miércoles, 21 de diciembre de 2016

TENGO ALGO QUE CONTARTE (10) Correspondencia entre dos mujeres.

TENGO ALGO QUE CONTARTE (10)

Correspondencia entre dos mujeres.


Salt, lunes 19 de diciembre de 2016



ERASE UNA VEZ...LA MAGIA


Mi querida Habanera,


su carta sobre la muerte de Fidel me llevó de viaje por su país, por su historia, por su revolución. Cuando la acabo de leer, no me deja un regusto de duelo, de tristeza por lo perdido, sino todo lo contrario, de orgullo por lo vivido y esperanza en lo que vendrá. Mi extracto sería que lejos de considerar una pérdida (el hombre, el cuerpo) nos queda el aprendizaje de los valores, de la capacidad de esfuerzo y lucha por lo colectivo, la fe en las personas. Y a todo esto, afortunadamente, no se le da sepelio tan fácilmente.


Y, pensando en valores, hoy le hablaré de la Navidad. Está aquí mismito, y me gustaría explicarle cómo funciona por aquí. Le enumero algunos puntos y tradiciones que la marcan.


Pasaje religioso. Celebramos el nacimiento de Jesús, hijo de José, un carpintero, y María, una señora virgen que era su esposa. Yo creo que aquí hay una laguna en el proceso reproductivo. Parece ser que la concepción (fusión de dos células sexuales o gametos en el curso de la reproducción sexual, según el diccionario de biología) la solucionaron con una paloma y de forma inmaculada. Osea, que no se manchó nadie, pero las leyes de sucesión genética de Mendel, con la paloma, hacen aguas por todas partes. Supongo que con las parábolas y las metáforas todo puede arreglarse, pero al pobre José pienso que le adjudican un papel bastante penoso en la historia.


Decoración. Comento un par de aspectos:


Belenes y pesebres. Son reproducciones a pequeña escala del lugar del nacimiento. Cada casa encuentra un rinconcito donde recrear el momento histórico. En estas maquetas, casas, cuevas y figuritas de todo tipo y tamaño se ordenan para obtener el efecto previsto. Como los niños también ejercen de decoradores, puedes encontrar fácilmente los cerditos navegando río abajo porque los patos andan subidos al árbol del leñador (siempre hay un río de papel de aluminio que semeja el brillo del agua y harina esparcida que hace de nieve); el pescador que quedó sentado con la caña en el tejado de la casa pescando conejos; el pastor que arrea gallinas porque sus ovejas están metidas en la herrería y su perro guardián fue a parar a la cuna del niño, que a su vez anda dentro del cesto de la lavandera. Los niños son así, el orden establecido no va con ellos. Además, como nadie sabe cómo era Belén (¿había río?, ¿nevaba? ¿tenían cerdos?), pues se sienten bien libres de colocarlos como les plazca. La magia infantil acaba dando sentido a todo.


Las luces. Las calles las visten con alfombras aéreas de luces multicolores. Mires donde mires, hay miles de bombillitas que te recuerdan las fechas en que andamos. Los hogares se contagian de esta vorágine lumínica y también adornan sus balcones e interiores con todo un enjambre de luces parpadeantes, que uno ya no sabe dónde se anuncia la pizzeria, la farmacia o si es la casa de tu primo. Pero también le digo que hay muchas casas donde el belén y las bombillitas no tienen cabida. La pobreza también habita estos días en ellas, y los ingresos no alcanzan a pagar la energía necesaria para calentarse o cocinar. Desde su balcón a oscuras, observarán la calle sobreiluminada, y muchos le pedirán con todas sus fuerzas a ese niño del belén que han visto en la tienda que el año que entra sea más compasivo con ellos. En un país donde el 10% de la población está en situación de pobreza energética, la electricidad es la 3ª más cara de Europa (después de Irlanda y Chipre). Las compañías eléctricas españolas tienen un margen de beneficios del doble de las europeas. Ya ve qué cosas.






Las comidas navideñas. Son días donde las mesas se llenan de familia y ágapes especiales y copiosos. Son menús desconocidos el resto del año. En los estómagos damnificados, los langostinos se abren paso entre la pierna de cordero y  la merluza, en una lucha titánica para esquivar los canapés, el queso, el salmón. La piña grita asfixiada proclamando su poder digestivo y desengrasante, pero es misión imposible. Se calla de golpe al ser aplastada por una salchicha. Cuando más o menos todos han conseguido un milimétrico sitio, llega el riego indiscriminado de vino, refrescos y cava (que sólo le faltaban las burbujas ocupando más espacio de la cuenta y augurando con su gas una explosión inminente). Pero no, tras este momento de crisis digestiva, increíblemente aún se pueden acoplar los polvorones y el turrón. Son esos traidores que llegan al final, y que bajo una apariencia suave e inocente de sus lindos envoltorios, esconden una pura bomba calórica; y que al encontrarse con todos los demás habitantes gástricos, nos dejan en un estado de semi-coma, que incomprensiblemente superamos con algunas terapias. El parchís, la siesta, el programa infumable de la tele, la charla con el cuñado que te cae gordo,… es indiferente, porque el cerebro se declaró en huelga antes de llegar al postre. Cualquier actividad vale para darle tiempo al sistema digestivo a reorganizar su vida tras un atentado de esta magnitud. 

Todo esto puede pasar en muchos hogares, pero no en todos. Le comento que el sueldo mínimo interprofesional este año lo suben a 707 €, parece ser que en un alarde de generosidad. Cuando un alquiler no lo encuentras por menos de la mitad, el recibo de energías e impuestos te ocupan otra cuarta parte, ya te quedan unos 250 € para dar de comer a la familia, vestirla y, además, divertirse todo el mes. Y le puedo asegurar que aquí, actualmente, con 200-250 € al mes, una familia come poco, se viste mal y le queda poco para diversiones.


Los Reyes Magos. Son esos tres personajes que van en camellos y le llevaron al niño Jesús oro, incienso y mirra. Seguimos trasladando la tradición de traer cosas a los niños, pero han variado los obsequios. De hecho, el oro ahora con la crisis va más que buscado, y los niños tampoco  lo aprecian; el incienso con tanto alérgico a los olores aún les causarían un problema; y la mirra… las mamás modernas ya no saben de hierbas y remedios como para usarla nunca. Total, ahora sería un fracaso de ofrenda, y se sustituye por algo más productivo: juguetes. El tema se acompaña de una escenografía estupenda. Los niños escriben sus cartas demandantes con sus ilusiones volando por correo hasta Oriente. Esperan pacientemente (o no) hasta el 5 de enero por la noche, en que cada pueblo organiza una cabalgata donde desfilan los tres reyes con sus séquitos, paquetes, tambores,... anunciando que ya están aquí, ya han llegado con los regalos que les pidieron. Figura que durante toda la noche irán casa por casa  y entrarán por la ventana dejando los encargos, con la condición de que los pequeños duerman y nadie los vea. Creo que es de las pocas veces que se aceptan intrusos en casa, que entren por la ventana, lo remuevan todo, abran la nevera y se sirvan y encima estemos contentos. Es precioso ver las caras de los pequeños cuando los ven pasar. Con sus ojos como lunas llenas donde toda la ilusión tiene cabida, las bocas abiertas por el asombro, la nariz colorada por el frío pero ellos sin sentirlo. Todas las incongruencias del tema (cómo puede ser que se multipliquen los reyes; dónde han quedado los camellos si aquí llegan en tractor, allí en barco y en el otro sitio en paracaídas; cómo van a saber dónde vive cada uno,...) quedan resueltas con la magia. La de los reyes, pero sobretodo la de los niños .






Papá Noel. Personaje importado  y laico con el mismo cometido de los reyes, pero adelantándose en el  calendario. Un abuelo gordísimo y simpático que llega por nochebuena en reno desde Laponia y entra por la chimenea. Otra aplicación indiscutible de la magia infantil para hacer que un señor tan gordo (por muy simpático que sea) pasa por tal agujerito y cae al comedor sin despeinarse y con sus gafas puestas para dejar los paquetes, aunque uno de ellos sea una bicicleta que también pasó por el agujerito. Pero la magia lo puede todo.



El Tió. Es una tradición de Catalunya, más arraigada a la tierra, y donde el protagonista es un trozo de árbol. Días antes de Navidad se va al bosque, se coge un tronco, se le lleva a casa y se le pone en un lugar vistoso. Tapadito con una manta, los niños le van poniendo comida delante cada día, que él va liquidando hambrunamente sin dejarse nada. Cuando llega nochebuena, la familia hará corro a su alrededor, los niños saldrán de la estancia unos minutos a cantar, y a su regreso apalearán al tió cantándole su canción. Destaparán la manta y el tió habrá cagado dulces navideños, chocolates y hasta algún juguete. Ya me contará usted si el hecho de que un tronco duerma, pele mandarinas y nueces, coma yogures y finalmente cague dulces y juguetes, sólo se puede vivir con tanta pasión y realidad a través de la magia. Pero igualmente le digo que hay muchas casas a las que no llega ningún Rey Mago, ningún Papá Noel y donde no hay ningún tió. Uno de cada tres niños en este país está en riesgo de pobreza, y en las casas pobres no llegan invitados con regalos.






En cambio, en la cabalgata real están casi todos los niños, los que tendrán regalos y los que no. Los que pasan frío en casa y los que no. Los que tendrán menú especial y los que el arroz hervido les mantendrá hasta el día siguiente. Los ojos infantiles se abren por igual, es curioso. 


En un entorno en el que el consumo se hace dueño y protagonista, cuando eres pobre, quedas fuera de la fiesta. Da la sensación de que eres más pobre aún si no puedes entrar en el juego. Esos ojos y esas caras sólo me los explico por la inmensa inocencia y magia que destilan sin ellos saberlo.


En unos días en los que publicidad, medios, y mundo mundial pregonan lo lindo de estar toda la familia junta y unida, crece proporcionalmente la añoranza por los que no están. Las sillas vacías en la mesa están más vacías que nunca. 


En las noticias vemos cada día miles de personas refugiadas (o candidatas a serlo, porque de momento sólo son fugitivas) a quienes no les espera ninguna mesa con ningún menú. Acto seguido, una traca de anuncios de perfumes, (normalmente femeninos  y que no bajan de 50 €) en donde la chica guapísima seduce con sus encantos al macho que cae rendido, nos recuerda qué hay que comprar y en qué papel-florero está todavía la mujer. Así, todo junto y en pocos segundos. ¡Es que los publicistas lo bordan a la hora de mandar mensajes claros, concisos y breves! ¿Quién se acuerda de las personas huyendo de la guerra después de tanta belleza perfumada?






Quisiera explicarle, amiga mía, que estos días tan contradictorios, también me afectan en sus contradicciones. Que no compro colonias de super-chicas, que no monto belén ni luces multicolores. Pero que soy feliz cuando tengo la mesa llena de gente, con sus sillas vacías también, pero recordándonos entre todos lo afortunados que somos por tenernos. Por estar aquí, por recibir a los Reyes de Oriente durante el sueño, por poder maltratar al estómago alguna vez juntos. También por estar entre gente sensible a las dos caras del escenario navideño, y que intentamos hacer visible lo que se intenta callar. Por tener toda esta gente a mi alrededor queriéndonos. Ya ve, también sucumbo a los sentimientos.


Por último, querida habanera, quiero compartir con usted un poema de José Agustín Goytisolo que descubrí hace muchísimos años y que ahora me acude de golpe. Se titula “Érase una vez”


Érase una vez un lobito bueno, 

al que maltrataban todos los corderos.
Había también un príncipe malo, 
una bruja hermosa y un pirata honrado.
Todas estas cosas había una vez, 
cuando yo soñaba un mundo al revés.

Seguramente son las caras de los chiquillos en la cabalgata, o cuando ver cagar dulces de un trozo de madera es posible, o cuando ven un papá Noel en cada esquina y lo miran con el mismo entusiasmo como si fuese único… Esos ojos abiertos a todo, donde cabe todo, incluso la esperanza de vivir en un mundo al revés. Y ahí es donde me quiero ver en ellos.

Un abrazo muy, muy grande. Así me llega su calorcito ahora que aquí andamos con frío.


Vicentita




(*)Tengo algo que contarte. Correspondencia entre dos mujeres es una relación epistolar entre una mujer de La Habana y otra de Salt (Girona). La publicación de estas cartas se realiza con el permiso de ellas mismas que han confiando en La Guerrilla Comunicacional su publicación.


Si es la primera carta que lees puede ser que te interese ver el histórico de la correspondencia:


Prólogo: Prólogo

Carta 1ª: Carta nº 1
Carta 2ª: Carta nº 2
Carta 3ª: Carta nº 3
Carta 4ª: Carta nº 4
Carta 5ª: Carta nº 5
Carta 6ª: Carta nº 6
Carta 7ª: Carta nº 7
Carta 8ª: Carta nº 8
Carta 9ª: Carta nº 9

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