La reunión del Consejo de Seguridad de la ONU y el debate alrededor de la República Bolivariana de Venezuelapor Frente Antiimperialista Internacionalista |
Los sucesos en torno a la hermana
República Bolivariana de Venezuela se desarrollan a un ritmo que en
ocasiones es difícil poder seguirlos a la velocidad que la situación
amerita. La tarea se torna aún más compleja si tomamos en
consideración, que no siempre se cuenta con el mejor manejo de datos; a
lo que se añade que, en múltiples sectores de nuestra población,
encontramos que aún no han tenido la oportunidad de sensibilizarse en
torno a ciertos conceptos; conocen las determinadas
estructuras de poder y decisión; y carecen de elementos concretos en
torno a la identificación de varios organismos que, a nivel
internacional, ciertamente pueden jugar un papel determinante en la
búsqueda de una salida política a la presente amenaza de intervención
militar imperialista sobre Venezuela.
Me decía recientemente una persona a raíz
de la reunión del Consejo de Seguridad de la Organización de las
Naciones Unidas, por ejemplo, que no entendía el por qué la sutileza e
insistencia del representante de la Federación Rusa
durante la sesión del pasado martes 26 de febrero en dicho Consejo, a
los efectos que lo que debería estar en discusión no era la situación
“en” Venezuela, sino la situación “alrededor de” Venezuela.
No se trata de un mero cambio de palabras o
una mera expresión idiomática. En materia de alta diplomacia, como
también en ciertos asuntos cotidianos, los términos tienen sus
particulares significados, connotaciones y efectos. En
el caso que mencionamos sobre las expresiones del diplomático ruso, la
diferencia estriba en que Estados Unidos y una serie de países, en su
propósito de deslegitimar al gobierno constitucional de Nicolás Maduro
Moros, han planteado la necesidad de intervenir
“en” Venezuela, ello a partir de su alegada situación interna; lo que
no es lo mismo que discutir los elementos internos o exteriores
“alrededor de Venezuela”, que es lo que permite un análisis integral de
lo que realmente provoca, en gran medida, la actual
situación interna en Venezuela.
Dicho lo anterior, en otras palabras, no
se puede discutir si hay o no hay una situación de crisis humanitaria en
Venezuela que justifique la intervención del Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas sin discutir el congelamiento
de decenas de miles de millones de dólares propiedad del gobierno
venezolano, actualmente confiscados, incautados y embargados por Estados
Unidos, el Reino Unido de la Gran Bretaña y otros países de la Unión
Europea. Tales acciones se han llevado a cabo precisamente
para impedir o limitar sustancialmente la capacidad del gobierno
venezolano para comprar en los mercados internacionales aquellas
mercancías y productos necesarios para atender adecuadamente las
necesidades alimentarias, de salud y de otra naturaleza de su
pueblo.
De la misma manera, no puede discutirse el
asunto de los llamados 3.2 millones de venezolanos que han emigrado del
país como justificante para la intervención en Venezuela; sin tomar en
consideración los casi 5 millones de colombianos
que, en los pasados años, se han refugiado precisamente en Venezuela
producto de las persecuciones, represión e inseguridad ciudadana que
sufren en Colombia, su país de origen.
Tampoco es posible discutir lo acontecido
en las elecciones efectuadas en mayo de 2018 en Venezuela y su
resultado, sin discutir también la participación de otros partidos
opositores en dichos comicios, el resultado de los votos
obtenidos por cada partido o agrupación política que concurrió a las
elecciones, frente a las motivaciones de un sector de la oposición que
se abstuvo de participar en tales elecciones a pesar de que había ya, en
un proceso de mediación entre las partes auspiciado
por el gobierno de la República Dominicana, se había alcanzado un
preacuerdo, que posteriormente fuera rechazado por dicha oposición.
De la misma manera no puede hablarse de
actos de violencia en la frontera entre Colombia y Venezuela, sin
discutir antes de parte de quién provino la violencia generada; sin
asumir una postura de denuncia ante la falta de acciones
afirmativas por parte de las autoridades de Colombia para impedir que,
desde su territorio, se atacara el personal desplegado por Venezuela en
la frontera con Colombia. Tampoco puede dejarse de considerar en torno a
dichos incidentes, la impunidad con que
el Gobierno colombiano manejó la situación generada desde su territorio
nacional; o los llamados de parte de funcionarios y presidentes de
países como, Colombia y Chile, que en abierta postura injerencista,
apoyaron desde el lado colombiano y estimularon la
entrada ilegal de personas armadas con bombas molotov y otros
instrumentos en el paso fronterizo hacia territorio venezolano.
Finalmente, también es necesario
incorporar en el análisis, la denuncia a las actuaciones de ciertos
funcionarios, que a título de ser directivos de organismos
internacionales como es el caso del Secretario General de la OEA, o
de los funcionarios del gobierno de Estados Unidos, que han llevado a
cabo actos dirigidos a desestabilizar Venezuela y promover una escalada
en el manejo de la situación del conflicto, incluyendo el visto bueno a
la intervención militar en suelo venezolano.
Por eso tiene razón el funcionario ruso de que lo que debe discutirse
en esta coyuntura ante el Consejo de Seguridad, no es lo que sucede “en”
Venezuela, sino discutir lo que sucede “alrededor de” Venezuela.
En efecto, el pasado martes 26 del mes en
curso, se debatió al interior del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas un proyecto de Resolución impulsado por Estados Unidos a través
de su representante Elliot Abrams. Este funcionario,
colocado por Donald Trump para dirigir los esfuerzos diplomáticos de
Estados Unidos en el Consejo de Seguridad, es el mismo que jugó un rol
clave en la intervención de Estados Unidos en Afganistán e Iraq. El
propósito de la Resolución estadounidense era exigir
la entrada al territorio de Venezuela de alegada “ayuda humanitaria
extranjera”. Conforme indicó el gobierno de Estados Unidos, la llamada
“crisis humanitaria” y el “éxodo de venezolanos hacia otros países de la
región”, compromete la paz .
El Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas es un organismo adscrito a esta organización mundial, el cual es
responsable de determinar cuándo y dónde se ha de desplegar una
operación de mantenimiento de paz. En la toma de decisiones,
el organismo debe tomar en consideración factores tales como si bajo un
escenario de previa beligerancia, se ha decretado o no un cese al
fuego; si las partes involucradas en tal escenario han acordado entre sí
aceptar la supervisión o intervención de las
Naciones Unidas en un esfuerzo conjunto para alcanzar la paz; si existe
un fin político claro que se refleje en el mandato que recibirá las
Naciones Unidas para su intervención; y ciertamente, si existen o no
condiciones para asumir que la presencia de efectivos
de las Naciones Unidas en determinada región, tendrían una garantía
razonable en torno a su seguridad personal una vez asuman la ejecución
del mandato.
El Consejo de Seguridad actual tiene sus
antecedentes históricos en la conferencia realizada, previo al final de
la Segunda Guerra Mundial en Washington. En ella participaron China, la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas,
el Reino Unido de la Gran Bretaña y Estados Unidos de América. Más
adelante, algunos de los países aliados en la Segunda Guerra Mundial
realizaron otra reunión en 1945 en Yalta en 1945; y luego, también en
1945, otra conocida como la “Conferencia de San Francisco”,
donde se aprueba lo que hoy conocemos como la “Carta de las Naciones
Unidas”.
La Carta de la ONU contiene un Capítulo V,
en el cual se dispuso a través de los artículos 23, 24, 25, 26, 27, 28,
29, 30 31 y 32p lo relacionado con la creación del Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas. En dicho Capítulo
se encuentran, todos ellos relativos al Consejo de Seguridad. En
particular, el Artículo 24 indica que los suscribientes de la Carta
“confieren al Consejo de Seguridad la responsabilidad de mantener la paz
y seguridad internacional y reconocen que el Consejo
de Seguridad actuará a nombre de ellos al desempeñar las funciones que
supone aquella responsabilidad.” Por su parte, el Artículo 25, dispone
que los “miembros de las Naciones Unidas convienen en aceptar y cumplir
las decisiones del Consejo de Seguridad de
acuerdo con esta Carta.”
El Consejo de Seguridad está conformado
actualmente por 15 países. De estos, cinco son miembros permanentes y
los otros diez son elegidos por términos de dos años. Las decisiones del
Consejo de Seguridad se toman por una mayoría
de 9 de sus integrantes. No obstante, si uno de los cinco países
miembros permanentes del Consejo de Seguridad veta una decisión adoptada
por la mayoría del Consejo de Seguridad, la misma no es ejecutable para
las Naciones Unidas. Los cinco miembros permanentes
del Consejo de Seguridad son: Estados Unidos de América, Francia, el
Reino Unido de la Gran Bretaña, la República Popular China y la
Federación Rusa. Los actuales diez integrantes adicionales del Consejo
de Seguridad son: Alemania, Bélgica, Polonia, Indonesia,
República Dominicana, Perú, Sudáfrica, Guinea Ecuatorial, Costa de
Marfil y Kuwait.
En el año 1971, la representación como
miembro permanente de la República de China pasó a manos de la República
Popular China; mientras que la representación de la Unión Soviética, en
1991, pasó a la Federación Rusa. Hasta el año
2012, según informa la página electrónica Wikipedia,
el ejercicio del poder de veto
se había dado en 269 instancias, siendo Estados Unidos y la Federación
Rusa (lo que incluye la vieja URSS) los estados que más veces han
ejercido el mismo, con 89 y 128 vetos respectivamente.
Además del mantenimiento de la paz y la
seguridad mundial, el Consejo de Seguridad debe recomendar acuerdos por
medios pacíficos, está facultado para imponer sanciones económicas y
autorizar el uso de la fuerza.
En las reuniones del Consejo de Seguridad,
cualquier país miembro de las Naciones Unidas tiene derecho a estar
presente y ejercer el derecho a la expresión, sin embargo, sólo los
integrantes plenos del Consejo tienen el derecho
al voto.
La reciente discusión en el seno del
Consejo de Seguridad de la ONU relacionada al tema de Venezuela, es la
segunda vez en años recientes que se produce. Contó con la intervención
de más de cuarenta países, entre los cuales surgieron
expresiones favorables a la propuesta de Resolución presentada por
Estados Unidos, como también, en contra de la misma. A pesar de lo
anterior, el consenso mayoritario de las intervenciones fue a los
efectos de que la manera de solucionar la situación relacionada
con Venezuela, fuera la vía diplomática y no la intervención armada.
Valga la pena destacar que países que
antes se habían movido en una dirección favorable a una intervención,
incluso una de carácter militar; luego de los incidentes del pasado 23
de febrero en la frontera con Colombia, donde quedó
evidenciada la solidez y el apoyo al gobierno del presidente Maduro,
así como la unidad de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en torno al
mismo han ido desplazando sus voces hacia la búsqueda de una salida que
no conlleve la intervención militar contra
Venezuela.
En el caso de la postura de países de la
Unión Europea, observamos que también se han distanciado un tanto de la
alternativa de considerar como opción un movimiento de intervención
militar en Venezuela.
Información hecha pública tanto por
funcionarios militares de la Federación Rusa, por el gobierno de la
República de Cuba y ciertamente por el gobierno de Venezuela, no
obstante, siguen señalando el peligro, ante el desplazamiento
de medios militares estadounidenses hacia la cercanía de Venezuela
dirigidas a una intervención directa de Estados Unidos. Son reveladoras
las noticias sobre el desplazamiento de unidades de fuerzas especiales
de Estados Unidos hacia Puerto Rico y hacia Colombia,
a lo cual debe sumarse informes anteriores sobre el desplazamiento
hacia la zona aledaña a Venezuela y Colombia, por el Océano Atlántico y
el Pacífico, de medios navales de Estados Unidos y de unidades de la
Infantería de Marina. Se informa además, la decisión
del gobierno de Paraguay de también autorizar el uso de su territorio
por parte de tropas de Estados Unidos.
A pesar de que el gobierno norteamericano
no admite públicamente su reforzamiento de cara a una intervención
militar en Puerto Rico, no debe olvidarse que hace apenas unos meses la
prensa en Puerto Rico anunció la creación por
parte de las fuerzas armadas de Estados Unidos de un nuevo comando en
Puerto Rico denominado “Comando del Caribe de la Reserva del Ejército de
Estados Unidos” (“1st Mission Support Command”), el cual comprende
tanto el territorio de Puerto Rico como el de
las Islas Vírgenes estadounidenses, cuyas estructuras de mando
principales estarían ubicadas en el Fuerte Buchanan, localizado en el
Área Metropolitana de San Juan, donde, en el pasado estuvo localizada la
Guarnición del Comando Sur (Ejército Sur).
Al presente, al menos en el plano
diplomático, los planes desestabilizadores de Estados Unidos siguen su
curso, aunque cada vez más Venezuela se perfila en una mejor posición
ante la inmensa mayoría de los países del mundo. Venezuela
tiene, además a su favor, que al interior de esos países donde sus
gobiernos empujan la agresión contra Venezuela, se sigue cuajando, lenta
pero ininterrumpidamente, un fuerte movimiento social contrario a la
intervención y la injerencia imperialista, y a
la vez, favorable al gobierno constitucional de Nicolás Maduro Moros.
En definitiva, las políticas que impulsan tales gobiernos también son
objeto rechazo y de resistencia por parte de sus propios pueblos, lo que
debe servir de mensaje subliminal de lo que
podría ocurrir, si se desata una intervención militar contra Venezuela.
De acuerdo con una nota de AFT publicada en el periódico peruano
El Comercio, en
su edición del 28 de febrero, el Consejo de Seguridad de la ONU estaría
votando sobre dos proyectos de resolución, uno promovido por Estados
Unidos y el otro por
la Federación Rusa. Señalando haber obtenido acceso anticipado a los
proyectos de resolución mencionados, indica que la resolución de Estados
Unidos hace un llamado urgente a que se celebren elecciones “libres,
justas y creíbles” en Venezuela. Indica, además,
que las elecciones efectuadas en mayo de 2018 no fueron libres ni
justas; y hace también un llamado a la restauración “pacífica de la
democracia y del Estado de Derecho” en dicho país. Por su parte, el
proyecto de resolución impulsado por la Federación Rusa,
plantea la inquietud que genera la situación ante “las amenazas del uso
de la fuerza” y los intentos de intervención extranjera en los asuntos
internos de Venezuela, haciendo el llamado a una “solución política y
pacífica” en este país latinoamericano; e insistiendo
en que quien tiene la autoridad delegada para convocar a soluciones en
Venezuela, es el presidente Nicolás Maduro.
Este medio de comunicación anticipaba lo
que en efecto ocurrió, que si bien la resolución estadounidense podría
obtener los 9 votos necesarios para conformar una mayoría en el Consejo
de Seguridad; los vetos de la Federación Rusa
y de la República Popular China a la resolución presentada por Estados
Unidos, convertirían en inoficioso su resultado, ya que no sería
vinculante ni autoejecutable para los integrantes del organismo
internacional.
Los pueblos latinoamericanos están
conscientes de que en Venezuela también se juega el futuro de la
soberanía de cada uno de ellos. Para la inmensa mayoría de los Estados
soberanos, miembros plenos de las Naciones Unidas, también
existe un claro rechazo al intervencionismo promovido por Estados
Unidos en Venezuela. Estos países conocen claramente cómo, detrás del
argumento del derecho humanitario invocado, detrás del llamado a imponer
nuevas elecciones en Venezuela, y del apoyo dado
al usurpador Juan Guaidó, se esconde la agenda norteamericana por el
control de la riqueza venezolana y sus inmensos recursos naturales. Es
por ello que, en la solidaridad con la República Bolivariana de
Venezuela; en el rechazo a la intervención imperialista
contra este hermano pueblo; en la defensa de su soberanía nacional y la
autodeterminación, es que está hoy afirmada la voluntad del resto de
los pueblos de nuestro hemisferio en un claro rechazo a una intervención
imperialista.
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