Las incoherencias (que algunos llamarán hipocresía) del estado español
El Plural
Acaba de ocurrir un hecho en España que muestra la incoherencia (y algunos dirán hipocresía) de las cuales son capaces las fuerzas conservadoras y neoliberales que gobiernan España. Me explicaré. Una de las características que se atribuyen estas fuerzas políticas es la de ser portadoras de un profundo patriotismo, como herederas de las derechas (en realidad ultraderechas en el espectro político europeo) que ganaron una guerra e impusieron la imagen de ser ellas las auténticas fuerzas españolas que defendieron a la Patria frente a los enemigos que la amenazaban, desde fuera y/o desde dentro de ella. Un mero conocimiento de este pasado muestra, no solo la falsedad de dicha postura, sino la realidad de su impostura. El golpe militar contra la República, apoyado por el poder nazi alemán y el fascista italiano (sin los cuales nunca hubiera ganado la guerra), era un golpe contra la mayoría de la población española, en defensa de los intereses económicos, financieros, culturales y religiosos de una minoría que, carente de capacidad intelectual de convencimiento, obtuvo su poder a base de una enorme represión. La dictadura que existió en España desde 1939 hasta 1978 fue de las más crueles que existieron en Europa en aquel periodo. Por cada asesinado político que cometió Mussolini, Franco cometió 10.000. En realidad, Franco fue el personaje que lideró el régimen que asesinó a más españoles en el siglo XX. Fue un asesino, además de un criminal de guerra, cuyo poder todavía perdura, como lo atestigua que todavía no se haya llevado ante los tribunales a los responsables de aquellos crímenes. El enorme provincianismo e ignorancia de sus sucesores –que es la derecha actual- hace que no se den cuenta de que son la “vergüenza de Europa”. La “marca” España es la España vergonzosa de un Estado ultraconservador con tics reaccionarios, que continúa dañando con sus políticas a la mayoría de la población española y a la imagen de España en el exterior. Y todo ello, enarbolando la bandera española.
El comportamiento incoherente de los superpatriotas
Lo cual me lleva a discutir el hecho al que hacía referencia al principio del artículo. A finales de año, el jefe del Estado español (superpatriota nº 1) hacía el mismo discurso laudatorio de la Patria única e indisoluble, enfatizando la importancia de acatar la Constitución, celebrando a la familia como el centro de la vida emotiva de los españoles, con un mensaje cariñoso hacia los que se han tenido que ir de España por razones económicas (lo cual quiere decir que se fueron porque no encontraban trabajo). Pero, casi al mismo tiempo, con pleno silencio y alevosía, con el intento de pasar desapercibido, su gobierno, dirigido por el Sr. Rajoy, el superpatriota nº 2 (que también hizo referencia a la Patria, a la santidad de la Constitución, a la familia y a los que tienen que irse), publicó una norma en el BOE, el Boletín Oficial del Estado, en la que, a los españoles que tenían que irse, se les privaba de unos derechos, derechos garantizados, por cierto, por la Constitución. Según este “documento sagrado”, todo español tiene derecho a la sanidad. Pues bien, dicha norma del BOE indica que los españoles que emigran (y la mayoría lo hace porque no encuentra trabajo) dejarán de tener derecho de acceso a la sanidad española. En otras palabras, dejarán de ser españoles. O la otra manera de interpretarlo es que la Constitución es un papel mojado, sin ningún valor, precisamente lo contrario de lo que ahora sostienen los superpatriotas para no permitir el derecho a decidir de Catalunya.
Esta política es profundamente injusta. Significa, en realidad, un ataque a los españoles por parte de su Estado y de su gobierno, que no debería dejarse sin denuncia. Se ha llegado al otro extremo de lo que debería hacerse. En realidad, fue un gobierno conservador, el del Sr. Adolfo Suárez, ya en época democrática, el que en los años setenta decretó que todo español que por necesidades laborales tuviera que tomar la nacionalidad de otro país, mantendría la nacionalidad española. Este decreto, además de humano, era un decreto patriótico, pues ayudaba a la oleada de trabajadores españoles que tuvieron que irse a trabajar a Europa, a mantener su nacionalidad. Esta fue una de las causas de que no solo la población española no descendiera, sino que dichos trabajadores pudieran reintegrarse en España de nuevo.
Fue una gran sorpresa y una gran vergüenza que el gobierno de Felipe González anulara este derecho, penalizando a los obreros españoles, que al perder la nacionalidad española se tuvieron que quedar en los países donde habían conseguido la nacionalidad. El gobierno que supuestamente estaba del lado de los trabajadores, les negó su patria cuando más la necesitaban.
Pero la norma aprobada por el gobierno superpatriota del Sr. Rajoy va incluso más allá. El Estado español les indica que, en la práctica, dejarán de ser españoles, sin poder contar con los beneficios del Estado español. Además de insensibilidad humana y de comportamiento anticonstitucional (les garantizo que el superpatriota nº 3, el Tribunal Constitucional, no dirá ni pío sobre este escándalo. Este tribunal no permite el derecho a decidir al pueblo catalán porque, según tal Tribunal, este derecho priva la unidad de derechos de los españoles). Les aseguro que este mismo Tribunal Constitucional no dirá nada de esta medida que establece una desunión de los españoles, entre españoles de primera (los que tienen trabajo en España) y españoles de segunda (los que tienen que irse de España para encontrar trabajo). Sería de desear que el día que gobiernen las izquierdas, anulen esta medida antiespañola, discriminatoria. Es más, deberían hacer, como bien hizo el gobierno Suárez, que los derechos que otorga la nacionalidad española no puedan perderse, y que, aquellos que por razones laborales (por no poder encontrar trabajo en su propio país) tengan que tomar la nacionalidad del país que les ofrece trabajo no pierdan la nacionalidad española. A estos españoles hay que apoyarlos y mostrarles que España siempre los acogerá, una actitud que, por cierto, el Estado español casi nunca ha tenido.
A aquellos españoles que tuvieron que exiliarse por causas políticas (la diáspora republicana) nunca se les reconoció y agradeció su servicio y lucha por la libertad y la democracia, nunca se les homenajeó, nunca se les ayudó, y murieron (entre ellos familiares míos) con pleno olvido por parte del Estado español. Ahora, otra diáspora está ocurriendo, por causas económicas, que debiera generar una respuesta distinta a la que siempre caracterizó al Estado español, uno de los Estados más insensibles a las necesidades de la ciudadanía existentes en la UE-15, como lo muestra la falta de atención que ha mostrado a los que tuvieron que irse de España, bien por razones políticas, bien por razones económicas a lo largo de su historia.
Vicenç Navarro. Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
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