JULIO ANGUITA. “La eterna provisionalidad de los empleos precarios”
En el transcurso de un debate parlamentario en 1992 entre Felipe González y el autor de estas líneas, aquél dijo que era mejor acceder a un empleo provisional que no tener ninguno. Sobre todo porque se decía que era una salida coyuntural, provisional, efímera. Dicha afirmación es, en sí misma, razonable y difícilmente rebatible, ya que obligados a escoger entre ambas opciones la del empleo precario es la mejor o si se quiere la menos mala.
Lo que ocurre es que cuando se introduce en el análisis el factor tiempo, el desarrollo del proceso en las últimas décadas, la cosa cambia totalmente. Es decir, una situación que se califica de provisional no puede hacerse permanente sin que nos cuestionemos el modelo económico que la hace posible.
En el año 1987 la tasa de temporalidad en la Europa a 12 era del 9%; en España, del 15,6%; en Francia, del 7,1%; en Alemania, del 11,6% y en Reino Unido del 6,1%. En el año 2012 los datos eran UE a 27, un 14,3% de temporalidad; España, el 23,7%; Francia, un 15,1%; Alemania, 13,9% y Reino Unido, el 6,1%.
Como se ve (y recordando los picos de 1995 y 1996) con el 35% y el 33,8% respectivamente, el empleo temporal en España es muy superior a la media europea y además es un mal crónico sin visos de solución mientras se sigan aplicando las mismas recetas sobre la base de un hipotético crecimiento sostenido de la economía. Y es aquí cuando el análisis político debe centrarse y afrontar el horizonte a medio y largo plazo pensando en la actual juventud y en los precarios, marginados y familias en plena exclusión social.
Debemos asumir que la solución (desde la perspectiva constitucional y la de los DDHH) no es inmediata. Pero también debemos saber que poderes públicos y fuerzas políticas deben asumir dos acciones, una inmediata y puramente lenitiva y otra de largo alcance. Y si el modelo no sirve recordemos aquello de que el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado. En España esa y no otra es la cuestión prioritaria.
eleconomista
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