Virtudes del capitalismo. Capitulo 1 : La servidumbre voluntaria
Sara Rosenberg
Muere un becario del Bank of America después de trabajar 72 horas seguidas
Diario El País, 17 de abril 2013
A primera vista, las cosas vuelven a ir bien en Bank of America. El segundo grupo financiero en EE UU por activos multiplicó por cuatro el beneficio trimestral, hasta los 2.620 millones de dólares (1.994 millones de euros). El avance se debió, en gran medida, a ajustes contables en los activos de deuda y a recortes en los gastos. Los ingresos de la entidad en el arranque del ejercicio ascendieron a 23.710 millones, un 5,5% más.
El banco que dirige Brian Moynihan habla de una mejora de la calidad del crédito en sus principales carteras. Pero como sucedió días atrás con JP Morgan Chase, Wells Fargo y Citigroup, en sus cuentas se observa también que el incremento de los ingresos en el negocio hipotecario se frena. Bank of America es el principal prestamista del país tras la compra de Countrywide.
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“Moritz Erhardt, un estudiante alemán de intercambio en Londres, ha muerto tras 72 horas de trabajo sin descanso en Bank of America. Al joven de 21 años le quedaban siete días para completar sus práctica.
“El joven fue encontrado muerto por un compañero de piso. Después de tres días ininterrumpidos de trabajo, llegó a la residencia de estudiantes en la que vivía y tras darse una ducha, presuntamente sufrió un ataque epiléptico y murió, según informa el diario británico The Independent. La policía ha abierto una investigación para poder esclarecer lo ocurrido tras la maratoniana jornada que hizo Erhardt en el banco estadounidense.
“En un comunicado el portavoz del Bank of America, John McIvor, declaraba que, “estamos profundamente conmocionados y entristecidos por la noticia de la muerte de Moritz Erhardt. Era un chico popular entre sus compañeros y un becario diligente con un futuro prometedor en nuestra empresa. Enviamos nuestras condolencias a su familia”.
“A raíz del suceso varios banqueros han explicado en varios medios británicos cómo, muchos becarios, hacen jornadas de 14 horas al día para intentar progresar dentro de la empresa. Alrededor de 300 becarios que hacen prácticas para varios bancos se hospedan durante los veranos en una residencia de estudiantes en el barrio de Bethnal Green, al este de Londres, entre siete y diez semanas.
“Uno de ellos dijo que aquellos que hacen las prácticas en la división bancaria de inversión afrontan las jornadas más duras. “Todos trabajamos muchas horas, pero lo que regularmente se quedan hasta las 3 o 4 de la madrugada son los que están en banca de inversión”, indicó ese becario. Este estudiante agregó que puesto que las prácticas duran “como máximo diez semanas”, existe una “aceptación general”.
“”Ves a gente con los ojos vidriosos y bebiendo cafeína para aguantar, pero nadie se queja porque las recompensas potenciales son enormes. Competimos por trabajos muy bien pagados”, explicó.
“Según otro becario de esa misma residencia, Erhardt, que ganaba al mes 2.700 libras (3.156 euros), se desplomó debido al agotamiento.”
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Es un caso límite , pero singulariza el modelo monstruoso que el sistema propone. Y enlazo las noticias para comprender que pasó durante ese verano. Si de un cuento policial se tratara, la pista principal nos llevaría al asesino de masas más feroz de este tiempo: el capital derivado, el que crece y decrece a golpe de usura, especulación y sangre. Todas la figuras anteriores, desde las creadas por Poe hasta las de las últimas series basura de la t.v., se quedan cortas en cuanto a su capacidad letal.
Aparentemente abstracto, este asesino masivo instalado con naturalidad y protegido legalmente, no aparecerá en ninguna noticia y menos aún en los medios ni en la industria cultural de la anestesia de masas, que colocan al culpable fuera de su círculo y siempre en países que no aceptan colaborar con este asesino de masas: el capitalismo financiero-especulativo, el capitalismo de la guerra y la destrucción.
Moritz, sólo es una de sus víctimas visibles, un esclavo inconsciente, de aquellos a los que La Boetie ya colocaba hace siglos dentro del marco que llamó la Servidumbre Voluntaria. Con esa especie de síndrome de Estocolmo que hace que la víctima termine identificándose con el verdugo.
Moritz Erhardt, probablemente fue educado para triunfar y estaba dispuesto a comerse el mundo. Puedo imaginarlo. No lo conocí pero puedo imaginarlo porque es la especie a la que más temo. La especie de los esclavos contemporáneos, la especie autómata, la especie que el neoliberalismo ha creado. Trabajar sin importar si estás trabajando para tu enemigo, que te paga tanto que ni sabes que es tu enemigo, y ese enemigo que te ha contagiado y del que has copiado todas tus pautas por fin te devora. Podría ser un buen guión para una serie de acción, pero si colocáramos cada cosa en su lugar, sería difícil conseguir un productor que acepte que se muestre – o se grite- cómo el sistema perverso transforma la esclavitud y la obediencia en virtud. Profesores de química que producen drogas letales en nombre del amor a su familia (Breaking bad) o policías de la CIA que nunca matan y siempre protegen (Homeland) o policías que persiguen psicópatas que hacen uso de la vindicación de los marginados para saldar un asunto de cuernos (El puente), etc. etc. La lista es larga. Una sobre Moritz debería empezar por la imagen de su lápida: Se alienó- compitió-ascendió- fue asesinado.
Nunca supo lo que es ser humano.
Y seguir con una investigación seria sobre los sangrientos negocios de la banca y las corporaciones. Los creadores de la usura y de la brutal pérdida de derechos sociales y civiles para todos los trabajadores del planeta. Moritz, de alguna manera, era su cómplice.
Porque el asesino en serie sigue y seguirá matando, sentado en espaciosas oficinas de bancos y grandes empresas, vestido con los oropeles que llenan páginas de revistas de papel cuché, el asesino en serie dicta las leyes perversas, compra jueces y gobiernos, el asesino proclama guerras para ganar esos porcentajes en la bolsa que Moritz debía seguir atentamente, invirtiendo-estafando, haciendo crecer el capital del amo y masacrando a los despojados, el asesino no descansa, no hay día ni noche, el planeta entero es para él un escenario regido por ascensos y descensos de curvas de inversión, porque cuando es de día en Japón-nikei en Usa-dólar amanece, y dos puntos de ganancia son importantes para seguir matando; las pautas del crimen están a la vista, a veces los esclavos mueren, pero se reponen enseguida, y el asesino en serie continúa operando como si nada pasara. No lo juzgarán por el momento, tiene patente de corso. Es el sistema capitalista, ROBO en su núcleo y todavía con tiempo de seguir robando antes de que la ley y el cambio de sistema los alcance. Cualquier otra posibilidad de vida fuera del marco del ROBO es dinamitada, y para eso el asesino en serie controla la industria mediática, cultural y de entretenimiento. Y forja a través de ella esclavos dispuestos a llegar a la cima. Policías que protegen sus dominios, mercenarios que matan a cualquier hora en nombre de la libertad, armas letales, empresas que destruyen el planeta y su gente, pero sobre todo adictos al modelo criminal y al dinero. El asesino en serie cree que el ser humano es una basura que se corrompe por dinero, y ha hecho de esa religión de la basura su bandera. Su altar es una tarjeta de crédito. Su plegaria más repetida, el terrorismo. Su dios, el miedo polimorfo que impide la solidaridad humana.
Volvamos a la pregunta inicial sobre la lápida : ¿Sabemos nosotros lo que es un ser humano? ¿O lo hemos olvidado, en nombre de esta apabullante servidumbre voluntaria de los zombies que pululan por las calles y esperan comprar y ganar, mientras el asesino en serie usa variables nombres y mata mientras se ríe desde una espaciosa oficina blanca?
Consume, hermano, sonríe hermana, la navidad no es momento para hacer un boicot al tarifazo de las compañías eléctricas (¡Ya me gustaría!), porque dicen que el niño ha nacido (¿Un esclavo educado para competir y tener éxito en este podrido sistema capitalista? ) y no es recomendable estar a oscuras –o con velas- mirando de frente la noche en que la barbarie capitalista nos ha sumido.
Un deseo a la luz de una vela: Resistencia y celebración del nacimiento del Hombre Nuevo, solidario, libre, internacionalista y antiimperialista. Comunista.
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