo que fue la tercera ola con la cuarta que se vivió en América Latina se profundiza la calidad de la democracia, es decir, se produce una nueva democratización. Para Huntington, la tercera ola de democracias se inicia en Portugal en 1974 y en 15 años 30 países se tornan democráticos en Europa, Asia y América Latina. El proceso en América Latina comienza con la transición a la democracia en Ecuador entre 1978 y 1979. Para los años 90 toda la región había tornado en democracias liberales, atravesamos entonces la década perdida del neoliberalismo, que tiene como resultado el incremento de la pobreza, la desigualdad y una gran conflictividad social.
Pero la consecuencia no fue la vuelta a sistemas dictatoriales, como se podría haber pensado de acuerdo a la teoría de Huntington de olas y resacas, sino un tipo más profundo y complejo de democracia que se separa del paradigma democrático liberal occidental e inicia un recorrido hacia formas más acordes con las características particulares de la región. Estos nuevos sistemas democráticos han sido muy denostados y criticados por la propia doctrina neoliberal, precisamente para desprestigiar los procesos desarrollados a través de términos como sistemas caudillistas, autócratas, populismos o incluso bajo el oxímoron: democracias autoritarias.
Entre las características imperantes encontramos que frente al Estado mínimo que propugna la democracia neoliberal, se establece un Estado fuerte que interviene en la economía para atajar las desigualdades y la pobreza. Se establece como sentido común la inversión social para conseguir la mejoría en la calidad de vida de los ciudadanos.
Venezuela y la Revolución Bolivariana inician esta andadura, a ella posteriormente se unen los países que conforman parte del Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano, Ecuador y Bolivia, como los países que han experimentado las mayores transformaciones. En este mismo grupo entrarían países como Nicaragua, pese a que no ha realizado un proceso constituyente. En los países de corte progresista también se podría incluir Uruguay bajo los gobiernos del Frente Amplio, aunque con características próximas a la socialdemocracia europea. Finalmente, otros países post-neoliberales hoy gobernados por la derecha son Paraguay, Brasil y Argentina, los tres en estos momentos con una elevada conflictividad social e importantes resistencias a los procesos de imposición de paquetes neoliberales e intentos por aniquilar los cambios anteriores.
2.4. Los nuevos golpes de Estado. En estos días que celebramos el décimo quinto aniversario del fracaso del golpe de Estado en Venezuela, podemos afirmar que la introducción de paradigmas ha sido de tal envergadura que los poderes fácticos se han visto obligados incluso a cambiar la forma en que han dirigido los golpes de Estado y los mecanismos ilegítimos para su vuelta al poder. Las interrupciones del hilo constitucional tienen relación con los procesos democráticos que se han dado producto de la cuarta ola democrática y no persiguen la perpetuación de un sistema dictatorial, sino simplemente establecer la transición a un sistema que esté acorde con la democracia liberal representativa que sirve a las élites e intereses foráneos alejándose de los proyectos soberanos y populares.
El golpe de Estado contra Venezuela en el año 2002 fue un hito histórico en cuanto a la situación social en la que se encuentra la región y la debilidad de sus oligarquías y el imperialismo. Ya no sirven los golpes de Estado militares a la vieja usanza del S. XX. El golpe de Estado que tan solo duró 47 horas y que una contra revuelta popular volvió a instaurar a Hugo Chávez como presidente de Venezuela. De esta forma la Revolución Bolivariana superaba la prueba de fuego del golpismo, que fue el que acabó con la experiencia del socialismo democrático en el Chile de Allende en 1973 y con tantos gobiernos progresistas en el S. XX.
Tras el golpe contra Chávez en el año 2002 se produjeron otros en países más vulnerables, como el de 2004 contra Jean Beltrand Aristide en Haití, secuestrado por militares estadounidenses, y 2009 en Honduras contra Manuel Zelaya. Sin embargo, en Sudamérica, pareciera que los golpes de Estado tradicionales estaban abocados al fracaso como en Bolivia durante el proceso constituyente o Ecuador en el año 2010. Pero en Paraguay en el año 2012 y en Brasil en el 2016, los golpes de Estado se manifestarán de formas más sutiles con figuras como el impeachment. Serán los poderes legislativos, todavía en manos de las élites conservadoras en ambos casos, los que incurriendo en zonas grises de legalidad acabarán con Ejecutivos de corte progresista como Fernando Lugo y Dilma Rousseff. Todo además por no haber realizado un proceso constituyente en su momento como se hizo en países como Venezuela, Ecuador y Bolivia, empoderando más a sus pueblos.
El único gobierno de derecha que se gana por medio de elecciones en los últimos años es el de Mauricio Macri en Argentina a finales del año 2015, quien inmediatamente empieza a introducir paquetes de ajuste y corte neoliberal tratando de eliminar lo realizado por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Para ilustrar el comportamiento de los nuevos gobiernos de derecha vale mencionar el reciente allanamiento por parte de las fuerzas de seguridad de universidades argentinas, algo completamente prohibido por la autonomía universitaria, hecho que no se producía desde la dictadura del general Juan Carlos Onganía en 1966 y que se llamó la noche de los Bastones Largos. Esto además prueba que estos gobiernos no solo son neoliberales en lo económico e ideológico sino que pretenden dinamitar el sistema democrático y popular como tal.
Aun así, la región no parece que sea la misma a hace un par de décadas y la restauración conservadora no lo está teniendo fácil para imponer sus agendas y tampoco puede simplemente aniquilar a la población como ocurrió en las atroces dictaduras del S. XX.
3. La ruptura de los paradigmas económicos: modelo más incipiente
Este es probablemente el área donde los avances concretos han sido menos notables y de ahí que actualmente Venezuela esté atravesando importantes dificultades económicas. No obstante, el concepto de la integración y cooperación sur-sur, basado en la solidaridad y la complementariedad antes que en la competencia es rescatable como una forma alejada del modelo capitalista globalizado de integración y que por lo tanto son un desafío a los paradigmas actualmente imperantes.
La cooperación ha sido establecida tradicionalmente como una forma de dominación del norte hacia los países del sur y mecanismo de reafirmación hegemónica neocolonial. La ayuda se establece como “dominación simbólica jerarquizando las relaciones asimétricas donante-receptor” (Hattori, 2001, en Pauselli, 2013). Sin embargo, la Revolución Bolivariana ve las relaciones norte-sur y sur-sur con otros enfoques que rompen con las concepciones tradicionales de centro-periferia introduciendo nuevas variables anti-hegemónicas y anti-imperialistas. Chávez promueve un nuevo “desarrollo” inclusivo, equitativo y exento de injerencias coloniales. Tal y como se establece en el Plan de la Patria 2013-2019, se trata de “contribuir al desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual tome cuerpo un mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del universo y garantizar la paz planetaria”.
El foco se coloca en los más oprimidos y eliminar las causas de la pobreza y “subdesarrollo”, que identifica claramente en el capitalismo y su sistema de explotación. De ahí que la solidaridad y complementariedad sustituyan la competitividad, lucro y beneficio, dándose de nuevo el cambio de paradigma en las relaciones de cooperación e integración.
Lo económico se vuelve social y político, siendo muchos los ejemplos de mecanismos de integración bajo esta nueva óptica gracias al liderazgo del presidente Chávez.
3.1. El rechazo a los tratados de libre comercio. El primero de los hitos fue echar para atrás la iniciativa del ALCA en Mar del Plata Argentina en el año 2005, lo que frenó en primer lugar el furor que existía con los tratados de libre comercio qué, de ser una estrategia imperialista regional, tuvo que producirse mediante la negociación bilateral en aquellos países con sintonía con estos tratados.
Hoy día estamos ante la vuelta del entusiasmo de los tratados de libre comercio en la región, cuando a EEUU este modelo ya no le conviene y vuelve hacia el proteccionismo. De hecho, el acoso de Venezuela en el MERCOSUR responde a la vuelta de este organismo a sus orígenes liberales eliminando todo vestigio de impronta social y sobre todo las negociaciones, todavía secretas de un tratado de libre comercio con la Unión Europea. El neocolonialismo y neo-imperialismo comercial está de vuelta en la región.
3.2. El nuevo comercio Sur-sur. Proliferan experiencias que rompen con las formas de cooperación netamente capitalistas, como pueden ser el Alba con distintos acuerdos bilaterales y multilaterales. Aquí encontramos el intercambio de médicos por petróleo entre Venezuela y Cuba que es uno de los acuerdos insignes de este sistema de intercambio entre los distintos países de la región.
Sin embargo, el ALBA adolece de debilidades, siendo un foro de carácter político no institucionalizado por los países miembros, por lo que un cambio de dirección política de los países que la componen podría dar rápidamente al traste con él.
Petrocaribe aspira acabar con intermediarios que especulan en el mercado petrolero, marca el petróleo de acuerdo al crudo como referencia y tiene mecanismos de financiamiento muy beneficiosos para los países parte. Además, las cuentas pueden pagarse con servicios y productos que los países receptores del crudo poseen.
Deudas pendientes como el Banco del Sur, que no terminaron de cristalizar hasta que ya se produjo el inicio de la restauración conservadora y quedó muy alejada la realidad de los objetivos originales.
3.3. Flujo de integración. Entre los mecanismos de integración puestos en práctica encontramos UNASUR, el más desarrollado, y CELAC que estaría todavía en un estado embrionario.
Al igual que en casos anteriores y por falta de voluntad política de muchos países, el proceso fue más lento que el deseado y el sistema de institucionalización no estuvo suficientemente consolidado en muchas áreas. Como consecuencia, uno de los objetivos que era construir un nuevo sistema de protección de los derechos humanos que sustituyera al existente en la OEA no se pudo lograr. Igualmente pareciera que el foco de la discusión política sudamericano está volviendo a moverse de la UNASUR, organismo muy activo antes de la vuelta de los gobiernos de derecha en Argentina y Brasil, a la OEA. El aislamiento al que se trata de someter la UNASUR llega al punto de que el ex candidato presidencial de la oposición en las recientes elecciones en Ecuador llegó a decir que dejaría de ser miembro del organismo de llegar a la presidencia y desalojaría su sede.
3.4. La cooperación sur-norte. Algo inédito que llegó a desarrollar Venezuela fue la cooperación sur-norte que se dio durante programas específicos gracias a la cooperación entre el presidente Chávez y gobiernos locales de países occidentales del norte industrializado.
En el año 2005 se estableció en EEUU el acuerdo a través de la filial de PDVSA en este país. CITGO puso en marcha el programa de combustible para calefacción. Gracias a este programa, para el año 2013 más de 100 familias, 241 comunidades indígenas y 207 refugios para indigentes de 25 Estados de EEUU se vieron beneficiados y pudieron acceder en los fuertes inviernos a calefacción y reducir la pobreza energética de muchos hogares. Mediante estos acuerdos de cooperación también se pudo visibilizar la pobreza de los países occidentales del norte que es sistemáticamente invisibilizada.
En el año 2008 el presidente Chávez y el entonces alcalde de Londres llegaron a un acuerdo, por el que a cambio de vender combustible un 20% más barato, esto le produciría un ahorro de 24 millones de euros anuales que se invirtieron en descuentos en el transporte público para las personas más vulnerables y desempleados.
Estos programas también constituyen un cambio de paradigma en las relaciones norte-sur y que tomaron dinámicas antes nunca vistas gracias a las acciones desarrolladas por el presidente Chávez.
Aquí termino esta breve exposición de cada una de las áreas en las que se produjeron grandes avances y cambios estructurales que se podrían considerar como cambios de paradigma, cuyos procesos están más o menos avanzados. Probablemente son más, aquí solo se enumeraron unos cuantos, y cada uno de ellos puede estudiarse y problematizarse en mayor profundidad.
ReferenciasDussel, E. (1994). 1492. El encubrimiento del Otro. Hacia el origen del “mito de la modernidad”. . La Paz: Plural editores.
Huntington, S. (1993). The Third wave. Norman: University of Oklahoma Press.
Kuhn, T. (1995). La estructura de las revoluciones científicas. México: FCE.
Pauselli, G. (2013). Teorías de relaciones internacionales y la explicación de la ayuda externa. Revista Iberoamericana de Estudios de Desarrollo .
1 La ciencia política tiene todavía la deuda pendiente de crear el término adecuado para este tipo de gobiernos.
2 Como parte del Plan de la Patria 2013-2019 aparece en los apartados 2.1.3.3 y 2.1.3.5.
3 http://elpais.com/diario/2011/03/11/opinion/1299798004_850215.html
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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