No hay nada más parecido a una persona machista de derechas que una persona machista de izquierdas. El machismo es machismo, anide en la ideología que lo haga. Es importante que dejemos los eufemismos y reconozcamos abiertamente que dentro de la izquierda hay fuertes reacciones machistas. Resulta fundamental asumir esta realidad para atajarla.
Cierto es que la izquierda, tanto la política como la sindical o la social, han tenido una sensibilidad especial a las demandas del movimiento feminista, pero no es menos cierto que la realidad es que dentro de estas organizaciones lo que hubo, y hay, son movimientos feministas internos de mujeres, y también algunos hombres, que van abriendo camino a la igualdad y al feminismo, no sin reticencias. Fruto de esas presiones que nacen en los senos internos de las organizaciones de izquierdas hemos alcanzado marcos legislativos y normativos y, al menos, condenas públicas del machismo y de la violencia que genera.
No obstante, tampoco podemos rehuir la realidad de que existe connivencia de una parte del movimiento feminista con el machismo de izquierdas en tanto en cuanto no se condena con la misma vehemencia con la que condenamos a los y las machistas de derechas. Si entendemos el feminismo con el movimiento llamado a derribar el sistema de opresión más perenne de los habidos, el patriarcado, éste no puede ser cómplice ni por acción ni por omisión.
Cierto es que la izquierda, tanto la política como la sindical o la social, han tenido una sensibilidad especial a las demandas del movimiento feminista, pero no es menos cierto que la realidad es que dentro de estas organizaciones lo que hubo, y hay, son movimientos feministas internos de mujeres, y también algunos hombres, que van abriendo camino a la igualdad y al feminismo, no sin reticencias. Fruto de esas presiones que nacen en los senos internos de las organizaciones de izquierdas hemos alcanzado marcos legislativos y normativos y, al menos, condenas públicas del machismo y de la violencia que genera.
No obstante, tampoco podemos rehuir la realidad de que existe connivencia de una parte del movimiento feminista con el machismo de izquierdas en tanto en cuanto no se condena con la misma vehemencia con la que condenamos a los y las machistas de derechas. Si entendemos el feminismo con el movimiento llamado a derribar el sistema de opresión más perenne de los habidos, el patriarcado, éste no puede ser cómplice ni por acción ni por omisión.
Si entendemos el feminismo con el movimiento llamado a derribar el sistema de opresión más perenne de los habidos, el patriarcado, éste no puede ser cómplice ni por acción ni por omisión.
Mujeres y hombres, con independencia de nuestra ideología, hemos nacido y nos hemos desarrollado en sociedades patriarcales que nos imponen visiones machistas de todos los ámbitos de la vida, y por todo ello es fundamental fomentar procesos de deconstrucción personal y de trabajo de las nuevas masculinidades y feminidades, sin obviar otras realidades, fundamentalmente la LGTBIQ.
Por todo ello, debemos asumir que si queremos prevenir y erradicar el machismo y la violencia que genera tenemos comenzar haciendo pedagogía dentro de la propia izquierda, donde todavía no hay siquiera una postura unánime en torno a la abolición de la prostitución, que es una de las más dolorosas formas de violencia contra las mujeres.
Si no superamos el discurso que Ana de Miguel denominó “el mito de la libre elección” y comenzamos a comprender que la prostitución no es un problema laboral sino un problema de Derechos Humanos, de extorsión y redes tratantes, y de feminización de la pobreza, no podremos avanzar hacia una verdadera sociedad libre de violencia contra las mujeres. Si la izquierda no supera de una vez por todas las posturas equidistantes en torno a la compra-venta de mujeres, de sus cuerpos y sus vidas, no construiremos JAMÁS sociedades libres de violencia contra las mujeres.
Hay trabajo por hacer dentro de las organizaciones de izquierdas, pero el movimiento feminista también debe asumir que no puede ser cómplice del machismo dentro de la izquierda. Que debe condenarlo como cuando se da dentro de la derecha, inclusive más.
Lo escribieron Gioconda Belli, Patricia Vergara o Dulce Chacón con las palabras más hermosas que pudieron. Incluso las que las precedieron… María Cambrils, Alexandra Kollontai o Emma Goldman… Sin feminismo no hay izquierda.
Fuente: http://www.tribunafeminista.org/2016/10/machismo-de-izquierdas/
Por todo ello, debemos asumir que si queremos prevenir y erradicar el machismo y la violencia que genera tenemos comenzar haciendo pedagogía dentro de la propia izquierda, donde todavía no hay siquiera una postura unánime en torno a la abolición de la prostitución, que es una de las más dolorosas formas de violencia contra las mujeres.
Si no superamos el discurso que Ana de Miguel denominó “el mito de la libre elección” y comenzamos a comprender que la prostitución no es un problema laboral sino un problema de Derechos Humanos, de extorsión y redes tratantes, y de feminización de la pobreza, no podremos avanzar hacia una verdadera sociedad libre de violencia contra las mujeres. Si la izquierda no supera de una vez por todas las posturas equidistantes en torno a la compra-venta de mujeres, de sus cuerpos y sus vidas, no construiremos JAMÁS sociedades libres de violencia contra las mujeres.
Hay trabajo por hacer dentro de las organizaciones de izquierdas, pero el movimiento feminista también debe asumir que no puede ser cómplice del machismo dentro de la izquierda. Que debe condenarlo como cuando se da dentro de la derecha, inclusive más.
Lo escribieron Gioconda Belli, Patricia Vergara o Dulce Chacón con las palabras más hermosas que pudieron. Incluso las que las precedieron… María Cambrils, Alexandra Kollontai o Emma Goldman… Sin feminismo no hay izquierda.
Fuente: http://www.tribunafeminista.org/2016/10/machismo-de-izquierdas/
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