En Ecuador, el partido oficialista Alianza PAIS derrotó el pasado 2 de abril a una coalición de partidos de derecha liderada por Guillermo Lasso. El actual presidente Lenín Moreno y el vicepresidente Jorge Glas fueron apoyados en campaña por el exmandatario Rafael Correa, líder histórico del movimiento. Sin embargo, en los primeros meses del nuevo gobierno Moreno ha marcado diferencias con algunas políticas de su predecesor, cosa que el propio Correa y otros miembros del partido han criticado duramente. A su vez, decidió despojar a su vice de funciones que le había asignado por una presunta vinculación con casos de corrupción, agravando la crisis dentro del oficialismo.
Para comprender mejor la situación política que está atravesando Ecuador, Nodal habló con Gabriela Rivadeneira, asambleísta nacional y secretaria ejecutiva del Movimiento Alianza PAIS. En 2013, con 29 años, Rivadeneira fue la primera mujer y la persona más joven en ejercer la presidencia de la Asamblea Nacional, cargo en el que se desempeñó hasta mayo de 2017.
¿Por qué el presidente Lenín Moreno tomó la resolución de quitarle funciones al vicepresidente Jorge Glas? ¿Hubo algún intento de diálogo entre ellos antes de llegar a esa medida extrema?
Esa decisión se dio en el marco de la profunda controversia que existe al interior de nuestro espacio político. Tenemos diferencias que no sólo son de forma, sino también de fondo.Todas las instancias del Movimiento Alianza PAIS hemos estado en una constante búsqueda del diálogo y de alcanzar consensos internos desde que LenínMoreno asumió el gobierno. Sin embargo, tuvimos un momento de mucha tensión, cuando el vicepresidente se pronunció públicamente contra algunas decisiones de Lenín Moreno, recogiendo la preocupación de amplios sectores del movimiento, de la militancia y de nuestros simpatizantes. Ante esas declaraciones, el presidente Morenodecidió retirarle algunas funciones que le había asignado.Hay que aclarar que sigue siendo el vicepresidente constitucional de la República y que no está cesado en sus funciones como tal, solamente se le retiraron tareas que le habían sido delegadas por el Presidente.
El vicepresidente Glas denuncia persecución política en su contra. ¿Qué sectores de la oposición están involucrados en el conflicto y cuáles son sus intereses?
Hay un formato de la derecha que se repite en toda la región: la judicialización de la política que busca el desprestigio de los líderes populares y de los procesos que encabezan. Aquí lo vivimos con especial crudeza durante la campaña electoral.Sabemos que el objetivo de este ataque apunta en último término a nuestro líder histórico, Rafael Correa. En esa campaña sistemática de desprestigio están involucrados prácticamente todos los sectores de oposición, principalmente los articulados alrededor de los grupos de poder tradicionales, que son los que la Revolución Ciudadana desplazó del poder esta última década. Su objetivo es no dejar piedra sobre piedra de este proceso político. Quieren recuperar el control de los sectores estratégicos, petróleo, gas, minería, agua, electricidad, espectro radioeléctrico, medios públicos. Quieren aminorar la soberanía del Estado y su papel rector en la economía. Quieren resquebrajar y acabar con los mecanismos de integración latinoamericana. Son la revancha de las élites y vienen con una agresividad enorme a recuperar el terreno que perdieron estos años.
El 2 de abril, en Ecuador les pusimos un freno con la victoria de Alianza PAIS y su binomio presidencial, además de la victoria que obtuvimos en la consulta sobre paraísos fiscales (que inhibe a todo funcionario público o candidato con cuentas offshore a una dignidad de elección popular). Estos triunfos recientes de la Revolución Ciudadana  significaron una gran esperanza para todo el campo progresista latinoamericano, un punto de quiebre en lo que habíamos caracterizado como restauración conservadora.Pero vemos con preocupación, dolor y desconcierto de qué manera gestos, anuncios y designacionesdel nuevo gobierno parecen gestados al interior de la derecha que derrotamos en las urnas.
Desde Alianza País se han declarado en sesión permanente para resolver la crisis interna del Movimiento. ¿Cuáles son las primeras medidas que están evaluando para intentar restablecer la relación política del binomio presidencial?
Hemos hecho grandes esfuerzos por reconstruir la unidad interna, pero siempre con coherencia y lealtad a la Revolución Ciudadana. La primera medida que tomamos fue convocar a una reunión extraordinaria de la Dirección Nacional. En esa reunión, la decisión más importante al respecto fue la designación del vicepresidente segundo de Alianza PAIS, nuestro compañero Ricardo Patiño, y de mi persona en calidad de secretaria ejecutiva del movimiento, para integrar una comisión con el fin de buscar mecanismos de acercamiento entre ambos integrantes de nuestro binomio.Por otra parte, la bancada de Alianza PAIS en la Asamblea Nacional se pronunció de manera unánime exhortando al diálogo interno para superar esta coyuntura.
Sin embargo, las perspectivas de unidad en la máxima dirigencia son sombrías, porque es muy difícil reconstruir una unidad que viene siendo atacada de manera casi diaria con anuncios y mensajes que reproducen punto por punto el discurso de la oposición más recalcitrante. Unos mensajes y anuncios que parecen dirigidos a contentar al “anticorreísmo” más visceral. Soy más optimista con la unidad que vamos a construir desde las bases del movimiento, una unidad con coherencia, identidad e historia, que jamás le dará la espalda a los principios fundantes de la Revolución Ciudadana ni va a renunciar a sus batallas emblemáticas.
El expresidente Rafael Correa viene criticando las medidas que está tomando el actual presidente y en un video reciente utiliza términos duros como “deslealtad” y “traición”. ¿En estos dos meses de Gobierno ha cambiado mucho la dirección de las políticas con respecto a las que venía implementando Correa durante su presidencia?
Como decía, hay anuncios, gestos y designaciones que han provocado desconcierto en la militancia de Alianza PAIS, así como también en el campo progresista y de izquierda en la región. Acuerdos bajo la mesa con lo más rancio de la derecha, con la entrega al bucaramato del sector eléctrico, la designación al frente de un medio público de un personaje emblemático de la prensa corporativa privada, un “diálogo político” con la oposición que parece más bien una manera bonita de nombrar a las viejas componendas del pasado y, de paso, una manera de cuestionar la confrontación política con la partidocracia neoliberal que caracterizó a la Revolución Ciudadana. Y muchos otros anuncios e insinuaciones que emanan de la comunicación gubernamental que no sólo expresan matices o distancias con respecto al proyecto original, sino que están en abierta contradicción con él.
No es sólo el expresidente Correa el que ha reaccionado. Él ha reaccionado expresando un malestar que comparte el conjunto más amplio de la militancia. Y no sólo de la militancia, sino de simpatizantes y ciudadanos que renovaron su confianza en nuestro proyecto político y votaron por la continuidad de la Revolución Ciudadana. Lo que está en juego es el respeto a la voluntad popular y la lealtad al proyecto político al que pertenecemos. Aquí no se trata de cuestiones personales, se trata de defender un proyecto político vencedor en las urnas y que ahora aparece cuestionado en sus aspectos esenciales desde el mismo gobierno. Esto es muy grave, no sólo para un proyecto político sino para la democracia.
¿Cómo apuestan a defender, desde la Asamblea Nacional, las conquistas conseguidas en la última década?
Lo primero que tenemos que hacer es fortalecer la unidad del bloque legislativo con conciencia histórica y lealtad al proyecto político de la Revolución Ciudadana. Estamos ante un intento de cooptar parte de nuestro bloque con viejas prácticas de la partidocracia, con el retorno del “hombre del maletín” que opera la compra de voluntades y los acuerdos a espaldas de la ciudadanía. Frente a eso, tenemos que denunciar esas maniobras y defender los valores y principios que definen a nuestro espacio político. Pertenecer al bloque de Alianza PAIS no puede ser un asunto de alineamiento coyuntural, sino una adhesión profunda a los horizontes de justicia social, soberanía, unidad latinoamericana de la Revolución Ciudadana. Tiene que representar un compromiso de vida y una lealtad a un proyecto colectivo, jamás puede ser el resultado de cálculos personales, ni “carrerismos” individuales.
(Nodal)