El humano es individualmente inteligente y colectivamente imbécil. 08 Feb 2017.
Núria Vidal de Llobatera
Bióloga, miembro de Ecologistas en Acción
Diálogo entre dos sabios reconocidos a nivel internacional, un economista referente de la ecología ecológica y política, Joan Martínez Alier, y un físico investigador y a la vez divulgador de la ciencia y museógrafo, Jorge Wagensberg, ambos conocedores de la obra de unos de los padres de la Ecología de nuestro tiempo, el Dr. Ramón Margalef, que ya en los años 60 se aplicó en profundizar en la huella humana en la biosfera y en los años 80 denunció la disparidad en la distribución de energía entre el Norte y el Sur del continente americano, lo que ahora llamamos “deuda ecológica”, es decir substraemos la riqueza natural de un continente a cambio de riqueza crematística y encima los endeudamos.
En este diálogo Martínez Alier y Wagensberg pasan revista a una serie de conceptos básicos para entender la situación actual del planeta, algunos de los cuales se estudian ya en la escuela como: la fotosíntesis, los ciclos de la materia o las leyes de la termodinámica, pero luego se olvidan o al menos no se aplican. Así podemos escuchar políticos con formación académica decir barbaridades cómo que el agua de los ríos se pierde en el mar o mi primo dice que el cambio climático no existe, o las mas recientes del actual presidente de USA, aunque este no se sabe si tiene formación académica o primos. Insisten en la falta de contacto entre ciencias experimentales, ciencias sociales y humanidades. La ruptura de los puentes entre conocimientos nos aboca a una sociedad especializada en departamentos estancos, incompletos, fragmentados e incapaz de reaccionar con sabiduría frente a la crisis ecológica en la que ya estamos inmersos. Los planes educativos desgraciadamente van en esta dirección la de crear “analfabetos especializados”.
Nos invitan a profundizar en el “antropoceno” como nueva era geológica afectada por la actividad humana y las consecuencias de la explotación del territorio que no solo nos devuelve “la torna” (colmatación o complemento) del cambio climático, sino que también esta poniendo en crisis nuestra cultura por el punto de no retorno y de aquí la necesidad urgente de tomar medidas, para evitar actuar como la metáfora de los conejos que huyen de la jaula para buscar la libertad y cuando llegan a un prado enorme lleno de hierba, esperan que alguien les diga como comer la hierba con cuchara (nos estamos volviendo inservibles a responder a las urgencias).
También a pesar de los grandes trabajos de naturalistas y científicos a lo largo de la historia, solo ahora se empieza a dar valor a la biodiversidad, a menudo más por el valor económico que pueda tener una especie patentada por la información que contiene que por los valores éticos –dificultad de que se cree de nuevo– y estéticos por la potencia creativa de la selección natural. Esta enumeración de conceptos invita a reflexionar.
Algunos como eficacia y eficiencia que se nos escapan en lo cotidiano o el principio de precaución que el capitalismo suelen minimizar con seguros o impuestos, ¿qué compañía de seguros nos puede asegurar frente a una guerra nuclear? se pregunta Alier, ¿qué impuesto nos compensarán del riesgo radioactivo de las centrales nucleares?, podríamos añadir.
De rabiosa actualidad son los ejemplos de la colaboración entre especies en la evolución y no la competencia mal entendida “darwiniana”, o la cohesión social basada en los elementos comunes, compartidos frente a la dominación. Aunque las diferencias de lenguaje, mitos, tradiciones, creencias y culturas complican la cohesión. Interesante es también la observación sobre la dificultad de destruir un malentendido o una mentira sin demostrar su falsedad, léanse las fobias colectivas sobre determinadas etnias o grupos ideológicos, que no responden a nada racional.
Si el planeta es finito, ¿porqué la sociedad de consumo y la economía industrial incumplen las leyes de la física? ¿por qué un crecimiento sin límites en un planeta finito? ¿porqué la especie humana tiende a aumentar el consumo exosomático frente al endosomático de subsistencia?
A menudo se confunde crecimiento con desarrollo, por supuesto que hay que cubrir las necesidades básicas mas allá de la subsistencia, pero de una forma democrática y partiendo de la certeza de que todos habitamos el mismo planeta y que los recursos se agotan, y por ética y supervivencia estamos obligados a conciliar las necesidades de consumo y la limitada disponibilidad de los bienes y “servicios” que los ecosistemas nos proporcionan de forma democrática, es decir en igualdad de oportunidades.
¿Economía azul (biomímesis) o economía circular? No hay nada circular en la vida porque no hay nada que vuelva al mismo punto de origen. Hay una crítica a la economía circular por la entropía pero se subraya la necesidad de reciclar todo lo reciclable. Cuando la concentración de un recurso tiende a cero, la energía requerida para extraerlo tiende al infinito. Empujados a consumos innecesarios por élites que sacan el beneficio, no estamos buscando alternativas a los recursos heredados, formados durante millones de años y que una vez usados se dispersan y no pueden reutilizarse. Recursos que una vez usados desbordan la capacidad de carga del planeta.
El diálogo esta lleno de reflexiones contadas de forma amena y con más información científica de la que cabe en el propio libro, por un lado del “ecólogo de sistemas o termodinámico de los procesos vivos” como Alier define a Wagensberg, y por el otro de un economista “arrepentido”, como se define a si mismo Martínez Alier, que estudia injusticias ambientales nacidas del metabolismo social como flujo de materia, energia e información y los conflictos distributivos que los economistas clásicos ni ven. Uno continua trabajando en la “generación, gloria y miseria de las ideas”, y el otro en el análisis de hacia donde va la especie humana con todas las contradicciones de su historia, con un atlas universal de conflictos ambientales, “Environmental Justice Atlas”.
“El humano es individualmente inteligente y colectivamente imbécil”
Dialogo entre Martínez Alier y Jorge Wagensberg
Jorge Wagensberg.: Quizá lo primero que hay que hacer para entender bien todo esto es distinguir eficacia de eficiencia. Eficacia significa simplemente cumplir con un objetivo o función, eficiencia significa además aprovechar al máximo la energía. Es curioso constatar que, en la naturaleza, se dan estrategias con casi todas las combinaciones posibles de eficacia y eficiencia. Es interesante ver, como ocurre muchas veces en la naturaleza, cómo dos comportamientos opuestos funcionan los dos en condiciones diferentes. Por ejemplo, antes de hablar de la energía podemos hablar del comportamiento críptico que se da en especies vivas. En algunos casos algunas especies optan por escoger la estrategia de «me escondo y me quedo quieto», y otras optan por la contraria, «me muestro y digo que soy venenoso». Encontramos animales que se esconden y animales que asustan, y las dos estrategias tienen su sentido. El que es peligroso dice: «yo tengo que decir que soy peligroso, porque si no los dos moriremos, porque nos eliminaremos el uno al otro, nos comeremos mutuamente, por tanto aviso que soy peligroso». Y otra especie dice: «como no soy peligroso, mejor desaparezco y no me dejo ver». Incluso puede haber otro que, al no ser peligroso, opte por mostrarse como que lo es copiando al que lo es. Es decir, todas las estrategias son posibles y las tenemos ante nuestros ojos.
Pero hablando de energía, surge una idea que creo que puede tener un interés económico: introducir otros factores como el del riesgo. Es decir, dentro de la naturaleza funciona el especialista que se arriesga mucho a base de ahorrar mucho. Un osito koala, del que ya hemos hablado, por ejemplo, se agarra a un árbol y casi no se mueve, es un ser vivo que no gasta nada. Para comer: ¿qué hace? Abre la boca y espera a que una hoja de eucalipto se le meta dentro y si tiene mucha hambre igual cierra la boca y se la come. Además no tiene depredadores, porque sus depredadores están abajo, él está arriba, pero… ¡ay como le pase algo al eucalipto!, porque es de lo único que se alimenta. Tiene por tanto una gran eficiencia a base de arriesgarse muchísimo. La otra estrategia es la de los gorriones, que se lo comen todo, o las ratas o nosotros, pero a base de un gasto de energía que es una locura, todo el día para arriba, para abajo, yo me como lo que sea, pero claro, tengo mucho menos riesgo, porque si no hay patatas, hay pieles de patatas, si no otra cosa. Es interesante constatar cómo las dos estrategias existen. Y cuando un sistema es diverso, lo que es curioso es que cada especie ocupa un nicho aprovechando al máximo los recursos que hay en la naturaleza. Pero volviendo a tu pregunta. ¿Hasta qué punto se pueden trasladar las leyes de la física y las tácticas y estrategias de la naturaleza para comprender la economía o la política? No se pueden proyectar directamente los resultados, pero sí las ideas. Y tienes razón, considerar ideas más allá de los horizontes que les son propios, siempre parece difícil.
Martínez Alier: Por ejemplo, el ecologista norteamericano Howard Odum, contemporáneo nuestro aunque nacido 20 años antes que nosotros, era aficionado a usar el maximum power principle, que si lo entiendo bien, significa que el éxito en la evolución consiste en usar la energía que esté disponible y usarla de manera eficiente. Evolución quiere decir éxito en la reproducción. Así, existe una tendencia en la evolución de las distintas especies a que aprendan (aunque quizás no siempre es así, quizás también gastan inútilmente), a que aprendan a usar la energía necesaria para reproducirse lo más posible, sin desperdiciar mucha energía. Si esto fuera así también por los humanos, surge otra discusión, los humanos no queremos, creo yo, reproducirnos lo máximo posible.
J.W.: Sí, como digo, en la naturaleza se puede encontrar casi cualquier estrategia, incluso algunas que se dedican a despilfarrar energía. Lo natural no tiene por qué ser necesariamente un buen ejemplo. Pero en una cosa tienes razón: el éxito reproductivo es una constante universal en el mundo vivo. La idea del gen egoísta ideada por Bill Hamilton y difundida magistralmente por Richard Dawkins parece fuera de toda duda. El gen egoísta es siempre aplicable como criterio: todo parece ser como es para propagar los propios genes. La selección natural actúa en muchos niveles distintos, desde el genético hasta el de las poblaciones, pero se ha llegado incluso a decir (exagerando quizás un poco) que los organismos son excusas para que los genes se propaguen hacia el futuro.
M.A.: Los genes son egoístas. Las especies pretenden aumentar la población y usar la energía de una manera eficiente para poderlo hacer, y has dicho que ahí no hay un gasto innecesario de energía.
J.W.: Yo creo que predomina el gen egoísta sobre la eficiencia energética. Lo importante es que los genes se propaguen aunque tal cosa resulte energéticamente muy cara. Se dan casos en los que el gasto de energía es estratosférico, como los animales que ponen cientos de millones de huevos «sabiendo» que se los van a comer casi todos. Pero bueno, gasto no significa siempre despilfarro (alimentan a otras especies). En contraste con este extremo está el extremo opuesto. Existen especies que solo ponen un huevo al que luego cuidan con esmero y dedicación, los pingüinos por ejemplo. Hay estrategias de ahorro y estrategias de despilfarro.
M.A.: Y aquí entramos en el tema de la relación del hombre con la naturaleza, de la naturaleza como objeto de explotación. Porque el ser humano no es un elemento irrelevante en esta historia, un personaje ausente, sino tremendamente determinante.
La «eficacia» en estos ejemplos que comentas se entiende en el sentido de encontrar el alimento, pero la humanidad no funciona así porque gastamos energía no solo para conseguir los alimentos, sino para cualquier cosa, por otros motivos que no se ciñen estrictamente a la supervivencia, como por ejemplo para presumir… La «eficacia» en el caso de los humanos sería relativa a los objetivos que te planteas, ver qué energía utilizas para trasladarte, en automóvil, en bicicleta, en metro, y si tu estatus social implica que tienes que ir en un automóvil de cierta potencia. Puedes incluso presumir de ir en bicicleta, pero casi nadie presume de ir en metro.
J.W.: El ser humano vive hoy en una situación complejísima ante la cual el dilema es decidir comportamientos racionales para el individuo y para el colectivo. Es cada día más difícil decidir cuál es el comportamiento más eficaz y eficiente porque cada día es más difícil tener en cuenta todas las influencias y todos los factores. En este aspecto, en el aspecto de que funcionan las hipótesis más dispares, los sistemas culturales se parecen cada vez más a los sistemas naturales.
M.A.: Estoy de acuerdo, para explicar la historia de la humanidad es imprescindible incorporar elementos como la energía y las calorías que precisamos para vivir, y no creo que eso sea muy distinto en los humanos que para los otros seres vivos, excepto que nosotros, los humanos, estamos aumentando constantemente la razón «exo/endo», es decir, la energía de uso exosomático con respecto a la energía de uso endosomático (la energía de la alimentación).
J.W.: Existe una gran diferencia entre la humanidad y otros colectivos de seres vivos. Estos últimos se reparten los recursos del ecosistema para seguir vivos. Los humanos en cambio fuerzan siempre los recursos lo máximo que es posible en cada momento y en cada lugar. Resulta curioso observar cómo se repartían un paisaje determinado los dinosaurios. Diez especies podían cubrir todos los nichos ecológicos disponibles. Es fácil y divertido a la vez: no tardamos en encontrar el dinosaurio león, el dinosaurio rinoceronte, el dinosaurio buitre, etc. Un colectivo humano sale disparado a comerse todo lo que tiene delante, algo que en general no hace un individuo humano. Da la sensación de que un colectivo de animales comparte más inteligentemente el entorno que un individuo animal. Se diría que con los humanos sucede lo contrario. Lo resumiría así: el humano es individualmente inteligente y colectivamente imbécil. La sentencia tiene acentos políticos. Este es el gran problema de la humanidad, que tiene lugar cuando decide tomar decisiones colectivas. Por eso creo que analizar la naturaleza nos permite aprender mucho, no únicamente para copiarla sino para conocer cuáles son las estrategias posibles.
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