Sánchez Mato denuncia que “con el dinero ‘regalado’ por el BCE a los bancos en año y medio podrían haberse creado 5,5 millones de empleos en España”. PÁSALO:
Martes, 15 de noviembre de 2016
El responsable federal de Políticas Económicas de Izquierda Unida advierte tras analizar los últimos datos de financiación del Eurosistema, con 1,1 billones de euros destinados a la compra de activos financieros en la Eurozona en este periodo, que “por supuesto que hay una alternativa que pasa por la inversión productiva y la creación de empleo de calidad”
El responsable federal de Políticas Económicas de Izquierda Unida, Carlos Sánchez Mato, denuncia que “con el dinero que en año y medio ha destinado el Banco Central Europeo (BCE) al programa de compra de activos se podrían haber creado cerca de 5,5 millones de empleos en España -41 millones en el conjunto de la Eurozona-, con un coste bruto anual por empleo de 36.000 euros (unos 1.800 euros netos mensuales), a través, por ejemplo, de la financiación directa del gasto público de los correspondientes Estados”.
Sánchez Mato llega a esta conclusión tras analizar los datos de financiación del Eurosistema a las entidades de crédito hechos públicos ayer. A su juicio, estas cifras son “espectaculares, no sólo por su elevadísimo importe, también por su inoperancia a la hora de conseguir los efectos que dicen que perseguía” esta actuación.
El responsable económico de IU advierte de que “por supuesto que hay una alternativa a la compra masiva de activos financieros, que pasa por la inversión productiva y la creación de empleo de calidad” si todo ese dinero de hubiera dedicado, por ejemplo, a “empleos destinados a cubrir necesidades en servicios sociales, protección del medio ambiente, servicios culturales, deportivos y recreativos, así como construcción y mantenimiento de infraestructuras que podrían generar un enorme valor añadido social y que la iniciativa privada no va a crear porque no son rentables económicamente para el mercado”.
Valora, además, que “el Sistema de Bancos Centrales Europeos, encabezado por el BCE, ha sido sustraído de la voluntad popular para realizar unas políticas monetarias favorables a las élites. O los recuperamos para ponerlos al servicio del empleo y de la economía productiva o podemos olvidar el término ‘democracia’ en Europa”.
Según los datos oficiales aportados, en el último año y medio el BCE ha destinado dentro de su programa de compra de activos más de 1,1 billones de euros adicionales. El dinero ha ido a parar a los bolsillos de las entidades financieras con el objetivo declarado de que lo pusiesen a disposición de las familias y empresas a través del crédito. Sánchez Mato avisa de que “esto ha servido de muy poco: el crédito continúa estancado y el empleo apenas ha crecido en toda la Eurozona. Las ‘tuberías’ del crédito están averiadas y, dado que los bancos no han saneado sus balances y no han reconocido sus pérdidas, es imposible que puedan actuar como la ortodoxia plantea”.
Las cifras son evidentes en lo que respecta a nuestro país. Con los mecanismos puestos en marcha en este último año, mientras el BCE dedicó 110.000 millones de euros a comprar activos en España, el crédito se ha reducido en 60.000 millones de euros y la práctica totalidad de esta caída corresponde a actividades productivas. “Las empresas y familias de la Eurozona -señala- siguen profundamente endeudadas y no están por la labor de seguir pidiendo nuevos préstamos” y apunta que las autoridades económicas y monetarias europeas “han vuelto a fracasar o, quizá no, si realmente sus objetivos eran otros”.
Para el dirigente federal de Izquierda Unida, “como mucho, las sucesivas rebajas del precio oficial del dinero profundizarán en la mejora de los costes de financiación de las quebradas entidades bancarias, pero no resolverán su incapacidad para obtener beneficios de manera autónoma. El sobreendeudamiento es el síntoma de la falta de rentabilidad y eficiencia de las inversiones del período anterior”. Este análisis desemboca en una conclusión poco optimista: “Dado que no se ha superado este obstáculo, es pura utopía pensar que hay bases para un crecimiento económico estable y vigoroso a partir de la simple inyección de dinero a las entidades financieras”.
Carlos Sánchez Mato observa también una deriva política negativa en toda esta actuación. “¿A quién se le ha preguntado si era conveniente adoptar esta estrategia?”, interroga de forma retórica y señala a renglón seguido que “el Estado español es accionista en un 8,8% del BCE y, sin embargo, ni sus ciudadanos ni siquiera sus gobernantes electos han participado en la decisión de la institución monetaria. Se trata de una serie de medidas no democráticas adoptadas en beneficio exclusivamente de la minoría de la población que tiene intereses financieros”.
“El BCE ha salvado al sistema financiero, aspecto éste que, aunque no está entre sus mandatos, pone de manifiesto su verdadero papel al servicio de la banca privada, alejado de la verdadera soberanía en la que tendrían que estar asentadas las instituciones económicas europeas”, incide.
Las consecuencias de todo ello están ahí y para el responsable de Políticas Económicas de IU “además de no resolver los verdaderos problemas y de beneficiar únicamente a unos pocos se han generado nuevas incertidumbres. El crecimiento de los balances de los bancos centrales estimula la aparición de nuevas y devastadoras ‘burbujas financieras’. Toda esa nueva liquidez inyectada está inflando los precios de multitud de activos financieros y esa escalada no puede ser eterna”.
Advierte de que “el salvamento del sector privado por parte de las políticas de los estados y del BCE crea un incentivo a la generación de nuevos procesos de apalancamiento que hacen mucho más vulnerable a la economía real. Por eso, las mejoras de los indicadores bursátiles son jaleadas como síntomas de recuperación cuando ni la inversión ni las tasas de beneficio se han recuperado al nivel de la irracionalidad mostrada por los precios de las acciones”.
“Tienen la seguridad -avisa Sánchez Mato como conclusión- de que, cuando las cosas vayan mal, las élites político-financieras correrán en su ayuda y utilizarán para ello y de nuevo los derechos económicos y sociales de los trabajadores europeos que no han sido todavía entregados”.
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