Desobediencia pacífica
Estos eran los que
venían con soluciones políticas para no "judicializar" el conflicto.
Y procesan a los independentistas hasta por los lazos.
Los visitantes de
las redes, singularmente tuiter, encuentran de vez en cuando intervenciones
apasionadas, tuits de los que ahora llaman "hiperventilados",
verdaderos Bravehearts de la liberación catalana. Gentes
indignadas que exigen a los políticos indepes que planten cara al Estado de una
vez, que desobedezcan, que se rebelen y que, si no tienen agallas para hacerlo,
se echen a un lado y dejen paso a quienes sí lo harán. No ha lugar ya a más
arrastrar los pies, buscar excusas y componendas con una legalidad española que
solo busca aniquilar Catalunya. A base de aceptar las imposiciones españolas
acabaremos aceptando la vuelta a la autonomía y quién sabe si algo peor.
La fe en la
existencia de un "pool" de políticos/as independentistas dispuestas a
la ruptura final es eso, fe, porque es el futuro. Vayamos a lo de ahora. Torra
ha desobedecido lo suficiente para poner en marcha una nueva represión
del Estado disfrazada de justicia. La fiscalía se querella por desobediencia y pueden caerle dos años de
inhabilitación. Eso si la cosa no se complica, interviene Llarena y
acaban pidiéndole 15 años por rebelión porque se alzó con intención tumultuaria
a un balcón. Sí, es una broma; o debiera, pues con estos legionarios hispánicos
nunca se sabe.
¿Qué más cabe
pedir a Torra? ¿Qué más a los presos/as políticas? ¿Qué a Puigdemont? El juego
consiste no en desobedecer la ley sin más, sino en demostrar que la ley asfixia
los derechos de los catalanes y no queda otra que desobedecer. Quizá no sea tan
llamativo como lo primero, pero es desobedecer y abre nueva vía represiva que,
lógicamente, se trata de minimizar. No queremos mártires; queremos luchadores
por la independencia de Catalunya que estén operativos el mayor tiempo posible.
No ha mucho lugar
a la hiperventilación, sobre todo si se quiere ser justo con lo que la gente da
y hace por la causa común. Torra ya dijo hace un tiempo que estaba dispuesto a
ir a la cárcel por la libertad de Catalunya. Y lleva camino de probarlo.
Palinuro, no obstante, osa sugerirle que, sin abandonar ese sendero, considere
tomar otra salida en forma de exilio. Es un gran conocedor de Suiza,
probablemente el país que ha tenido más exiliados y refugiados en su
historia de toda Europa, en relación a su extensión y habitantes.
Mientras tanto,
parece persona perfectamente capaz de tratar la situación en la que la ANC presiona para acortar tiempos e insiste en la unilateralidad, DUI
y publicación en el DOG. Es razonable pedir a esta organización
social que tenga preparado el personal para llevar a cabo la empresa ya que
desatará otra oleada de represión del Estado. No puede recaer todo sobre las
espaldas del Govern. La revolución catalana no solo es trasversal, sino también
participativa. Y conviene asimismo que pulse el parecer de las distintas
fuerzas independentistas por si hubiera sorpresas. Veo a ERC reticente en la
vía de la desobediencia y no acabo de ver a la CUP.
Este será el
momento del pool y que quienes están dispuestos/as a seguir
cumpliendo el mandato del 1-O tomen el mando y continúen. Lo importante es esa
continuidad que fortalece el movimiento y revela el entramado policiaco y
carcelario español que, junto a un poder judicial politizado a extremos
caricaturescos, es lo opuesto a un Estado de derecho.
Otra cosa es si el
Estado hace bien o no con la política represiva. Asunto de poca monta, excepto,
si acaso para considerar con nostalgia cómo viejos socialistas de memorias
izquierdistas son hoy firmes partidarios de esta monarquía, fieles
continuadores del posfranquismo y enemigos jurados de los derechos
fundamentales de los catalanes. En relación a Catalunya el Estado siempre lo
hace todo mal. Si reprime, intensificará el movimiento indepe. Si no reprime,
también.
La única salida,
la única desde el principio, es un referéndum de autodeterminación en Catalunya
bajo supervisión internacional.
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