Geopolítica y política económica de Trump
Si los banqueros actualmente se están acercando a Trump como asesores y miembros de su gabinete, como parece ser el caso, en nuestra opinión es para poder salvarse ante la segura catástrofe económica política y social que viene. Creemos con Jim Sinclair que nos espera una transición profunda ya que este sistema capitalista no tiene arreglo. Un nuevo sistema se está anunciando y el viejo terminará con un un ´big Bang´. Los grandes banqueros han matado al capitalismo y el juego se terminó |
En el congreso de EE.UU se está pasando una ley para callar aquellas páginas web que contienen ´propaganda rusa´ con información falsa. Lo interesante es que lo hacen justo después de las elecciones guiadas por noticias falsas, sondeos falsos, debates basados en valores falsos, etc. en la propia prensa. Hoy como si nada continúa en la misma línea. Lo que en esencia están haciendo en el Congreso es legislar que la verdad no se haga pública. ¿Qué es lo que no podrá hacerse público? Actualmente podrá estarse llevando a cabo “un golpe silencioso” en nombre de Hillary Clinton aludiendo su victoria en la votación popular que podría presentar serias complicaciones para Trump. Jill Stein, candidata presidencial del Partido Verde, llamó a un recuento de votos en los estados de Wisconsin, Michigan y Pensilvania donde Trump ganó. Si el asunto no se resuelve hasta el 19 de diciembre, los votos de estos estados podrían ser considerados por el Colegio Electoral como “perdidos” (Bill Holter, Fake News, Government legislate away the truth, www.silverdoctors.com, 6 de diciembre de 2016).
Por encima de ello existe la posibilidad de que una determinada cantidad de “electores infieles” se inclinen a favor de Clinton. El número total de votos de los electores en Wisconsin, Michigan y Pensilvania equivalen a 46. Si de los 306 votos electorales de Trump se sustrae esa cantidad, el presidente electo se quedaría tan solo con 260, que está por debajo de los 270 necesarios para que un candidato sea considerado automáticamente como el ganador de las elecciones presidenciales. Aunque no lo creemos muy probable que esto suceda, no queremos descartar tampoco esta posibilidad en la actual coyuntura compleja. Los Estados Unidos entrarían en una crisis constitucional si Trump pierde 37 votos electorales y el nuevo presidente, si es que se instalará, no se instalará antes del 20 de enero de 2017 (´Clinton intenta apoderarse de la Casa Blanca por la puerta trasera´, https://actualidad.rt.com 4 de diciembre de 2016 y ).
La geopolítica de Trump
Nosotros, junto con el equipo de Global European Anticipation Bulletin (GEAB) pensamos que si se hace efectiva la instalación de Trump como nuevo presidente el mundo se habrá alejado de una Tercera Guerra Mundial en la primavera de 2017. La intransigencia de Clinton frente a Rusia e Irán habría generado un enorme riesgo de confrontación directa ruso-estadounidense. Trump no tiene como proyecto enfrentarse directamente a Rusia, como habría podido provocar la elección de Clinton y bajo su administración más bien hay determinadas posibilidades de pensar en un mundo multipolar a partir de su política proteccionista que conlleva a un proceso de des-globalización.
La posición no belicosa de Trump hacia Rusia da mayor oportunidad a Moscú de reducir la presión de la OTAN sobre sus fronteras occidentales. Putin tendrá menos dificultades de negar hacer concesiones en torno al carácter de no alineamiento de Ucrania con la OTAN y la UE. El ascenso de los partidos nacionalistas en Europa cambiará la política de la UE hacia Rusia en un sentido positivo. Habrá mejor ambiente para eliminar las sanciones económicas contra Rusia, una política prácticamente impuesta desde Washington bajo la administración Obama y tan contraproducentes para la propia UE. Como resultado la Unión Europea podrá asumir una actitud más cooperativa con Rusia y podrá volcar la mirada con mayor libertad hacia el Este. Lo anterior genera el espacio necesario para un mundo multipolar.
Trump ha manifestado sus dudas de apoyar los mal llamados rebeldes en Siria que serán tratados por él como islamistas extremistas que hay que erradicar. Esta postura significaría otro triunfo para Rusia y una derrota para Turquía y Arabia Saudita quienes eran el canal de la ´ayuda´ norteamericana a los ´rebeldes´. La política norteamericana hacia Irán más bien se endurecerá. No nos hagamos ilusiones de un gobierno pacífico de Trump. Pero el mundo al menos ha ganado tiempo ante una eventual confrontación entre grandes potencias. Así como Clinton y los globalistas intentaban dividir a Rusia y China acorralando a Rusia, así los dividirá Trump con su proyecto de des-globalización confrontando comercial- y monetariamente a China. Una confrontación militar no está a la vista, al menos no en lo inmediato (The rethoric and reality of Donald Trump´s foreign policy, www.financialsense.com, diciembre de 2016).
Trump está decidido iniciar una guerra comercial contra China pero ese enfrentamiento obviamente tiene probabilidades de empeorar rápidamente y con ello reaparece la amenaza militar. Pero también hay mayores oportunidades para crear un mundo multipolar desde China. Bajo la administración Trump las chances que EE.UU. ratifique el Tratado Transpacífico son casi nulas. Sin la participación de EE.UU. el Tratado está muerto. El acuerdo estipula que al menos un 85% del Producto Interno Bruto sumado ha de ratificar el acuerdo para que este entre en vigencia. El país más afectado sería Japón que quedaría relativamente aislado. China ya se está moviendo para ocupar este espacio vacío y en Perú ya se han visto las primeras manifestaciones de un retorno hacia el mundo multipolar con el nuevo presidente recientemente electo. Lo anterior significa una oportunidad para que América Latina oriente de nuevo su política hacia un mundo multipolar. Lo anterior implicará que triunfo de los golpistas en Brasil probablemente resulte pírrico.
En resumidas cuentas el año 2017 podrá ser decisivo para que el mundo entero se oriente hacia una organización multipolar, con barreras proteccionistas separando los diferentes bloques internacionales con sus monedas y reglas. El proteccionismo propuesto por Trump va a consistir, ante todo, en impedir que los productos chinos invadan el mercado estadounidense. Si Trump bloquea la importación de productos chinos, es de esperar qué los chinos van a bloquear los productos que su “Great America” fabrica como sus aviones Boeing por ejemplo. Será preciso que Europa y Rusia logren mantener, por ellas mismas, el equilibrio entre los dos polos de potencias mundiales, EE.UU. y China, para lograr que un conflicto entre estas grandes potencias de aquí a 2020 se alejará de la realidad (Vea, Global Europe Anticipation Bulletin (GEAB), noviembre de 2016).
La política económica de Trump
El fracaso de Trump es más predecible en el plano económico. Tratase de un Keynesianismo no financiado: un plan de inversión en infraestructuras de más de 500 mil millones de dólares, según un modelo de New Deal al estilo Roosevelt. Para su plan de infraestructuras Trump ocupará préstamos grandes. Con un aumento de los tipos de interés atrae dinero para EE.UU.; los bonos se tornarían más rentables, y la demanda de dólares aumentaría lo que encarece la moneda. Semejante política fortalecería al dólar. Esto no es compatible con la política que quiere implementar Trump. Su política es frenar las importaciones y promocionar las exportaciones. Sin embargo, con barreras proteccionistas, el comercio entre EE.UU. y el resto del mundo se reducirá automáticamente. Esto implicará que el dólar tenga un uso internacional menor. Al bajar la demanda de dólares su precio baja. EE.UU. necesitará un dólar débil y el proteccionismo debería proporcionar ese entorno. Con GEAB creemos que se podrá definir esta política como una especie de neoliberalismo proteccionista.
EE.UU. no tendrá capacidad de pago para solicitar grandes préstamos durante mucho más tiempo. Hagamos un breve cálculo: en 2015, el Gobierno federal pagó 223.000 millones de dólares de intereses sobre su deuda. Un aumento medio de los tipos de interés sobre los préstamos de solo el 1% sobre una deuda de 19,8 billones, duplicaría este gasto. Vale decir que desde el anuncio de los resultados de las elecciones en tan solo una semana, los tipos de interés sobre las obligaciones a 10 años aumentaron un 0,4%. Con Trump en la Presidencia, la tasa de interés inevitablemente tenderá a la alza y la capacidad de pago se complicará con el transcurrir del tiempo.
Entre Octubre de 2015 y 2016 los bancos centrales del mundo vendieron en masa bonos del Tesoro por un monto de 343 mil millones de dólares (Vea gráfico abajo). Esto parece ser un proceso de dumping con pánico. Los principales vendedores de la deuda gubernamental de EE.UU figuran China y Arabia Saudita. Lo anterior parece una respuesta directa de los países asiáticos al rechazo norteamericano de poner en marcha el acordado ´Global Currency Reset´. La verdad es que la Reserva federal, el Banco de Japón, el Banco de Inglaterra y el Banco Central de Europa están aumentando sus tenencias de bonos del Tesoro que fueron ofrecidos en venta de manera masiva en el mercado (Jim Willie, Cracks in the Bond Market, www.silverdoctors.com, 7 de diciembre de 2016).
En este contexto no se puede descartar que Trump contemple suspender el pago de la deuda. Sin embargo, en caso de impago, el país amenazaría con aislarse de los mercados financieros para conseguir nuevo crédito. El país no pueda funcionar sin préstamos dados los proyectos grandes en marcha y las deudas que ha de cancelar. La única dirección posible que puede tomar el dólar a corto y mediano plazo durante una administración Trump es hacia abajo sino el colapso sería inmediato (vea, Michael Roberts, Los Trump-economics a prueba, www.rebelion.org, 21 de octubre de 2016).
Los grandes bancos norteamericanos retienen bonos del Tesoro por un valor de 4 billones de US dólares y los están comprando con la voracidad de un gran animal que come sus propios huevos esperando poder sobrevivir de esta forma. Más allá de Japón no hay realmente compradores de bonos del Tesoro. La tasa de interés debería estar al menos entre 8% y 10%. Ya no existe ´el mercado´, los precios (del oro y de la plata sobre todo) y las tasas de interés son fijados por las élites financieras como si fueron establecidos por una planificación centralizada acorde con sus intereses a semejanza del socialismo real. El solo cambio de la tasa de interés de 1.5% a 2.3% para los bonos del Tesoro a 10 años plazo en el mes de Julio de 2016 puso en alto riesgo todo el mecanismo de los Swap de intereses (seguros y reaseguramientos contra el riesgo de impago por cambios en las tasas de interés).
Si existiese un plan de sabotear la administración Trump sería mediante una nueva alza en las tasas de interés que causaría en primer lugar caos y pánico y en segundo lugar prepararía el terreno para que el dólar perdiera su estatus de moneda de reserva internacional. Y, conste que ya la Reserva Federal va a subir las tasas porque Trump necesita dinero rápido. Habrá crisis. Todo el paisaje económico tiende a aumentar el riesgo de una crisis mundial. La política económica de Trump no lo evitará de ninguna manera. (Michael Roberts, Ob. Cit. y Chris Vermeulen, TRUMP’S FINANCIAL REVOLUTION, www.silverdoctors.com, 28 de Noviembre de 2016).
Con la crisis un nuevo dólar con uso exclusivamente doméstico haría su introducción con un valor fuertemente devaluado. El resultado sería una inflación seria por el lado de las importaciones. Hasta la fecha el gobierno de EE.UU. ha rechazado la oferta china de recibir bajo el concepto de ´leasing´ 10 mil toneladas de oro para crear un nuevo dólar anclado en el oro. La economía norteamericana con Trump irá en un espiral con precios en alza, falta de oferta y desorden social (Jim Willie, Cracks in the Bond Market, www.silverdoctors.com, 7 de diciembre de 2016).
La política fiscal de Trump
Trump propone: rebajas de impuestos para el sector empresarial y reducciones de impuestos sobre la renta personal para beneficiar al 1% de los ingresos más altos. Además de lo que Trump piensa gastar en nuevos proyectos de infraestructura y de inversión en todo el país su política proyecta desregular la banca y reducir los derechos laborales (lo que queda de ellos). Trump programa una inversión en infraestructura muchos billones de dólares financiados con bonos junto con una reducción masiva del impuesto de sociedades. Ambas medidas estarían dirigidas a estimular el crecimiento y, a la creación de 25 millones en nuevos empleos.
Sin embargo en las principales economías del mundo, los recortes al impuesto de sociedades no han resultado en la creación de nuevos empleos. Lo que suele crecer con recortes de impuesto de sociedades es más bien la especulación financiera improductiva. Con el New Deal de Roosevelt se crearon muy pocos puestos de trabajo permanentes o nuevos trabajos. La tasa de desempleo se mantuvo hasta el comienzo de la guerra. Solo con la segunda guerra mundial se alcanzó el pleno empleo y la recuperación económica. El plan de infraestructuras de Trump es una verdadera necesidad ante la notoria antigüedad promedio de estos activos fijos calculada en 22,8 años. Puentes, carreteras y ferrocarriles se están desmoronando. Las grandes empresas constructoras y promotoras (como Trump Inc.) sí obtendrán sus rebajas de impuestos y también obtendrán el derecho a poseer los puentes, las carreteras, etc. que finalmente serán financiados por los usuarios, mediante el pago del peaje.
La reducción de los impuestos al capital no conlleva todavía al aumento de la inversión privada. La rentabilidad de los proyectos es lo que realmente impulsa la inversión privada. Cuando la rentabilidad es muy baja, la inversión privada no existe. En este proyecto de Trump, el sector público no debe interferir. Esta es la gran diferencia entre el plan de Trump y el plan del gobierno Chino con su masiva inversión pública en infraestructuras y urbanización desde 2009 gastando 10 veces de lo que propone Trump. La inversión pública a gran escala en China sí ha debilitado el crecimiento del sector privado.
Los “Trump-economics” son realmente una combinación de keynesianismo y neoliberalismo. Los nuevos recortes en gastos e impuestos serán pagados, al parecer, por una mayor desregulación de los mercados y la creación de condiciones para aumentar sus ganancias. En las políticas de Trump está el sello del proteccionismo comercial junto con las restricciones a la inmigración. Estas políticas se aplicarán antes que practicar un estímulo al estilo keynesiano productivo y ya vimos aquí arriba que esto no tiene cabido y conllevará al colapso.
Si los banqueros actualmente se están acercando a Trump como asesores y miembros de su gabinete, como parece ser el caso, en nuestra opinión es para poder salvarse ante la segura catástrofe económica política y social que viene. Creemos con Jim Sinclair que nos espera una transición profunda ya que este sistema capitalista no tiene arreglo. Un nuevo sistema se está anunciando y el viejo terminará con un un ´big Bang´. Los grandes banqueros han matado al capitalismo y el juego se terminó (Vea, Jim Sinclair, IT´S OVER, www.solverdoctors.com ,5 de diciembre de 2016).
Fuente: http://mariwim.info/?p=61
Por encima de ello existe la posibilidad de que una determinada cantidad de “electores infieles” se inclinen a favor de Clinton. El número total de votos de los electores en Wisconsin, Michigan y Pensilvania equivalen a 46. Si de los 306 votos electorales de Trump se sustrae esa cantidad, el presidente electo se quedaría tan solo con 260, que está por debajo de los 270 necesarios para que un candidato sea considerado automáticamente como el ganador de las elecciones presidenciales. Aunque no lo creemos muy probable que esto suceda, no queremos descartar tampoco esta posibilidad en la actual coyuntura compleja. Los Estados Unidos entrarían en una crisis constitucional si Trump pierde 37 votos electorales y el nuevo presidente, si es que se instalará, no se instalará antes del 20 de enero de 2017 (´Clinton intenta apoderarse de la Casa Blanca por la puerta trasera´, https://actualidad.rt.com 4 de diciembre de 2016 y ).
La geopolítica de Trump
Nosotros, junto con el equipo de Global European Anticipation Bulletin (GEAB) pensamos que si se hace efectiva la instalación de Trump como nuevo presidente el mundo se habrá alejado de una Tercera Guerra Mundial en la primavera de 2017. La intransigencia de Clinton frente a Rusia e Irán habría generado un enorme riesgo de confrontación directa ruso-estadounidense. Trump no tiene como proyecto enfrentarse directamente a Rusia, como habría podido provocar la elección de Clinton y bajo su administración más bien hay determinadas posibilidades de pensar en un mundo multipolar a partir de su política proteccionista que conlleva a un proceso de des-globalización.
La posición no belicosa de Trump hacia Rusia da mayor oportunidad a Moscú de reducir la presión de la OTAN sobre sus fronteras occidentales. Putin tendrá menos dificultades de negar hacer concesiones en torno al carácter de no alineamiento de Ucrania con la OTAN y la UE. El ascenso de los partidos nacionalistas en Europa cambiará la política de la UE hacia Rusia en un sentido positivo. Habrá mejor ambiente para eliminar las sanciones económicas contra Rusia, una política prácticamente impuesta desde Washington bajo la administración Obama y tan contraproducentes para la propia UE. Como resultado la Unión Europea podrá asumir una actitud más cooperativa con Rusia y podrá volcar la mirada con mayor libertad hacia el Este. Lo anterior genera el espacio necesario para un mundo multipolar.
Trump ha manifestado sus dudas de apoyar los mal llamados rebeldes en Siria que serán tratados por él como islamistas extremistas que hay que erradicar. Esta postura significaría otro triunfo para Rusia y una derrota para Turquía y Arabia Saudita quienes eran el canal de la ´ayuda´ norteamericana a los ´rebeldes´. La política norteamericana hacia Irán más bien se endurecerá. No nos hagamos ilusiones de un gobierno pacífico de Trump. Pero el mundo al menos ha ganado tiempo ante una eventual confrontación entre grandes potencias. Así como Clinton y los globalistas intentaban dividir a Rusia y China acorralando a Rusia, así los dividirá Trump con su proyecto de des-globalización confrontando comercial- y monetariamente a China. Una confrontación militar no está a la vista, al menos no en lo inmediato (The rethoric and reality of Donald Trump´s foreign policy, www.financialsense.com, diciembre de 2016).
Trump está decidido iniciar una guerra comercial contra China pero ese enfrentamiento obviamente tiene probabilidades de empeorar rápidamente y con ello reaparece la amenaza militar. Pero también hay mayores oportunidades para crear un mundo multipolar desde China. Bajo la administración Trump las chances que EE.UU. ratifique el Tratado Transpacífico son casi nulas. Sin la participación de EE.UU. el Tratado está muerto. El acuerdo estipula que al menos un 85% del Producto Interno Bruto sumado ha de ratificar el acuerdo para que este entre en vigencia. El país más afectado sería Japón que quedaría relativamente aislado. China ya se está moviendo para ocupar este espacio vacío y en Perú ya se han visto las primeras manifestaciones de un retorno hacia el mundo multipolar con el nuevo presidente recientemente electo. Lo anterior significa una oportunidad para que América Latina oriente de nuevo su política hacia un mundo multipolar. Lo anterior implicará que triunfo de los golpistas en Brasil probablemente resulte pírrico.
En resumidas cuentas el año 2017 podrá ser decisivo para que el mundo entero se oriente hacia una organización multipolar, con barreras proteccionistas separando los diferentes bloques internacionales con sus monedas y reglas. El proteccionismo propuesto por Trump va a consistir, ante todo, en impedir que los productos chinos invadan el mercado estadounidense. Si Trump bloquea la importación de productos chinos, es de esperar qué los chinos van a bloquear los productos que su “Great America” fabrica como sus aviones Boeing por ejemplo. Será preciso que Europa y Rusia logren mantener, por ellas mismas, el equilibrio entre los dos polos de potencias mundiales, EE.UU. y China, para lograr que un conflicto entre estas grandes potencias de aquí a 2020 se alejará de la realidad (Vea, Global Europe Anticipation Bulletin (GEAB), noviembre de 2016).
La política económica de Trump
El fracaso de Trump es más predecible en el plano económico. Tratase de un Keynesianismo no financiado: un plan de inversión en infraestructuras de más de 500 mil millones de dólares, según un modelo de New Deal al estilo Roosevelt. Para su plan de infraestructuras Trump ocupará préstamos grandes. Con un aumento de los tipos de interés atrae dinero para EE.UU.; los bonos se tornarían más rentables, y la demanda de dólares aumentaría lo que encarece la moneda. Semejante política fortalecería al dólar. Esto no es compatible con la política que quiere implementar Trump. Su política es frenar las importaciones y promocionar las exportaciones. Sin embargo, con barreras proteccionistas, el comercio entre EE.UU. y el resto del mundo se reducirá automáticamente. Esto implicará que el dólar tenga un uso internacional menor. Al bajar la demanda de dólares su precio baja. EE.UU. necesitará un dólar débil y el proteccionismo debería proporcionar ese entorno. Con GEAB creemos que se podrá definir esta política como una especie de neoliberalismo proteccionista.
EE.UU. no tendrá capacidad de pago para solicitar grandes préstamos durante mucho más tiempo. Hagamos un breve cálculo: en 2015, el Gobierno federal pagó 223.000 millones de dólares de intereses sobre su deuda. Un aumento medio de los tipos de interés sobre los préstamos de solo el 1% sobre una deuda de 19,8 billones, duplicaría este gasto. Vale decir que desde el anuncio de los resultados de las elecciones en tan solo una semana, los tipos de interés sobre las obligaciones a 10 años aumentaron un 0,4%. Con Trump en la Presidencia, la tasa de interés inevitablemente tenderá a la alza y la capacidad de pago se complicará con el transcurrir del tiempo.
Entre Octubre de 2015 y 2016 los bancos centrales del mundo vendieron en masa bonos del Tesoro por un monto de 343 mil millones de dólares (Vea gráfico abajo). Esto parece ser un proceso de dumping con pánico. Los principales vendedores de la deuda gubernamental de EE.UU figuran China y Arabia Saudita. Lo anterior parece una respuesta directa de los países asiáticos al rechazo norteamericano de poner en marcha el acordado ´Global Currency Reset´. La verdad es que la Reserva federal, el Banco de Japón, el Banco de Inglaterra y el Banco Central de Europa están aumentando sus tenencias de bonos del Tesoro que fueron ofrecidos en venta de manera masiva en el mercado (Jim Willie, Cracks in the Bond Market, www.silverdoctors.com, 7 de diciembre de 2016).
En este contexto no se puede descartar que Trump contemple suspender el pago de la deuda. Sin embargo, en caso de impago, el país amenazaría con aislarse de los mercados financieros para conseguir nuevo crédito. El país no pueda funcionar sin préstamos dados los proyectos grandes en marcha y las deudas que ha de cancelar. La única dirección posible que puede tomar el dólar a corto y mediano plazo durante una administración Trump es hacia abajo sino el colapso sería inmediato (vea, Michael Roberts, Los Trump-economics a prueba, www.rebelion.org, 21 de octubre de 2016).
Los grandes bancos norteamericanos retienen bonos del Tesoro por un valor de 4 billones de US dólares y los están comprando con la voracidad de un gran animal que come sus propios huevos esperando poder sobrevivir de esta forma. Más allá de Japón no hay realmente compradores de bonos del Tesoro. La tasa de interés debería estar al menos entre 8% y 10%. Ya no existe ´el mercado´, los precios (del oro y de la plata sobre todo) y las tasas de interés son fijados por las élites financieras como si fueron establecidos por una planificación centralizada acorde con sus intereses a semejanza del socialismo real. El solo cambio de la tasa de interés de 1.5% a 2.3% para los bonos del Tesoro a 10 años plazo en el mes de Julio de 2016 puso en alto riesgo todo el mecanismo de los Swap de intereses (seguros y reaseguramientos contra el riesgo de impago por cambios en las tasas de interés).
Si existiese un plan de sabotear la administración Trump sería mediante una nueva alza en las tasas de interés que causaría en primer lugar caos y pánico y en segundo lugar prepararía el terreno para que el dólar perdiera su estatus de moneda de reserva internacional. Y, conste que ya la Reserva Federal va a subir las tasas porque Trump necesita dinero rápido. Habrá crisis. Todo el paisaje económico tiende a aumentar el riesgo de una crisis mundial. La política económica de Trump no lo evitará de ninguna manera. (Michael Roberts, Ob. Cit. y Chris Vermeulen, TRUMP’S FINANCIAL REVOLUTION, www.silverdoctors.com, 28 de Noviembre de 2016).
Con la crisis un nuevo dólar con uso exclusivamente doméstico haría su introducción con un valor fuertemente devaluado. El resultado sería una inflación seria por el lado de las importaciones. Hasta la fecha el gobierno de EE.UU. ha rechazado la oferta china de recibir bajo el concepto de ´leasing´ 10 mil toneladas de oro para crear un nuevo dólar anclado en el oro. La economía norteamericana con Trump irá en un espiral con precios en alza, falta de oferta y desorden social (Jim Willie, Cracks in the Bond Market, www.silverdoctors.com, 7 de diciembre de 2016).
La política fiscal de Trump
Trump propone: rebajas de impuestos para el sector empresarial y reducciones de impuestos sobre la renta personal para beneficiar al 1% de los ingresos más altos. Además de lo que Trump piensa gastar en nuevos proyectos de infraestructura y de inversión en todo el país su política proyecta desregular la banca y reducir los derechos laborales (lo que queda de ellos). Trump programa una inversión en infraestructura muchos billones de dólares financiados con bonos junto con una reducción masiva del impuesto de sociedades. Ambas medidas estarían dirigidas a estimular el crecimiento y, a la creación de 25 millones en nuevos empleos.
Sin embargo en las principales economías del mundo, los recortes al impuesto de sociedades no han resultado en la creación de nuevos empleos. Lo que suele crecer con recortes de impuesto de sociedades es más bien la especulación financiera improductiva. Con el New Deal de Roosevelt se crearon muy pocos puestos de trabajo permanentes o nuevos trabajos. La tasa de desempleo se mantuvo hasta el comienzo de la guerra. Solo con la segunda guerra mundial se alcanzó el pleno empleo y la recuperación económica. El plan de infraestructuras de Trump es una verdadera necesidad ante la notoria antigüedad promedio de estos activos fijos calculada en 22,8 años. Puentes, carreteras y ferrocarriles se están desmoronando. Las grandes empresas constructoras y promotoras (como Trump Inc.) sí obtendrán sus rebajas de impuestos y también obtendrán el derecho a poseer los puentes, las carreteras, etc. que finalmente serán financiados por los usuarios, mediante el pago del peaje.
La reducción de los impuestos al capital no conlleva todavía al aumento de la inversión privada. La rentabilidad de los proyectos es lo que realmente impulsa la inversión privada. Cuando la rentabilidad es muy baja, la inversión privada no existe. En este proyecto de Trump, el sector público no debe interferir. Esta es la gran diferencia entre el plan de Trump y el plan del gobierno Chino con su masiva inversión pública en infraestructuras y urbanización desde 2009 gastando 10 veces de lo que propone Trump. La inversión pública a gran escala en China sí ha debilitado el crecimiento del sector privado.
Los “Trump-economics” son realmente una combinación de keynesianismo y neoliberalismo. Los nuevos recortes en gastos e impuestos serán pagados, al parecer, por una mayor desregulación de los mercados y la creación de condiciones para aumentar sus ganancias. En las políticas de Trump está el sello del proteccionismo comercial junto con las restricciones a la inmigración. Estas políticas se aplicarán antes que practicar un estímulo al estilo keynesiano productivo y ya vimos aquí arriba que esto no tiene cabido y conllevará al colapso.
Si los banqueros actualmente se están acercando a Trump como asesores y miembros de su gabinete, como parece ser el caso, en nuestra opinión es para poder salvarse ante la segura catástrofe económica política y social que viene. Creemos con Jim Sinclair que nos espera una transición profunda ya que este sistema capitalista no tiene arreglo. Un nuevo sistema se está anunciando y el viejo terminará con un un ´big Bang´. Los grandes banqueros han matado al capitalismo y el juego se terminó (Vea, Jim Sinclair, IT´S OVER, www.solverdoctors.com ,5 de diciembre de 2016).
Fuente: http://mariwim.info/?p=61
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