El laberinto catalán: Una propuesta legítma, una estrategia mejorable
CORONEL MARTÍNEZ INGLÉS: "LA CONSULTA CATALANA ES LEGÍTIMA EN UN ESTADO DEMOCRÁTICO"
Coronel Amadeo Martínez Inglés - Canarias-semanal.org
Y el presidente Mas cogió su fusil/atril y acompañado por sus fieles se dispuso a atravesar su particular Ebro/Rubicón rumbo a la historia de su pueblo cuando el sol alumbraba desde lo más alto un frío 12 de diciembre de 2013. Y lo hizo, españolito de a pie que asistes asombrado a un nuevo capítulo del desastroso devenir de la vieja España franquista de la transición que se muere tras su fracaso en crear un vergonzante modelo federal como solución a todos nuestros endémicos problemas nacionales, aupándose a la fama no con aquél solemne grito revolucionario del carismático general romano terror de Las Galias: "Alea jacta est" sino con una clara, rotunda, moderna, legítima y democrática petición al mundo entero: "Dejadnos hablar de una vez a los catalanes desde la democracia, la paz y la libertad".
Personalmente nada que objetar, todo lo contrario, como demócrata que soy que cree de verdad en esa sutil apuesta política y social por la libertad y la justicia de los pueblos y que lucha a diario contra los vicios derivados de un poder incontrolado español que usa el cinismo y la corrupción como armas de guerra, a semejante propuesta presentada en público por el Gobierno legítimo de Cataluña después de meses de dudas, vacilaciones, componendas, trabajo en la sombra y ¡quien lo duda! Ejercicios continuados de valor personal por parte de algunos de sus protagonistas. Una propuesta, una consulta esencialmente democrática, una dramática petición cursada desde el Gobierno catalán a los todopoderosos despachos de Madrid con el sugestivo título de ¡Dejadnos hablar! Que lleva encerrada en sí misma su total y absoluta legitimidad… pero que, también, y voy a permitirme criticar muy parcialmente el trascendental paso al frente dado por los dirigentes nacionalistas catalanes, podría ser legal (y en consecuencia necesariamente asumida por el Gobierno español) a poco que los responsables de la misma utilicen en el futuro un poco más la Estrategia y sus enseñanzas, y algo menos la Política pura y dura, en la ardua tarea de presentarla al mundo (incluido, por supuesto, el Gobierno de don Tancredo Rajoy) y gestionarla convenientemente hasta que la misma pueda alcanzar sus históricos fines.
Propuesta legítima, como digo, en un Estado democrático y de derecho aunque sea tan imperfecto y corrupto como el nuestro, pero que además, vuelvo a repetir, podría ser (y puede serlo, y de hecho lo es, digan lo que digan los mercenarios de la pluma y de la opinión al servicio del Gobierno ultraderechista del PP) totalmente legal a poco que el Ejecutivo catalán del señor Mas utilice en sus mensajes el discurso estratégico que le conviene sin dejarse arrastrar, como desgraciadamente ha ocurrido hasta ahora, al campo político y mediático afín a sus adversarios. Con lo que quedarían fuera de juego todas las plañideras de alquiler y mensajeros del desastre patrio que en las últimas horas no han parado de lanzar a rebato las oxidadas campanas del viejo reino borbónico, trufado de franquismo, que todavía padecemos los españoles. Aunque no ya por mucho tiempo.
Y digo, y repito, y vuelvo a decir (ya lo expuse con meridiana claridad hace ahora exactamente un año en un artículo periodístico titulado "El desafío democrático catalán" que, modestia aparte, fue muy bien acogido por miles y miles de ciudadanos catalanes que me lo agradecieron con expresivos mensajes) que la histórica consulta anunciada desde hace tiempo por el Govern del presidente Mas, y ahora substanciada en una doble pregunta a la ciudadanía, no solo no es anticonstitucional sino que tal como está formulada resulta sumamente respetuosa con dicho texto legal. Por la sencilla razón de que la denostada y caduca Constitución española del 78 todavía en vigor, dejando al margen comentarios, análisis y tomas de postura apresuradas, falsas y, lo que es peor, sustentadas en el pánico atroz desatado en el nacionalismo puro y duro español ante lo que ellos mismos descalifican como "alocado órdago de unos cuantos separatistas que han cometido un error histórico", solo somete a la autoridad del Estado español aquellas consultas que se celebren "por vía de referéndum" (Artículo 149.1: "El Estado tiene competencia exclusiva sobre las siguientes materias: 32ª. Autorización para la convocatoria de consultas populares por vía de referéndum) no obligando, en consecuencia, a ninguna Comunidad Autónoma a solicitar autorización alguna al Gobierno central del Estado español para la celebración de aquellas que no tengan ese carácter referendario, es decir, que sean solo "consultivas". Que es el carácter que en principio, digan lo que digan los perros amaestrados de la pluma y la tertulia manejados por el tea party conservador que rige en la actualidad nuestro arruinado país, tiene la consulta anunciada por la Generalitat catalana.
Y es que hasta el momento presente, a no ser que el modesto historiador y estratega que redacta las presentes líneas esté equivocado de plano, ni el Gobierno ni el Parlamento catalán, por muchas declaraciones oficiosas o mediáticas que haya podido generar en el pasado reciente, han tomado ninguna decisión política oficial y en firme, tramitada ante el Gobierno o el Parlamento español y jurídicamente operativa, que vincule el resultado de dicha consulta con una hipotética declaración de Independencia a refrendar o ratificar a posteriori por los ciudadanos; lo que llevaría implícito, entonces sí, un carácter referendario. (Diccionario de la Lengua Española. Referéndum o Referendo: "Acto de someter al voto popular directo las leyes o actos administrativos, con la finalidad de que el pueblo ratifique lo que votaron sus representantes".).
Resulta llamativa a este respecto la falsa e inconveniente tipificación como "referendaria" que, desde el principio y a instancias sobre todo del aparato del Gobierno de Madrid, se le ha querido dar a la anunciada "llamada a consultas" al pueblo catalán anunciada por el presidente Mas hace ya bastantes meses. Carga política, poder vinculante, que no tiene ni puede tener a día de hoy y en cuyo pernicioso planteamiento han colaborado, seguramente sin darse cuenta de sus devastadores efectos, los políticos nacionalistas catalanes que están en primera línea de batalla contra el poder centralizador del Estado español. Porque, repito, y perdone el lector por la insistencia pero es que estamos hablando de cosas muy importantes para el futuro de todos ciudadanos de este país, en Cataluña, con respecto a una hipotética separación del actual Estado español, no hay ninguna decisión en firme de su Gobierno o Parlamento elevada al de Madrid, y capaz de generar consecuencias políticas o jurídicas, que pueda ser sometida a refrendo por parte de los ciudadanos catalanes.
El desgraciado malentendido, al que se han sumado incomprensiblemente, como digo, los políticos "rebeldes" nacionalistas catalanes, podría tener algo (bastante) que ver con el irrefrenable deseo de éstos de mimetizar la consulta catalana con la que se va a llevar a cabo el próximo septiembre en Escocia o con las que repetidas veces ha llevado a las urnas a los habitantes de Québec, en Canadá. Consultas éstas, que sí tienen el carácter de referendarias porque en ambos países sí se admite democráticamente el derecho a decidir de sus pueblos, nacionalidades o regiones y han sido autorizadas y reconocidas como vinculantes por esos Gobiernos después de ser debatidas y pactadas con las autoridades secesionistas. Algo que no ocurre en España en la que, con arreglo a la Constitución del 78, no se admiten las consultas "por vía de referéndum" (Artículo 149.1-32ª) si no han sido autorizadas por el Gobierno central, aunque sí, por lo menos por omisión, las meramente "consultivas".
Decía hace escasas líneas que a los dirigentes nacionalistas catalanes que han protagonizado el histórico paso al frente del pasado 12-D, les ha podido condicionar bastante el ejemplo de Escocia o Québec a la hora de tipificar y aceptar como referéndum una consulta al pueblo catalán que en estos momentos, ni puede, ni debe ser calificada así. Y que les ha llevado a emplear una Estrategia si no equivocada, sí manifiestamente mejorable en su planteamiento ante el Gobierno de Madrid, utilizando maniobras políticas y mediáticas un tanto aceleradas y no suficientemente planificadas (se les ha visto con cierta prisa por lanzar su órdago, deseosos sin duda de dar cuanto antes el paso al frente) e, incluso, diseñando una pregunta (doble e "inclusiva") que ha hecho muy difícil el consenso y su aceptación por parte de otras fuerzas políticas catalanas (léase el Partido Socialista de Cataluña). Transmitiendo así a la sociedad española en particular, y a la mundial en general, la falsa imagen de una actuación envarada, dura y hasta excluyente por parte del Govern y de sus socios. Algo que debería haberse evitado y que, no obstante, puede reconducirse en el futuro.
Y esto es así porque a día de hoy, con la experiencia de muchos años en toda clase de enfrentamientos humanos (militares, pero también políticos, económicos, sociales, empresariales, religiosos…) a muy pocos expertos (por no decir a ninguno) en esta rama del saber y destinado en cualquier staff de alto nivel perteneciente a organizaciones del tipo de las que acabo de mencionar, se le ocurriría proponer a sus jefes el echar mano de la antiquísima acción táctica del choque frontal, el ataque directo, la ruptura en fuerza por el camino más corto al objetivo, como medio para conseguir un fin estratégico. Esta forma de actuar, en el campo castrense desde luego pero que también se ha irradiado a todas las confrontaciones humanas en tiempo de paz (no olvidemos que ciencias en principio castrenses como la Estrategia, la Logística y la Orgánica han pasado con todos los honores al campo civil) hace décadas que ha quedado fuera de lugar sobre todo con el auge de la tecnología y de las comunicaciones de todo tipo en tiempo real, dando paso cada vez con más preeminencia a maniobras más sofisticadas de "aproximación indirecta" y "desbordamientos del frente por el flanco o flancos buscando la retaguardia enemiga menos protegida", mediante esfuerzos continuados, complejos y coordinados, que muchas veces (y esto es lo deseable) pueden pasar inadvertidos incluso para el adversario.
¿Y a qué viene, se preguntará el amable lector español o catalán (independentista o no), esta pequeña y pedestre clase de Estrategia que acabo de poner negro sobre blanco, para ir terminando este mi particular análisis del órdago nacionalista del 12-D? Pues para hacerles ver a los dirigentes del mismo que está bien, que su propuesta, su consulta, no solo debe llegar a buen término, realizarse sin problemas mayores en un Estado que, efectivamente, adolece de muchos vicios antidemocráticos del pasado, pero que para lograr sus legítimos fines políticos y sociales deben moderar su impulso guerrero, abandonar la estrategia de la confrontación directa caiga quien caiga (el famoso choque de trenes que ha hecho fortuna entre la clase política y periodística de este país), que hoy en día solo se puede utilizar cuando tenemos mucho más poder y fuerzas que el contrario y además con resultado incierto, y buscar una actuación con más perfil estratégico de baja intensidad y menos de política pura y dura. ¿Me entienden, no?
Y para terminar estos largos comentarios personales sobre la apuesta política del año (y del siglo) lanzada hace solo unos pocos días por la Generalitat catalana, que me he permitido poner a disposición de los ciudadanos de este país porque he considerado que el momento político, económico y social es extremadamente grave y hay que aportar soluciones, voy a redactar a continuación la pregunta (dirigida, obviamente, al ciudadano catalán) que, con la experiencia que tengo en años vividos, en Estados Mayores y en altos puestos de la planificación operativa, hubiera presentado al Govern catalán del señor Mas, si este me la hubiera pedido, que no es el caso:
"Cómo le gustaría a usted que fuese la Catalunya del futuro?"
A) .- ¿Como la actual, una Comunidad Autónoma formando parte del reino de España?
B) .- ¿Un Estado federado dentro de una eventual República Federal española?
C) .- ¿Un Estado soberano confederado con otros pueblos Ibéricos?
D) .- ¿Un Estado totalmente independiente de España pero Formando parte de la Unión Europea?
Con esta pregunta marco, señores del Govern y partidos afines, se hubieran conseguido, por vía indirecta y sin "choque de trenes" alguno, varias ventajas políticas. Como éstas:
1ª.- El Gobierno del Estado español no hubiera podido de ninguna de las maneras decir "NO" a una consulta a través de la cual un Ejecutivo autonómico digno, previsor, democrático y celoso del bienestar futuro de su pueblo, solo quiere saber como se posicionan sus ciudadanos ante el nuevo escenario político que puede abrirse a corto/medio plazo en las estructuras del Estado español. Donde ya proliferan las peticiones de reforma en profundidad de la Carta Magna.
2ª.-Los demás partidos políticos del arco parlamentario catalán no se hubieran sentido ninguneados, puesto que sus propuestas políticas también se hubieran sacado a juicio de los ciudadanos, y se hubieran visto obligados a cooperar.
3ª.- La imagen del proceso emprendido por la Generalitat se hubiera contemplado, tanto en España como en Europa y en el mundo, con otra visión más reposada, democrática y participativa.
4ª.- Los promotores de la consulta hubieran tenido a su disposición, sin enfrentamiento directo alguno con el Gobierno español y sin mentar para nada el paso siguiente a dar en el proceso, el número exacto de ciudadanos catalanes que respaldan su proyecto. Es decir la fuerza política y social con la que cuentan para seguir adelante con garantías de éxito.
Y para terminar del todo, ahora sí, un último consejo (si me lo permiten) al señor Mas y al señor Oriol Junqueras: "No se me precipiten ustedes en dar carta de naturaleza a la opción "D" de mi pregunta, desdeñando todas las demás, que la "C" no es para nada despreciable. El enemigo mortal de Cataluña durante estos trescientos años no ha sido el pueblo español sino una monarquía borbónica corrupta, banal y traicionera, que ha sumido, a los catalanes y también al resto de España, en la pobreza y la incultura. Y cuyo último eslabón maldito aparece representado por el régimen juancarlista/franquista que todavía padecemos todos. Pero esto va a cambiar en el corto plazo y el futuro de los ciudadanos que en estos momentos habitamos en la Península Ibérica pasa por unirnos todos en un previsible y conveniente super Estado republicano de nuevo cuño: Una Confederación de pueblos ibéricos soberanos unidos por el respeto a la libertad, la democracia y la solidaridad. Dentro, por supuesto, de la supranacional Unión Europea.
Fdo: Amadeo Martínez Inglés Coronel. Escritor. Historiador.
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