“En gran medida la ideología política de cada individuo está determinada por los genes". La anterior frase, que me ha dejado asombrado, la he leído en el artículo “Animales conservadores, animales progresistas” aparecido en el número 295 del pasado mes de marzo de la revista ELHUYAR, y resume bastante bien el contenido del mismo.
Sus autores, los biólogos Maider Iglesias Carrasco y Carlos Cabido Quintas, de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, establecen
un paralelismo entre el comportamiento de algunos animales y el ser
humano, concretamente en el terreno del progresismo y el
conservadurismo.
En sus primero párrafos, y proyectando valores sociales humanos al mundo animal, nos dicen lo siguiente:
“Al
igual que ocurre con las personas, y aunque parezca mentira, ante los
peligros algunos animales actúan de manera conservadora y otros de
manera progresista, pero en lugar de utilizar esos términos, en el caso
de los animales usaremos “Huidizo” y “Atrevido” (en ingles “shy-bold”).
Los “atrevidos” (los que serían semejantes a los seres humanos
progresistas) están dispuestos a hacer frente a las nuevas situaciones y
retos; a los “huidizos” (conservadores), por el contrario, no les
agradan esas situaciones.”
Ante los predadores los “Huidizos-Conservadores” mostrarían una mayor tendencia a huir que los “Atrevidos-Progresistas”, que parece ser son menos dados a salir corriendo.
Por lo tanto, y de acuerdo con la clasificación arbitraria que
hacen los autores de esta teoría, la tendencia de los animales y de los
seres humanos se puede dividir entre las categorías de “Huidizos-Conservadores” y “Atrevidos-Progresistas”. Después, y por obra y gracia de la Selección Natural esa tendencia se transmite a los descendientes a través de los genes.
En el trabajo también nombran una especie de lagartija (Iberolacerta cyreni). En el periodo de celo los machos, “dominante” o “no dominante”, en caso de aparición de predadores, tienen las tendencias de “Huidizos-Conservadores” o “Atrevidos-Progresistas”,
y relatan la forma en que eso influye en la reproducción. No citan nada
sobre la personalidad de las hembras, por lo que no sabemos si les
influyen las categorías de “dominante” o “no dominante” y de “Huidizos-Conservadores” o “Atrevidos-Progresistas”.
Después de trasladar categorías y características humanas al
mundo animal, se retorna al mundo humano para mostrar que nuestras
tendencias son naturales y “están en nuestros genes”. Así terminan su
artículo:
“La
influencia que la biología tiene en los individuos, sin embargo, no
sólo está determinada por los genes. Una investigación realizada en
Estados Unidos con un grupo humano con sólida ideología demostró que la
fisiología (subrayado mío) también influye. Para hacer la investigación
se midió la respuesta física de cada individuo a ruidos imprevistos o
imágenes amenazantes. En los resultados observaron lo siguiente: los
conservadores daban una respuesta fisiológica más intensa ante las
amenazas. Esos individuos se mostraban partidarios de la patria, la pena
de muerte, la invasión de Irak y conceptos parecidos. Además, son de
baja iniciativa y e muestran más recelosos ante fenómenos como la
inmigración. Por el contrario, los progresistas favorables a la paz y el
control de armas, demuestran una reacción física más moderada.
“¿Quién
puede decir actualmente que las investigaciones de personalidad
realizadas con las lagartijas no tienen aplicación en los seres humanos?
La depredación obligaría a nuestros antepasados a actuar como
“atrevidos” o “huidizos” ¿Podría ser esa distinción el origen evolutivo
de las luchas entre los actuales progresistas y conservadores?”
Clasificación arbitraria
Al empezar a leer el artículo la primera pregunta que se me ocurrió fue: ¿Por qué a los “huidizos” se les equipara con los “conservadores”?
¿Por qué no llamarles, por ejemplo, espabilados, rápidos,
supervivientes…? ¿Y por qué a los “atrevidos” se les equipara con los
“progresistas”? ¿Por qué no llamarles, por ejemplo, lentos, vagos,
atolondrados, suicidas…etc.? Está claro que los autores de estas
investigaciones han hecho una clasificación arbitraria influenciada
tanto por la ideología como por los resultados que se esperan obtener.
Dado que me considero progresista, y desde el punto de vista de mi ego, prefiero que me llamen “atrevido” a “huidizo”, pero me parece que el valor científico de todo eso es nulo.
Selección natural
Al igual que un misterioso y todo poderoso dios, se nos informa
que la Selección Natural actúa para codificar genéticamente en cada
individuo la identidad de “Huidizo-Conservador” o “Atrevido-Progresista”
¿Cómo es posible eso? ¿En qué gen está codificado? ¿Cómo puede fijarse
en nuestro genoma una característica tan variable y subjetiva? En el
artículo no lo explican, pero para estos casos suele haber una respuesta
clásica: “si existe es por que lo ha elegido la Selección Natural”.
Por lo tanto, todo lo que es posible lo ha decidido la Selección
Natural y todo aclarado ¿Para qué perder el tiempo intentando entender
la complejidad?
Por otro lado, durante un plazo de tiempo fueron meras presas,
después combinaban la posición de presas y predadores, para
posteriormente convertirse en los máximos predadores del planeta. Si
como asegura el determinismo biológico todo esto deja consecuencias
genéticas ¿dónde queda la supuesta importancia que la dicotomía “Huidizo-Conservador” - “Atrevido-Progresista” tiene en la ideología política del individuo?
Mezcla en la reproducción
Según el articulo la Selección Natural
mediante los genes hace que cada uno de nosotros tengamos una de las
dos tendencias descritas. Pero en la reproducción ¿no se mezclan
continuamente ambas categorías en machos y hembras? ¿O tenemos que
entender que durante miles de generaciones los machos “Huidizos-Conservadores” sólo se han reproducido con las hembras “Huidizas-Conservadoras” y por otro lado, los machos “Atrevidos-Progresistas” sólo se han reproducido con las hembras “Atrevidas-Progresistas”?
Pongamos el caso que damos por buena la idoneidad de esas
categorías arbitrarias; inevitablemente tienen que mezclarse sexualmente
¿Cómo es posible codificar genéticamente en cada individuo una
característica tan variable y subjetiva?
Cambiamos
Según esta teoría “en gran medida la ideología política de cada individuo esta determinada por los genes”.
Pero los seres humanos a menudo cambian de ideología. Las idas y
venidas de la vida, los cambios de intereses, etc. nos pueden llevar a
cambiar nuestro punto de vista. Algunos que ayer estaban en la izquierda
ahora están en la derecha, y al revés ¿Qué ocurre en nuestros genes
cuando cambiamos de ideología política? ¿Se vuelven majaras?
¿Estamos traicionando nuestra naturaleza y nos volvemos enfermizos? La
respuesta más lógica es que no pasa nada porque no tienen nada que ver
los genes y la ideología política de cada cual. Ni “gran medida” ni en poca medida.
La percepción de las injusticias existentes, la lucha de clases, la opresión nacional, los privilegios, desequilibrios y miserias existentes en nuestra sociedad nos impulsa a tomar una posición u otra. No busquéis en estas investigaciones ninguna mención a todo esto.
El habitual determinismo genético
El método de proyectar características sociales humanas al mundo
animal, para después hacer el camino inverso y decir que esas
características son “naturales”, y por lo tanto inmutables, no es una invención reciente. El propio Darwin lo
hizo cuando integró en su teoría sobre la evolución la ideología de la
clase a la que pertenecía; la clase alta victoriana del imperio ingles,
para finalmente deducir que ese modelo capitalista e imperialista
funcionaba de acuerdo a las leyes “naturales”. Evidentemente, es una tradición científica bien enraizada.
Por el mismo camino de Richard Dawkins y
su exitosa y falsa teoría del gen egoísta, ahora nos informan que
además de ser genéticamente egoístas cada uno somos de derechas o de
izquierdas porque (todos) nuestros antepasados tenían tendencia a ser “huidizos” o por el contrario “atrevidos”. Y lo dicen en serio.
La última frase del artículo es una pregunta retórica: ¿Podría ser esa distinción el origen evolutivo de las luchas entre los actuales progresistas y conservadores?”. Digo retórica porque todo el artículo deja claro que para los autores del artículo la respuesta es sí.
Según esta respuesta las luchas entre “progresistas” y “conservadores”
tienen una base genética. El problema, atentos, no es que en el sistema
capitalista y la opresión nacional existen injusticias, contradicciones
e intereses incompatibles que motivan esas luchas. La clave es que la
base biológica de todo eso, dicen, está en nuestros genes. Por lo tanto
¿Para qué luchar por revolucionar lo que es inmodificable?
En contra de este determinismo biológico también hay científicos que muestran un punto de vista más liberador y dialéctico:
“La característica del desarrollo y actividad humanos es que son la
consecuencia de numerosos factores interrelacionados que se
entremezclan… Para los teóricos del determinismo, no somos libres porque
nuestras vidas están fuertemente determinadas por un número
relativamente pequeño de causas internas: los genes determinan
comportamientos específicos o la predisposición a esos comportamientos.
Pero eso soslaya la esencia de la diferencia entre la biología humana y
la de otros organismos. Nuestro cerebro, nuestras manos y nuestra lengua
nos han hecho independientes de muchas de las principales
características específicas del mundo exterior. Nuestra biología nos ha
convertido en criaturas que recrean constantemente sus entornos
psíquicos y materiales y cuyas vidas individuales son el producto de una
extraordinaria pluralidad de vías causales que se entrecruzan. Por lo
tanto, es nuestra biología la que nos hace libres (subrayado mío)".
(R.C.Lewontin, S. Rose, L.J. Kamin. “No está en nuestros genes”)