Ernesto Che Guevara, 90 años de admirable e imperecedera existencia
En 1953, cuando tras el asalto al Cuartel Moncada Fidel fue apresado, salvó su vida gracias al teniente Sarriá que lo detuvo. El oficial desobedeció las órdenes del coronel Chaviano de que se le eliminara donde fuera hallado o, en última instancia, se le condujera al Moncada donde, a buen seguro, correría la misma suerte.
Sorprendidos Fidel y otros compañeros, los guardias rastrillaron sus armas con el fin de vaciar sus cargadores, pero Sarría les ordenó que no dispararan y exclamó: “¡Las ideas no se matan, las ideas no se matan!”.
En Bolivia con el Che fue completamente distinto. Apresado y recluido en la Higuera, el descerebrado e inhumano gobierno de los Estados Unidos, con el demócrata Lyndon Baines Johnson a la cabeza, ordenó el asesinato del Guerrillero Heroico. Eliminándolo físicamente amplificó altamente sus ideas.
Nacido el 14 de junio de 1928, en la ciudad argentina de Rosario, Ernesto Che Guevara se opuso a los planes de la CIA contra el pueblo guatemalteco. Tras ser derrocado el gobierno de Jacobo Arbenz -en 1954-, viajó a México, donde conoció a Fidel Castro y se enroló en 1956 en la expedición del Granma.
Ya en Cuba, debido a su indiscutible valor y arrojo, obtuvo el grado de Comandante del Ejército Rebelde. A finales de agosto de 1958, al frente de la Columna Invasora N° 8 “Ciro Redondo” salió de la Sierra Maestra hacia el centro de la Isla. Tras una exitosa campaña desarrollada en la zona, dirigió la batalla de Santa Clara, ciudad que fue tomada por los rebeldes ya acabado el año.
Derrocado Batista —el primero de enero de 1959—, el Che desempeñó diferentes cargos de suma importancia. Fue presidente del Banco Nacional de Cuba y titular del Ministerio de Industrias. También representó a Cuba en diferentes eventos internacionales; en 1961, por ejemplo, en la Reunión en Punta del Este, Uruguay, y en la Asamblea General de la ONU.
Excelente cronista de la Revolución —ahí está su libro “Pasajes de la guerra revolucionaria”—, también dejó escritas otras obras de interés como el conocido “Mensaje a la Tricontinental” y “El socialismo y el hombre en Cuba”.
En 1965 se despidió de Fidel y del pueblo cubano —para entonces ya había invertido en las fábricas y campos de Cuba una buena cantidad de horas en el trabajo voluntario que él mismo había precursado—. Partió hacia el Congo al frente de un destacamento de guerrilleros cubanos para, a solicitud de Gastón Soumialot, del movimiento “Patricio Lumumba”, prestar ayuda al movimiento antiimperialista que en aquella tierra africana se había formado.
El Che volvió a Cuba, donde se dedicó a realizar intensos preparativos con el propósito de viajar clandestinamente a Bolivia e iniciar la lucha por la liberación americana. En este país andino dirigió el movimiento guerrillero de noviembre de 1966 a octubre de 1967. El 8 de este último mes y de este último año resultó herido y capturado en la Quebrada del Yuro. Un día después fue asesinado por orden del presidente boliviano René Barrientos que, a su vez y como ya ha quedado dicho unas líneas más arriba, fue ordenado por el gobierno estadounidense de Lyndon Baines Johnson.
Aunque el 9 de octubre del pasado año se cumplió el 50 aniversario de su asesinato, podemos decir sin miedo a equivocarnos y con cierto regocijo que, para desgracia de sus enemigos, Ernesto Che Guevara sigue vivo y hoy cumple 90 años.
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