95.000 personas abarrotan las calles de Bilbao para pedir el fin de la dispersión de los presos vascos
¡Vencer a la represión del PP y el bloque monárquico del 155 con la lucha de masas, revolucionaria y por el socialismo!
El sábado 13 de enero, Bilbo se convirtió en el escenario de una impresionante imagen, con cerca de 100.000 personas manifestándose en las calles para exigir a los gobiernos del Estado francés y el español el fin de la dispersión. Una hora antes de que empezara la movilización, más de 600 voluntarios en la organización estaban preparados y una marea de gente empezaba a agruparse a través de todo el recorrido, esperando a la cabecera y financiando masivamente la lucha, vaciando las carteras con donaciones, comprando rifas, etc.
La manifestación salió bajo una intensa lluvia con una docena de furgonetas “mirentxin” a la cabeza, que realizan todos los fines de semana los kilométricos viajes para visitar a los presos. Tras las furgonetas marchaban unos cien “niños con mochila”, niños y jóvenes que tienen madres, padres y familiares presos a miles de kilómetros. Este año, las movilizaciones y los actos previos que se han realizado durante todo el otoño en los pueblos y en las capitales, han querido resaltar la cruda realidad y el sufrimiento vivido por este colectivo que tomaron la palabra al final de la manifestación. Después fueron los familiares y la cabecera con el lema “Estamos preparados. Derechos humanos, solución, paz”. Durante el recorrido fueron numerosos los cánticos entre los que resaltó ¡Euskal presoak etxera, anmistía osoa! (¡Presos vascos a casa, amnistía completa!).
La manifestación contó con la participación de partidos y sindicatos como EHBildu, ELA, LAB, ESK, Udalbiltza y también con los dirigentes de Elakrrekin Podemos, estos a título personal, con Nagua Alba y Lander Martinez por ejemplo. También estaba presente entre otros el dirigente de la ANC Xavi Sanchez, hermano de Jordi Sanchen. La declaración final contó con una parte en catalán para trasladar el apoyo a los presos políticos, lo que causó un enorme entusiasmo.
Este mismo día el Estado francés anunciaba que empezaría a acercar los presos del Estado francés a las cárceles cerca de Euskal Herria. Esto representa obviamente un paso adelante, una victoria que se ha conseguido con años de lucha en las calles, que además cambiará la vida de cientos de personas, aunque no sea suficiente porque ya deberían estar en casa. Sin embargo, el gobierno del PP, ha mirado a otro lado y no muestra ninguna intención de dar el mínimo paso atrás en sus políticas de dispersión y de represión. Pretende seguir vulnerando los derechos más elementales, para mantener en sus mantener en sus manos la dispersión como un trofeo y una advertencia contra la izquierda independentista y la izquierda que lucha en general. Los acontecimientos vividos en Catalunya durante los últimos tres meses han puesto en evidencia que el gobierno del PP, apoyado por Ciudadanos y el PSOE, junto a todo el aparato del Estado español están dispuestos a usar la represión más salvaje y al más puro estilo franquista para combatir la movilización en la calle y cualquier acto que desafíe al régimen del 78 y los privilegios de la clase capitalista.
Dispersión, tortura y presos políticos
En Euskal Herria la represión del aparato de Estado y de los gobiernos del PP y del PSOE no son nada nuevo. La acusación “todo es ETA” ha sido usada como comodín para ilegalizar partidos, cerrar dos periódicos, criminalizar los movimientos sociales, torturar y encarcelar a los activistas y un largo etcétera. A pesar de que han pasado más de 5 años del alto el fuego permanente de ETA y 8 meses del desarme, para la reacción el comodín “todo es ETA” sigue siendo muy recurrente y además ahora lo exportan también fuera de Euskal Herria contra los movimientos sociales como la PAH, contra los activistas, los titiriteros, tuiteros, raperos y ahora también contra ¡los catalanes!
En la actualidad hay 301 presos vascos. La gran mayoría de ellos en las cárceles del Estado español y el francés, más del 80% están a más de 400 km de sus casas. 13 presos están gravemente enfermos, con enfermedades terminales, y sólo dos están en cárceles de Euskal Herria y dos en prisiones atenuadas. La reciente decisión de trasladar a Ibon Iparragirre, preso gravemente enfermo de VHI en fase terminal desde Alcalá Meco al centro Aita Menni de Arrasate y no a su casa, es otra muestra más de la crueldad con la que se continúa tratando a los presos vascos. La política de dispersión es usada por el gobierno español, vulnerando los derechos humanos más elementales, como venganza y el trofeo con el que pretenden mostrar su victoria.
El reciente informe sobre los 4.115 casos de torturas publicado por el instituto de criminología de la UPV a petición del Gobierno Vasco viene a confirmar por medios oficiales algo que a todas luces ya se sabía. Las medidas de incomunicación han significado y significan la práctica sistemática de torturas brutales, utilizadas incluso contra muchos que —como se ha demostrado— nunca han tenido nada que ver con la banda armada. Según este informe, que reconoce no llegar a contabilizar todos los casos.
Pero aunque este informe pretendía ser un lavado de cara para el Gobierno Vasco, el informe también incluye 310 casos atribuidos directamente a la Ertzaintza y 4 de la policía local. Por supuesto que la Ertzaintza comandada por el PNV ha jugado un papel crucial en la represión en Euskal Herria. Las políticas de dispersión fueron apoyadas e impulsadas por el PNV, las detenciones y las torturas siempre se han desarrollado con su complicidad. Aunque dijo estar en contra de la ley de partidos, la Ertzaintza fue responsable de ejecutarla y el PNV el primero en beneficiarse en escaños con ella. Las cargas policiales, las palizas a los manifestantes, o por ejemplo ascender al responsable del operativo que asesinó a Iñigo Cabacas a jefe de la Ertzaintza son una realidad muy conocida por el movimiento. En los hechos el PNV siempre ha sido el más ferviente defensor de la represión. Aunque intente lavarse las manos con gestos hipócritas, nunca ha mostrado la más mínima duda a la hora de enfrentarse con la represión a una movilización que moleste sus intereses.
El aparato de Estado español con el PP a la cabeza no está dispuesto a dar un paso atrás en las políticas represivas consolidadas en Euskal Herria durante las últimas décadas porque es muy consciente de que va a necesitarlas contra la creciente movilización social en todo el Estado. Desde sectores reaccionarios se ha planteado retocar la ley de partidos para poder aplicarla contra los partidos independentistas. Del mismo modo se nos ha hablado de utilizar el 155 en la CAV o en Navarra si es necesario. Tanto la ley de partidos, como el 155 y la Ley Mordaza son claros ejemplos de la deriva autoritaria, reaccionaria, represiva y centralista del Estado español y el bloque de los partidos constitucionalistas. Pero, por otra parte, son el reflejo directo del miedo de la clase dominante a la fuerza de las masas de trabajadores y jóvenes en las calles. El hecho de que en Catalunya la reacción se haya tenido que enfrentar a un movimiento de masas pacífico ha llevado al aparato de Estado a dar un salto de calidad en este sentido. Han dejado a un lado los adornos y filigranas democráticas para acusar de sedición y rebelión o delito de odio contra los Jordis y los consellers y están preparados para usarlos también contra cualquier militante o activista de la izquierda a quien se le ocurra protestar o luchar contra el régimen del 78. Pero claramente, esto no se aplica a los fascistas que campan con total impunidad en los cuerpos de la policía y en las bandas, que amenazan, golpean y arremeten contra el movimiento obrero, contra inmigrantes y homosexuales sin ninguna consecuencia.
El 1 de octubre en Catalunya dejó en evidencia la impotencia de las fuerzas represivas ante la firme determinación de miles de personas dispuestas a defender su derecho a decidir pacíficamente. Pero además, hemos podido ver cómo la represión, lejos amedrentar y dispersar al movimiento lo ha unido y lo ha fortalecido. Tal y como hemos visto en otros momentos históricos, la represión que se enfrenta a un movimiento de masas alimenta la revolución. Por eso, la lucha contra la represión no está separada con la lucha por transformar este sistema. No hay ningún capitalismo de rostro humano. La clase dominante pretende prepararse para combatir las rebelión de las masas contra el sistema capitalista, pero por todo que hagan son totalmente incapaces de frenar a los trabajadores y la juventud armada con un programa y una organización revolucionaria.
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