Astrolabio
Cinco millones de pobres votan por Capriles
Teóricamente y en forma general un fenómeno de este tipo se explica solo con el estudio de las nociones de lo que Marx y Engels, definieron como la relación entre infra y superestructura, es decir la forma como el nivel económico de la sociedad, incide en las “formas de la conciencia social”.
Tal vez el primer síntoma de que los pobres votaban por la derecha se manifestó en las elecciones de la reforma constitucional, donde la oposición logró crear la sensación de que el pueblo iba a perder sus propiedades con la famosa cuña aquella de la carnicería. Marx en una de sus reflexiones aseguraba que se debía ser cuidadoso al librar la lucha contra la propiedad privada, porque el pueblo también quería ser propietario. Para él la pobreza era el resultado de la acumulación capitalista basada en la desigualdad de la propiedad.
Más allá de las características académicas sustentadas en aportes teóricos de autores como Georg Simmel, fundador de la moderna sociología de la pobreza, es necesario señalar algunos rasgos que afloran en la personalidad de muchos pobres: El bajo nivel cultural y educativo, el afán desmedido por la supervivencia, el egoísmo, el individualismo, el sentimiento de culpa e inferioridad. Todos estos componentes forman una especie de picaresca que motiva el comportamiento de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.
El hecho de que los desarrapados estén votando a favor de sus verdugos en las elecciones, es la sumatoria objetiva y subjetiva de múltiples variables. En primer lugar no hay que restarle méritos a la labor de captación diseñada por los técnicos de la derecha. El 7-O el candidato opositor se disfrazó, y ofreció continuar y mejorar aquellas propuestas que beneficiaban a los estratos (D, E) como las misiones. En la contienda del 14-A se aplicó la misma línea pero mejorada tratando de despertar algunas características típicas de los pobres, por eso se utilizó la cuña de los enchufados, y se ofreció un incremento del salario mínimo.
Otros aportes colaterales pueden explicarse si se hurga con detenimiento en la picaresca del pauperismo, y su afán de sobrevivir a costa de lo que sea. Las clases bajas han entendido el proceso político como un mecanismo de ascenso en la pirámide social, porque según su percepción quien está en la política tiene acceso a beneficios, ese es el ejemplo que trasmiten casi todos los dirigentes de la revolución, Chávez era la excepción a esa regla. Quienes no logran penetrar en la revolución es obvio que busquen el acomodo individual por el otro costado.
Desde hace tiempo los partidos de la revolución han olvidado el trabajo tesonero desde dentro del barrio, el acompañamiento de los revolucionarios es a través de la institucionalidad del estado. El contacto ha sido sustituido por la llamada telefónica de la sala situacional, lo cual no permite la orientación sobre las verdaderas causas de la pobreza. Esos espacios han sido ocupados por sectores del fascismo como Primero Justicia, que mantiene niveles de presencia y de interactuación en barrios humildes del país desde el año 2002.
Los datos del último censo expresan una realidad que es importante tener en cuenta, el 88,8% de la población es urbana, y solo el 11,20% rural donde se concentran altos niveles de pobreza, suponiendo que la proporción estadística poblacional se expresa en el padrón electoral, y recordando que la revolución controla el voto rural es decir aproximadamente 2.117.152.
Según ese censo el 6, 97% son pobres extremos suponiendo que la revolución tiene una incidencia total en éste conglomerado 1.317.549 aproximadamente. El 17,6% es decir 3.326.953 son pobres no extremos pero con tres y cuatro NBI. La sumatoria total sugiere que la revolución puede sacar 6.761.654 votos en los conglomerados más pobres, faltando 743.684 votos.
Al parecer los electores ubicados en los estratos de pobreza que votan por la derecha se ubican en las llamadas zonas urbanas cercanas al corredor comercial, y solo tienen una o dos NBI, aquellos que viven en hogares con alto hacinamiento y aquellos hogares con alta dependencia económica donde trabajan pocos miembros.
La revolución presenta un problema de ineficiencia, al no poder resolver las condiciones de hacinamiento de una porción de la población pobre, y el problema del desempleo estructural lo cual pasa su factura electoral, que puede superarse en la medida que la Gran Misión Vivienda se haga más eficiente y contemple programas especiales como Barrio Tricolor, e incorporando mucho más a los pobres a un modelo productivo socialista que cambie las condiciones económicas y descontruya el metabolismo psico-social del capital.
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