Diálogo con Grabriele Röwer sobre la obra de Karlheinz Deschner, autor de la “Historia criminal del cristianismo” (10 volúmenes), ¿Hilo rojo? ¡No, torrente de sangre!
Die Junge Welt
Traducida para Rebelión por Mikel Arizaleta. |
Gabriele Röver (nacida en 1944) tras estudiar teología evangélica
salió de la Iglesia, luego estudió filosofía, filología germánica y
psicología, realiza en Maguncia una actividad pedagógico-terapeuta.
Desde 1977 colaboradora con Karlheinz Deschner.
En vano intentó conjurar el primer peligro mediante el proyecto de la “unidad de razón y fe”, naturalmente con el primado de la fe. Al inicio la tan ansiada “nueva evangelización de Europa” fracasó ante la gran secularización existente, difamada por Benedicto como “dictadura del relativismo” o también “cultura de la muerte” (por la regulación de la natalidad y la eutanasia), la difamación de la homosexualidad y de la emancipación de las mujeres, sobre todo en el sacerdocio. La consecuencia fue que la Iglesia continuó perdiendo imagen en nuestro mundo.
En cambio este papa sí pudo actuar en contra de la marcha triunfal de los evangélicos en todos los continentes, sobre todo en América del Norte y del Sur (que no por casualidad proviene de aquí el nuevo papa) reclamando para su Iglesia en gran parte sus posiciones ideológicas (la confianza en la Biblia, el pecado mortal del ateísmo que lo invade todo, la salvación mediante la misión y la vida en comunidad). Pero con su negativa a modernizar la Iglesia desde dentro, sin duda más previsor que sus críticos, porque toda modernización según Deschner a la larga aceleraría más que retendría o pararía el derrumbamiento de esta institución.
Por lo que sabemos Benedicto XVI ha fracasado ante la prepotencia de los funcionarios de la Iglesia, que han boicoteado propuestas prudentes sobre una mayor transparencia en la explicación de los escándalos dentro de la Iglesia en los últimos tiempos, en primer lugar sobre los abusos sexuales (sobre todo en USA) y las finanzas de la Iglesia. La dimensión de conflicto pusieron al descubierto publicaciones como Vatileaks, probablemente el motivo decisivo de su renuncia.
Karlheinz Deschner acaba de finalizar su “Historia criminal del cristianismo” en diez tomos. ¿Qué fuentes ha utilizado? ¿Tuvo acceso a los archivos eclesiásticos?
Uno de los reproches más frecuentes contra el trabajo de crítica a la Iglesia de Deschner apunta a su supuesta “falta de método científico” y a que “no es aceptado por el mundo científico” por carecer de un análisis propio de las fuentes. Aparte de que él las utiliza en la medida en que éstas están disponibles y accesibles para él sobre todo en las bibliotecas universitarias, este reproche no tiene en cuenta la realidad de la investigación. Y es que si él mismo tuviera que llevar a cabo en cada tema un análisis profundo de las fuentes con seguridad que no habría pasado del primer volumen de la “Historia del cristianismo”. Un trabajo serio de investigación es también aquel que es capaz de valorar, analizar y recoger con objetividad los resultados de modo amplio y sustancioso de otros, en especial los análisis critico-históricos de las fuentes de los demás, y saberlos transmitir al lector. Profesores de teología evangélica y católica, que merecen gran respeto por su trabajo, se documentan además de entre otras muchas opiniones también en su página Web. Pars pro Toto, en este punto se podría citar el parecer del profesor doctor don Julius Groos: “Lo que se ha negado a nuestros libros científicos, bien pudiera lograrlo su obra: Dar a conocer a la masa de intelectuales los resultados de la investigación moderna sobre el cristianismo”. También un trasmisor, un mediador de los resultados de la investigación de otros puede ser de gran ayuda para estos, admitido que también su lenguaje sirve para lo que a Deschner se le reconoce a menudo incluso hasta por sus enemigos –eso sí, para con frecuencia y acto seguido acusarle por este lenguaje, de ser su escritura demasiado emotiva, de escribir “cum ira et studio”-, su trabajo sería espejo de su óptica unidimensional, históricamente subjetiva. ¡Como si existiera la objetividad pura en la clasificación y valoración de la historia, crítica llevada por Deschner ad absurdum en su introducción al tomo I de la “Historia criminal del cristianismo”.
¿Unidimensional? ¿Subjetivo, parcial? Analicemos este veredicto que quiere ser demostración de su “falta de método científico”. Deschner no escribe y piensa más subjetiva y unilateralmente que los incontables apologistas del poder eclesial en el gremio de la historia eclesial. A ellos contrapuso Deschner desde el inicio su visión desde abajo. Con el párroco y pacifista Johannes Ude, que reconocía “no poder soportar la injusticia”, Deschner eligió sufrir empáticamente, sufrir desde la perspectiva de las víctimas, de los que padecen todo tipo de barbaridades: de los millones de paganos, de las millones de brujas, de los millones de indios, de los millones de africanos, de los millones de cristianos, hasta de aquellos 700 000 ortodoxos serbios que fueron enterrados, quemados, crucificados vivos todavía en nuestros días, en la Croacia católica fascista bajo Ante Pavelic, y todo ello con ayuda de una clerecía muy activa, que ella misma mataba y descabezaba, ¡en especial los franciscanos!, y ello con la bendición y el consentimiento de Eugenio Pacelli, desde 1939 Pío XII, aquel papa de figura tan ascética, tan seráfica, tan venerada, tan endiosada.
Una nueva edición de la obra de Deschner “La política de los papas” aparece próximamente en la editorial Alibri. ¿Qué relación tiene esta obra con la Historia criminal del cristianismo?
Los no bien intencionados acusan ahora a Deschner, tras la presentación del tomo 10, el último de su Historia criminal, de no haberse adentrado en el S. XIX y XX, por tanto no habría podido cumplir su propósito. La nueva edición actualizada de la “Política de los papas en tiempos de las Guerras Mundiales” de 1982/83 y 1991 ahora en la editorial Alibri con un epílogo extenso de Michael Schmidt-Salomon, portavoz de la fundación Giordano Bruno, a cuyo valiente editor Gunnar Schedel y a su equipo sólo cabe agradecerles por este inmenso trabajo, empalma de alguna manera allí donde termina el tomo 10, en el ámbito de la Revolución francesa. Deschner considera esta obra el tomo 11 de su Historia criminal del cristianismo, si bien de modo no oficial. En más de 1000 páginas constata, demuestra y comprueba en el S. XIX y XX el viejo enmarañamiento conocido del papado no tanto con los poderes del más allá cuanto con los de este mundo, siempre adornado y ribeteado de transcendencia y en clara contradicción con la ética de la paz y de la pobreza del Jesús sinóptico. La cima de esta hipocresía se alcanza en el S. XX con el pontificado de Pío XI y Pío XII.
Deschner se ha ocupado muy intensamente del papel de la Iglesia en el fascismo –ahora ha aparecido una nueva edición de su memorable libro de 1965 “Mit Gott und den Fachisten” (Con Dios y los fascistas), en el que detalla y demuestra, como nadie después de 1945, la colaboración del papa Pío XI y Pío XII con los fascistas de aquellos años en Italia, Alemania, España y Croacia. Sobre Pío XII escribió en otro lugar: “¿Sí, no faltó uno (¿uno?) en el patíbulo de Nuremberg?” ¿No se dio un escándalo jurídico?
¡No! Sus palabras pronunciadas en la Meistersingerhalle de Nuremberg fueron motivo para incoar querella por “injuria a la Iglesia”, desistida en 1971 “por insignificancia”. La terrible contradicción entre el ideal del cristianismo primigenio y la realidad clerical fue el tema de esta conferencia, al igual que ha sido de casi todo lo que él viene escribiendo desde hace medio siglo contra la Iglesia. En los inicios de la Historia criminal del cristianismo le rondó la idea de titular la obra “Dios camina en las sandalias del demonio”. No por las palabras sino por las obras mide él a los “representantes de Dios”: “Debéis conocerles por sus frutos”. Frase que es guía en sus trabajos.
La frase “Historia criminal del cristianismo” supone algo así como continuidad, ¿realmente constituye esta actuación criminal una especie de línea roja a través de la historia de la Iglesia?
¿Línea roja? Deschner diría que más bien constituye “una cascada de sangre”, una verdadera cascada de sangre que rueda y se precipita por los reinos cristianos a través de los siglo; obsérvese, como el autor de esta Historia criminal, que las líneas directrices de los apoderados de la Iglesia determinan la política y no la protesta de aquellos que se alzan contra ella incluso jugándose la vida, más tarde utilizada como hoja de parra para tapar los crímenes cometidos y bendecidos por los clérigos. Y que son legión. Cito aquí frases de aquel discurso de Deschner en Nuremberg: “La línea central: con Dios el Señor… Con Dios contra los paganos, con Dios contra los judíos, con Dios contra los lombardos, los sajones, los sarracenos, los húngaros, los ingleses, los polacos; con Dios contra los albigenses, los valdenses, los Stedinger, contra los husitas, los Gueux, los hugonotes, los campesinos, con Dios en la Primera Guerra Mundial, con Dios en la Segunda, y con Dios seguro también en la Trecera; fiestas ecuménicas de matanza sin igual.
Objeto fundamental de los análisis de Deschner es la Iglesia católica. ¿En qué medida tiene en cuenta también los crímenes del protestantismo?
En los asesinatos masivos desde la Reforma -piénsese tan sólo en la guerras campesinas, en la Guerra de los Treinta Años que Deschner documenta muy detenidamente- participaron también los protestantes, pero en conjunto no se puede comparar con el poder y la influencia del imperio de la Iglesia católica, si bien disponían de un gran patrimonio y gobernaban en una serie de países. El capítulo más oscuro de la historia protestante sin duda lo ha escrito su colaboración de los cristianos alemanes con los nacionalsocialistas. No olvidemos, los inicios de la Iglesia protestante, en la Reforma iniciada por Martín Lutero -cuyos 500 año va a ser celebrado con profusión- arrojan muchas sombras, cuyos rasgos más característicos están expuestos en el capítulo 12 del volumen 8 de la Historia criminal del cristianismo, recopilado en uno de sus aforismos: “Martín Lutero desenmascaró las leyendas como cuentos, pero Lutero se aferró a las leyendas de la Biblia, también a la creencia del demonio, también al delirio de las brujas, también a la eliminación de los herejes, también al antisemitismo, al servicio de la guerra, a la esclavitud, a los príncipes. Y a esto se llama Reforma”.
No sólo los escándalos de abusos sexuales, también el despido de una mujer de Colonia violada por clínicas católicas enfadó a la opinión pública, hay príncipes de la Iglesia que se sienten expuestos a una especie de progrom. ¿Tienen razón?
Como historiador crítico de la Iglesia y autor de una Historia sexual del cristianismo –“Das Kreutz mit der Kirche”, 1974 (En castellano: Historia sexual del cristianismo) [ii] , Deschner ve los casos nombrados, al igual que todos aquellos numerosos casos de madres solteras, masacradas hace tiempo en todos los sitios, cómo fueron ahogadas o ellas mismas se ahogaron en el contexto de una represión sexual de siglos de la masa de los creyentes, sin perjuicio de un en todos los sentidos libertinaje desbocado por parte de sus gobernantes de dentro y fuera de las Iglesias. Ya este contraste muestra para qué sirvió de facto la moral sexual específicamente cristiana y la enemistad del placer: como afirma Deschner no tanto para la protección de la vida embrionaria, como afirman –que una vez desarrollada termina siendo carne de cañón-, cuando como crianza y cantera de súbditos. Freud ha podido confundirse gravemente en este sentido, lo cierto es que si se embrida y reprime este impulso elemental placentero de la vida, si se lo difama, si se lo tacha de animal, si se lo demoniza y se lo envuelve y embadurna desde pequeño con un sentimiento de culpabilidad -lo saben todos los dictadores del mundo terrenal y espiritual- se encarcela y embrida a la persona, se impide su desarrollo y así se consiguen súbditos sumisos, dispuestos y capaces de humillarse ante los de arriba y a patear a los de abajo, así se crean combatientes fanáticos sobre todo en la guerra, ese siempre “Dios con nosotros”: También, según Deschner, es lo que se busca con la congestión y represión del impulso de los celibatarios, que tiene que terminar buscando una válvula de escape.
¿Qué reacciones se dieron en los círculos eclesiales sobre la obra de Karlheinz Deschner?
Muy distintas como muestra ya el tomo de cartas “Usted jefe de los demonios”. Desde la teología de la Iglesia se intentó ignorarla, no hablar de su trabajo, y en la prensa conservadora se lo despachó con los “argumentos” antes mencionados (subjetivo, poco científico). Un simposium en 1993 en la academia católica Schwerte para demostrar la falta de seriedad de la “Criminalización del cristianismo” por entendidos en el tema no encontró el amplio eco esperado. En la obra extensa de uno sólo como él, sin equipo colaborador, obligado además a dar conferencias para asegurarse el sustento vital y a la ayuda de amigos como Herbert Steffen, el fundador del GBS, sin duda que siempre se encuentran algunos fallos de detalles. Pero lo decisivo es que ha sido confirmado hasta el día de hoy por teólogos e historiadores de la Iglesia, pero no excesivamente sumisos a la misma, el valor científico del aprovechamiento de los estudios de fuentes así como la legitimación de sus crítica de dominio referida a las víctimas, y esto es la regla general y no la excepción.
Deschner fue educado en las aulas de un convento católico, ¿qué le empujó a dedicarse de lleno a la historia de la Iglesia?
Entre sus 50 libros existen algunos de muy otro contenido, además de la crítica literaria y la poesía paisajística cabe destacar sobre todo su amor por los animales, a los que comenzaría de nuevo a dedicar toda su capacidad de escritor. El que haya sacrificado a la crítica de la Iglesia alrededor de 50 años de su vida en nada corresponde, como afirma, a una infancia o juventud eclipsada u obscurecida por influencias eclesiales, en privado tuvo por entonces las mejores experiencias con representantes de Iglesia local. Se separó religiosamente de la fe muy pronto, siendo alumno, por la lectura de Schopenhauer y Nietzsche, más tarde de Kant y Lichtenberg, cortando el cordón umbilical emocional con el catolicismo tradicional de su tierra mediante un estudio autodidacta de cinco años de los fundamentos del cristianismo, y con su primera crítica de la Iglesia “Abermals krähte de Hahn” (Y de nuevo cantó el gallo) en 1962 remató totalmente el tema Iglesia y fe para sí personalmente. Desde entonces agnóstico con siempre creciente duda metódica frente a preguntas sin respuesta para nosotros, le impulsó a seguir en el tema sobre todo un sentimiento arraigado por la verdad y la justicia, expresado y manifestado ya como crítico literario y ahora como historiador: la denuncia de la profunda contradicción entre las altas exigencias morales de los “representantes de Cristo” y su praxis verdaderamente lamentable, despreciadora de los derechos humanos con palabras hermoseadas, y más tarde negada incluso por historiadores sumisos.
¿Qué espera Karlheinz Deschner del papa Francisco que ha salido elegido?
Deschner personalmente nada, ve en el papado una institución totalmente superada. Lo que no excluye que como siempre se aferre al poder sobre todo coaligándose en política y economía con aquellos poderes terrenales de los que espera ventajas, sobre todo en lucha conjunta y ya experimentada a través de los siglos contra todo lo que esté a la izquierda del centro. No nos deben engañar ni los anuncios de Francisco de un cierre del Instituto per le Opere di Religione (IOR), conocido como Banco Vaticano –una reacción a las acusaciones de lavado de dinero- ni las afirmaciones de estar cerca de los pobres siguiendo el ejemplo del patrón de su nombre, Francisco de Asís, con censuras a los superricos. Francisco como papa será, como ya lo fue antes como Jorge Mario Bergoglio, sacerdote, cardenal y arzobispo de Buenos Aires –en los años 70 provincial de los jesuitas, orden que sigue disponiendo de un enorme capital y de paquetes de acciones en empresas multinacionales. Posiblemente quiera entender por estar cerca de los pobres lo que ya entendió en su día León XIII en su “encíclica a los trabajadores”, con la que esperaba durante la industrialización ganar de nuevo para la Iglesia a aquellas masas que amenazaban con irse a los socialistas y comunistas, siempre hostilizadas por los jerifaltes de la Iglesia. También Francisco es posible que entienda por estar “cerca de los pobres” ser caritas, sedante de la miseria de masas en un mundo con cada vez más partes depauperadas en lugar de comprometerse en lucha eficaz y combativa contra las causas de esta creciente depauperación. Pero esto exige cambios estructurales en una economía orientada exclusivamente al beneficio sin lo cual no puede haber un mínimo de justicia ni nacional ni globalmente. Por supuesto, con las organizaciones argentinas de derechos humanos y familiares bien intercomunicadas Deschner no descarta que Francisco frente a los gobiernos de izquierda latinoamericanos pudiera jugar un papel semejante al jugado por el papa polaco Juan Pablo II frente a representantes del socialismo real. El escepticismo de Deschner frente a la ofensiva de atracción de los corazones de muchas gentes por parte del nuevo papa y sus numerosas promesas de reforma será que básicamente en la Iglesia católica todo seguirá siendo como siempre ha sido, sobre todo esa jerarquía rígida. Porque Francisco, a pesar del nuevo gremio de cardenales asesores, sigue siendo el pontifex maximus, es decir en todas las decisiones tiene la última palabra. Recuerda Deschner que en su crónica crítica del Vaticano durante los Siglos XIX y XX escribió sobre las bases religiosas podridas de este imperio: “Si este instituto de casi dos mil años de crímenes un día, por las razones que fuera, no sólo predicara la paz sino que incluso la practicara, y si para ello padeciera, perdiera poder y menguara seguiría siendo despreciable porque dogmáticamente es mentira. Una Iglesia edificada en el fraude y la mentira jamás se mostrará como éticamente servible.
Notas:
[i] Publicado en castellano en dos tomos por la editorial zaragozana Yalde y magníficamente traducido por Anselmo Sanjuán Nájera. [ii] Publicada por la editorial Yalde
***
No
hace mucho Joseph Ratzinger renunció a seguir siendo el papa Benedicto
XVI. Ojeando la historia de los papas, ¿un crítico de la Iglesia como
Karlheinz Deschner dónde ubicaría en ella al papa Benedicto XVI?
Como expone Deschner en su obra de más de 1000 páginas “Die Politik der
Päpste im 20. Jahrhundert” (La política de los papas en el siglo XX) [i] ,
los papas más importantes del S. XX fueron León XIII (1878-1903, muy
marcado políticamente –“Ergo sum Petrus, “yo quiero pilotar una gran
política”), los papas fascistas Pío XI y Pío XII y últimamente Juan
Pablo II. Su sucesor, Joseph Ratzinger, antes profesor en Tubinga de
dogmática y teología fundamental, luego prefecto de la congregación de
la fe (en tiempos “la santa Inquisición”), como papa, Benedicto XVI, no
siguió la política imperialista de sus predecesores. Más bien buscó
mediante la sistematización y consolidación del corpus dogmático
erigirse en baluarte contra el peligro de erosión creciente en su
Iglesia, que en la Europa occidental ha ido perdiendo cada vez más
miembros a favor de corrientes seculares y que en el resto del mundo han
ido a engrosar sobre todo las filas evangélicas. En vano intentó conjurar el primer peligro mediante el proyecto de la “unidad de razón y fe”, naturalmente con el primado de la fe. Al inicio la tan ansiada “nueva evangelización de Europa” fracasó ante la gran secularización existente, difamada por Benedicto como “dictadura del relativismo” o también “cultura de la muerte” (por la regulación de la natalidad y la eutanasia), la difamación de la homosexualidad y de la emancipación de las mujeres, sobre todo en el sacerdocio. La consecuencia fue que la Iglesia continuó perdiendo imagen en nuestro mundo.
En cambio este papa sí pudo actuar en contra de la marcha triunfal de los evangélicos en todos los continentes, sobre todo en América del Norte y del Sur (que no por casualidad proviene de aquí el nuevo papa) reclamando para su Iglesia en gran parte sus posiciones ideológicas (la confianza en la Biblia, el pecado mortal del ateísmo que lo invade todo, la salvación mediante la misión y la vida en comunidad). Pero con su negativa a modernizar la Iglesia desde dentro, sin duda más previsor que sus críticos, porque toda modernización según Deschner a la larga aceleraría más que retendría o pararía el derrumbamiento de esta institución.
Por lo que sabemos Benedicto XVI ha fracasado ante la prepotencia de los funcionarios de la Iglesia, que han boicoteado propuestas prudentes sobre una mayor transparencia en la explicación de los escándalos dentro de la Iglesia en los últimos tiempos, en primer lugar sobre los abusos sexuales (sobre todo en USA) y las finanzas de la Iglesia. La dimensión de conflicto pusieron al descubierto publicaciones como Vatileaks, probablemente el motivo decisivo de su renuncia.
Karlheinz Deschner acaba de finalizar su “Historia criminal del cristianismo” en diez tomos. ¿Qué fuentes ha utilizado? ¿Tuvo acceso a los archivos eclesiásticos?
Uno de los reproches más frecuentes contra el trabajo de crítica a la Iglesia de Deschner apunta a su supuesta “falta de método científico” y a que “no es aceptado por el mundo científico” por carecer de un análisis propio de las fuentes. Aparte de que él las utiliza en la medida en que éstas están disponibles y accesibles para él sobre todo en las bibliotecas universitarias, este reproche no tiene en cuenta la realidad de la investigación. Y es que si él mismo tuviera que llevar a cabo en cada tema un análisis profundo de las fuentes con seguridad que no habría pasado del primer volumen de la “Historia del cristianismo”. Un trabajo serio de investigación es también aquel que es capaz de valorar, analizar y recoger con objetividad los resultados de modo amplio y sustancioso de otros, en especial los análisis critico-históricos de las fuentes de los demás, y saberlos transmitir al lector. Profesores de teología evangélica y católica, que merecen gran respeto por su trabajo, se documentan además de entre otras muchas opiniones también en su página Web. Pars pro Toto, en este punto se podría citar el parecer del profesor doctor don Julius Groos: “Lo que se ha negado a nuestros libros científicos, bien pudiera lograrlo su obra: Dar a conocer a la masa de intelectuales los resultados de la investigación moderna sobre el cristianismo”. También un trasmisor, un mediador de los resultados de la investigación de otros puede ser de gran ayuda para estos, admitido que también su lenguaje sirve para lo que a Deschner se le reconoce a menudo incluso hasta por sus enemigos –eso sí, para con frecuencia y acto seguido acusarle por este lenguaje, de ser su escritura demasiado emotiva, de escribir “cum ira et studio”-, su trabajo sería espejo de su óptica unidimensional, históricamente subjetiva. ¡Como si existiera la objetividad pura en la clasificación y valoración de la historia, crítica llevada por Deschner ad absurdum en su introducción al tomo I de la “Historia criminal del cristianismo”.
¿Unidimensional? ¿Subjetivo, parcial? Analicemos este veredicto que quiere ser demostración de su “falta de método científico”. Deschner no escribe y piensa más subjetiva y unilateralmente que los incontables apologistas del poder eclesial en el gremio de la historia eclesial. A ellos contrapuso Deschner desde el inicio su visión desde abajo. Con el párroco y pacifista Johannes Ude, que reconocía “no poder soportar la injusticia”, Deschner eligió sufrir empáticamente, sufrir desde la perspectiva de las víctimas, de los que padecen todo tipo de barbaridades: de los millones de paganos, de las millones de brujas, de los millones de indios, de los millones de africanos, de los millones de cristianos, hasta de aquellos 700 000 ortodoxos serbios que fueron enterrados, quemados, crucificados vivos todavía en nuestros días, en la Croacia católica fascista bajo Ante Pavelic, y todo ello con ayuda de una clerecía muy activa, que ella misma mataba y descabezaba, ¡en especial los franciscanos!, y ello con la bendición y el consentimiento de Eugenio Pacelli, desde 1939 Pío XII, aquel papa de figura tan ascética, tan seráfica, tan venerada, tan endiosada.
Una nueva edición de la obra de Deschner “La política de los papas” aparece próximamente en la editorial Alibri. ¿Qué relación tiene esta obra con la Historia criminal del cristianismo?
Los no bien intencionados acusan ahora a Deschner, tras la presentación del tomo 10, el último de su Historia criminal, de no haberse adentrado en el S. XIX y XX, por tanto no habría podido cumplir su propósito. La nueva edición actualizada de la “Política de los papas en tiempos de las Guerras Mundiales” de 1982/83 y 1991 ahora en la editorial Alibri con un epílogo extenso de Michael Schmidt-Salomon, portavoz de la fundación Giordano Bruno, a cuyo valiente editor Gunnar Schedel y a su equipo sólo cabe agradecerles por este inmenso trabajo, empalma de alguna manera allí donde termina el tomo 10, en el ámbito de la Revolución francesa. Deschner considera esta obra el tomo 11 de su Historia criminal del cristianismo, si bien de modo no oficial. En más de 1000 páginas constata, demuestra y comprueba en el S. XIX y XX el viejo enmarañamiento conocido del papado no tanto con los poderes del más allá cuanto con los de este mundo, siempre adornado y ribeteado de transcendencia y en clara contradicción con la ética de la paz y de la pobreza del Jesús sinóptico. La cima de esta hipocresía se alcanza en el S. XX con el pontificado de Pío XI y Pío XII.
Deschner se ha ocupado muy intensamente del papel de la Iglesia en el fascismo –ahora ha aparecido una nueva edición de su memorable libro de 1965 “Mit Gott und den Fachisten” (Con Dios y los fascistas), en el que detalla y demuestra, como nadie después de 1945, la colaboración del papa Pío XI y Pío XII con los fascistas de aquellos años en Italia, Alemania, España y Croacia. Sobre Pío XII escribió en otro lugar: “¿Sí, no faltó uno (¿uno?) en el patíbulo de Nuremberg?” ¿No se dio un escándalo jurídico?
¡No! Sus palabras pronunciadas en la Meistersingerhalle de Nuremberg fueron motivo para incoar querella por “injuria a la Iglesia”, desistida en 1971 “por insignificancia”. La terrible contradicción entre el ideal del cristianismo primigenio y la realidad clerical fue el tema de esta conferencia, al igual que ha sido de casi todo lo que él viene escribiendo desde hace medio siglo contra la Iglesia. En los inicios de la Historia criminal del cristianismo le rondó la idea de titular la obra “Dios camina en las sandalias del demonio”. No por las palabras sino por las obras mide él a los “representantes de Dios”: “Debéis conocerles por sus frutos”. Frase que es guía en sus trabajos.
La frase “Historia criminal del cristianismo” supone algo así como continuidad, ¿realmente constituye esta actuación criminal una especie de línea roja a través de la historia de la Iglesia?
¿Línea roja? Deschner diría que más bien constituye “una cascada de sangre”, una verdadera cascada de sangre que rueda y se precipita por los reinos cristianos a través de los siglo; obsérvese, como el autor de esta Historia criminal, que las líneas directrices de los apoderados de la Iglesia determinan la política y no la protesta de aquellos que se alzan contra ella incluso jugándose la vida, más tarde utilizada como hoja de parra para tapar los crímenes cometidos y bendecidos por los clérigos. Y que son legión. Cito aquí frases de aquel discurso de Deschner en Nuremberg: “La línea central: con Dios el Señor… Con Dios contra los paganos, con Dios contra los judíos, con Dios contra los lombardos, los sajones, los sarracenos, los húngaros, los ingleses, los polacos; con Dios contra los albigenses, los valdenses, los Stedinger, contra los husitas, los Gueux, los hugonotes, los campesinos, con Dios en la Primera Guerra Mundial, con Dios en la Segunda, y con Dios seguro también en la Trecera; fiestas ecuménicas de matanza sin igual.
Objeto fundamental de los análisis de Deschner es la Iglesia católica. ¿En qué medida tiene en cuenta también los crímenes del protestantismo?
En los asesinatos masivos desde la Reforma -piénsese tan sólo en la guerras campesinas, en la Guerra de los Treinta Años que Deschner documenta muy detenidamente- participaron también los protestantes, pero en conjunto no se puede comparar con el poder y la influencia del imperio de la Iglesia católica, si bien disponían de un gran patrimonio y gobernaban en una serie de países. El capítulo más oscuro de la historia protestante sin duda lo ha escrito su colaboración de los cristianos alemanes con los nacionalsocialistas. No olvidemos, los inicios de la Iglesia protestante, en la Reforma iniciada por Martín Lutero -cuyos 500 año va a ser celebrado con profusión- arrojan muchas sombras, cuyos rasgos más característicos están expuestos en el capítulo 12 del volumen 8 de la Historia criminal del cristianismo, recopilado en uno de sus aforismos: “Martín Lutero desenmascaró las leyendas como cuentos, pero Lutero se aferró a las leyendas de la Biblia, también a la creencia del demonio, también al delirio de las brujas, también a la eliminación de los herejes, también al antisemitismo, al servicio de la guerra, a la esclavitud, a los príncipes. Y a esto se llama Reforma”.
No sólo los escándalos de abusos sexuales, también el despido de una mujer de Colonia violada por clínicas católicas enfadó a la opinión pública, hay príncipes de la Iglesia que se sienten expuestos a una especie de progrom. ¿Tienen razón?
Como historiador crítico de la Iglesia y autor de una Historia sexual del cristianismo –“Das Kreutz mit der Kirche”, 1974 (En castellano: Historia sexual del cristianismo) [ii] , Deschner ve los casos nombrados, al igual que todos aquellos numerosos casos de madres solteras, masacradas hace tiempo en todos los sitios, cómo fueron ahogadas o ellas mismas se ahogaron en el contexto de una represión sexual de siglos de la masa de los creyentes, sin perjuicio de un en todos los sentidos libertinaje desbocado por parte de sus gobernantes de dentro y fuera de las Iglesias. Ya este contraste muestra para qué sirvió de facto la moral sexual específicamente cristiana y la enemistad del placer: como afirma Deschner no tanto para la protección de la vida embrionaria, como afirman –que una vez desarrollada termina siendo carne de cañón-, cuando como crianza y cantera de súbditos. Freud ha podido confundirse gravemente en este sentido, lo cierto es que si se embrida y reprime este impulso elemental placentero de la vida, si se lo difama, si se lo tacha de animal, si se lo demoniza y se lo envuelve y embadurna desde pequeño con un sentimiento de culpabilidad -lo saben todos los dictadores del mundo terrenal y espiritual- se encarcela y embrida a la persona, se impide su desarrollo y así se consiguen súbditos sumisos, dispuestos y capaces de humillarse ante los de arriba y a patear a los de abajo, así se crean combatientes fanáticos sobre todo en la guerra, ese siempre “Dios con nosotros”: También, según Deschner, es lo que se busca con la congestión y represión del impulso de los celibatarios, que tiene que terminar buscando una válvula de escape.
¿Qué reacciones se dieron en los círculos eclesiales sobre la obra de Karlheinz Deschner?
Muy distintas como muestra ya el tomo de cartas “Usted jefe de los demonios”. Desde la teología de la Iglesia se intentó ignorarla, no hablar de su trabajo, y en la prensa conservadora se lo despachó con los “argumentos” antes mencionados (subjetivo, poco científico). Un simposium en 1993 en la academia católica Schwerte para demostrar la falta de seriedad de la “Criminalización del cristianismo” por entendidos en el tema no encontró el amplio eco esperado. En la obra extensa de uno sólo como él, sin equipo colaborador, obligado además a dar conferencias para asegurarse el sustento vital y a la ayuda de amigos como Herbert Steffen, el fundador del GBS, sin duda que siempre se encuentran algunos fallos de detalles. Pero lo decisivo es que ha sido confirmado hasta el día de hoy por teólogos e historiadores de la Iglesia, pero no excesivamente sumisos a la misma, el valor científico del aprovechamiento de los estudios de fuentes así como la legitimación de sus crítica de dominio referida a las víctimas, y esto es la regla general y no la excepción.
Deschner fue educado en las aulas de un convento católico, ¿qué le empujó a dedicarse de lleno a la historia de la Iglesia?
Entre sus 50 libros existen algunos de muy otro contenido, además de la crítica literaria y la poesía paisajística cabe destacar sobre todo su amor por los animales, a los que comenzaría de nuevo a dedicar toda su capacidad de escritor. El que haya sacrificado a la crítica de la Iglesia alrededor de 50 años de su vida en nada corresponde, como afirma, a una infancia o juventud eclipsada u obscurecida por influencias eclesiales, en privado tuvo por entonces las mejores experiencias con representantes de Iglesia local. Se separó religiosamente de la fe muy pronto, siendo alumno, por la lectura de Schopenhauer y Nietzsche, más tarde de Kant y Lichtenberg, cortando el cordón umbilical emocional con el catolicismo tradicional de su tierra mediante un estudio autodidacta de cinco años de los fundamentos del cristianismo, y con su primera crítica de la Iglesia “Abermals krähte de Hahn” (Y de nuevo cantó el gallo) en 1962 remató totalmente el tema Iglesia y fe para sí personalmente. Desde entonces agnóstico con siempre creciente duda metódica frente a preguntas sin respuesta para nosotros, le impulsó a seguir en el tema sobre todo un sentimiento arraigado por la verdad y la justicia, expresado y manifestado ya como crítico literario y ahora como historiador: la denuncia de la profunda contradicción entre las altas exigencias morales de los “representantes de Cristo” y su praxis verdaderamente lamentable, despreciadora de los derechos humanos con palabras hermoseadas, y más tarde negada incluso por historiadores sumisos.
¿Qué espera Karlheinz Deschner del papa Francisco que ha salido elegido?
Deschner personalmente nada, ve en el papado una institución totalmente superada. Lo que no excluye que como siempre se aferre al poder sobre todo coaligándose en política y economía con aquellos poderes terrenales de los que espera ventajas, sobre todo en lucha conjunta y ya experimentada a través de los siglos contra todo lo que esté a la izquierda del centro. No nos deben engañar ni los anuncios de Francisco de un cierre del Instituto per le Opere di Religione (IOR), conocido como Banco Vaticano –una reacción a las acusaciones de lavado de dinero- ni las afirmaciones de estar cerca de los pobres siguiendo el ejemplo del patrón de su nombre, Francisco de Asís, con censuras a los superricos. Francisco como papa será, como ya lo fue antes como Jorge Mario Bergoglio, sacerdote, cardenal y arzobispo de Buenos Aires –en los años 70 provincial de los jesuitas, orden que sigue disponiendo de un enorme capital y de paquetes de acciones en empresas multinacionales. Posiblemente quiera entender por estar cerca de los pobres lo que ya entendió en su día León XIII en su “encíclica a los trabajadores”, con la que esperaba durante la industrialización ganar de nuevo para la Iglesia a aquellas masas que amenazaban con irse a los socialistas y comunistas, siempre hostilizadas por los jerifaltes de la Iglesia. También Francisco es posible que entienda por estar “cerca de los pobres” ser caritas, sedante de la miseria de masas en un mundo con cada vez más partes depauperadas en lugar de comprometerse en lucha eficaz y combativa contra las causas de esta creciente depauperación. Pero esto exige cambios estructurales en una economía orientada exclusivamente al beneficio sin lo cual no puede haber un mínimo de justicia ni nacional ni globalmente. Por supuesto, con las organizaciones argentinas de derechos humanos y familiares bien intercomunicadas Deschner no descarta que Francisco frente a los gobiernos de izquierda latinoamericanos pudiera jugar un papel semejante al jugado por el papa polaco Juan Pablo II frente a representantes del socialismo real. El escepticismo de Deschner frente a la ofensiva de atracción de los corazones de muchas gentes por parte del nuevo papa y sus numerosas promesas de reforma será que básicamente en la Iglesia católica todo seguirá siendo como siempre ha sido, sobre todo esa jerarquía rígida. Porque Francisco, a pesar del nuevo gremio de cardenales asesores, sigue siendo el pontifex maximus, es decir en todas las decisiones tiene la última palabra. Recuerda Deschner que en su crónica crítica del Vaticano durante los Siglos XIX y XX escribió sobre las bases religiosas podridas de este imperio: “Si este instituto de casi dos mil años de crímenes un día, por las razones que fuera, no sólo predicara la paz sino que incluso la practicara, y si para ello padeciera, perdiera poder y menguara seguiría siendo despreciable porque dogmáticamente es mentira. Una Iglesia edificada en el fraude y la mentira jamás se mostrará como éticamente servible.
Notas:
[i] Publicado en castellano en dos tomos por la editorial zaragozana Yalde y magníficamente traducido por Anselmo Sanjuán Nájera. [ii] Publicada por la editorial Yalde
Muchas gracias por éste bello artículo, nos muestra que a través de oraciones podemos conseguir la gracia de Dios, por todo lo bueno que hemos pasado.
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