No pretendo
que lo que escribo a continuación no tenga fallas, sobre todo en el detalle. Lo
que solamente deseo es que el lector encuentre aquí sugerencias, y que salga
persuadido de que hay algo de verdad en este asunto.1
SCHUMPETER
Joseph, [1911] Théorie de l'évolution économique. Recherches sur le profit, le
crédit, l'intérêt et le cycle de la conjoncture, Editions Dalloz, 1983, p. viii
¿Otro mundo es
posible? ¿Es iluso pensar en eliminar las grandes desigualdades
socio-económicas, existentes durante miles de años, entre un ínfimo número de
personas y la gran mayoría de la población?
John Maynard
Keynes, en 1936, precisó que “los dos vicios horrendos del mundo económico en
el que vivimos son: primero, el desempleo; segundo, la arbitrariedad y ausencia
de equidad en la repartición de la fortuna y de las remuneraciones.”2 A lo
dicho por Keynes, hay que agregar lo que sufren los países del Sur: un atraso
de miles de años en las formas de trabajar.
Sin olvidar
otros efectos perversos del actual sistema socio-económico, tal como “el caso
más notable de corrupción generalizada de un gobierno en los últimos años en
América Latina, [el que se dio] en el Perú, durante los años 90s, […] gobierno
que presidió el Sr. Alberto Fujimori […],”3 lo señalan los profesores Tierry
Baudassé y Adolfo Hinojoza Pérez.
En el 2016,
Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Oxfam International, afirmó:
“Simplemente no podemos aceptar que la mitad más pobre de la población mundial
posea la misma riqueza que un puñado de personas ricas que cabrían sin
problemas en un autobús”4.
Que 62
personas sean más ricas que la suma de riquezas de 3.6 mil millones de
personas, es más que escandaloso. Y que de esas 62 personas más ricas del
mundo, 59 sean hombres y sólo 3 sean mujeres, nos muestra juntas todas las
aberraciones de la “civilización occidental”.
Una
civilización que bajo la bandera de la “preservación de la democracia” continúa
miles de años de dominación, exterminio, rapiña, esclavitud, servilismo,
gamonalismo, y apropiación total de los bienes duramente producidos y
construidos por los pueblos del mundo. Con el pretexto de “erradicar el
terrorismo” o “impedir la invasión de inmigrantes” se pretende ocultar las
grandes desigualdades socio-económicas generadas durante estos miles de años de
oprobio y humillación.
Sobre el
particular, existe algo substancial a precisar de inmediato. Una cosa son las
desigualdades y otra, muy distinta, son las diferencias.
Las
diferencias entre personas, como entre los dedos de una misma mano, son de
orden físico, intelectual, e incluso psíquico. Las diferencias tienen relación
directa con las particularidades de cada ser humano. En cambio, las
desigualdades tienen una naturaleza muy distinta.
Que la mayoría
de la población mundial nazca pobre y muera extremadamente pobre, o que unas
cuantas personas nazcan ricas y mueran inmensamente ricas, no tiene ninguna
relación con la naturaleza propia del ser humano. Este fenómeno obedece a una
forma de organización socio-económica impuesta a sangre y fuego. Además, este
modus vivendi bien interiorizado en nuestro comportamiento, es relativamente
reciente en la Historia de la Humanidad.
Este es el
tema central de este libro: mostrar la causa fundamental de estas grandes
desigualdades socio-económicas así como su alternativa de solución, en la
teoría y en la práctica. Otro mundo es posible.
Como lo dice
Aníbal Quijano, “Ya no es suficiente resistir a la globalización neoliberal.
Las conquistas que nos han sido robadas en los últimos 40 años no serán
restauradas. Ahora es necesario, urgente en verdad, pasar de la resistencia a
la alternativa.”5 Ello supone, en primer lugar, movilizar a todos los
habitantes del Perú, grandes y chicos, cobrizos, negros y blancos, y a todas
las religiones y nacionalidades, sin diferencia de género.
Para lo cual
se requiere precisar un gran objetivo nacional que contenga un programa mínimo
en el cual todos se vean reflejados. Un programa que consista en la eliminación
de estos tres grandes males: desempleo, pobreza y atraso en las formas de
trabajar.
Ya no más
trabajadores en búsqueda de un trabajo que nunca llega, niños en búsqueda de un
mendrugo de pan para adormecer su hambre, hermanos que viven todavía de la
recolección, caza y pesca, o campesinos que siguen labrando la tierra con la
chaquitajlla o el buey, como en los albores de la Humanidad. ¡Basta ya!
Construyamos un nuevo país que albergue una sociedad con nuevos comportamientos
dentro de un nuevo cuadro de vida. Todos debemos compartir este sueño y estar
dispuestos a dar lo mejor de uno mismo para conseguirlo. Si es así, nada nos
detendrá. Somos la mayoría. Despertemos. Salgamos del conformismo y servilismo.
Y porque, además, todo existe para alcanzar este sueño.
Contamos con
una fuerza de trabajo capaz de mover montañas como lo hicieron nuestros
antepasados. Todos a trabajar. Contamos con un financiamiento ilimitado para
realizar obras descomunales y en el plazo más breve. Mil obras con mil caños de
financiamiento. Nada de centralismo. Aumento acelerado del salario mínimo de
los trabajadores de las empresas de nuevo tipo, hasta alcanzar el estándar
internacional de salarios mínimos. Una vida decente dentro de un mundo de
abundancia. Disminuir drásticamente la brecha entre los que ganan mucho y los
que no ganan nada. Somos hermanos, seámoslo en la vida diaria.
Desde el
inicio de las acciones debe sentirse como una onda de shock que remueva todas
nuestras entrañas. Nada de pequeñeces. El futuro es nuestro. Todo cambio
implica zozobras. No nos debe asustar, porque seremos nosotros quienes
conduciremos el carro de la Historia.
Debemos pensar
en grande, porque la tarea a realizar es igualmente grande. Es un gran reto. Es
el reto de nuestra generación. Para lograrlo, contamos con la capacidad humana
y los medios necesarios para que, al final del primer año, ya se vea la
diferencia. Y esto, porque nada será casual, nada será imprevisto. La
construcción del mañana ya lo debemos tener diseñado en nuestro cerebro y en
nuestros corazones.
Para mostrar
que este sueño es factible, utilizaré algunos nuevos conceptos, se redefinirán
otros, así como nos serviremos de una nueva visión de la economía y de la
sociedad que, en su conjunto, constituye lo que se podría llamar una Teoría del
Cambio.6 “Schumpeter nos propone una definición clara de lo que es una ‘Visión’
– ‘la cosa que viene primero, […] en cada aventura científica. […] Antes de
embarcarnos en un trabajo de análisis de cualquier tipo, primero debemos
precisar el fenómeno que deseamos investigar, y adquirir ‘instintivamente’ una
noción preliminar de cómo se muestra en conjunto. O en otras palabras, según
nuestro punto de vista, qué es lo que aparece como sus propiedades
fundamentales’.”7 De igual modo, en la línea del profesor Yoland Bresson,
“tomemos a la sociedad y tratemos de representarla, no comenzando por dividirla
o fragmentarla en categorías, sino buscando primero lo que hace relación y
unidad.”8 Esta idea está en la base de nuestra reflexión, la misma que nos ha
permitido presentar una visión de conjunto.
Asimismo,
sociedad y comunidad tienen el mismo contenido, pero como lo dijera el
sociólogo Ferdinand Tonnies (1887), el primero es producto de una voluntad
reflexionada mientras que el segundo es la consecuencia de una voluntad
orgánica.9 Más adelante apreciaremos que la sociedad es el producto de la
Repartición Individualista, una voluntad reflexionada.
Los primeros
cinco capítulos, que constituyen la Primera Parte del libro, se orientan a
presentar el Modelo Alternativo de solución al Capitalismo, a largo plazo, de
la problemática actual. Es el objetivo que debe orientar cada una de nuestras
acciones diarias. En verdad, “no es difícil fabricar modelos a partir de un
conjunto de hipótesis. La dificultad es, lo afirma la economista Joan Robinson,
de encontrar las hipótesis que tengan una relación con la realidad.”10 Una vez
que se haya fabricado un modelo sobre hipótesis que trasciendan lo sustancial
del tema tratado, es de esperar una secuencia lógica en su argumentación. Por
ello, concuerdo plenamente con John Richard Hicks, Premio Nobel de Economía
1972, cuando nos dice: “Ahora estoy convencido, de que se puede construir un
sistema de economía de bienestar que tenga el mismo grado de rigor lógico que
la economía del equilibrio general.”11 Sólo así estaremos en medida de poder
levantar la interpelación que Friedrich Hayek nos lo hace en estos términos:
“El ‘objetivo social’, o el ‘propósito común’, para lo cual la sociedad está
organizada, usualmente es descrita de una forma vaga como el ‘bien común’ o el
‘bienestar general’ o el ‘interés general’. No se necesita mucha reflexión para
ver que estos términos no tienen suficiente precisión como para señalar una
determinada acción,”12 En la Segunda Parte se presentan los Resortes del Gran
Cambio. Con ellos se pone en tensión todas las variables de la actividad
socio-económica a fin de facilitar la aplicación del modelo alternativo al
Capitalismo. Es el caso, por ejemplo, de reavivar todos los elementos de la
Fuerza de Trabajo, la creadora de riquezas, y que no quede cantonada como
sinónimo de trabajadores ocupados.
Otro gran
resorte para el Cambio será, indudablemente, las fuentes de financiamiento para
la ejecución de las grandes obras. Se expondrán esencialmente dos fuentes de
financiamiento: aquella que tiene relación con la emisión monetaria
(financiamiento ilimitado y gratuito) y, la otra, que proviene de una mejor
gestión del Presupuesto Público.
Recogiendo la
experiencia del presente como del pasado, la instalación del modelo alternativo
al Capitalismo exige una adecuada estrategia para tener mayores posibilidades
de éxito. Y ésta, no puede ser otra que “un movimiento endógeno en una economía
abierta”.
En los cinco
capítulos siguientes, que constituyen la Tercera Parte de este libro, se
presentan las Medidas de Acompañamiento a implementar en el corto y mediano
plazo para lograr, lo más rápidamente posible, el objetivo de largo plazo: una
nueva sociedad, con nuevos comportamientos, basada en una nueva economía.
Una de ellas
consiste en orientar la inversión y el gasto público hacia las empresas de
propiedad colectiva. De igual modo, se reducirá la abismal desigualdad en
Remuneraciones y en Capital, así como se cortará el drenaje del Valor Agregado
hacia el exterior. El Gran Cambio exige, también, una nueva dinámica del
Servicio Civil, con una total transparencia y una ejemplar sanción para los
infractore
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