miércoles, 15 de junio de 2016

Luis Almagro, la OEA y la Operación Venezuela Freedom-2. Por Carlos Fazio. 14 junio, 2016 de Iroel Sánchez4

Luis Almagro, la OEA y la Operación Venezuela Freedom-2. Por Carlos Fazio.  4


El viernes pasado, el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) anunció la realización de una “sesión extraordinaria” el 23 de junio para analizar la situación política e institucional en Venezuela. La sesión del Consejo discutirá el informe del secretario general de la organización, el uruguayo Luis Almagro, en el que describe una “crisis institucional” que “demanda cambios inmediatos en las acciones del Poder Ejecutivo” venezolano.
Con el apoyo de Estados Unidos, del cual se ha convertido en un virtual peón, es previsible que durante la 46 Asamblea General de la OEA a celebrarse en estos días en Santo Domingo, República Dominicana, Almagro intensifique sus labores de cabildeo con la finalidad de echar a andar la aplicación de la Carta Democrática Interamericana contra el proceso bolivariano de Venezuela, pretextando la “alteración del orden constitucional” en el país.
La obstinada y belicosa iniciativa del secretario general de la OEA, como antesala de sanciones que “legitimen” una intervención militar extrajera en Venezuela bajo el paraguas del Pentágono, fracasó el pasado 1 de junio en Washington, cuando tras una maratónica reunión de más de ocho horas, los 29 países participantes en el debate dejaron solo a Almagro y adoptaron una declaración en apoyo a un diálogo entre el gobierno constitucional y legítimo de Nicolás Maduro y la oposición derechista que controla la Asamblea Nacional.
Derrotado, acusado de falto de ética política y tacto diplomático, y de haber negociado en secreto con algunos países de la región el apoyo a sus ocho recomendaciones injerencistas contenidas en un informe de 132 páginas que respalda a la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), un día después Almagro escribió en la red social Twitter “Hoy más que nunca urge fecha reunión Consejo OEA para abordar Carta Democrática #Vzla #DemocraciaEnVzlaYA”.
Ya antes, Almagro había sostenido un enfrentamiento personal muy visceral, soez e impropio, dada su investidura como secretario general del organismo regional, con el presidente Maduro (a quien tuteó), que sorprendió a los círculos político-diplomáticos del área. El 1 de junio, en Washington, algunas delegaciones lo acusaron de estar actuando por su cuenta, excediéndose en sus prerrogativas y pasando por encima del sentir de un buen número de países miembros de la OEA.

ALMAGRO Y LOS PLANES DEL COMANDO SUR

De prosperar el embate de Almagro contra Maduro, se estaría asistiendo a una nueva vuelta de tuerca en la estrategia de rollback –de dominio y vuelta atrás− diseñada por la llamada “comunidad de inteligencia” de Estados Unidos, y su concreción en la coyuntura en la segunda fase de la Operación Venezuela Freedom-2 (Libertad Venezuela), impulsada por el jefe del Comando Sur del Pentágono, almirante Kurt Tidd.
Firmado por Tidd y fechado el 25 de febrero de 2016, dicho documento de trabajo interno del Pentágono −que pese a sus múltiples menciones no ha sido desmentido hasta el momento− afirma haber “convenido” con Luis Almagro Lemes la aplicación de la Carta Democrática de la OEA contra Venezuela, en el marco de la Guerra de Espectro Completo elaborada en junio de 2000 por la Dirección de Políticas y Planes Estratégicos del Ejército de Estados Unidos (ver Documento Joint Vision 2020), que es la matriz doctrinaria de todos los manuales y proyectos de Guerra No Convencional desarrollados hasta el presente contra el proceso revolucionario bolivariano y otros países del área con gobiernos progresistas.
Cabe recordar que la primera fase de la Operación Venezuela Freedom estaba ya perfilada en el “Informe sobre Venezuela” elaborado en 2012 por el director nacional de Inteligencia de EU, James R. Clapper, que ponía énfasis en la agitación propagandística de temas tales como el desabastecimiento programado de alimentos y medicinas, el incremento inusitado de precios, los apagones eléctricos generalizados, la delincuencia y la violencia criminal como parte de un proceso de descomposición político-social e ingobernabilidad inducido que utilizó el accionar de bandas criminales (bacrim), narcotraficantes, grupos paramilitares y pranes con sus ejércitos de malandros.
Dicha fase fue expuesta por el predecesor de Tidd en el Comando Sur, general John Kelly, el 12 de marzo de 2015 ante el Comité Senatorial de los Servicios Armados del Congreso de Estados Unidos, y estuvo dirigida a generar una situación de caos y desestabilización política en Venezuela, combinando acciones callejeras y el empleo dosificado de la violencia armada, etapa que incluyó a las guarimbas con su casi medio centenar de muertos, los asesinatos selectivos, sabotajes contra instalaciones estratégicas y acciones paramilitares desde la frontera colombo-venezolana.
Según la propia descripción del almirante Tidd, en su fase actual la estrategia subversiva está siendo ejecutada por agentes encubiertos del Comando de Operaciones Especiales, la Fuerza Conjunta Bravo, con asiento en la base de Palmerola (Soto Cano), en Comayagua, Honduras, y la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial Sur (inteligencia), y es concebida como una “operación de amplio espectro, conjunta y combinada” que prioriza conceptos tales como “fuerza decisiva”, “proyección de poder”, “presencia en ultramar” y “agilidad estratégica”.
Aunque el plan conspirativo y de guerra psicológica del Pentágono señala que Estados Unidos no asumirá “el costo de una intervención armada en Venezuela”, contempla una “fase terminal” prevista hacia julio-agosto de 2016, que requiere del posicionamiento mediático de una “crisis humanitaria” (por falta de alimentos, medicamentos, agua y electricidad) y una matriz de opinión que maneje a nivel internacional el escenario de que Venezuela está “cerca del colapso” y de una “implosión” (la misma fabricación mediática utilizada para erigir a México como un “Estado fallido” en la transición Bush Jr./Obama, que llevó a una fase acelerada de militarización, paramilitarización y mercenarización del país con la excusa de la guerra a las drogas), como recurso para facilitar una “intervención humanitaria” a “pedido” de la ONU o la OEA. El mismo escenario manufacturado antes por Estados Unidos y sus socios de la OTAN contra Muamar Gadafi en Libia y el hasta ahora fracasado pero trágico −en vidas humanas y destrucción− instrumentado contra Bashar al-Ásad en Siria.
Sustento de las guerras asimétricas (o híbridas) y los “golpes blandos” o “institucionales” de nuestros días –como el golpe de Estado parlamentario-judicial-policial-mediático contra Dilma Rousseff en Brasil−, en su etapa actual de “cerco y asfixia” contra el gobierno de Nicolás Maduro, la doctrina de espectro completo −citando a Tidd− emplea “recursos diplomáticos, de información, militares, económicos, financieros, de inteligencia y jurídicos”, y echa mano de grandes corporaciones y lobbys empresariales, operadores políticos de la derecha internacional y sus intelectuales orgánicos (ex presidentes como César Gaviria, Álvaro Uribe, José María Aznar, Vicente Fox, Felipe Calderón, Sebastián Piñera, el inestable jefe de Gobierno español Mariano Rajoy y, entre otros, pensadores como Mario Vargas Llosa y Jorge G. Castañeda), actores no estatales (ONGs), jerarcas de la Iglesia católica y agrupaciones estudiantiles.
Como la guerra psicológica es un componente esencial de los conflictos asimétricos (toda intervención internacional es precedida por una guerra mediática), a través de la Agencia de Inteligencia para la Defensa (DIA), el Pentágono ha logrado articular en la etapa una vasta plataforma comunicacional (TV, circuitos radiales, prensa escrita, redes sociales) desde donde lanza campañas de intoxicación desinformativas (terrorismo mediático, propaganda negra y bullying permanente) contra Venezuela.
Para ello cuenta con una red de medios de difusión masiva bajo control monopólico privado –que actúan como reproductores del pensamiento único neoliberal y la ideología dominante−, que incluye consorcios televisivos como la Organización Globo de Brasil, CNN, Televisa y prensa escrita como The New York Times, The Washington Post, Los Ángeles Times, los madridistas El País, ABC y El Mundo, y los medios impresos que integran la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y el Grupo Diarios de América (DGA), formado por periódicos que propagan las ideas conservadoras y los esquemas del marketing conspirativo de Washington en Argentina, Brasil, Ecuador, Perú, Puerto Rico, Uruguay, Venezuela, Chile, Colombia y México.

EL PEPE MUJICA SE DESMARCA DE ALMAGRO

En el momento de su postulación a la secretaría general de la OEA, Luis Almagro fue considerado como una figura ideal para alejar al organismo interhemisférico del gastado conservadurismo ideológico propio de la guerra fría, y acompañar el proceso de cambios en la proyección de Estados Unidos hacia el subcontinente latinoamericano y caribeño de finales de la era Obama, donde imperan nuevos métodos como los del poder suave para salir de los gobiernos molestos, sin que la Casa Blanca aparezca demasiado comprometida.
En su primer discurso como secretario general, Almagro prometió darle a la OEA una mayor credibilidad y dotarla de más realismo y de un diálogo político con resultados tangibles. Sin embargo, a partir de aquellas promesas Almagro dio un descomunal viraje, sorprendiendo a propios y extraños. Su figura ha dejado de ser la de un negociador pragmático para convertirse en un provocador irracional. Su desatinado enfrentamiento con el presidente Maduro, no sólo ha afectado su propia imagen, sino que ha dejado al descubierto ante la región que la OEA continúa siendo una organización satélite de Washington y subordinada a sus intereses, que son los de las corporaciones transnacionales.
En su país de origen, Uruguay, Luis Almagro ha sido señalado por su “vedetismo mediático” y considerado un “mamarracho” por sus irresponsables, extralimitadas, absurdas y soberbias posiciones contra Venezuela. Tanto la Mesa Política Nacional del gubernamental Frente Amplio (FA) como el Comité Ejecutivo Nacional del Movimiento de Participación Popular (MPP), liderado por el ex presidente José Mujica (quien promovió y respaldó su candidatura a la OEA), se desmarcaron en los últimos días de Almagro y apoyaron el diálogo político constructivo, impulsado por la Unasur, entre el gobierno de Maduro y la oposición, con base en el respeto a las instituciones, el marco constitucional vigente y las leyes y normas de la República Bolivariana de Venezuela, el respeto a la autodeterminación, la soberanía y el principio de no injerencia en los asuntos internos de otro país.
El viernes 10 de junio, el Pepe Mujica hizo pública la carta que le enviara a Almagro el 18 de noviembre de 2015, donde le dice que los reiterados “hechos” le demostraron que se había equivocado al apoyarlo en su candidatura a la OEA, y que frente a “tus silencios” sobre Haití, Guatemala y Paraguay, “entiendo que sin decírmelo, me dijiste ‘adiós’.” Mujica pone el acento en que hay que ser útil a la gente corriente, a la mayoría de los venezolanos; servir como “puente” de Venezuela toda y su autodeterminación. Añade que Venezuela es la reserva petrolera para los próximos 300 años y que allí radica su riqueza y su desgracia, porque Estados Unidos es adicto al petróleo. “Venezuela nos necesita como albañiles y no como jueces”, le dice a Almagro. Y le advierte que otra alternativa a la autodeterminación puede tener “fines trágicos” para la democracia real venezolana. Culmina su misiva señalando: “Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido”.
Lo anterior podría interpretarse como que la OEA de Almagro sigue siendo el viejo ministerio de colonias de Washington, y que, con la mira puesta en el petróleo venezolano, Barack Obama utiliza hoy a Luis Almagro y la institución que representa como un engranaje de los planes guerreristas del Comando Sur del Pentágono.

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