sábado, 30 de junio de 2018

El ¿último? disparate vs Cuba. Por José Manzaneda

El ¿último? disparate vs Cuba. Por José Manzaneda



El sistema sanitario de Cuba consiguió, en 2017, la menor tasa de mortalidad infantil de su historia: 4,0 por cada mil bebés nacidos vivos. Menor que la de EEUU y Canadá (1).

Es un indicador que avala cada año la Organización Mundial de la Salud (2). Pero al que supuestos analistas expertos han descubierto su “trampa”.
Juan Ramón Rallo publicaba en “El Confidencial” y otros medios digitales un texto titulado “Cómo manipula Cuba sus estadísticas de salud” (3). En él asegura que “la alta esperanza de vida y la baja mortalidad infantil” en la Isla “no se explican (…) por la excelencia de su sistema sanitario socialista”, sino por “la manipulación estadística y (…) la represión estatal”.
Veamos. En Cuba la esperanza de vida es de 79,5 años, un año más que en EEUU. Rallo lo explica como un “efecto no intencionado del racionamiento” en la Isla. La “pobreza impuesta –leemos- debería acarrear efectos adversos sobre la salud, (…) pero en algunos casos puede tener, paradójicamente, un efecto positivo sobre la misma”. Explica que en EEUU se vive menos por tres factores: los accidentes de tráfico, el abuso de drogas y las armas de fuego. “El racionamiento cubano de vehículos” –nos asegura- “elimina prácticamente la mortandad por accidentes de tráfico” y “promueve un estilo de vida más saludable”, al igual que “la prohibición de las drogas o de las armas”. Conclusión: “la pobreza impuesta por el socialismo” –leemos- “contribuye a mejorar las estadísticas sanitarias” de Cuba.
Después de pasar este buen rato, pasemos al tema de la mortalidad infantil, 1,7 puntos inferior en Cuba que en EEUU. Dos son las razones, según el texto de “El Confidencial”: una, “las mujeres con embarazos de riesgo” serían forzadas “a abortar”; y dos, las muertes neonatales serían “reclasificadas” como muertes fetales (4).
Ambas prácticas se explicarían porque “los facultativos cubanos” –leemos- “tienen incentivos” y “son recompensados en función de los objetivos cumplidos”. Así es cómo Cuba reduciría tanto su índice de mortalidad infantil, engañando a expertos de Naciones Unidas (5).
Por supuesto, ni una prueba, ni un testigo. Ni el testimonio de una sola mujer obligada a abortar. Tampoco una mínima explicación sobre cuáles serían esos misteriosos “incentivos” que llevan al personal de los hospitales cubanos a forzar abortos y manipular estadísticas.
Sin embargo, este texto, y otros con similares fabulaciones, han sido publicados en no pocos medios internacionales (6).
Por cierto, su autor, Juan Ramón Rallo, es el director del Instituto Juan de Mariana, un think tank expañol defensor del neoliberalismo extremo (7). La fuente para su reportaje: un texto publicado en la revista “Health Policy and Planning” (8), cuyos autores pertenecen al Instituto de Libre Mercado de Texas (Texas Free Market Institute), cercano al Tea Party republicano y que ampara todo tipo de estudios en contra de la sanidad pública (9).
¿Ahora entienden este disparate un poquito mejor?
José Manzaneda es Coordinador de Cubainformación.

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