sábado, 30 de marzo de 2019
jueves, 28 de marzo de 2019
La reciente Cumbre en Egipto acentúa la hipocresía del discurso de la UE sobre democracia y derechos humanos La Unión Europea normaliza el totalitarismo en Oriente Próximo Emile Badarin Middle East Eye Traducción para Rebelión de Loles Oliván Hijós.
28-03-2019
El mes pasado el presidente Abdel Fatah al Sisi dejó meridianamente claro a los dirigentes europeos –tan orgullosos de la democracia y de la universalidad de los derechos humanos– que su régimen rechaza tales valores. Sus acciones así lo confirman: Egipto ha llevado a cabo ejecuciones tras un proceso judicial “manifiestamente injusto” y ha presentado un proyecto de ley de enmienda de la Constitución para afianzar el poder de Sisi.Aún así, los principales dirigentes de la UE aceptaron de buen grado la hospitalidad de Sisi en Sharm el Sheij durante la Cumbre de la Liga de Estados Árabes-UE a finales de febrero, reincidiendo en la pura hipocresía del discurso europeo sobre la promoción de la democracia y los derechos humanos.
Otorgar legitimidad al régimen de Sisi
Conviene situarse en el contexto de la Estrategia Global de la UE de 2016 que adopta en su epicentro la prioridad una política exterior pragmática y “basada en principios” para lograr la estabilidad en los países vecinos. Por lo tanto, la UE considera la estabilidad de Egipto y de su régimen como un objetivo estratégico.
Esta premisa basada en la estabilidad ocupó un lugar destacado en el orden del día de la Cumbre, en el que se eliminaron las referencias a los derechos humanos y la democracia. Tampoco se incluyeron en los discursos de Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, ni de Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea. La declaración final no mencionó siquiera la palabra “democracia” ni destacó la universalidad de los derechos humanos, sino que se centró en preocupaciones estratégicas de la UE como la cooperación multilateral en materia de comercio, migración y seguridad.
Sorprende la rapidez con la que la UE ha vuelto al “business as usual” [los negocios como de costumbre] con el régimen más represivo de la historia moderna de Egipto. Lo que viene a confirmar la incapacidad de la UE para aprender de su propia experiencia que el autoritarismo no es garantía de estabilidad.
Como observó el ex comisario de la UE Stefan Fule durante las primeras etapas de los levantamientos árabes de 2011: “Demasiados [dirigentes de la UE] se creyeron que los regímenes autoritarios eran una garantía de estabilidad en la región. Ni siquiera era realpolitik. Era, en el mejor de los casos, cortoplacismo –el tipo de corto plazo que hace que el largo plazo sea cada vez más difícil de construir”.
Su conclusión es tan acertada ahora como entonces. El alto nivel de representación de de la UE en la Cumbre redunda en beneficio de Sisi pues otorga legitimidad a su régimen totalitario en la escena internacional y perpetua la falsa promesa de estabilidad a largo plazo en Oriente Próximo como forma de salvaguardar los intereses estratégicos de Europa.
Brutales violaciones de los derechos humanos
Aunque la premisa de la estabilidad pueda funcionar a corto plazo, en última instancia está destinada al fracaso porque la situación en Egipto rebosa de todos los factores necesarios para desencadenar una inestabilidad prolongada.
La UE ha decidido asociarse con Sisi –y por lo tanto apoyarlo implícitamente– cuyas acciones incluyen brutales violaciones de los derechos humanos, el uso generalizado de la tortura, las desapariciones forzadas, la toma de prisioneros políticos, la masacre de cientos de manifestantes y la imposición de sentencias de muerte, por citar sólo algunos ejemplos.
En una entrevista de 60 minutos realizada en enero, Sisi explicaba que su régimen había adoptado “ciertas medidas para restaurar la seguridad”, un eufemismo espeluznante que la UE ha ignorado mientras continua por el camino de la normalización. La UE ha ido aún más lejos al presentar al régimen egipcio como “socio clave para promover la paz... y la estabilidad”, y para compartir su “compromiso con los valores universales de la democracia, el Estado de Derecho y el respeto de los derechos humanos”.
La estabilidad es la clave, como lo demuestra la frecuencia con la que Sisi y la UE utilizan en sus discursos la estabilidad y la seguridad con distintos fines: la UE normalizará la cooperación con los regímenes totalitarios de Oriente Próximo, y Sisi justificará su férreo gobierno.
Sisi invoca hábilmente el discurso de la estabilidad ante dirigentes y audiencias occidentales afirmando que sin él “la situación sobre el terreno podría haber provocado una inestabilidad generalizada”.
Responsabilizar a la UE
Sisi y los de su calaña en toda la región confían en que la invocación del fundamentalismo, el islamismo, la radicalización, la seguridad, la estabilidad, la migración y, por supuesto, el terrorismo, retumbe en los responsables políticos occidentales.
Para la UE, la “estabilidad” implica mantener lejos de Europa las amenazas a la seguridad y a los inmigrantes. Desde esta perspectiva, el alto nivel de la representación europea en la Cumbre Liga Árabe-UE se inserta en el proceso por el cual se normaliza el autoritarismo a cambio de cooperación en cuestiones económicas, de seguridad y de inmigración, que son las preocupaciones centrales para la UE y sus Estados miembros.
Por supuesto, no es responsabilidad de la UE imponer la democracia y el respeto de los derechos humanos en Egipto o en cualquier otro lugar. Esto depende del pueblo egipcio. Pero la UE sí que es responsable de sus acciones, que en este caso, contribuyen a la normalización del totalitarismo.
El marca de estabilidad en Egipto deriva de la represión y, a este respecto, la premisa europea de que lo primero es la estabilidad perpetúa el ciclo de la opresión. Por ello, la UE debe rendir cuentas.
* Emile Badarin es investigador postdoctoral en la Cátedra de Política Europea de Vecindad (PEV) del Colegio de Europa de Natolin. Tiene un doctorado en Política de Oriente Próximo. Sus investigaciones abarcan los campos de las relaciones internacionales y la política exterior, con Oriente Próximo y la UE como área de estudio.
Fuente: https://www.middleeasteye.net/opinion/eu-foreign-policy-normalises-totalitarianism-middle-east
Otorgar legitimidad al régimen de Sisi
Conviene situarse en el contexto de la Estrategia Global de la UE de 2016 que adopta en su epicentro la prioridad una política exterior pragmática y “basada en principios” para lograr la estabilidad en los países vecinos. Por lo tanto, la UE considera la estabilidad de Egipto y de su régimen como un objetivo estratégico.
Esta premisa basada en la estabilidad ocupó un lugar destacado en el orden del día de la Cumbre, en el que se eliminaron las referencias a los derechos humanos y la democracia. Tampoco se incluyeron en los discursos de Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, ni de Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea. La declaración final no mencionó siquiera la palabra “democracia” ni destacó la universalidad de los derechos humanos, sino que se centró en preocupaciones estratégicas de la UE como la cooperación multilateral en materia de comercio, migración y seguridad.
Sorprende la rapidez con la que la UE ha vuelto al “business as usual” [los negocios como de costumbre] con el régimen más represivo de la historia moderna de Egipto. Lo que viene a confirmar la incapacidad de la UE para aprender de su propia experiencia que el autoritarismo no es garantía de estabilidad.
Como observó el ex comisario de la UE Stefan Fule durante las primeras etapas de los levantamientos árabes de 2011: “Demasiados [dirigentes de la UE] se creyeron que los regímenes autoritarios eran una garantía de estabilidad en la región. Ni siquiera era realpolitik. Era, en el mejor de los casos, cortoplacismo –el tipo de corto plazo que hace que el largo plazo sea cada vez más difícil de construir”.
Su conclusión es tan acertada ahora como entonces. El alto nivel de representación de de la UE en la Cumbre redunda en beneficio de Sisi pues otorga legitimidad a su régimen totalitario en la escena internacional y perpetua la falsa promesa de estabilidad a largo plazo en Oriente Próximo como forma de salvaguardar los intereses estratégicos de Europa.
Brutales violaciones de los derechos humanos
Aunque la premisa de la estabilidad pueda funcionar a corto plazo, en última instancia está destinada al fracaso porque la situación en Egipto rebosa de todos los factores necesarios para desencadenar una inestabilidad prolongada.
La UE ha decidido asociarse con Sisi –y por lo tanto apoyarlo implícitamente– cuyas acciones incluyen brutales violaciones de los derechos humanos, el uso generalizado de la tortura, las desapariciones forzadas, la toma de prisioneros políticos, la masacre de cientos de manifestantes y la imposición de sentencias de muerte, por citar sólo algunos ejemplos.
En una entrevista de 60 minutos realizada en enero, Sisi explicaba que su régimen había adoptado “ciertas medidas para restaurar la seguridad”, un eufemismo espeluznante que la UE ha ignorado mientras continua por el camino de la normalización. La UE ha ido aún más lejos al presentar al régimen egipcio como “socio clave para promover la paz... y la estabilidad”, y para compartir su “compromiso con los valores universales de la democracia, el Estado de Derecho y el respeto de los derechos humanos”.
La estabilidad es la clave, como lo demuestra la frecuencia con la que Sisi y la UE utilizan en sus discursos la estabilidad y la seguridad con distintos fines: la UE normalizará la cooperación con los regímenes totalitarios de Oriente Próximo, y Sisi justificará su férreo gobierno.
Sisi invoca hábilmente el discurso de la estabilidad ante dirigentes y audiencias occidentales afirmando que sin él “la situación sobre el terreno podría haber provocado una inestabilidad generalizada”.
Responsabilizar a la UE
Sisi y los de su calaña en toda la región confían en que la invocación del fundamentalismo, el islamismo, la radicalización, la seguridad, la estabilidad, la migración y, por supuesto, el terrorismo, retumbe en los responsables políticos occidentales.
Para la UE, la “estabilidad” implica mantener lejos de Europa las amenazas a la seguridad y a los inmigrantes. Desde esta perspectiva, el alto nivel de la representación europea en la Cumbre Liga Árabe-UE se inserta en el proceso por el cual se normaliza el autoritarismo a cambio de cooperación en cuestiones económicas, de seguridad y de inmigración, que son las preocupaciones centrales para la UE y sus Estados miembros.
Por supuesto, no es responsabilidad de la UE imponer la democracia y el respeto de los derechos humanos en Egipto o en cualquier otro lugar. Esto depende del pueblo egipcio. Pero la UE sí que es responsable de sus acciones, que en este caso, contribuyen a la normalización del totalitarismo.
El marca de estabilidad en Egipto deriva de la represión y, a este respecto, la premisa europea de que lo primero es la estabilidad perpetúa el ciclo de la opresión. Por ello, la UE debe rendir cuentas.
* Emile Badarin es investigador postdoctoral en la Cátedra de Política Europea de Vecindad (PEV) del Colegio de Europa de Natolin. Tiene un doctorado en Política de Oriente Próximo. Sus investigaciones abarcan los campos de las relaciones internacionales y la política exterior, con Oriente Próximo y la UE como área de estudio.
Fuente: https://www.middleeasteye.net/opinion/eu-foreign-policy-normalises-totalitarianism-middle-east
¡Construir una izquierda combativa para transformar la sociedad!
¡Construir una
izquierda combativa para transformar la sociedad!
El régimen del 78 ha fracasado en su
objetivo de lograr estabilidad y afianzar la paz social. No sólo la legislatura
ha reflejado la fuerte polarización que recorre la sociedad, la calle es un
hervidero de movilizaciones multitudinarias. La batalla de los pensionistas, la
gran huelga general del 8M, las manifestaciones de la juventud contra el cambio
climático o la lucha ejemplar del pueblo catalán por la república, marcan una
tendencia de fondo.
El enorme hartazgo con una realidad de
desempleo y precariedad crónica, de violencia machista, corrupción y represión
del Estado no puede esconderse. La crisis más profunda del sistema capitalista
español desde la caída de la dictadura no remite, y en el horizonte se dibujan
acontecimientos aún más turbulentos.
El
papel de la lucha de masas
La opinión pública burguesa lleva mucho
tiempo construyendo una mitología sobre la llamada “democracia representativa”
y sus instituciones, ocultando así la auténtica dictadura que ejercen los
grandes poderes económicos sobre la sociedad. Para esta tarea no se han
regateado esfuerzos ni recursos, empezando por la utilización de la
intelectualidad sobornada, las universidades, los medios de comunicación y una
legión de políticos pagados generosamente y corrompidos hasta la médula. Cuando
esto no ha sido suficiente, el aparato del Estado ha esgrimido su músculo
represivo para responder a la lucha de clases que el juego parlamentario no
puede contener.
Una de las características de la época
histórica que vivimos es precisamente que este gran fraude ha sido puesto al
descubierto. Por ejemplo, el salvamento del sistema financiero español, que
implicó un robo de más de 200.000 millones de euros de las arcas públicas y fue
sancionado por el PP y el PSOE con una reforma constitucional, ha tenido
consecuencias de primer orden. La avalancha de recortes en la sanidad y
educación, en las prestaciones para los parados y en las pensiones, los cientos
de miles de familias trabajadoras que han sido desahuciadas y el millón de
jóvenes empujados al exilio económico en busca de un futuro mejor… han dejado
una huella profunda en la conciencia.
Estas condiciones objetivas explican los
actuales desarrollos políticos y la pérdida de credibilidad de las
instituciones capitalistas. La clase dominante lo ha intentado todo para
revertir esta situación y sacudirse responsabilidades. Desde el golpe de mano
en el PSOE para asegurar la investidura de Rajoy en 2016, hasta la invención de
un nuevo partido de la derecha como Ciudadanos. Desde la manipulación de la
cuestión catalana para jalear el españolismo más rabioso, hasta la represión judicial
y policial contra todos los movimientos sociales de envergadura.
Ninguna de estas maniobras les ha
servido. Millones de trabajadores y jóvenes se han enfrentado a la ofensiva de
los capitalistas, de sus partidos y de su Estado de una manera asombrosa. Y
queremos subrayar esta idea, pues en la izquierda parlamentaria y en sus
satélites mediáticos se insiste una y otra vez en lo desfavorable de la
“correlación de fuerzas”. En realidad, el factor más desfavorable, y que se ha
convertido en el mayor obstáculo, es la falsa política de los dirigentes
socialdemócratas del PSOE, de las cúpulas sindicales y, lamentablemente,
también de Podemos. Pensar que son posibles transformaciones sociales de
calado, respetando las reglas del sistema y sin tocar el poder de la banca y
los grandes monopolios empresariales, es una utopía reaccionaria que ha
cosechado fracaso tras fracaso.
La clase obrera y la juventud han
demostrado estar cien codos por delante de estos dirigentes. Sólo los más
cegados por el escepticismo pueden negar que las movilizaciones que han
sacudido el régimen del 78 surgen del impulso y la iniciativa desde abajo, y
que los aparatos burocratizados de CCOO, UGT y el PSOE, paladines de una paz
social imposible, han quedado completamente desbordados.
El
ascenso de Vox y las contradicciones del bloque reaccionario
Una lucha de clases en ascenso también
produce otros efectos. En las próximas elecciones del 28 de abril nos
enfrentamos a un avance importante de la extrema derecha, y no se puede
descartar que el bloque reaccionario —PP, Cs y Vox— pudiera alzarse con el
triunfo en las urnas. ¿Cómo se explica esta aparente contradicción?
La polarización política creciente no
sólo refleja el giro a la izquierda de amplios sectores la clase obrera, la
juventud y de capas medias empobrecidas; también existe una enorme frustración
con los partidos del sistema que sacude a los sectores más atrasados de la
sociedad, y alimenta la demagogia reaccionaria de Vox.
En las elecciones andaluzas vimos los
efectos profundamente desmovilizadores que tiene la política continuista con
los recortes y la austeridad del PSOE. Las promesas incumplidas, la corrupción
y la servidumbre a los poderes fácticos, los pactos con Ciudadanos, llevaron a
Susana Díaz a perder la Junta de Andalucía. Unidos Podemos también sufrió un
fuerte varapalo, pagando en las urnas su renuncia a impulsar y liderar la
movilización social.
En este contexto los viejos demonios han
vuelto a hacer acto de presencia, en el lenguaje, en los gestos y en el
programa del PP, Cs y Vox. Esta última formación se nutre de la radicalización
de la base social de la derecha ante el enconamiento de la lucha de clases. Su
programa, lleno del ADN franquista más desafiante, antiobrero, machista y
racista, se complementa con un liderazgo que cobija bajo sus alas a numerosos
militares que no esconden su devoción por el dictador, a jueces homófobos y
misóginos, y a fascistas que han visto su oportunidad para salir de la
marginalidad.
Las perspectivas electorales de Vox son
buenas y seguro que conquistarán una tajada considerable de la base electoral
del PP. Ninguna encuesta les da por debajo del 10%, pero incluso este resultado
podría ser superior. Esta es la razón de la desesperación de Pablo Casado y de
sus declaraciones y gestos trufados de rancio franquismo. La pérdida de escaños
puede ser histórica para el PP, pues en las filas de la derecha el voto útil no
funcionará en esta ocasión. Los “ladridos” de odio contra el pueblo catalán y
el nacionalismo españolista más furioso han colmado el deseo de revancha de
estos sectores.
Los medios de comunicación burgueses
ocultan conscientemente la grave crisis que recorre a la derecha. No sólo el PP
puede enfrentar una situación compleja, las expectativas de Albert Rivera
y Ciudadanos también han menguado considerablemente. Además la Ley D'Hont en
esta ocasión puede perjudicar a una derecha dividida.
Los acontecimientos indican que la
correlación de fuerzas en la calle es mucho más favorable para la clase obrera
que para la reacción. La manifestación españolista en Colón (Madrid) del pasado
10 de febrero no colmó las expectativas de sus organizadores: 200.000 personas
acudieron a la llamada, muy por detrás del millón esperado. En contraste, la
huelga general feminista del 8 de marzo fue un auténtico tsunami, en la línea
de las movilizaciones multitudinarias de los pensionistas, las huelgas
estudiantiles contra el cambio climático, las protestas masivas a favor de la
sanidad pública en Galicia, Valladolid y Teruel, la gran huelga del taxi en
Madrid, o las manifestaciones de masas en Catalunya contra el juicio farsa del
Supremo y en solidaridad con los jóvenes de Altsasu.
Derrotar
a la derecha en las urnas y en las calles. Construir una izquierda combativa
para transformar la sociedad
El ascenso de Vox ha colocado a amplios
sectores de la clase obrera y la juventud en máxima tensión. Existen poderosos
factores para empujar a la base social de la izquierda a una fuerte
movilización electoral. Pero también hay un ambiente de decepción,
especialmente entre capas que apoyaron con entusiasmo a Podemos y que apenas
distinguen ahora a la formación morada de la socialdemocracia tradicional.
En estas condiciones, una parte nada
desdeñable de los votos que Pablo Iglesias arrancó en 2015 y 2016 retornarán al
partido de Pedro Sánchez. El “voto útil” al PSOE volverá a jugar un papel
político y diferentes factores refuerzan esta previsión. Pedro Sánchez recuperó
la secretaría general en una guerra abierta con el aparato y los barones
territoriales y, aunque ha respaldado la aplicación del 155 y rechazado al
derecho de autodeterminación, los ataques de Casado y Rivera acusándolo de
“traidor a la patria” y de “jefe” de un supuesto Frente Popular (por su pacto
con los “comunistas” de Podemos), le concede un crédito entre la clase obrera
mucho mayor del que merece. La memoria histórica de los crímenes de la
dictadura, que las expectativas electorales de Vox vuelven a poner a flor de
piel, también juega a favor del voto útil.
En un ambiente tan polarizado es muy
complicado que se den mayorías holgadas. En el caso de que los resultados
pudieran hacer viable una coalición gubernamental PSOE-Podemos, con apoyo de
los nacionalistas catalanes y vascos, las luchas sociales y la exigencia de
medidas concretas para poner fin a los recortes y la austeridad serán aún
mayores.
Otra posibilidad, que ya se intentó en
la primavera de 2016 y que fracasó, es la de un pacto entre PSOE y Cs. Además
de necesitar apoyos para asegurarse una mayoría parlamentaria, un gobierno así
supondría un gran desgaste político para Pedro Sánchez y ninguna garantía de
estabilidad teniendo en cuenta las medidas neoliberales que aplicaría.
Si las urnas dan la victoria al bloque
de la derecha, después de un cierto tiempo para asimilar este resultado el
choque frontal con la clase obrera estará garantizado. Los efectos políticos
que tuvo el bienio negro encabezado por la CEDA entre 1933-1935, con todos los
matices que podemos introducir, representa una buena comparación histórica.
Desde Izquierda Revolucionaria
contribuiremos con todas nuestras fuerzas a la derrota del PP, Cs y Vox. Como
millones de trabajadores y de jóvenes harán este 28 de abril, es fundamental
cerrar el paso a la derecha en las urnas. Pero esta actitud, que refleja una
conciencia de clase elevada, no significa extender un cheque en blanco a un
PSOE que sigue aceptando la lógica del sistema, que ha renunciado a revertir
las gravísimas contrarreformas del PP, y se doblega ante un aparato del Estado
cada vez más envalentonado.
Al mismo tiempo, la actual crisis de
Podemos plantea de manera muy aguda la discusión sobre el tipo de izquierda que
queremos construir. La política institucional sin otro horizonte que lograr
algunas migajas de la mesa de los poderosos no tiene nada que ver con el
discurso original de barrer a la casta y al régimen del 78. Pablo Iglesias nos
tiene acostumbrados a declaraciones radicales cuando las encuestas les son
adversas, pero estas maniobras no van a funcionar igual que en el pasado. Si se
sigue insistiendo en la respetabilidad parlamentaria renunciando al derecho de
autodeterminación, a la lucha por la república o a un plan de nacionalizaciones
de los sectores estratégicos de la economía, las fronteras con la
socialdemocracia tradicional quedarán completamente desdibujadas. Por eso es el
momento de una profunda rectificación política y estratégica.
La experiencia histórica ha dejado claro
que votar no basta. Los cambios sociales profundos se logran mediante la
confrontación con los grandes poderes económicos y políticos, la organización y
la lucha. Para derrotar a la derecha en la urnas y defender los intereses de
los trabajadores, de la juventud y de todos los que sufrimos las consecuencias
de la crisis capitalista, se necesita continuar con la movilización masiva y
construir una izquierda combativa, con fuertes raíces en el movimiento obrero y
los sindicatos de clase, en los centros de estudio y en los movimientos
sociales.
¡Para
frenar a la derecha, es la hora de la lucha y la organización!
¡Únete
a Izquierda Revolucionaria!
¡Pensión y salario mínimos de 1.100
euros! Por la derogación de las contrarreformas laborales y de las pensiones.
Jubilación a los 60 años y contratos de relevo para la juventud. 35 horas
semanales sin reducción salarial. Fin de la precariedad laboral: a los 15 días
fijos en plantilla.
Prohibición por ley de los desahucios.
Por un parque de viviendas públicas que cubra la demanda existente con
alquileres sociales.
Enseñanza pública de calidad y gratuita
desde infantil hasta la universidad. Derogación de la LOMCE. Fuera la religión
de los centros de enseñanza. Ni un euro del presupuesto público para la
enseñanza privada y concertada.
Derecho
al voto a los 16 años.
Derecho a una sanidad pública digna,
gratuita y universal. Derogación de todas las leyes que han permitido la
privatización de la sanidad.
Remunicipalización de los servicios
públicos privatizados, manteniendo y ampliando las plantillas y respetando los
derechos laborales.
Contra la violencia machista, la
justicia patriarcal y la discriminación de la comunidad LGTBI. Por un feminismo
de clase y revolucionario.
Combatir el fascismo y el racismo con la
movilización y la organización. Fin de la Ley de Extranjería y de los CIEs,
garantizando los derechos políticos, sociales y económicos para los inmigrantes
y sus familias.
Basta de represión judicial y policial.
En defensa de la libertad de expresión. ¡Fuera la Ley Mordaza!
En defensa del medio ambiente y contra
el cambio climático. Nacionalización de todas las multinacionales de producción
de energía y combustibles (eléctricas, compañías mineras, de petróleo y gas,
empresas de producción de energía eólica y solar, etc…), y plan público de
inversiones para establecer una industria energética 100% ecológica y
sostenible.
Nacionalización de la banca y los
sectores estratégicos para planificar la economía bajo el control democrático
de la clase obrera y sus organizaciones.
Por el derecho de autodeterminación. Por
la república socialista de Catalunya y la república socialista federal basada
en la unión libre y voluntaria de los pueblos y naciones que componen
actualmente el Estado español que así lo decidan.
Afíliate a Izquierda Revolucionaria
entrando en nuestra página web o escríbenos a: contacto@izqquierdarevolucionaria.net
miércoles, 27 de marzo de 2019
DINA, la pieza secreta que une a Villarejo y a Inda en una maniobra contra Pablo Iglesias
DINA, la pieza secreta que une a
Villarejo y a Inda en una maniobra contra Pablo Iglesias
En uno de los
registros producidos por la Operación Tándem se encontró el teléfono móvil de
una asistente del secretario general de Podemos, Dina Bousselham, que había
sido robado hacía tres años. De ese dispositivo, según la investigación,
pudieron salir mensajes privados tanto de Iglesias como de la organización que
fueron publicados por Eduardo Inda.
Pablo
Iglesias y Eduardo Inda.
- Pablo
Iglesias declara en la Audiencia Nacional como perjudicado por el robo de
datos comprometidos por parte de Villarejo
- Un audio prueba que Inda y Villarejo dieron al pequeño
Nicolás la grabación que el comisario hizo al CNI
Esta
mañana el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, entraba
a declarar en la Audiencia Nacional en calidad de testigo y salía con la
oferta que le ha hecho el juez que instruye la causa Tándem, Miguel García Castellón, de personarse como acusación particular en
una de las piezas que aún se mantienen secretas contra el comisario José Manuel Villarejo y otros
integrantes de una posible organización criminal dedicada al cohecho y al
blanqueo de capitales, entre otros delitos.
Según
ha sabido Público, la pieza se
denomina DINA, el nombre de la asistente que Pablo Iglesias tenía
cuando era europarlamentario, Dina
Bousselham, y que en la actualidad es candidata de la formación morada. En 2016, ella denunció el robo de su móvil en
un centro comercial pensando que se trataba de un delito común. Pero la
sorpresa llegó cuando, en un registro ordenado en noviembre de 2017 dentro de
la Operación Tándem, apareció el teléfono robado a la colaboradora de Iglesias.
Fue entonces cuando los investigadores de Asuntos Internos comenzaron las
pesquisas en esta pieza separada denominada DINA, que hoy se ha hecho pública,
aunque continúa secreta.
Los mensajes publicados por Inda
Lo
que sí ha podido saber Público por fuentes cercanas a la investigación,
es que "mensajes privados que aparecieron
en el portal digital de Eduardo Inda provienen del teléfono robado por
Villarejo y de su volcado".
Esta
sería una nueva pieza separada en la que se investiga a Eduardo Inda en relación a operaciones bajo
sospecha que ha llevado a cabo junto al comisario Villarejo, en prisión desde
noviembre de 2017.
Hoy
mismo, Público desvelaba cómo
Villarejo le dio a Inda la grabación ilegal realizada a agentes del Centro
Nacional de Inteligencia (CNI) y a Asuntos Internos para que el tertuliano
y su compañero Esteban Urreiztieta
se la entregaran al pequeño Nicolás y así intentar archivar la causa.
martes, 26 de marzo de 2019
lunes, 25 de marzo de 2019
sábado, 23 de marzo de 2019
La masacre de las mezquitas en Nueva Zelanda. La supremacía blanca y las guerras de Occidente. James Petras. Rebelión
La masacre de las mezquitas en Nueva Zelanda. La supremacía blanca y las guerras de Occidente. James Petras. Rebelión
Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo |
La masacre perpetrada el viernes 15 de marzo en Christchuch, Nueva Zelanda, que causó 97 muertos y heridos musulmanes, tiene profundas raíces políticas, ideológicas y psicológicas.En primer lugar y antes que nada, los países occidentales liderados por el mundo angloamericano han estado en guerra y han asesinado y desplazado a millones de musulmanes con total impunidad durante los últimos treinta años. Los principales comentaristas de los medios de comunicación y los portavoces e ideólogos de partidos políticos han identificado a los musulmanes como una amenaza terrorista global y el principal objetivo de su “guerra contra el terror”. El mismo día en que se produjo la matanza, Israel lanzó ataques aéreos a gran escala contra cien objetivos en Gaza. Israel ha asesinado a cientos de palestinos desarmados y herido gravemente a más de 20.000 en menos de dos años. Las masacres israelíes suelen producirse también en viernes, el Sabbat musulmán.
La islamofobia es un fenómeno que supera enormemente otros “delitos de odio” en todo Occidente y ha penetrado en las instituciones políticas y culturales judeocristianas. Los dirigentes políticos occidentales e israelíes han impuesto políticas de inmigración extremadamente restrictivas (que en algunos países han supuesto la prohibición total de inmigración musulmana). Israel va todavía más lejos al expulsar del país a residentes históricos árabes. Es obvio que el asesino neozelandés siguió las pautas israelíes y occidentales.
En segundo lugar, en años recientes, todos los regímenes occidentales han tolerado a individuos indeseables, violentos y supremacistas blancos, que gozan de libertad para propagar con palabras y hechos la violencia contra el islam. La mayor parte de las masacres contra musulmanes fueron anunciadas por adelantado en las denominadas redes sociales, como Twitter, que llegan a millones de seguidores.
En tercer lugar, mientras las fuerzas policiales locales y estatales recopilan información y espían a ciudadanos musulmanes cumplidores de la ley, aparentemente fracasan a la hora de actuar de la misma manera con peligrosos individuos que se autodefinen como antimusulmanes. Tal es el caso del reciente asesino en masa de Nueva Zelanda, Brenton Torrant.
La policía y los servicios de inteligencia del país no guardaban información sobre Torrant ni le tenían sometido a vigilancia, a pesar de que defendía abiertamente la supremacía blanca a través de la violencia y admiraba a otros supremacistas como el noruego Anders Brevet, autor de la muerte de más de 70 jóvenes cuando estaban de campamento.
Torrant publicó un manifiesto contra el islam de 44 páginas, fácilmente disponible para cualquiera que tuviera un ordenador –incluso un poli torpe– y mucho más para las fuerzas de seguridad neozelandesas. Torrant planeó el ataque con meses de antelación, pero no estaba en la lista de personas sometidas a vigilancia.
Torrant no tuvo ningún problema en conseguir una licencia de armas y comprar una docena de ellas de gran potencia, incluyendo material para fabricar artefactos explosivos improvisados, que la policía descubrió posteriormente sujetos a su vehículo.
Por qué la policía llegó tarde
La mezquita de Al Noor, donde se produjeron la mayor parte de los muertos y heridos, se encuentra en el centro de Christchurch, a menos de cinco minutos de la jefatura de policía, pero la policía tardó 36 minutos en responder. El supremacista blanco tuvo tiempo para asesinar y mutilar, para salir de la mezquita, regresar a su coche, recargar las armas y regresar a la mezquita, vaciar su munición sobre los fieles musulmanes (con una versión civil del fusil M 16), conducir hasta el Centro Islamico Linwood y seguir asesinando y mutilando a más fieles musulmanes, antes de que la policía apareciera finalmente en escena y le detuviera.
¡Y el alcalde felicitó a la policía! ¡Uno podría sospechar que las autoridades estaban en connivencia!
¿Qué razones podrían explicar la ausencia o el fracaso total de la policía? ¿Que el individuo no estuviera bajo vigilancia, el retraso en llegar a la escena del crimen o la falta de cualquier tipo de autocrítica?
El aumento de la extrema derecha contraria a la inmigración y a los musulmanes
Los individuos como Brenton Torrant están proliferando en todo el mundo, y no se debe a que sean enfermos mentales o psicópatas. No son tanto producto de la ideología de la supremacía blanca como producto de las guerras occidentales e israelíes contra los musulmanes: sus dirigentes están detrás de esa lógica, de esos métodos (las armas) y de la impunidad de la que gozan.
Los regímenes occidentales guardan información de los ecologistas y de los activistas contra la guerra, pero no de los supremacistas contrarios al islam, que se preparan abiertamente para la guerra contra la “invasión” de los inmigrantes musulmanes, que huyen de las guerras europeas y estadounidenses contra Oriente Medio.
La policía tarda medio minuto en responder al tiroteo contra un agente; no permiten que los delincuentes, disparen, recarguen armas, vuelvan a disparar y se trasladen para matar a más policías. No creo que el retraso se deba a la negligencia de la policía local.
La matanza fue consecuencia del hecho de que las víctimas eran musulmanes que se encontraban en el interior de una mezquita. Las lágrimas y las coronas de flores, las oraciones y las banderas posteriores al crimen no cambian ni cambiarán el asesinato de musulmanes.
Las campañas educativas contra la islamofobia pueden ayudar solo si el Estado actúa para acabar con las guerras occidentales e israelíes contra los países y las personas musulmanas. Solo cuando las autoridades occidentales acaben con la imposición de restricciones especiales contra los llamados “invasores musulmanes”, los “supremacistas blancos” y sus vástagos ideológicos dejarán de reclutar seguidores entre los, por lo demás, ciudadanos normales.
Las masacres en las mezquitas y los crímenes contra individuos musulmanes dejarán de ocurrir cuando los estados imperialistas y sus gobernantes dejen de invadir, ocupar y desarraigar a los países islámicos y a sus gentes.
El presente artículo puede reproducirse libremente siempre que se respete su integridad y se nombre a su autor, a su traductor y a Rebelión como fuente del mismo.
La islamofobia es un fenómeno que supera enormemente otros “delitos de odio” en todo Occidente y ha penetrado en las instituciones políticas y culturales judeocristianas. Los dirigentes políticos occidentales e israelíes han impuesto políticas de inmigración extremadamente restrictivas (que en algunos países han supuesto la prohibición total de inmigración musulmana). Israel va todavía más lejos al expulsar del país a residentes históricos árabes. Es obvio que el asesino neozelandés siguió las pautas israelíes y occidentales.
En segundo lugar, en años recientes, todos los regímenes occidentales han tolerado a individuos indeseables, violentos y supremacistas blancos, que gozan de libertad para propagar con palabras y hechos la violencia contra el islam. La mayor parte de las masacres contra musulmanes fueron anunciadas por adelantado en las denominadas redes sociales, como Twitter, que llegan a millones de seguidores.
En tercer lugar, mientras las fuerzas policiales locales y estatales recopilan información y espían a ciudadanos musulmanes cumplidores de la ley, aparentemente fracasan a la hora de actuar de la misma manera con peligrosos individuos que se autodefinen como antimusulmanes. Tal es el caso del reciente asesino en masa de Nueva Zelanda, Brenton Torrant.
La policía y los servicios de inteligencia del país no guardaban información sobre Torrant ni le tenían sometido a vigilancia, a pesar de que defendía abiertamente la supremacía blanca a través de la violencia y admiraba a otros supremacistas como el noruego Anders Brevet, autor de la muerte de más de 70 jóvenes cuando estaban de campamento.
Torrant publicó un manifiesto contra el islam de 44 páginas, fácilmente disponible para cualquiera que tuviera un ordenador –incluso un poli torpe– y mucho más para las fuerzas de seguridad neozelandesas. Torrant planeó el ataque con meses de antelación, pero no estaba en la lista de personas sometidas a vigilancia.
Torrant no tuvo ningún problema en conseguir una licencia de armas y comprar una docena de ellas de gran potencia, incluyendo material para fabricar artefactos explosivos improvisados, que la policía descubrió posteriormente sujetos a su vehículo.
Por qué la policía llegó tarde
La mezquita de Al Noor, donde se produjeron la mayor parte de los muertos y heridos, se encuentra en el centro de Christchurch, a menos de cinco minutos de la jefatura de policía, pero la policía tardó 36 minutos en responder. El supremacista blanco tuvo tiempo para asesinar y mutilar, para salir de la mezquita, regresar a su coche, recargar las armas y regresar a la mezquita, vaciar su munición sobre los fieles musulmanes (con una versión civil del fusil M 16), conducir hasta el Centro Islamico Linwood y seguir asesinando y mutilando a más fieles musulmanes, antes de que la policía apareciera finalmente en escena y le detuviera.
¡Y el alcalde felicitó a la policía! ¡Uno podría sospechar que las autoridades estaban en connivencia!
¿Qué razones podrían explicar la ausencia o el fracaso total de la policía? ¿Que el individuo no estuviera bajo vigilancia, el retraso en llegar a la escena del crimen o la falta de cualquier tipo de autocrítica?
El aumento de la extrema derecha contraria a la inmigración y a los musulmanes
Los individuos como Brenton Torrant están proliferando en todo el mundo, y no se debe a que sean enfermos mentales o psicópatas. No son tanto producto de la ideología de la supremacía blanca como producto de las guerras occidentales e israelíes contra los musulmanes: sus dirigentes están detrás de esa lógica, de esos métodos (las armas) y de la impunidad de la que gozan.
Los regímenes occidentales guardan información de los ecologistas y de los activistas contra la guerra, pero no de los supremacistas contrarios al islam, que se preparan abiertamente para la guerra contra la “invasión” de los inmigrantes musulmanes, que huyen de las guerras europeas y estadounidenses contra Oriente Medio.
La policía tarda medio minuto en responder al tiroteo contra un agente; no permiten que los delincuentes, disparen, recarguen armas, vuelvan a disparar y se trasladen para matar a más policías. No creo que el retraso se deba a la negligencia de la policía local.
La matanza fue consecuencia del hecho de que las víctimas eran musulmanes que se encontraban en el interior de una mezquita. Las lágrimas y las coronas de flores, las oraciones y las banderas posteriores al crimen no cambian ni cambiarán el asesinato de musulmanes.
Las campañas educativas contra la islamofobia pueden ayudar solo si el Estado actúa para acabar con las guerras occidentales e israelíes contra los países y las personas musulmanas. Solo cuando las autoridades occidentales acaben con la imposición de restricciones especiales contra los llamados “invasores musulmanes”, los “supremacistas blancos” y sus vástagos ideológicos dejarán de reclutar seguidores entre los, por lo demás, ciudadanos normales.
Las masacres en las mezquitas y los crímenes contra individuos musulmanes dejarán de ocurrir cuando los estados imperialistas y sus gobernantes dejen de invadir, ocupar y desarraigar a los países islámicos y a sus gentes.
El presente artículo puede reproducirse libremente siempre que se respete su integridad y se nombre a su autor, a su traductor y a Rebelión como fuente del mismo.
Catalunya: Desobediencia pacífica
Desobediencia pacífica
Estos eran los que
venían con soluciones políticas para no "judicializar" el conflicto.
Y procesan a los independentistas hasta por los lazos.
Los visitantes de
las redes, singularmente tuiter, encuentran de vez en cuando intervenciones
apasionadas, tuits de los que ahora llaman "hiperventilados",
verdaderos Bravehearts de la liberación catalana. Gentes
indignadas que exigen a los políticos indepes que planten cara al Estado de una
vez, que desobedezcan, que se rebelen y que, si no tienen agallas para hacerlo,
se echen a un lado y dejen paso a quienes sí lo harán. No ha lugar ya a más
arrastrar los pies, buscar excusas y componendas con una legalidad española que
solo busca aniquilar Catalunya. A base de aceptar las imposiciones españolas
acabaremos aceptando la vuelta a la autonomía y quién sabe si algo peor.
La fe en la
existencia de un "pool" de políticos/as independentistas dispuestas a
la ruptura final es eso, fe, porque es el futuro. Vayamos a lo de ahora. Torra
ha desobedecido lo suficiente para poner en marcha una nueva represión
del Estado disfrazada de justicia. La fiscalía se querella por desobediencia y pueden caerle dos años de
inhabilitación. Eso si la cosa no se complica, interviene Llarena y
acaban pidiéndole 15 años por rebelión porque se alzó con intención tumultuaria
a un balcón. Sí, es una broma; o debiera, pues con estos legionarios hispánicos
nunca se sabe.
¿Qué más cabe
pedir a Torra? ¿Qué más a los presos/as políticas? ¿Qué a Puigdemont? El juego
consiste no en desobedecer la ley sin más, sino en demostrar que la ley asfixia
los derechos de los catalanes y no queda otra que desobedecer. Quizá no sea tan
llamativo como lo primero, pero es desobedecer y abre nueva vía represiva que,
lógicamente, se trata de minimizar. No queremos mártires; queremos luchadores
por la independencia de Catalunya que estén operativos el mayor tiempo posible.
No ha mucho lugar
a la hiperventilación, sobre todo si se quiere ser justo con lo que la gente da
y hace por la causa común. Torra ya dijo hace un tiempo que estaba dispuesto a
ir a la cárcel por la libertad de Catalunya. Y lleva camino de probarlo.
Palinuro, no obstante, osa sugerirle que, sin abandonar ese sendero, considere
tomar otra salida en forma de exilio. Es un gran conocedor de Suiza,
probablemente el país que ha tenido más exiliados y refugiados en su
historia de toda Europa, en relación a su extensión y habitantes.
Mientras tanto,
parece persona perfectamente capaz de tratar la situación en la que la ANC presiona para acortar tiempos e insiste en la unilateralidad, DUI
y publicación en el DOG. Es razonable pedir a esta organización
social que tenga preparado el personal para llevar a cabo la empresa ya que
desatará otra oleada de represión del Estado. No puede recaer todo sobre las
espaldas del Govern. La revolución catalana no solo es trasversal, sino también
participativa. Y conviene asimismo que pulse el parecer de las distintas
fuerzas independentistas por si hubiera sorpresas. Veo a ERC reticente en la
vía de la desobediencia y no acabo de ver a la CUP.
Este será el
momento del pool y que quienes están dispuestos/as a seguir
cumpliendo el mandato del 1-O tomen el mando y continúen. Lo importante es esa
continuidad que fortalece el movimiento y revela el entramado policiaco y
carcelario español que, junto a un poder judicial politizado a extremos
caricaturescos, es lo opuesto a un Estado de derecho.
Otra cosa es si el
Estado hace bien o no con la política represiva. Asunto de poca monta, excepto,
si acaso para considerar con nostalgia cómo viejos socialistas de memorias
izquierdistas son hoy firmes partidarios de esta monarquía, fieles
continuadores del posfranquismo y enemigos jurados de los derechos
fundamentales de los catalanes. En relación a Catalunya el Estado siempre lo
hace todo mal. Si reprime, intensificará el movimiento indepe. Si no reprime,
también.
La única salida,
la única desde el principio, es un referéndum de autodeterminación en Catalunya
bajo supervisión internacional.
viernes, 22 de marzo de 2019
miércoles, 20 de marzo de 2019
martes, 19 de marzo de 2019
Los partidos “constitucionalistas”, Vox y Venezuela Andrés Piqueras y José Antonio Egido Sociólogos.
Los partidos
“constitucionalistas”, Vox y Venezuela
Sociólogos.
Víctimas de la mafia policial de Cursach piden
la ayuda de Sánchez ante la pasividad judicial
La Justicia imputa al guardián de la corrupción
del nuevo PP de Casado
Casado, sobre las mujeres maltratadas:
"¿Qué hacemos: las escoltamos por la calle?"
La Junta Electoral rectifica y no abre la
puerta a cuestionar el voto de las personas con discapacidad
Así es una vigilia vegana, la dura despedida de
los animales que llegan al matadero
La anomalía histórica que supone el
Reino de España significa que aquí el fascismo a lo franquista nunca dejó de
tener unas importantes dosis de control socioeconómico y de relevancia
política. Encastrado hasta ahora en el partido que se conformó en torno a la
vieja guardia franquista (AP, después PP), ha decidido hoy salir de nuevo a la
luz (Vox), como un engendro de los partidos que se autoproclaman
“constitucionalistas”. Pero como todo monstruo tiene también su función: hacer
que en tiempos de crisis esos partidos del orden del capital parezcan, a pesar
de todo, la “opción más razonable”.
Tal engendro
político, en su función de tirar hacia la derecha de todo el espectro
electoral, ha querido ir un poco más allá en la competencia por la agresión
contra Venezuela y por boca de su simplista y maniqueo responsable de
relaciones exteriores, Iván Espinosa de los Monteros, se declara partidario de
una intervención militar en Venezuela tras reunirse en Washington con dos
miembros de la administración Trump. De modo que Vox ya no sólo representa al
sector más abiertamente franquista de la clase dominante española, sino también
al sector más reaccionario del Partido Republicano norteamericano llamado Tea
Party. Es decir, estamos ante un fascismo del siglo XXI originado en la
Fundación FAES y en lo más extremista del Partido Popular español, que es al
tiempo subalterno de uno de los sectores dominantes del capitalismo
estadounidense (nos retrotraemos así a los años 30 en los que la Falange
joseantoniana no sólo representaba a lo más conservador de los círculos
financieros y terratenientes españoles -que consideraban demasiado blanda a la
CEDA de Gil Robles-, sino también al nazismo alemán).
Obviamente,
esta posición invalida toda pretensión del citado grupo de representar a un
sector conservador pero “nacionalista” español, partidario de anteponer los
intereses españoles y la independencia del país frente a potencias extranjeras.
En realidad, entre los autoproclamados “nacionalistas” españoles, que vienen a
ser los mismos que se dicen “constitucionalistas”, dicho sector o no existe o
carece de toda representación política. Una prueba más la dio Pedro Sánchez
cuando se apresuró a ir detrás de los designios de Trump para reconocer a un
impostor como presidente venezolano. Tanto como cuando cada día cede a los
dictados del capital extranjero.
Cabe
preguntarse ¿qué gana Vox con esta posición extemporánea, guerrerista, que ni
siquiera es asumida por la mayoría de los círculos de poder
estadounidenses? Probablemente recibir
financiación y apoyo político de los sectores más reaccionarios del gran
capital norteamericano y transnacional, como ya ha ocurrido con el turbio y
peligroso exilio iraní que ha entregado a ese partido una suculenta subvención.
En general los partidos “constitucionalistas” y su engendro corren a respaldar
la ofensiva actual del régimen estadounidense para recuperar control sobre su
tradicional “patio trasero”. Extraño nacionalismo que se subordina a la última
potencia que venció militarmente a España y se hizo luego dueña de sus antiguas
colonias. Ni tan sólo representa los intereses de las grandes compañías
españolas que hacen negocios en esa región, ya que obviamente, de reinstalarse
el pleno dominio estadounidense en Venezuela, dichas compañías quedarían
relegadas a una posición secundaria.
El respaldo
directo que además dan los partidos “constitucionalistas” y su engendro a lo
más extremista de la diáspora derechista venezolana en España no augura nada
bueno para el orden público en los próximos tiempos, conociéndose la manera
agresiva, intolerante y provocadora en que se muestra en los espacios públicos
españoles y la brutalidad con la que se ha comportado en su propio país. Si en
el Reino de España por demandar un referéndum te acusan de “golpismo”, “sedición”,
“malversación”, “desobediencia grave”, “promoción de desórdenes públicos” y
otras extravagancias como esas, qué haríamos aquí con una oposición que como
buena parte de la venezolana provoca motines callejeros, quema vivas a
personas, llama abiertamente a la rebelión, a desconocer al jefe de Estado e
incluso a liquidarle (no vemos a nuestro pobre Felipe VI, tan ultra contra la
democracia en Cataluña y tan acérrimo de que nadie le pueda votar en territorio
estatal, tomándose bien esa cuestión). La oposición venezolana pide sin tapujos
la intervención militar extranjera en su propio país, absolutamente frustrada
por no poder hacer del ejército el instrumento de su golpe interno, como ha
ocurrido tantas veces en casi todo el resto de la Patria Grande americana
cuando algún país intentó iniciar un proceso de auténtica independencia o al
menos una parte importante de la población estaba movilizada para ello.
Apoyando a esa oposición todos esos que se envuelven en la bandera rojigualda,
los partidos “constitucionalistas” y su engendro Vox, muestran cuál es su idea
del “nacionalismo”: vender el país (más todavía) a las transnacionales y, en su
caso, pedir a la OTAN o a saber quién, que nos invada.
La sociedad
española debería preguntarse qué de bueno está haciendo Venezuela que todos los
grandes poderes y las extremas derechas quieren liquidar su proceso
bolivariano. Pero claro, quizás para ello deberíamos tener la posibilidad de
contar con una información mínimamente independiente y veraz. Si algo ha demostrado
toda la farsa circense del presidente “autoproclamado”, la escenificación de la
“ayuda humanitaria” por parte de los mismos que asedian al país y le roban sus
riquezas en el extranjero, los sabotajes eléctricos y demás movimientos de
guerra de cuarta generación contra Venezuela, es que los grandes media
mundiales (los españoles entre ellos, sean privados o públicos) forman también
parte de esa guerra, y ofrecen sin pudor la única versión de los hechos que
viene dictada desde Washington, como si de un cuartel general de campaña se
tratara (da lástima pensar que la actual directora de RTVE prometió que su guía
iba a ser la objetividad). Si hay hoy un caso claro de falta de verdadera
pluralidad mediática en nuestras sociedades, ahí está el tratamiento que se le
da a Venezuela.
Pero si hay
algo también que se está evidenciando hasta la fecha es que ese país y su
proceso en pro de una auténtica soberanía, a pesar de su inicial inmadurez, sus
errores y carencias, ha gestado una unión cívico-militar, un compromiso y
movilización populares que se han convertido en un hueso extremadamente difícil
de roer para la oposición entreguista y el imperio que está detrás de ella. A
éste, si quiere seguir por ese camino, le va quedando cada vez más como única
opción recurrir a la fuerza bruta, explícita, sin tapujos. Ese, no obstante,
sería el más grave de sus errores. Muy probablemente supondría el principio del
fin de su hegemonía en la que Marti y otros libertadores, para distinguirla de
la anglosajona, llamaron Nuestra América.
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