La Lenin y un tren llamado dialéctica. Por Javier Gómez Sánchezpor La pupila insomne |
javiergosanchez@gmail.com
El destino del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas ¨Vladimir Ilich Lenin¨, conocido simplemente como ¨La Lenin¨, viene despertando desde los últimos meses cierto desasosiego en la red.
El 4 de noviembre el colectivo de la revista Juventud Técnica, en su página de Facebook, mostraba su preocupación por los planes del Ministerio de Educación para el ¨mítico y reconocido¨ Instituto:
¨ (…) han anunciado que de las 6 unidades con que cuenta la escuela -solo hoy 2 en funcionamiento- 5 serán entregadas de manera definitiva a otro organismo. De ser así esto implicaría prácticamente la desaparición de la vocacional de la manera en que originalmente fue concebida. Según la información que llegó a la revista se ha anunciado una mudanza de las áreas del docente y probablemente de algunos albergues¨
Ya en el 2016 la misma revista había manifestado su preocupación por el deterioro constructivo del gigantesco inmueble construido entre 1972 y 1974 en el municipio de Arrollo Naranjo, en las afueras del casco urbano de La Habana.
El tema resulta sensible a miles de egresados del centro de estudios, el que aportó un número considerable de profesionales que actualmente trabajan en las más diversas esferas. Otros muchos se expresan desde la distante ribera de la emigración. La nostalgia es un factor importante para entender por qué el destino de la ¨Gran Casa Azul¨ a la que, según se presentara en su inauguración: ¨ingresan los alumnos mediante selección rigurosa, basada en las altas calificaciones que obtengan en la enseñanza primaria y en su expediente escolar¨, despierta tanta pasión.
La preocupación de Juventud Técnica, una revista que lucha por renovarse con el uso de las redes sociales, y que lleva en si misma esa nostalgia por una época de esplendor sobre el papel, es auténtica.
Pero otras manos se pusieron sobre el teclado para ¨interesarse¨ por la Lenin: 24 horas después de que JT pusiera su publicación en FB, CiberCuba agarró el tema y lanzó el titular: ¨La Lenin tiene los días contados¨ (Con ese título la sensibilidad de los editores de CiberCuba a lo que ocurra con la escuela queda bastante clara). Más rápido aún se despertó el interés de la publicación privada On Cuba, que el mismo día publicó ¨que estarían desmantelándose significativamente las instalaciones del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas “Vladimir Ilich Lenin” en La Habana, fundado como Escuela Vocacional en enero de 1974 por Fidel Castro y Leonid Bréshnev¨ (sic).
Súbitamente, publicaciones como CiberCuba y On Cuba ¨comparten¨ la preocupación de los egresados de la Lenin y el resto de los cubanos preocupados por la calidad de la educación en Cuba. Resultan estar especialmente ¨atentos¨ al estado constructivo actual de un gran proyecto pedagógico de la Revolución Cubana, impulsado por Fidel Castro y su futuro.
Pensemos que en On Cuba haya también egresados de la Lenin.
El 6 de noviembre CiberCuba graficaba el asunto con una galería de imágenes titulada ¨Lo que queda de la Lenin¨ (Los títulos de CiberCuba son ilustrativos)
El regodeo en el deterioro material de proyectos de la Revolución, que hace las delicias de algunas publicaciones, está en línea con sus intereses editoriales y sus objetivos políticos.
Del otro lado de la línea editorial, el mismo día Cubadebate tocaba el tema mostrando su preocupación por la suerte de la Lenin, con su publicación: ¨¿Qué pasará con la Vocacional Lenin?¨
El 7 de noviembre la viceministra de educación Margarita Mc Pherson Sayú publicaba en FB:
¨Hoy leí la nota de la cuenta de Facebook de la revista científica Juventud Técnica, titulada ¿Desaparece la Lenin? La respuesta inmediata al título de la nota es un NO rotundo, sino todo lo contrario lo que se hace es para fortalecerla, a partir de crear mejores condiciones para estudiantes y profesores.
El Ministerio de Educación desde el año 2012 se planteó la estrategia para el rescate de los objetivos y principios fundacionales de todos los Ipvce del país, en especial del Vladimir Ilich Lenin, por su connotación y resultados alcanzados en todos los tiempos.
Un elemento esencial de la estrategia está relacionado con la defensa de las ideas planteadas por nuestro Comandante en Jefe acerca de estos centros. Por tanto no desaparece, sino se reajustan las áreas de dormitorios y docentes, teniendo en cuenta la matrícula actual y perspectiva.
Este centro hasta el 2006 mantuvo las 6 unidades con una matrícula de aproximadamente de 4 500 estudiantes. En esa época era el único preuniversitario en la capital. A partir del 2012 con la apertura de todos los IPU en la capital la matrícula disminuyó entre 1200 y 1500 estudiantes, cifra que se mantiene hasta estos momentos, por lo que se utilizan solo dos unidades.
Lo anterior no significa pérdida, pues este centro sigue siendo de referencia, en cuanto a los indicadores que miden la eficiencia de los Ipvce. Es cierto que cuatro unidades tendrán otros usos, pues no tiene sentido reparar un centro tan grande para recibir solamente a un tercio de su matrícula original.
La casa azul por la que soñaron tantas generaciones de habaneros se MANTIENE y se MANTENDRÁ!!!¨
El 10 de noviembre (Tres días después, en contraste con la velocidad tras la publicación inicial de JT) CiberCuba publicaba un seguimiento al tema con las declaraciones de la funcionaria: ¨Viceministra de Educación de Cuba confirma que la Lenin no cierra, pero se queda en un tercio de lo que fue¨ (Ahh, CiberCuba, Je, je, je)
En este punto debe resaltarse la correcta actuación de la Viceministra que haciendo uso de las redes sociales, como tantas veces se ha llamado a hacer, tuvo comunicación pública con los lectores de Juventud Técnica, aportando información necesaria y de forma inmediata sobre este tema.
En los días siguientes el NTV emitió un reportaje con entrevistas a funcionarios del Ministerio de Educación y a directivos del propio Instituto Preuniversitario reiterando con el mayor alcance de la televisión lo que antes se había declarado en Facebook.
Al tema de la Lenin no le faltará la preocupación de personas sinceras, como tampoco las lágrimas de cocodrilo.
La pregunta se mantiene: En un país que intenta continuar su desarrollo por la vía del socialismo pero en condiciones económicamente sostenibles. ¿Qué opción quedaría para la Lenin?
Primeros tiempos y el ¨por qué¨ de las becas.
El destino del IPVCE ¨Vladimir Ilich Lenin¨ de la Habana está ligado a su carácter de ¨preuniversitario en el campo¨ y la evolución que ha tenido el modelo educativo, que ha ido eliminando los centros de educación internada fuera de la ciudad conocidos como ¨becas¨.
La necesidad de albergar a tiempo completo, fuera de sus zonas geográficas de origen, a miles de niños y jóvenes de extracción social humilde, especialmente campesina, se manifestó desde el inicio mismo de la Revolución. La dificultad propia de llevar la educación a las zonas más intrincadas de un país que necesitaba urgentemente superar no solo el analfabetismo, sino preparar a la generación más joven de una manera en que nunca antes el sistema anterior había intentado hacer, determinaron que los alumnos fueran hospedados en inmuebles en la ciudad.
En esos primeros años, mansiones del Vedado, Miramar y Siboney, abandonadas por la alta burguesía habanera, sirvieron de albergue temporal, mientras se concebían edificios apropiados.
Para 1968 se inicia la construcción de las primeras ESBEC (Escuelas Secundarias Básicas en el Campo) y en 1970 se inaugura la primera: ¨Mártires de Kent¨ en Artemisa. Durante el año 1971 abrieron Ceiba 1 (¨Ernesto Che Guevara¨), Ceiba 2 (¨Luis Augusto Turcios Lima¨), la ¨14 de Junio¨ en la Isla de la Juventud y la ¨Comandante Pinares¨ en Pinar del Río. El ritmo de construcción que se proponía era de más de 100 centros por año. La meta era la de alcanzar las mil ESBEC para 1980. Ya para 1975 se previa que las ESBEC, con miles de capacidades cada una , podían albergar a unos 150 mil alumnos, mientras que para 1980 la cifra se calculaba en 700 mil. El excelente libro de Jorge Fornet ¨El 71. Anatomía de una crisis¨ (Letras Cubanas, 2103) dedica un capítulo a este tema.
El modelo internado fue la fórmula más adecuada para el momento en que se encontraba la obra social de la Revolución, con una población que arrastraba los efectos de siglos de colonialismo y esclavismo, como luego las décadas del sistema neocolonial capitalista. No se podía esperar a que la sociedad recorriera el largo camino hacia el desarrollo, y las familias más pobres se vieran liberadas de la incertidumbre de poder lograr sus necesidades más básicas: empleo, vivienda, alimentación, salud, cuyas soluciones en los primeros 10 o 15 años de proceso revolucionario aún se encontraban en sus niveles primarios.
El filme ¨De cierta manera¨ (1974) de Sara Gómez, que aborda el tema de la marginalidad (Recordada por la secuencia de los actores Mario Balmaseda y Mario Limonta en la asamblea laboral y el bocadillo de este último: ¨! Apretaste mulato !¨) contiene una escena en la que una maestra visita a una señora que no enviaba a su hijo a la escuela. La mujer argumentaba que no lo hacía porque el niño ¨la ayuda con el trabajo de la casa¨. Una película hecha 15 años después del triunfo de la Revolución, que combinaba en sus escenas actores y personas reales, mostraba cómo la mentalidad de la pobreza proveniente del sistema anterior necesitaba de mucho tiempo para ser cambiada. Con las ¨becas¨ el Estado revolucionario asumió el sostén de miles de niños de familias humildes y les abrió horizontes inimaginables por estos en su ambiente social original.
Recordemos que en la Cuba revolucionaria con su sistema de educación gratuita la palabra ¨beca¨ tuvo una transformación radical, usándose desde entonces para designar popularmente el sistema de internados a tiempo completo fuera del hogar. Mientras que en el modelo capitalista ¨una beca¨ consiste en obtener facilidades de pago para los estudios.
En ¨Cambiar el Mundo: Mis años en Cuba¨ (Ediciones Matanzas, 2016) la escritora norteamericana Margaret Randall, quien viviera con sus hijos en la isla de 1969 a 1980 pude leerse como parte de sus memorias:
¨En un esfuerzo por conseguir que todos los niños cubanos asistiesen a la escuela, se reclutaron muchos maestros desde edades muy tempranas, a quienes solamente se les proporcionaba una capacitación rudimentaria antes de encomendarles la educación de niños no mucho mayores que ellos mismos (…)Cuando se alcanzara esa meta podía hacerse hincapié en los detalles. Durante nuestros primeros años en la Isla pudimos observar como el sistema educacional integral evolucionó desde una primera fase algo rudimentaria hasta convertirse en uno de verdadera excelencia. (…) La educación de nuestros hijos mejoró considerablemente a medida que avanzaron dentro del sistema de enseñanza¨
Las nuevas escuelas, ubicadas en zonas rurales lejos de las ciudades y construidas con el sistema de prefabricado Girón, cuya arquitectura se volviera emblemática, estarían orientadas por dos preceptos fundamentales: El carácter sano del campo, y la combinación del estudio con el trabajo agrícola. ¨El ambiente más duro y más despiadado para el ser humano es el ambiente de las grandes urbes¨ pronunció Fidel en 1971 en el acto de inauguración de Ceiba Uno.
Para 1974 pronunciaría un discurso en la apertura de una escuela ¨especial¨, no se trataba de una ESBEC, sino de un centro de nivel preuniversitario para apoyar la vocación por carreras universitarias científicas que llevaría las conocidas siglas IPVCE. Era habitual que las inauguraciones de las ESBEC coincidieran con la visita de algún presidente de un país amigo latinoamericano, africano o caribeño. En el caso de la primera IPVCE , por su importancia estratégica para las proyecciones del país, el invitado que ¨coincidió¨ , alegremente derretido por el calor, fue nada menos que el Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética Leonid Brézhnev .
Aunque los vínculos siempre se mantuvieron, la visita formaba parte de un acercamiento del gobierno cubano y los dirigentes soviéticos que aumentaría la colaboración entre ambos países, luego de cierto distanciamiento acentuado a fines de la década del 60.
La Lenin definitivamente era especial. Para remarcarlo Fidel explicó: ¨Esta escuela que inauguramos hoy, es del tipo que llamamos vocacional. En ella ingresan los alumnos mediante selección rigurosa, basada en las altas calificaciones que obtengan en la enseñanza primaria y en su expediente escolar. En el país existirán siete escuelas de este tipo, donde estudiarán en total 25 000 alumnos¨
¨Actualmente se inicia la construcción de una en Las Villas, otra en Camagüey y otra en Oriente. Llevarán los nombres de: “Lenin”, “Marx”, “Engels”, “Martí”, “Maceo”, “Gómez” y el “Che”.
El traductor se inclinaba al oído de Brézhnev tratando de mantener el ritmo:
¨A decir verdad, en ningún país de América, incluyendo Estados Unidos, hay una escuela de nivel medio como esta¨
Si alguien escogía bien sus palabras y el momento para decirlas era Fidel. El visitante soviético escuchó a través de la traducción:
¨Nuestro país no invierte sus energías en gastos superficiales o de lujo. Las dedica por entero al desarrollo económico, la salud, la educación, la cultura, el progreso social y la defensa de la patria socialista. Nuestro pueblo trabaja para hoy, pero trabaja aún más por el porvenir¨
Desde Arroyo Naranjo, el líder cubano, que el año siguiente decidió enviar tropas para apoyar al MPLA en Angola sin consultar la opinión de la dirigencia soviética, dejó clara cuál sería la posición ideológica de Cuba, manteniendo su identidad propia en el difícil equilibrio entre supervivencia y soberanía.
¨Con infinito amor y gratitud profunda, dedicamos esta escuela a la memoria de Vladimir Ilich Lenin, el genial conductor revolucionario y fundador del primer Estado Socialista en la historia de la humanidad. Por los caminos luminosos que abrió al porvenir del hombre, por los extraordinarios servicios que prestó al mundo, por la ayuda decisiva que nos brindó el Estado fraternal e internacionalista fundado por él, y por lo que su pensamiento, su vida y su ejemplo, representan para todos los revolucionarios de la tierra, esta escuela, que es orgullo de nuestro pueblo, llevará su nombre inmortal¨
Amén
Pronto las IPVCE y especialmente la Lenin, la más cercana a la capital y frecuentemente visitada por Fidel, serían la joya de la corona del sistema educativo cubano. Viviendo su época de mayor esplendor en los 80, el modelo de las ¨becas en el campo¨ parecía ser el inseparable símbolo del tipo de educación que debía y podía ofrecer el socialismo cubano…Parecía…
Nuestro tiempo y el ¨por qué ya no¨ a las becas.
La profunda crisis del Período Especial, al desaparecer la Unión Soviética, inició en las ¨becas¨ del sistema de educación internada, al que respondía parte del concepto de La Lenin, en un deterioro cada vez más severo.
La calidad de la alimentación era tan precaria como la del resto del país, las edificaciones se deterioraban sin posibilidad de mantenimiento, mientras la trasportación de cientos de miles de estudiantes, que implicaba mantener activa una enorme flota de autobuses y dedicar una gran cantidad de combustible, pesaba cada vez más sobre una economía que apenas tenía para sostenerse.
Pero el modelo educativo interno se consideraba parte de los logros de la Revolución y era inconcebible su eliminación. Gran parte del presupuesto utilizado para educación, se consumía en el propio sostén de las becas.
Enviar a los alumnos a estudiar en casa, además de requerir de un acondicionamiento de edificios en la ciudad y sobrecargar el ya saturado transporte urbano, hubiese exigido igualmente grandes recursos y significaba en teoría pasar todo el peso del sustento a los padres, cuyos salarios ya eran insuficientes para lo más básico.
Pero en la práctica, las becas significaron grandes dificultades para muchas familias, que intentaban suplir en la medida de sus posibilidades la precaria alimentación, así como otros detalles como dinero, artículos de aseo, ropa para el trabajo agrícola, transporte con equipaje hasta el punto de recogida y visitas a las lejanas escuelas de ser necesarias.
Con el tiempo y el aumento de las dificultades, cada vez más familias (y los propios alumnos) preferían que sus hijos que terminaban la secundaria tomaran otra opción educativa que no fuera estar ¨becado¨. También para los profesores el sistema de internados era una opción laboral poco deseada pero con muy pocas alternativas.
Solo la Lenin al menos mantenía la ventaja de su educación de excelencia, que consistía en su principal atractivo frente al resto de los preuniversitarios internos. Los ¨Camilitos¨, con una alta calidad en su enseñanza, solo eran válidos para jóvenes con vocación por la vida militar.
Pero entre finales los años 90 y principios de los 2000, la posibilidad de cursar la enseñanza preuniversitaria en la ciudad se volvió casi inexistente. Los ¨Pre de la calle¨, como el de los personajes de la teleserie ¨Algo más que soñar¨ (1984), que convivieron con las ¨becas¨ durante los 70 y 80, desaparecieron. El Preuniversitario ¨Manolito Aguiar¨ y otros similares solo aceptaban estudiantes que por problemas crónicos de salud o impedimento físico no podían vivir internos. En la ciudad solo quedaban los Institutos Tecnológicos que vieron aumentada la solicitud de matrícula por esta razón y no por un verdadero interés. Luego de cursar 4 años (uno más que el pre general) y consumir su capacidad intelectual en una carrera técnica que no les interesaba, muy pocos egresados terminaban ejerciéndola. Las Facultades Obrero-Campesinas para estudiantes-trabajadores, con clases nocturnas y en fines de semana, recibían a no pocos alumnos que rechazaban permanecer en las becas.
La terminación de la secundaria y la incertidumbre de ¨ ¿Qué hacer?¨ para alcanzar el 12 grado se convirtió en una estresante preocupación para muchas familias, sumándose al desacuerdo de la población con otras limitaciones para la vida persistentes hasta bien entrada la década del 2000.
En ese contexto surge la alternativa del centro de estudios ¨Hermanos Tamayo¨ del Ministerio del Interior, que al ofrecer una buena formación y especialmente al no ser interno captó el interés de numerosas familias cuyos hijos no tenían en mente, ni tuvieron después, dedicarse a una carrera policial. El centro sigue siendo un referente de lo que se puede hacer recibiendo los recursos materiales y pudiéndolos usar en el tipo de solución socialmente demandada.
A los jóvenes becados, aunque estuvieran interesados, les era casi imposible disfrutar de la vida cultural y artística de la ciudad que el propio Estado socialista promueve como derecho para sus ciudadanos. A los alumnos de la Lenin, adolescentes brillantes en un momento importante de su formación intelectual, aun hoy les resulta muy difícil disfrutar del universo cultural de La Habana.
Durante años ha venido aumentando la concientización de la importancia de la comunicación familiar, especialmente entre padres e hijos. Campañas publicitarias ¨de bien público¨ orientadas desde instituciones del Estado alentaban la atención para prevenir el consumo de drogas y alcohol, las relaciones sexuales desprotegidas, la discriminación, el irrespeto, la violencia y la falta de educación formal, instando a los padres a conversar sobre estos temas con sus hijos adolescentes. Se insistía en el peso del hogar y la familia en la formación del individuo pero las propias becas lo hacían casi imposible.
La profundidad del impacto psicológico y social de las becas en las relaciones intrafamiliares, el arraigo al hogar, la comunicación padre-hijo, el comportamiento y la formación del carácter, posiblemente esté aun por estudiar en toda su dimensión. En muchos casos la procesión aun va por dentro.
La escritora Margaret Randall, madre de tres hijos becados, no dejó de reseñar este aspecto en sus memorias Cambiar el Mundo. Mis años en Cuba (Ediciones Matanzas, 2016):
¨Con el tiempo Ximena se rebeló contra la beca -hoy describe como excesivamente crueles algunos de los castigos que tuvo que soportar- e insistió en que la transfiriéramos a una escuela externa. (…) A Sarah y a Gregory les hubiese gustado pasar más tiempo con la familia, pero nunca se quejaron lo suficiente como para darnos que pensar. Sarah me dice que aprendió rápidamente a maniobrar en un sistema represivo. Cuando Ximena nos pidió que la cambiásemos a una escuela externa ya Sarah tenía sus ojos puestos en la Lenin, una escuela preuniversitaria muy especial. (…) A pesar del amargo sentimiento de soledad que la embargaba –la sensación de estar en un internado era como no tener familia-, Sarah aguantó hasta graduarse. Estaba convencida que esto marcaría una diferencia en su vida futura. El sufrimiento no consiguió que se diera por vencida. De niña mi hija mayor se aisló en largos periodos de silencio. En ese momento no supe comprender su dolor. Si hubiese estado más al corriente de sus necesidades habría insistido en que no renegara de sí misma como lo hizo¨
El panorama comenzó a cambiar en el 2012 como parte de la actualización de políticas del Estado. Junto con otros cambios, la enseñanza preuniversitaria comenzó a trasladarse a la capital. Se reabrieron los Pre en la ciudad cerrándose los internados en el campo.
En ese entonces cuando algún interlocutor me decía que los cambios eran ¨cosméticos¨ -refiriéndose a la compra-venta de casas y automóviles, el uso de la telefonía móvil- les hacía notar lo que significaba el cambio del modelo educativo. Los detractores, conscientes de la profunda influencia que tuvo en la sociedad cubana el concepto de la ¨escuela en el campo¨, no podían menos que admitir que el gobierno estaba decidido a hacer cambios reales y necesarios. ¨Voluntad y ¨complejidad¨ han sido dos elementos muy presentes en estos años.
Los ¨Pre¨ ganaron en la ciudad convocatoria laboral para los profesores; pero mantuvieron la calidad que poseían, que no era la mejor. Lamentablemente la Lenin, no fue incluida en el traslado y el centro preuniversitario de vanguardia académica ha seguido estando fuera de la capital. Esto ha traído el efecto paradójico pero entendible de la disminución de las solicitudes de ingreso que se ha comentado en los medios recientemente.
La existencia de un centro de estudios de excelencia tanto orientado a las ciencias como a las humanidades, (en la capital no uno, sino varios) es algo imprescindible. Los que con razón claman por que se cubra esa necesidad con la calidad que se debe, lo que deberían reprocharle y reclamarle al Ministerio de Educación no es el deterioro o el uso distinto de la antigua escuela, sino la inexistencia de un centro de este tipo en la ciudad. Con la inversión y dedicación que lleva un proyecto como ese ahí donde debería hacerse. El traslado de la Lenin, con su nombre, sus profesores, su calidad de estudios, sus uniformes azules de distintivo rojo y sus jóvenes brillantes, a una zona céntrica y accesible de la ciudad que eleve el interés en ella, se impone con la misma fuerza que la vida impuso el traslado de los Pre.
Defender y preservar el legado de la Revolución no es atarla a lo que hizo exactamente en determinado momento de su pensamiento, de sus condiciones, de su visión de entonces. No es aferrarla a las piedras, sino a las esencias donde quiera que haya que sembrarlas. Como tampoco es escupir sobre las ruinas sobre las que otros lloran su nostalgia. Una escuela como la Lenin, con ese nombre, no puede desaparecer porque sería darle un gusto demasiado grande a la contrarrevolución. Los titulares que no le dieron a los logros de su existencia, se los darán entonces a su extinción.
La idea de la Lenin es más que un edificio y que un lugar en el mapa. Fue una idea revolucionaria. Pero lo seguirá siendo solo en la medida en que se haga con la lógica más elevada de su fundador: Con sentido del momento histórico.
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