A propósito de la condena a la joven de 21 años Alba González
EL VERDADERO TERRORISMO SIGUE IMPUNE EN EL ESTADO ESPAÑOL
Por Francisco González Tejera (*) - Canarias-semanal.org
La joven Alba González Camacho en la Audiencia Nacional
La Audiencia Nacional ha
condenado a un año de prisión a la joven de 21 años, Alba González Camacho, por
"enaltecimiento del terrorismo" y otras argumentaciones jurídicas más
propias de una dictadura que de una supuesta democracia europea.
A esta
muchacha con ideas revolucionarias la condenan simplemente por manifestar lo
que pensaba en su cuenta de Twitter, por afirmar sin miedo, una buena parte de
lo que pensamos millones de ciudadanos/as, sobre lo que está sucediendo en el
estado español.
La condena
de Alba supone un atentado a la inteligencia, por mucho que se pudiera pasar
con sus afirmaciones en esa red social, ya que en esta mal llamada piel de toro
y sus colonias, campan a sus anchas todo tipo de fascistas y ladrones de guante
blanco, tanto en las instituciones públicas, como en las filas de la derechona,
donde son habituales los exabruptos neonazis brazos en alto, banderas
preconstitucionales, junto a otras saetas exaltadas a la dictadura de Franco
que nadie condena.
Cualquier
alcalducho comemierda se lanza por soleares y justifica el genocidio fascista
sobre medio millón de republicanos/as sin que pase nada. Otros cargos
relevantes del gobierno provocan a las víctimas del franquismo con todo tipo de
acusaciones y humillaciones, como las del tal Hernando, que dijo públicamente
en una tv de la ultraderecha, "que las familias de las personas asesinadas
por la dictadura se acordaban de sus padres enterrados en fosas comunes, solo
cuando había subvenciones de por medio".
Se hace cada
vez más habitual que ciertos jueces, politicastros del tres al cuarto, curas,
obispos y algunas damas de peineta y crucifijo, justifiquen públicamente el
terror franquista, las torturas brutales, los asesinatos, el robo de niños/as,
las desapariciones masivas de defensores/as de la democracia y la libertad.
Los
homenajes a generales con las manos manchadas de sangre, como Yagüe, Mola,
García Escámez y otros criminales de lesa humanidad, son frecuentes en
Ayuntamientos y Diputaciones gobernadas por la derecha del sobre y sus
adláteres. En esto los señores jueces de la Audiencia Nacional no ven delito,
considerando más grave que una chiquilla diga su opinión en una cuenta de
Twitter, que manifieste su hartazgo con las políticas neoliberales del gobierno
Rajoy, como hacemos millones de personas en cualquier lugar donde podamos
manifestar nuestra opinión libremente sin que nos criminalicen, nos multen o
nos metan en la trena.
La pregunta
es clara señores jueces, ¿por qué no se juzga también a los que ensalzan la figura
de Franco, el holocausto y el terrorismo de estado?
El tiránico
silencio presidirá esta interpelación al viento de la podredumbre. Seguramente
la única respuesta podrá ser una citación judicial por también decir lo que
pienso. Este es el único idioma que se habla en las sociedades autoritarias,
donde se persigue a los/as que pensamos diferente, a quienes no entramos en el
juego de la corrupción generalizada, el robo de derechos, la privatización, el
saqueo de los servicios públicos, la defensa de un régimen monárquico heredero
del franquismo, que está llevando a millones de ciudadanos/as al desempleo, la
miseria y el hambre.
Alba, asumió
tranquila su condena, no dijo nada, solo aceptó que en una democracia de
plastilina la vara de medir el delito esté tan torcida, cambada, algo inclinada
del lado del yugo y de las flechas.
La Fiscalía
en su informe consideró que los mensajes de “@albacorazonegro” tienen un
“contenido ideológico de elevado carácter radical y violento”, acusando a la
joven de enaltecimiento del terrorismo.
Esto sucede
en un “país” de corruptelas permanentes de la casta política y empresarial, con
escándalos constantes que vemos cada día en los medios de comunicación, con
implicaciones de tan alto nivel, que hasta la infanta y otros miembros de la
familia real, se encuentran imputados por presuntos delitos de corrupción.
Parece que
el verdadero terrorismo no se condena y se le permite campar a sus anchas sobre
el sufrimiento ciudadano, el miedo, el empobrecimiento, los suicidios por
razones económicas, los desahucios masivos y la destrucción progresiva de la
verdadera democracia.
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