Inti Illimani clandestino en Cuba. Por Iroel Sánchez
Inti
Illimani, la legendaria banda musical chilena con casi cincuenta años
de historia, una de las agrupaciones míticas de la música
latinoamericana, vinculada a las luchas sociales y antiimperialistas del
continente, y conocida en el mundo entero, vino a Cuba este mes de
junio, grabó un disco en los Estudios Abdala y dio un concierto junto a
Pancho Amat en la Fábrica de Arte Cubano pero no ocupó un solo titular
en la prensa de esta Isla. Igual suerte que Inti Illimani han corrido
antes entre nosotros conciertos de Lila Downs e Ismael Serrano.
El cambio en
la política estadounidense hacia Cuba ha convertido lo que era herejía
en moda y la visita a la Isla ha pasado de estar prohibida a ser un buen
negocio para la gran industria cultural. Las instituciones cubanas se
implican pero a juzgar por lo publicado no parecen llevar la ofensiva en
una relación en la que ya han aflorado contradicciones entre el
discurso y los hechos como las ocurridas con una pasarela de Chanel en el Paseo del Prado de La Habana, o la filmación de la octava parte de la saga de Fast and furious en el malecón habanero.
Si a la
escasez de recursos para generar acciones de relación cultural con la
producción artística de alta calidad no favorecida por la maquinaria
hegemónica se suma el no promover las oportunidades que genera la
presencia en el país de grandes artistas con estéticas alternativas al
canon dominante, la hiper oferta de lo que viene del Norte -siempre
favorecida con todo el respaldo mediático global- terminará deglutiendo
lo que precisamente nos hace diferentes y, por ende, atractivos.
Basta ver
las secciones “desde internet” de nuestros espacios informativos y
culturales para percatarse de que en vez de buscar en la red de redes
los contenidos excluidos de los grandes circuitos mediáticos, estos son
la fuente para presentar acríticamente a las audiencias nacionales
eventos como la exposición de autos utilizados por el Agente 007 en sus
películas o un sinfín de “noticias” procedentes de las mismas fuentes
que hegemonizan las informaciones fuera de la web.
Paradójicamante,
en los mismos espacios, no se cansan de denunciar la “seudocultura” y
reseñar reuniones donde se habla del tema y de las intenciones de la
política norteamericana que “mantiene sus objetivos cambiando de
métodos…” pero una vez más la clave está en lo que hagamos nosotros y,
sobre todo, en lo que dejamos de hacer.
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