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“Trump quiere controlar las mayores reservas de petróleo
del mundo”
Carta abierta a la administración de
Estados Unidos en la que se expresa preocupación por su empeño en derrocar al
Gobierno de Venezuela
NOAM CHOMSKY Y
123 ACADEMICOS MÁS
Venezuela.
MALAGÓN
13 DE MARZO DE
2019
Nos
dirigimos a ustedes con gran preocupación por la dirección que WOLA (Oficina de
Washington para América Latina) ha tomado respecto a un asunto de vida o
muerte, y posiblemente de guerra y paz, en América Latina. Esta carta es un
intento de dialogar con WOLA acerca de su apoyo a varios aspectos del empeño de
la administración de Trump por derribar al Gobierno de Venezuela.
Creemos
que el empeño de la administración de Trump por cambiar el régimen de Venezuela
es erróneo en todos los sentidos: moral, legal y políticamente hablando. Puesto
que el propio Trump y sus principales funcionarios han amenazado abierta y
repetidamente con la guerra, este empeño también presenta un grave peligro
respecto a la pérdida de vidas humanas y la integridad física de las personas,
así como otras consecuencias imprevisibles de la guerra y la violencia
política.
Por estos
y otros motivos, WOLA debería oponerse de forma inequívoca a este anhelo por
cambiar el régimen, del mismo modo que los progresistas de todo el mundo se
opusieron a la Guerra de Iraq en 2003. Sin embargo, no lo ha hecho. Más bien,
en gran medida, lo ha refrendado. Se pueden tener opiniones personales
diferentes respecto a la política interna de Venezuela o sobre cómo deberían
resolver sus diferencias los venezolanos. Pero no hay duda de que la operación
ilegal de cambio de régimen de la administración de Trump está empeorando
enormemente la situación y debería recibir la oposición de todas aquellas
personas a las que les importan las vidas humanas y el derecho internacional.
Lo más
peligroso es la oposición de WOLA a los ofrecimientos de mediación por parte
del papa Francisco, así como de los gobiernos neutrales de México y Uruguay.
WOLA se ha referido a estos ofrecimientos –que han sido denominados el
Mecanismo de Montevideo– como un “fracaso”. En su lugar, WOLA ha escogido
al Grupo de Contacto europeo, que está dominado por Washington y los gobiernos
aliados con su empeño de un cambio de régimen y sanciones ilegales como el
único espacio legítimo para llevar a cabo las negociaciones.
Puesto
que, obviamente, la administración de Trump no tiene ninguna intención de
negociar, y lo ha declarado abiertamente, la preferencia de WOLA implica que no
habrá negociaciones reales hasta que el resto de gobiernos del grupo (europeos
y latinoamericanos) estén dispuestos a cortar por lo sano con Washington. Esto
no es imposible, pero es muy improbable en un futuro próximo. Por lo tanto, la
elección de WOLA de un grupo negociador dominado por Trump ayuda a este y a su
equipo de extremistas (John Bolton, Marco Rubio y Elliott Abrams) a rechazar el
diálogo o la negociación.
WOLA
incluso rechaza la participación de la ONU en las negociaciones, a propuesta
del secretario general de la ONU Antonio Guterres, alegando que su papel
debería limitarse a supervisar una transición. La ONU es el mecanismo
internacional que ha acumulado más experiencia y conocimiento en la mediación
de crisis entre países y dentro de un mismo país. Aquí se incluye la mediación
con éxito del fin de guerras civiles aparentemente insolubles como la de El
Salvador en la década de 1990. Esta experiencia de la ONU, junto a la autoridad
moral que posee como organismo internacional más representativo, significa que
un proceso de mediación supervisado por ellos tendría mucha más legitimidad que
uno liderado por la Administración de Trump y sus aliados políticos.
WOLA ha
sido ambigua respecto a si respalda el reconocimiento de Juan Guaidó como
“presidente interino”, una medida que automáticamente establece un embargo
comercial, además del actual embargo financiero. Esto se debe a que casi todas
las divisas del país provienen de las exportaciones del petróleo, de las
cuales, aproximadamente tres cuartas partes, se destinan a países que se han
unido al reconocimiento por parte de Trump de un gobierno paralelo y, por lo
tanto, no se espera que vayan a pagar al actual gobierno de Venezuela por su
petróleo. [1]
Esto
privará a la economía de miles de millones de dólares en divisas, lo cual
acelerará el aumento de la mortalidad (incluida la mortalidad infantil) por
falta de medicinas y atención médica, así como el empeoramiento de la escasez
de alimentos: un impacto ampliamente reconocido. Esto es profundamente inmoral.
También infringe el derecho internacional, incluido el Artículo 19 de
la Carta de la OEA, la Carta de la ONU y muchos otros tratados internacionales
que ha firmado Estados Unidos.
WOLA
también ha adoptado una postura ambivalente sobre las sanciones de Trump en
agosto de 2017 al hacer alguna crítica, pero también ofreciendo algunas
sugerencias de mejora. Estas sanciones impusieron un embargo financiero ilegal
(por las mismas razones que antes) que ha sido devastador al paralizar la
producción de petróleo y, de este modo, privando a la economía de miles de
millones de dólares en divisas necesarias para importaciones vitales. Asimismo
impidió cualquier reestructuración de deuda, así como otras medidas necesarias
para que el país dejara atrás la depresión e hiperinflación.
WOLA
defendió estas sanciones argumentando que “complican las finanzas del gobierno
de Maduro de modo que no tendrán un impacto inmediato en la población (a pesar
de que, a largo plazo, probablemente lo harían)”. Esto es falso, como sabe
cualquiera que esté familiarizado con la economía venezolana. La economía
venezolana –no solo el Gobierno– depende de las exportaciones de petróleo para
casi la totalidad de sus divisas. Eso es lo que paga las importaciones de medicinas,
alimentos y otras necesidades vitales, ya sean del gobierno o del sector
privado.
Estas
posturas no son defendibles desde el punto de vista humano, y tampoco lo es el
objetivo aparente de la administración de Trump de un cambio de régimen
extralegal. ¿Por qué el equipo de Trump rechaza la negociación? Porque no
quiere la solución de compromiso necesaria para que coexistan las fuerzas
políticas de la oposición en un país polarizado. No les preocupa el coste
humano de una solución en la que haya un ganador absoluto; de hecho, es posible
que para gente como Elliott Abrams y John Bolton, la violencia se considere una
parte integral de su estrategia para vencer al chavismo y sus seguidores u
obtener el control que tanto Trump como Bolton han declarado que quieren tener
sobre las mayores reservas de petróleo del mundo.
Es
positivo que WOLA se haya desmarcado de estas personas al oponerse a la
intervención militar de Estados Unidos y a la manipulación de la ayuda
humanitaria con fines políticos. Sin embargo, esto no es suficiente. Debería
oponerse categóricamente a toda la sórdida operación de cambio de régimen, las
violaciones del derecho internacional y las sanciones ilegales que están
causando tanto sufrimiento.
WOLA no
debería hacernos creer que esta operación de cambio de régimen externo,
liderada por extremistas propensos a la violencia, es en realidad un esfuerzo
legítimo de la “comunidad internacional” para ayudar a resolver la crisis
política y económica de Venezuela. Y lo que es más importante, WOLA debería
abandonar la inverosímil afirmación de que el único proceso de negociación
viable es el que está controlado por la administración de Trump y sus aliados,
es decir, el Grupo de Contacto europeo.
[1]
Posteriormente, la administración de Trump estableció algunas excepciones
temporales para algunas petroleras.
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Este texto
se publicó originalmente en Venezuelan Analysis.
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Traducción
de Paloma Farré.
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