El Gobierno convocó a las elecciones autonómicas con el objetivo de derrotar electoralmente el independentismo y sustituir el gobierno autonómico por un nuevo gobierno formado por partidos de ámbito español. Con los resultados en la mano, el gobierno español ha fracasado.
El independentismo ha sido capaz de resistir esta ofensiva y obtener una segunda victoria electoral consecutiva en unas elecciones autonómicas, que se suman a la victoria social y electoral del referéndum del 1 de octubre.
Como materializamos la República?
Ahora bien, el independentismo sigue teniendo el mismo problema que se planteó el 27 de octubre. A pesar de que haya una mayoría social contrastada partidaria del proyecto independentista, no hay la suficiente correlación de fuerzas, ni respecto del estado ni en el seno del independentismo, para poder transformar estas victorias electorales y esa mayoría social en una república independiente.
Los resultados electorales han premiado, en el seno del independentismo, la candidatura de Carles Puigdemont. Por lo tanto, es él a quien corresponde dar respuesta a cómo se pretende materializar la República. Es él quien debe explicar qué estrategias propone para cambiar la correlación de fuerzas que actualmente impide materializar la República. Es él quien debe responder con sinceridad si pretende mantener una vía unilateral para materializar la República o bien su estrategia pasa por gestionar la autonomía y mantener el enfrentamiento político con el estado en orden a forzar un proceso de negociación. Es él quien debe responder con sinceridad si plantea que el proceso constituyente sólo puede hacerse con posterioridad a la ruptura o bien se quiere convertir el proceso constituyente en un debate político colectivo sin traducción efectiva directa en el marco de una gestión autonómica . Ya no vale pedir confianza ciega a un pueblo que ha puesto su cuerpo para defender sus derechos fundamentales.
Por lo tanto, consideramos que hablar de "gobierno republicano» sin tener estas respuestas es un error y es volver a caer en la trampa emocional que explota los miedos del independentismo a través del espantajo del fracaso por culpa de «falta de unidad ». Creemos que la izquierda independentista sólo puede afrontar el debate sobre el «gobierno republicano» una vez tenga respuesta sobre cuál es la estrategia que plantea Carles Puigdemont, de forma pública y transparente, evitando el secretismo de los últimos tiempos y las decisiones a puerta cerrada en Palau que han llevado a chantajes y disyuntivas entre el "todo o nada".
Los resultados desde una óptica de izquierdas
Los resultados electorales no permiten mostrar la dimensión real de la voluntad de cambio social en un sentido de izquierdas, ya que éste no se ha traducido automáticamente en un voto a opciones que tuvieran un programa explícito de cambio social. Así, buena parte de los votantes de ERC y JxCAT han asumido un discurso antioligárquica y una crítica a la UE extrañas a estas dos tradiciones políticas. Del mismo modo, Ciudadanos ha silenciado completamente su programa neoliberal para presentarse como el voto útil y circunstancial para detener la independencia.
Sí es evidente que con los resultados electorales la capacidad de hacer valer los planteamientos de izquierdas en el debate parlamentario quedarán tocadas, pero la experiencia de los últimos cinco años nos demuestra que esta capacidad depende mucho más de la conflictividad que se puede generar en el calle que de la correlación de fuerzas parlamentarias. Los decretos y leyes suspendidas por el TC sobre pobreza energética, vivienda, fracking o impuestos a las nucleares fueron emitidas en la legislatura 2012-2015, cuando el peso determinante de la izquierda en el parlamento era menor pero la movilización en la calle era mucho mayor.
En cuanto a los resultados electorales de Ciudadanos, constatamos la capacidad de una opción propulsada por los medios de comunicación para captar voto de derechas y de izquierdas, en zonas ricas y zonas pobres, en base a la capitalización de la identidad nacional española.
La candidatura de Ciudadanos ha recogido un voto que difícilmente hubieran recogido conjuntamente PSOE y PP con toda la mochila que llevan tras nueve años de crisis. Este triunfo creemos que se basa sobre dos factores, y en ninguno de ellos existe una receta mágica para revertirlo. Por un lado, la potencia y el arraigo de la identidad nacional española entre amplios sectores de la población catalana. Por otro, la dificultad de penetración de los discursos de izquierdas en un contexto de desaparición o minorización de las organizaciones populares en las zonas metropolitanas de clase trabajadora. Estos dos factores, que en los Países Catalanes bajo administración española está capitalizando actualmente Ciudadanos, son similares a procesos que se viven en otros países europeos y los que la izquierda catalana menudo hemos prestado poca atención.
Rechazamos frontalmente el discurso que culpabiliza al independentismo, y en especial la CUP, de la subida de Ciudadanos. Y rechazamos igualmente la tesis de que si no hubiera abierto el conflicto nacional las fuerzas de izquierdas hubieran sido las claras vencedoras de las elecciones. Creer esto es en primer lugar negar ninguna opción a un programa de ruptura -que siempre genera fuertes oposiciones en contra, y muy a menudo provenientes de una parte de las clases populares-. Y en segundo lugar, es cerrar los ojos ante la evidencia de que después de la experiencia griega de verano de 2015 los programas políticos de la izquierda soberanista tienen unas enormes dificultades para generar adhesiones y credibilidad.
En esta coyuntura, los resultados electorales vuelven a demostrar la necesidad de que el proyecto de República cuente con un programa claro de mejora de las condiciones materiales de vida. Sólo desde una propuesta política clara y concreta que aborde temas estructurales como los servicios públicos, las pensiones, la vivienda, los salarios y las condiciones de trabajo desde un punto de vista de recuperación de las soberanías será posible romper los diques de contención que las diferentes caras del españolismo han sabido poner a la expansión del proyecto independentista.
Valoración de los resultados electorales de la CUP-Llamada Constituyente
Los resultados electorales que hemos obtenido la CUP-Llamada Constituyente son unos malos resultados electorales. Lo son porque nuestra posición determinante en la articulación de mayorías parlamentarias ha perdido fuerza y abanico de posibilidades. Y lo son porque no hemos podido llegar a nuevos segmentos de electorado situados fuera del bloque independentista. Alcanzar estos dos objetivos era muy importante para cambiar la correlación de fuerzas, concretar la ruptura y materializar la República del 1 de octubre.
Por el contrario, hay que poner en valor que a pesar del contexto electoralmente adverso en todos los sentidos, casi 200.000 personas hayan optado por la CUP-CC. Esta es la base sobre la que podemos construir las nuevas pasos ya la que debemos dar herramientas de encuadre, participación y autoorganización que vayan más allá de votar cada cuatro años o participar pasivamente a las asambleas abiertas de la candidatura.
A nuestro entender, los malos resultados electorales no son fruto de ningún castigo a la estrategia de la CUP-CC en materia de autodeterminación, sino de factores de coyuntura y de planteamiento de la oferta electoral.
El vot perdut per la CUP-CC ha estat un vot que en bona mesura ha escollit reforçar les opcions majoritàries en la pugna amb Ciutadans i també expressar una lògica antirrepressiva i anti155. Però aquest mateix vot que al final no ha optat per la CUP, molt majoritàriament creu que la CUP ha estat determinant per a que hi hagi hagut 1 d’octubre i 27 d’octubre, i avala la tasca feta per la CUP en matèria d’autodeterminació en aquesta darrera legislatura. Això no només és l’apreciació subjectiva que rep la nostra militància en les converses quotidianes d’aquests darrers dies, sinó que també es plasma en tots els estudis demoscòpics de les darreres setmanes, on l’índex de simpatia i la valoració de les cares visibles de la CUP és molt elevat en bona part del votant independentista.
Había un amplio consenso en el seno de la izquierda independentista sobre el hecho de que capitalitzaríem electoralmente haber sido claves en la convocatoria del referéndum. Esta percepción se ha demostrado equivocada. En un contexto en el que hemos arrastrado, con el reconocimiento y la aprobación de la mayoría del independentismo, el gobierno autonómico a mantener abierto el conflicto con el estado, esta mayoría independentista ha optado por reforzar electoralmente este gobierno autonómico. Por el contrario, tenemos el convencimiento de que si Puigdemont hubiera convocado elecciones el 26 de octubre, los resultados de la CUP-CC hubieran superado con creces los obtenidos en 2015. Pero entonces la derrota del independentismo hubiera sido muy difícil de enmendar y de poco hubieran servido unos excelentes resultados electorales de la CUP-CC.
Subsanar los errores, continuar la construcción de la unidad popular
Por lo tanto, creemos que debemos hacer un proceso de análisis profundo de las causas que no nos han permitido alcanzar los objetivos políticos que nos planteábamos en estas elecciones, y también sobre cómo llevar a cabo tácticas políticas y organizativas que nos permitan construir y ampliar la unidad popular.
Este proceso de análisis y debate, sin embargo, creemos que no puede basarse en lecturas sesgadas o en lecturas simplistas que acaban reforzando tópicos que paralizan cualquier avance táctico. Y sobre todo pensamos que este proceso no puede dar alas a ninguna pulsión liquidacionista.
Hoy podemos afirmar que obtener buenos resultados en el contexto en que nos movíamos era muy difícil. Pero sí creemos poder señalar ya algunos errores que, de no haberlos hecho, nos hubieran seguro permitido acercarnos más a nuestros objetivos. Estos errores no podemos atribuirles en exclusiva al diseño técnico-propagandístico de la campaña electoral, sino que en esencia provienen de inercias y planteamientos que hace dos o tres años que están en marcha.
Creemos que los errores que hemos cometido son principalmente cuatro:
No haber sabido poner nuestro proyecto de ruptura en el centro del debate político, por lo que interpelara y pusiera en contradicción las fuerzas mayoritarias, y así reforzara la idea de que el voto a la CUP-CC era imprescindible para garantizar que se materializaría la República.Un cierre de filas monolítico con el resto de bloque independentista que nos ha impedido poder disputar segmentos electorales nuevos. La coyuntura antirepressiva y la lógica de colaboración con el gobierno desde la aprobación de los presupuestos para 2017 han dificultado revalidar la imagen de la CUP como una organización que ataca de cara a los políticos corruptos y los poderes fácticos, sobre todo en aquellos segmentos de población que no comparten el discurso independentista mayoritario.Un planteamiento del discurso demasiado enfocado a remarcar los aspectos democráticos en detrimento de los aspectos materiales del conflicto abierto con el estado. Hemos creído, porque lo hemos sufrido, que la represión y la conculcación de los derechos democráticos de la población serían un motor lo suficientemente potente para poder llegar a nuevos segmentos, pero esto no ha sido así. El efecto de la propaganda televisiva sobre el «golpe de estado separatista» ha contrarrestado las imágenes del 1 de octubre. En cambio, un discurso mucho más enfocado a los aspectos materiales, mucho más antioligárquica y de ataque al poder económico nos hubiera permitido poner en mayor dificultad el discurso españolista.Una renuncia implícita a salir a disputarle a Ciudadanos un determinado voto joven, urbano y de clase trabajadora. Esto, además, hubiera permitido imprimir un aire nuevo a nuestro discurso y resolver buena parte de las carencias provocadas por los anteriores errores, ya que hubiera obligado a romper la lógica discursiva del independentismo mayoritario e introducir muchos más aspectos materiales en el discurso político .
Para poder subsanar las causas de estos cuatro errores, creemos que hay que ir a buscarlas en inercias políticas que hace más de dos años que nos arrastran. Pensamos que estas son:
La desmovilización de las estructuras de autoorganización social construidas entre 2010-2013, que tanta importancia tuvieron en el éxito electoral de 2012, ha dificultado poder continuar incorporando nuevos segmentos sociales en la construcción de la unidad popular.Un discurso y una práctica cada vez más recluida y endogámica en el ámbito parlamentario. En esta segunda legislatura hemos tenido una cierta dificultad en amplificar las problemáticas de la calle a través del altavoz parlamentario. Esto ha sido fruto tanto de una desmovilización de la calle como de una inercia que ha focalizado la tarea de la izquierda independentista excesivamente en el ámbito institucional, ya sea municipal o autonómico.A pesar de haber criticado el independentismo mágico, hemos practicado el «proceso-constituentisme» mágico. Es decir, hemos sublimado las cuestiones de clase que provocaban contradicciones en nuestra táctica de autodeterminación en un proceso constituyente que lo tenía que resolver todo. Creemos que esto nos ha alejado de hacer creíbles o de trabajar con más rigor varios frentes de lucha social.La dificultad para exponer proyectos y estrategias políticas alternativas o antagónicas al independentismo mayoritario sin que ello suponga un conflicto interno que termina desdibujando estas propuestas y la propia imagen del movimiento. Más allá de las decisiones conjuntas con la candidatura de Juntos por Sí y las votaciones tácticas de cada momento, la crítica a los diferentes pasos dados por las dos formaciones mayoritarias que integraban la candidatura (ERC y PDeCAT) con los que no estábamos de acuerdo s ha quedado demasiadas veces puertas adentro y no se han visualizado las discrepancias clave con determinadas apuestas del Gobierno.
Todas estas errores e inercias nos interpelan y son responsabilidad de toda la militancia y todas las organizaciones del movimiento, y desde Adelante las asumimos con todas sus consecuencias. Aunque algunas de ellas ya las habíamos señalado anteriormente, no hemos tenido la capacidad o el acierto para revertirlas a la práctica. Ahora toca resolver entre todos y todas.
Y a pesar de que los resultados no han sido buenos, creemos que no hay que perder de vista que el papel de la izquierda independentista en el parlamento ha sido clave para poder plantear la batalla que nuestro pueblo está entregando contra el estado. Sin cuestionar la presidencia de Artur Mas, sin haber hecho una lectura crítica del 9N, sin habernos plantado y amenazado que o se convocaba un referéndum o se acababa la legislatura, sin la presión hecha para que el referéndum se materializara ... tenemos el convencimiento de que el escenario que estaríamos viviendo no sería el actual sino alguno mucho más desfavorable para los intereses del proyecto independentista de izquierdas. Y esta es la tarea que creemos que continuarán haciendo los diputados y diputadas de la CUP-CC en el Parlamento de Cataluña.
Países Catalanes, 2 de enero de 2018
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Texto completo en: https://www.lahaine.org/cat-cast-valoracion-de-los
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