martes, 28 de febrero de 2017

Sí, la colonización es un crimen contra la humanidad. Bruno Guigue Oumma

Sí, la colonización es un crimen contra la humanidad.  Bruno Guigue
Oumma

Traducido del francés para Rebelión por Caty R.

Tras declarar que «la colonización es un crimen contra la humanidad, una auténtica barbarie», Emmanuel Macron ha desencadenado un torrente de indignación. Se ha dicho que esa declaración no es más que puro oportunismo, que el candidato de « En marche», como de costumbre, dice todo y lo contrario. En noviembre de 2016 declaró: «Entonces sí… en Argelia hubo tortura pero también el surgimiento de un Estado, de riqueza, de clases medias, esa es la realidad de la colonización. Hay elementos de civilización y elementos de barbarie». Cierto, ¿pero si por una vez Emmanuel Macron hubiera tenido razón? La reacción chovinista suscitada por sus opiniones, en cualquier caso, demuestra que el revisionismo colonial forma parte del ADN de la derecha francesa.
Hay que oír despotricar a esos humanistas de doble rasero cuando se señala con el dedo esa página siniestra de la historia de Francia. Para Bernard Accoyer, secretario general de los Republicanos, «esas declaraciones constituyen un insulto a la historia de Francia y a la memoria de millones de franceses. No honran al candidato a la presidencia, que opta por el arrepentimiento en vez de hacer una lectura objetiva de nuestra historia. Un arrepentimiento, siempre agitado por la izquierda y la extrema izquierda, que por desgracia contribuye a la desconfianza hacia su país de una parte de las nuevas generaciones».
¡Pero es todo lo contrario! Para que un francés se sienta insultado por esa afirmación tiene que haber hecho una lectura superficial del pasado nacional. ¿Los millones de víctimas del colonialismo francés desde hace tres siglos serían una cantidad insignificante? ¿Por el hecho de ser patriota hay que suscribir una narrativa colonial de cuento de hadas? Que Francia se proclame patria de los derechos humanos no prohíbe a sus ciudadanos verificar si esa proclama se ha mantenido a lo largo de su historia. Es su obligación. Y tras el examen el veredicto es severo. Algunos de sus electores puede que lo hayan olvidado, monsieur Accoyer, pero la conquista de Argelia fue una expedición asesina, la ocupación de ese país una humillación permanente para sus habitantes y la guerra de liberación una carnicería (300.000 muertos) provocada por la obstinación del colonizador.
Pero Bernard Accoyer solo nos ofrece el aperitivo. Entre los nostálgicos del orgullo ofendido está la presidenta del Frente Nacional, que se lleva la palma. En su página de Facebook califica directamente de «crimen» las opiniones de Emmanuel Macron: «¿Hay algo más grave, cuando se quiere ser presidente de la República, que ir al extranjero para acusar de un crimen contra la humanidad al país que se quiere dirigir?», pregunta la candidata del FN, «al utilizar esa argumentación, probablemente por razones puramente electoralistas, es Macron quien comete un crimen. Lo comete contra su propio país». Ha dicho. Al unísono la derecha y la extrema derecha asestan una singular doctrina según la cual el crimen no es el colonialismo, sino el hecho de denunciarlo.
Contra esas imposturas reaccionarias hay que leer lo que escribió Aimé Césaire en 1955 en su magnífico Discurso sobre el colonialismo. Cita al coronel Montagnac, uno de los conquistadores de Argelia: «para expulsar las ideas que me asaltan algunas veces corto cabezas, no cabezas de alcachofas, sino cabezas de hombres». Da la palabra al conde de Herisson: «Es verdad que trajimos un barril de orejas recolectadas, par a par, de los presos, amigos o enemigos». También cita a Pierre Loti contando en Le Figaro la toma de Thouan-An (Indochina) en 1883: «¡La gran matanza había empezado! Y era un placer ver, bajo un mando metódico y seguro, esos haces de balas, tan fácilmente dirigibles, abatirse sobre ellos dos veces por minuto. Se veían gente totalmente enloquecida que se levantada poseída por el vértigo de correr. Avanzaban en zigzag a través de esta carrera de la muerte y se remangaban la ropa hasta los riñones de una manera cómica… y después nos divertíamos contando los muertos». Y sí, esos horrores también forman parte de nuestra historia.
Por todas partes la conquista colonial fue espantosa. El colonizador deshonró la bandera tricolor. Ahogó en sangre a los pueblos martirizados por aquellos que pretendían llevarles la civilización a punta de fusil. Por eso, en todas partes, los pueblos colonizados enarbolaron el estandarte de la revolución. Cansados de que los tratasen como objetos querían convertirse en «sujetos de su propia historia», como decía Lenin en sus teorías proféticas sobre el derecho de las naciones a disponer de sí mismas (1916). Pero en Indochina, en Argelia, en Madagascar, en Camerún, las revoluciones populares chocaron con una represión despiadada. Para mantener el viejo orden la máquina de guerra colonial perpetró crímenes masivos y consumó innumerables carnicerías.
¡Lea, pues, al gran Aimé Césaire, monsieur Accoyer, eso le cambiará del Figaro-Magazine!: «Habría que estudiar cómo trabaja la colonización trabaja para ‘descivilizar’ al colonizador, para embrutecerlo en el sentido literal de la palabra. Para degradarlo y despertar sus ocultos instintos, la codicia, la violencia, el odio racial, el relativismo moral. Y habría que mostrar después que cada vez que en Vietnam se corta una cabeza o se revienta un ojo y en Francia se acepta, que cada vez que se viola a una niña y en Francia se acepta, se tortura a un malgache y en Francia se acepta, hay un bagaje de la civilización que es un peso muerto, se opera una regresión universal y se instala una gangrena ».
Lo menos que se puede decir es que esa gangrena está siempre en las mentes. Como dijo Marx a propósito de las atrocidades cometidas por los ingleses en la India en 1853, «La hipocresía profunda y la barbarie inherente a la civilización burguesa se despliegan sin disimulo ante nuestros ojos pasando de su hogar natal, donde asume formas respetables, a las colonias, donde se presenta sin tapujos».
Sí, es un hecho. El crimen colonial hizo estallar en pedazos las barreras morales que la clase dominante se imponía en otros lugares. Señalar la atrocidad del crimen colonial es llamar por su nombre a esa historia dolorosa. El colonialismo es una violencia al cuadrado, multiplicada por el sentimiento de superioridad racial del colonizador sobre el colonizado. Perpetrado en los cinco continentes, de Colón a Netanyahu, el colonialismo es un crimen contra la humanidad porque niega la humanidad de aquél a quien oprime.
Fuente: https://oumma.com/oui-la-colonisation-est-un-crime-contre-lhumanite/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.

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