Socializar las pérdidas y privatizar los beneficios
Una y otra vez se repite la misma sangrante historia: en un país en donde nuestros gobernantes nos repiten machacona y constantemente que no hay dinero para sanidad o educación, en donde se recortan día tras día los cada vez más escasos servicios sociales, esos que mantienen a salvo de la indigencia (aunque por poco) a millones de ciudadanos de las capas más desfavorecidas, una nación con un déficit público de vértigo resulta que sin embargo siempre hay dinero para lo más importante.
Que una empresa privada, de esa que lleva décadas repartiendo beneficios entre los capitalistas de medio mundo a través del sacrosanto mercado de valores y cuyos multimillonarios directivos se llenan la boca pontificando sobre el libre mercado y la libertad de empresa, entra en quiebra: ¡no pasa nada! ese mismo supuesto estado depredador, inútil y anquilosado que constantemente es demonizado por los gurús del neoliberalismo acude raudo al rescate como acaba de ocurrir con las autopistas privadas de Madrid.
Y así se cumple una vez más la misma triste situación, repetida una y mil veces en esta tierra de capitalistas de beneficios, pero socialistas en cuanto llegan las pérdidas. Y lo peor de todo es que dentro de un par de años, de lustros o de décadas, en cuanto estas autopistas estén saneadas y empiecen a dar beneficios rápidamente aparecerá el corifeo de demagogos y correveidiles del gran capital para pedir ¡una vez más! que el estado ponga en manos de la eficiente y más que ágil iniciativa privada esas empresas para que la rueda de la depredación neoliberal pueda seguir rodando mientras aplasta a la más que empobrecida ciudadanía de esta castigada piel de toro.
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