La prensa mundial, en bloque y sin fisuras, acusa al Gobierno de Venezuela de reprimir protestas pacíficas y causar 42 muertos en mes y medio (1) (2). Es el mensaje principal de la guerra mediática contra el Gobierno de Nicolás Maduro, que es presentado como una dictadura brutal que justificaría su salida violenta: mediante un golpe militar (3) o una intervención internacional (4).
Ambas opciones aparecen ya de manera explícita y sin pudor alguno, por ejemplo, en diarios españoles como “El País” (5) y “ABC” (6), y en notas de agencias como “Europa Press” (7).
Cada muerte endosada al gobierno enciende, a través de las redes sociales, el odio y la persecución contra el chavismo (8). Y facilita que la Policía española, por poner solo un ejemplo, llegue a violar la Convención de Viena y colabore con un grupo de la ultraderecha venezolana en el asedio y secuestro de más de cien personas en un recinto diplomático de Venezuela en Madrid (9). Con la complicidad de los medios, claro está (10).
Todo es una construcción. Un guión mediático que pone patas arriba la realidad (11). Porque, de las 42 personas que habían fallecido entre el 3 de abril y el 16 de mayo, la inmensa mayoría fueron asesinadas por opositores (12). 25 de ellas, casi el 60 %, eran chavistas o policías. Dos eran motoristas que fallecieron en accidentes provocados por la colocación de barricadas. 9 murieron electrocutados en el saqueo de una panadería. Hasta la fecha, solo 3 muertes han sido directamente por acción de la policía, y varios funcionarios han sido detenidos. Finalmente, tres muertes de jóvenes opositores, bajo investigación, se produjeron con armas caseras a muy corta distancia, lo que apunta a asesinatos selectivos de “falsa bandera”.
Los medios ocultan la extrema violencia de las protestas y el carácter neofascista de muchos de sus participantes (13). A pesar de ello, el presidente Nicolás Maduro ha dado orden taxativa de que la policía, en ningún caso, porte armas de fuego (14).
Los videos de apaleamientos a policías (15) o, simplemente, a personas que recriminaban la violencia opositora (16), jamás aparecen en los medios internacionales. Tampoco, curiosamente, el linchamiento de periodistas (17) (18). Ni el ataque o quema de viviendas de chavistas (19), sedes de partidos que apoyan al Gobierno (20) y bienes públicos de todo tipo (21), incluso un Hospital Materno (22), consultorios médicos o bibliotecas (23).
Los medios silencian que los focos de protesta se reducen única y exclusivamente a unos pocos municipios de clase media y alta del país (24), donde las alcaldías opositoras ponen al servicio de las protestas su policía local (25), e incluso sus camiones de recogida de basura: en lugares como Barquisimeto han llegado a esparcir los deshechos que luego son quemados en la vía pública (26). Existen imágenes de estos sucesos que no han interesado a ningún canal internacional.
Los medios no informan sobre Venezuela. Su cometido es preparar a la opinión pública para que ésta justifique –o, al menos, se quede inmóvil- ante una intervención internacional en Venezuela (27). Como en Libia (28).
Para evitarlo es necesaria una intensa y valiente movilización solidaria preventiva (29). Y la denuncia contundente del papel de estos vulgares propagandistas de la violencia y el terror.
José Manzaneda es Coordinador de Cubainformación.
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