¡La lucha sirve,
la lucha sigue! Martes 11 de febrero de 2014.
La orientación
de las masas está determinada, por un lado, por las condiciones objetivas del
capitalismo que se pudre; por otro lado, por la política de traición de las
viejas organizaciones obreras. De estos dos factores, el decisivo es, desde
luego, el primero: las leyes de la historia son más poderosas que los aparatos
burocráticos.
León Trotsky, El
Programa de Transición.
En los
últimos meses están estallando conflictos sindicales y sociales con un altísimo
grado de combatividad, muchos de los cuales están resultando en rotundas
victorias. La huelga indefinida de los trabajadores de la basura de Madrid, que
frenó en seco el plan de despidos y la reducción salarial que había sobre la
mesa; la paralización de un ambicioso plan de privatización de hospitales y
centros de salud tras más de un año de intensas movilizaciones de la Marea Blanca en
Madrid o la suspensión de las obras especulativas en Gamonal tras la rebelión
del barrio obrero burgalés, son los más conocidos y han tenido un profundo
impacto social, sirviendo de referencia para luchas posteriores o para inyectar
moral a otras como la de los trabajadores de Panrico de Barcelona, que llevan
casi cuatro meses en huelga indefinida. La explosión de indignación de los
trabajadores de TV3 en Catalunya, por la supresión de su convenio y la caída
abrupta de los salarios (casi el 50%) o la huelga indefinida de las plantas de
Coca-Cola en Madrid y Alicante ante los planes de cierre de la empresa son los
últimos casos de huelgas muy radicalizadas, pero ha habido muchas más: Canal 9
en Valencia, basura de Alcorcón, transporte urbano y limpieza viaria de
Alicante, SDS en Cádiz, Tenneco en Asturias…
Recuperación de las mejores
tradiciones
Estas movilizaciones tienen
características comunes. Muchas de ellas irrumpen tras la confirmación de que
las reducciones salariales y los despidos anteriores no garantizan en absoluto
la estabilidad presente, sólo son la antesala de nuevas reducciones salariales,
despidos e incluso cierres. Las conclusiones son claras: primera, la política
sindical oficial de pactar el “mal menor” sin lucha es una farsa y sólo sirve
para envalentonar a la patronal; segunda, la única vía para detener sus planes
es con movilizaciones contundentes. Así, todos estos conflictos han tenido una
potente carga de crítica a la política de pactos y consensos de las cúpulas
sindicales y se han iniciado y desarrollado al margen de su control.
Los métodos de lucha empleados
han sido también muy característicos de esta oleada de movilizaciones:
asambleas participativas, alto grado de organización de las diferentes tareas
derivadas de la huelga, creación de cajas de resistencia, orientación hacia la
población y otras empresas en situación similar… Una trabajadora del comité de
Panrico, en una entrevista que publicamos en este número, refleja muy
claramente el proceso que se está dando: si quieren hacernos retroceder a la
situación de hace cuarenta años ¡habrá que volver a los métodos de lucha de
hace cuarenta años! El estallido del 15-M en 2011 fue sin duda un anticipo, y
al mismo tiempo un aldabonazo, de este proceso de recuperación de las mejores
tradiciones y métodos de lucha de la clase obrera, eclipsados durante mucho
tiempo por un sindicalismo de moqueta que ahora se encuentra en una profunda
crisis.
El gran impacto que están teniendo estas luchas se explica (además de por su contundencia y determinación, siempre contagiosa) porque conectan con una ambiente social general de profundo descrédito del capitalismo y sus instituciones. Un descrédito que afecta también a todas las corrientes políticas que se reivindican de izquierdas —como la socialdemocracia— pero que defienden el “sistema de libre mercado” y actúan en consecuencia con sus exigencias.
Unificar la lucha, defender
una alternativa revolucionaria a la crisis capitalista
De la crisis del capitalismo y de la
socialdemocracia no se desprende que los profundos cambios que la clase obrera
necesita tanto en el plano político como sindical vayan a sucederse
automáticamente. Es necesario una lucha consciente y organizada para vencer la
resistencia de los sectores más conservadores y burocratizados de la dirección
del movimiento obrero a abandonar la escena (a pesar de la manifiesta
obstrucción que su existencia supone para la lucha de la clase obrera) y dejar
el paso libre a los sectores más frescos y combativos que están emergiendo en
los últimos años.
En el frente sindical y social la tarea más urgente a corto plazo es la unificación de todas las luchas, preparar el éxito de la Marcha de la Dignidad del día 22 de marzo, redoblar la presión para que UGT y CCOO convoquen una nueva huelga general de 24 horas contra las medidas del gobierno del PP y organizar una potente corriente sindical de izquierdas dentro de ellos para acabar con su fracasado modelo de pacto social.
En el frente político es fundamental el fortalecimiento de Izquierda Unida como alternativa de masas y revolucionaria, tanto frente a la política de recortes salvajes de la derecha como a la política de recortes light del PSOE de Rubalcaba. Probablemente, en las elecciones europeas IU avance mucho, acercándose al PSOE. De hecho, podría sobrepasarle (como ha ocurrido en Grecia con Syriza respecto al Pasok) si adoptase un programa más combativo, empezando por romper con la política de recortes del PSOE en Andalucía (y, por supuesto, obligando a IU de Extremadura a retirar su apoyo al gobierno del PP en aquella comunidad) y defendiendo una alternativa clara al capitalismo, que incluya la nacionalización de la banca y las grandes empresas bajo control de los trabajadores, lo que permitiría arrancar las riendas de la economía de las manos de esa ínfima minoría de buitres degenerados que la controlan y planificarla a favor de la mayoría, poniendo como prioridad el desarrollo social y el bienestar de todos.
¡Únete a la Corriente Marxista El Militante!
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