CARLO FRABETTI. ¿Por qué nos creemos superiores? (Caníbal cautivo 5)
Muchos hombres se creen superiores a las mujeres, muchos blancos se creen superiores a los negros, muchas personas cultas se creen superiores a las menos cultas… Y muchos humanos se creen superiores a los demás animales. ¿Por qué? ¿Cuál es el concepto de superioridad que subyace a estas creencias?
Los hombres suelen ser más corpulentos y fornidos que las mujeres, y su supremacía empezó basándose en la fuerza bruta (que, directa o indirectamente, sigue siendo la base del machismo). Los blancos, por razones históricas, desarrollaron civilizaciones tecnológicamente más avanzadas -es decir, más poderosas- y sometieron a los negros hasta el extremo de convertirlos en esclavos, también mediante la fuerza. Las personas con más acceso a la cultura suelen ser las que pertenecen a las clases sociales que someten a las demás, de nuevo mediante la fuerza (del dinero y las armas). En última instancia, quienes se creen superiores proclaman implícitamente que su supuesta superioridad dimana de la fuerza bruta (del cuerpo y/o del capital), por más que a menudo intenten presentarla como superioridad intelectual. Se ha dicho a menudo, históricamente (y es un discurso que aún no se ha extinguido del todo a pesar de las abrumadoras evidencias en contra), que los hombres son más inteligentes que las mujeres, que los blancos son más inteligentes que los negros y que las personas con mayor desarrollo intelectual no lo obtienen gracias a sus privilegios de clase sino a su superioridad intrínseca. Pero estos argumentos no solo son demostradamente falsos, sino también irrelevantes; pues aunque así fuera, aunque los varones blancos y ricos fueran más listos que los/las demás, ¿estarían justificados el sexismo, el racismo y el clasismo?
Supongamos que existiera una especie de homínidos rubios y bellos como los más agraciados arios o eslavos, pero con un desarrollo intelectual similar al de los simios. ¿Los encerraríamos en los parques zoológicos, los torturaríamos en los laboratorios, nos los comeríamos? No, no lo haríamos,
pues de hecho no nos comemos a los discapacitados mentales, ni nos sentimos “superiores”, sino solo mejor dotados para determinadas tareas.
¿En qué se basa, pues, la supuesta superioridad ontológica de los animales humanos? Aunque nos resistamos a verla, la respuesta es obvia: en el fetichismo del cuerpo (un fetichismo tan arraigado que se hace extensivo a los cadáveres). Al igual que el racismo, el especismo se basa en que los “otros” tienen un aspecto diferente. Diríase que, en última instancia, también los no creyentes creen en el “alma humana”, una esencia intangible que supuestamente hace que un hombre con sus funciones mentales muy disminuidas nos parezca “superior” a un mono, aunque este lo aventaje en consciencia y sensibilidad.
Te propongo el siguiente experimento mental: en un remoto planeta, una cucaracha gigante muy bondadosa e inteligente está siendo atacada por un hermoso primate alienígena con un cerebro equiparable al de un mandril, pero cuyo aspecto físico recuerda vivamente a los angelotes de Rafael. ¿Dispararías contra el bello angelote para salvar a la monstruosa cucaracha? ¿Te lo comerías luego asado, en compañía de la encantadora dictióptera gigante?
En la misma línea y sin salir de nuestro planeta: llegas como náufrago a una isla desierta en la que los únicos posibles alimentos a tu alcance son una cabra viva y un hombre muerto. ¿Matarías a la cabra para comértela o te comerías el cadáver?
No se trata de un test con las respuestas a la vuelta de la página, querido lector/lecter, sino de una modesta invitación a la reflexión y la autocrítica.
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