Desde las últimas elecciones que dieron un mezquino triunfo a Macri, el pueblo argentino vive horas muy terribles. Es como si se hubieran desencadenado los conflictos profundos entre clases que de alguna manera estuvieron contenidos mientras se avanzaba en las reformas sociales y políticas del gobierno kirchnerista.
Las mismas
fuerzas del período dictatorial han aflorado ya sin careta y con toda su
virulencia porque no sólo no fueron vencidas sino que se fortalecieron
en una oposición que utilizó todo tipo de artimañas y juego sucio para
debilitar y socavar la democracia . ¿Hasta que punto la burguesía aliada
al imperialismo fue contenida y cuánto o qué nos faltó hacer para
derrotarla?
Sin duda en
Argentina se avanzó mucho, pero no lo suficiente. La clase que apoyó a
las dictaduras genocidas siguió conservando un inmenso poder político y
económico: el control de los medios de producción, los medios
informativos, el ejército, los jueces, las mafias de intelectuales
orgánicos que garantizaron el control ideológico sobre vastos sectores
de la clase media, que si bien fue favorecida económicamente por los
doce años de gobierno kirchnerista, siguió siendo fiel a los dictados de
una burguesía gerente de las grandes corporaciones del imperio. Desde
el primer día de la asunción de Néstor Kirchner al gobierno, pusieron en
marcha una guerra frontal contra las reformas que este gobierno
emprendió.
Es innegable
que se consiguió una redistribución de la riqueza más equitativa, en un
país que había sido expoliado, colonizado y entregado al imperio
gracias a las dictaduras cívico militares y su herencia de gobiernos
liberales, derrotados por las movilizaciones de masas del 2001-2002 que
abrieron el camino a la llegada del gobierno de N. Kirchner en 2003.
Pero el
hecho más importante del gobierno kirchnerista es el juicio a los
militares genocidas y su condena. Abrió de esta manera una brecha en
nuestra historia de crímenes impunes, nos devolvió un derecho humano
elemental y fue capaz de desarrollar a lo largo de estos doce años otra
mentalidad, fuimos dueños por fin del derecho a no ser aniquilados ni
reprimidos cada vez que la lucha social se hizo necesaria en las calles.
Se aprendió a defender el derecho a la lucha, a la verdad y a la
justicia. Esta práctica de las organizaciones sociales vencieron muchos
años de terrorismo de estado; fue la acción del pueblo, la resistencia
al olvido y la memoria activa y organizada la que consiguió la victoria
contra el terrorismo del estado, amparado siempre por el imperio y sus
políticas de saqueo y extermino. Madres, Familiares, Hijos, Barrios,
obreros, estudiantes, fueron los que consiguieron esta victoria de la
memoria y la justicia. Por eso la consigna durante tantos años (37)
fue: Memoria-Verdad- Justicia. Y en esa línea se respondió se actuó :
Ni olvido, ni perdón. Juicio y castigo.
En este
sentido nada de lo que pueda hacer el gobierno actual, -ya debilitado
por la resistencia en las calles y por su propia política de inflación,
entrega y represión- nos hará retroceder, porque la experiencia de haber
podido juzgar a los asesinos y genocidas es irreversible. Y ese es el
lugar en el que el gobierno de Macri se empantanará definitivamente;
sabemos que está excarcelando con excusas absurdas a los asesinos
juzgados y condenados, que en algunas provincias han sido trasladados a
hospitales y a sus domicilios a cumplir “condena domiciliaria” y que se
pretende revertir un proceso profundo de justicia popular. Y estos
aspectos políticos se articulan con la entrega económica, con la
política clásica de servilismo al patrón imperial: explotación,
despojo, robo. Hoy el gobierno de Macri ha pedido un crédito para
someterse a los dictados de los fondos buitre y seguir endeudando y
saqueando al país y a los trabajadores.
Me decía mi
sobrina, hija de un querido compañero asesinado por el ejército, “de
pronto sentí que podía ser quien era y hablar en voz alta, sin que me
atacaran, sin tener que ocultarme, sin que nadie me dijera que mi papá
había sido un subversivo”. Hermosa palabra, le contesté, subversión.
Ella me miró y dije que quienes nos levantamos contra la dictadura y el
imperio seguimos paladeando con gusto esa palabra tan necesaria.
Subvertir la injusticia, los monopolios y el capitalismo criminal. La
lucha por las palabras, por el lenguaje, fue clave durante esos doce
años y la palabra esencial, la que llenó las calles y las casas fue la
palabra Memoria.
Esa Memoria
que permitió juzgar y condenar a los militares genocidas creció y se
articuló en el concepto de golpe cívico-militar. Es necesario juzgar
también a los responsables civiles del genocidio: las grandes empresas
que financiaron y se beneficiaron del terrorismo de estado: Ledesma,
Ford, Mercedes Benz, Clarín…
¿Cómo se
atreve el imperio a través de Obama a decir hoy que hay que “olvidar el
pasado…”, cómo se atreve a manipular nuestra Memoria, nuestra dignidad
nuestra identidad y nuestra lucha por la justicia?
¿Cómo se
atreve en este retórico y mediocre discurso a señalar que hemos de ser
serviles a los intereses que hicieron de nuestro país y de América
Latina una gran fosa común a la que ellos llamaron Operativo Cóndor y
que significó tener patente de corso para el crimen organizado?
¿Cómo se
atreve a desafiar nuestra Memoria, que como bien decía Rodolfo Walsh,
asesinado por la dictadura, olvidar obliga a empezar cada vez desde cero
y las clases dominantes pretenden borrar y eliminar nuestra historia,
dejarnos inermes y desarmarnos para que siempre estemos empezando de
nuevo como si no hubiera una larga historia de explotados y
explotadores que clama y sigue en pie de lucha?
No olvidamos
ni olvidaremos. Olvidar significa dejar de ser quienes somos, señor
Obama y eso es imposible. No sólo no olvidamos sino que no
perdonamos.
La segunda
gran experiencia irreversible es la unidad latinoamericana, que nos
remite a aquel momento histórico en que el comandante Chávez en Mar del
plata nos habla y surge aquel “Alca-al carajo” que funda una nueva
unidad de fuerzas y de acción latinoamericana, de la que la Argentina
siempre había estado un poco lejana, por tantos años de dictaduras y de
gobiernos aliados del imperio norteamericano y europeo. Tampoco
olvidamos ni olvidaremos.
Nuestra
memoria es nuestra arma más efectiva y jamás será derrotada. Está
grabada por el dolor de la explotación y el crimen y sobre todo por la
resistencia a la impunidad.
¿Cómo se
atreve señor Obama a hablar de derechos humanos en Cuba? ¿Cómo se
atreve mientras existe un bloqueo criminal y un campo de concentración y
de tortura –robado y colonizado al territorio cubano- como es
Guantánamo? ¿De que derechos humanos puede hablar usted con precisión, o
al menos con cierta discreción en nombre de la verdad.
Fue genial
la respuesta del presidente Raúl Castro, cuando le dijo, páseme la lista
de presos políticos, y no pudo decir, lo digo yo, páseme la lista
señor Obama de los torturados en cárceles secretas dirigidas por sus
gobierno, páseme la lista de los muertos y torturados – cientos de
miles- en las cárceles secretas que usted financia en Europa del este,
páseme la nota de los vuelos de la CIA y de los centros clandestinos de
detención y tortura en Polonia, Hungría, etc. y páseme por favor también
el listado de los vuelos secretos que utilizaron todos los aeropuertos
de la democrática Europa para trasladar a los torturados y sin derecho a
juicio a las cárceles que generaron sus guerras colonialistas .
Esperamos el listado. El número de muertos en Irak, Afganistán,
Yugoslavia, Somalia, Pakistán, Libia, Siria, Yemen y como no, en el
constante laboratorio imperial que ustedes han creado en Palestina, a
través de esa monstruosa ideología llamada sionismo y que es un modelo
de campo de exterminio colonialista desde el año 1948.
¿Cómo se
atreve a usar la retórica de los derechos humanos cuando el gobierno de
los Estados Unidos es un asesino serial? ¿Ha pensado que tal vez esa sea
la ideología dominante en todos sus productos llamados culturales, en
sus colegios y universidades , en esos jóvenes que de pronto ametrallan a
sus compañeros, en esos policías que asesinan a los negros en las
calles de Ferguson…?
Y como
explicó el comandante Raúl Castro, hay derechos humanos esenciales y no
de discurso: la salud, la educación, el techo, el salario digno, la
igualdad de razas y de géneros, la igualdad…
No puede
convencer, señor Obama, a pesar de su imagen, ya nadie le cree. Michel
Jackson, esa monstruosidad creada por la industria imperial, también era
negro, pero terminó siendo una metáfora terrible del abuso y la
barbarie.
Pero
volviendo a Argentina, sin duda nos faltó mucho camino y las elecciones
ganadas por los gerentes de las grandes corporaciones –a pesar del
escaso margen con que se ganaron-, obligan a una reflexión seria y
profunda. Apunto a que no se puede contener la lucha de clases y es
preciso en toda nuestra América avanzar hacia una madurez ideológica que
nos permita enfrentar con decisión y organización el saqueo de las
clases que siguen siendo dominantes porque tienen los medios materiales
para serlo. La democracia no puede ser un boomerang en contra de
nuestros derechos elementales. El imperialismo tiene instrumentos
poderosos para preservar y ampliar su poder económico y militar, pero
carece de bases para sostenerse a menos que las grandes mayorías apoyen
esas políticas delincuenciales y criminales que se basan en el despojo y
el terror. El inmenso aparato de propaganda y la constante guerra de
desinformación de los grupos monopólicos crearon esa “opinión pública”
que de manera irracional enarboló la palabra mágica “corrupción” para
formar un bloque contra el gobierno y cada una de sus medidas. Una
opinión pública incapaz de comprender qué significaba en la historia
argentina el grupo Clarín y sus socios. Una opinión pública de clase
media desmemoriada y colonizada –ya lobotomizada- que le dio el voto al
gerente de las corporaciones, procesado por varios casos de corrupción
pero capaz de erigirse como el adalid de la lucha contra la corrupción.
¿Esquizofrenia? ¿Síndrome de Estocolmo? No, intereses de clase
perfectamente instrumentados por un aparato cultural y propagandístico
inmenso que opera como arma de destrucción de la conciencia masiva.
El retroceso
es costoso. Miles de despidos, inflación, represión, presos políticos,
entrega del país a los fondos buitres, desmantelamiento de industria
nacional, el pastel neoliberal completo está en el horno. Por eso es
necesario desarrollar y profundizar la formación ideológica hasta que
los discursos del imperio se hundan, luchar en contra de las calumnias
del aparto cultural hegemonizado por el imperio, imaginar nuevas formas
de relación social y política, hacernos cada día más fuertes fuera del
marco propuesto por la sociedad capitalista, eliminar de nuestro
horizonte la explotación del hombre por el hombre, ser capaces de crear
sociedades que funcionen de otra manera, adecuadas a las necesidades de
las mayorías, es un largo camino que a pesar de todas las panoplias
electorales y los límites del propio sistema democrático es lo que ahora
importa.
Ayer leía un
comentario ingenuo que me dio que pensar. Decía “nosotros no censuramos
a Lanata, ni a ningún canal, ni al grupo Clarín, porque siempre creímos
en la democracia. Pero Macri censura y reprime”.
Si, es
verdad, pero deberíamos haber cerrado toda esa bazofia en nombre de la
democracia, por la salud mental de las mayorías, por la educación y la
cultura popular, deberíamos haber cerrado todos los medios que trafican
con la palabra y que han sido y son la columna vertebral del imperio. Y
en nombre de la democracia popular y participativa, habrá que impedir
que el señor Obama hable en nombre de los derechos humanos y convoque a
olvidar mientras cientos de miles son asesinados por sus mercenarios y
sus guerras de exterminio y saqueo.
Todo lo
demás , son discursos de un cinismo que ha de ser estudiado. ¿O hemos de
olvidar cómo Usa y la UE –la OTAN- y sus aliados –Israel, Arabia Saudí,
Qatar- destrozan países en su constante guerra colonialista?… y hoy en
las fronteras de la UE se extienden los nuevos campos de concentración
producidos por su guerra y siglos de colonialismo y masacre?
NO, no olvidamos, no perdonamos y nuestra Memoria es un arma cargada de futuro.
marzo 2016.
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