Las marchas de la dignidad. Pedro González de Molina Soler, Rebelión
El próximo día 22 de marzo miles de mujeres y hombres llegaran, después de una odisea de varios días de camino, andando a Madrid, convocados por Marcha de la Dignidad 22M . Antes de esta marcha se estan realizando cientos de actos y asambleas en las diversas Comunidades Autónomas desde donde parten las columnas, estando por ahora confirmadas: Andalucía, Murcia, Valencia, Alicante, Asturias, Extremadura, y Aragón. Tambien se estan organizando marchas propias en Cataluña, Euskalherria y Canarias. Las marchas tienen un valor intrínseco en sí mismas porque han hecho posible la unidad real de movimientos sociales, sindicatos de clase, partidos de izquierdas, asociaciones de todo tipo y ciudadanos sin filiación política alguna en una causa común, es la unidad tan demandada en acción, siendo el protagonismo de los parados y de las organizaciones sociales y sindicales. El hecho de que los parados, los excluidos, los que para el sistema solo son cifras que bajan y suben en las estadísticas pero que jamás gritan, sean los que van a andar desde los distintos territorios del Estado hacia la capital es un acto heroico con una fuerte carga simbólica. Son de la Dignidad, en mayúsculas, porque los nadie, los que no tienen nada, se levantan y reclaman con voz imperiosa su lugar en la humanidad, nos recuerdan que no son cifras, que son personas, ciudadanos que alzan su voz cargada de razón y justicia y se rebelan contra las injusticias que asolan nuestro país y Europa. Ellos, los nadie, nos recuerdan esa palabra que muchos han olvidado, la dignidad, el ser dignos de los que nos quieren y estiman, pero también el ser dignos de nosotros mismos. Ellos no están dispuestos a agachar más la cabeza. Ellos no luchan sólo por sí mismos, o sus familiares y amigos más cercanos, ellos luchan por todos, porque consideran que la solidaridad es la única herramienta que tenemos para salir de esta crisis, es esa cualidad que nos hace más humanos. ¡Nos recuerdan nuestro deber para con las generaciones venideras y las presentes, para los seres a los que amamos, para con nosotros! No podemos ser indiferentes, la indiferencia es el peso muerto de la Historia, la indiferencia mantiene un silencio cómplice ante las injusticias, la indiferencia sostiene el status quo actual, y no, no nos lo podemos permitir, nuestras renuncias sentarán las bases de un futuro muy negro para la mayoría. ¿Queremos ser parte de la solución, o del problema?
Las marchas tratarán de visibilizar los grandes males del país que son los siguientes:
La lacra del paro y sus consecuencias humanas, como la desesperación, la desesperanza, la depresión, la descualificación, la pérdida de seguridad en uno mismo, la pobreza, la miseria, el hambre, etc. El paro es un drama humano que las cifras son incapaces de expresar y que afecta a casi 6 millones de personas, siendo especialmente grave entre los jóvenes y los mayores de 50 años. Un país que no da perspectivas a su juventud, y ésta queda abandonada a la desesperación, a los malos empleos, a la precariedad o al exilio, es un país sin futuro. El resto de los que todavía trabajan ven como sus empleos pierden calidad, al reducirse los derechos y los salarios, con una presión enorme del “ejército de desempleados de reserva”. El Gobierno se ha alineado con la Gran Patronal, haciendo una contrarreforma laboral a su medida, ha permitido legalizar prácticas contra los trabajadores que antes eran ilegales (como el mobbing), ha reducido la capacidad de negociación de los sindicatos, ha ido realizando un trasvase de empleos indefinidos por empleos precarios, con el ánimo de tener controlados a los trabajadores y quebrar su capacidad de resistencia. Los resultados no han dejado de sentirse con rapidez, escalada del paro hasta cifras nunca vistas en esta democracia, un aumento espectacular de la pobreza (1 de cada 4 españoles es pobre), y de la desigualdad (somos el país más desigual después de Lituania en la UE-28, la riqueza se polariza en pocas manos).
La lacra de la deuda, instrumento de esclavitud moderna por la que se someten a los países y sus habitantes, con la que especulan los buitres financieros, a la que nos ha atado la contrarreforma del artículo 135 de la “intocable” Constitución, que sanciona el pago de la deuda pública como prioritario por encima de cualquier otra consideración en nuestros presupuestos estatales, autonómicos o locales. La banca privada española ha aprovechado, aunque no sólo, para sanear sus cuentas especulando con ella con la connivencia del Gobierno, logrando financiación del BCE (Banco Central Europeo) al 1% y comprando deuda al Estado al 3%, 4% e incluso al 6%, logrando pingües beneficios a costa de todos. Es un gigantesco trasvase de deudas privadas, de la banca, a la deuda pública, la de todos, siendo aún más sangrante todo esto ya que se han realizado costosos rescates, que han superado con creces todos los recortes en materia social y sobre el Estado del Bienestar.
Otra lacra es los desahucios, donde hemos llegado al peor de los mundos posibles, una enorme cantidad de casas sin personas, y muchas personas sin casa. Hemos visto el drama, y muchos los han sentido en sus carnes, de los desahucios, donde la ley hipotecaria y el Estado protegen los intereses de la banca por encima de los rescatados. Para más inri el Estado ha comprado casas invendibles con el “Banco Malo” (la SAREB) a precios mayores de los que realmente tienen haciendo ganar millones de euros a la banca que en otro caso serían pérdidas. Además de lo doloroso de las vidas rotas por la gigantesca estafa cometida contra los ciudadanos, que adquirieron una hipoteca para su primera residencia durante la época del ladrillo, a las que añadimos la estafa del Euribor que infló artificialmente sus hipotecas, las deudas que no sean pagadas después de perder la casa se mantienen y habrá que devolverlas. No sólo una persona pierde su casa y se ve lanzado a la calle y la miseria, sino que además se verá en la obligación de gastar lo poco que gane en pagar la deuda que reste de la tasación a la baja que hace el banco cuando la subasta.
Esta crisis está sirviendo para lograr uno de los sueños de la oligarquía europea, desmontar todo lo logrado durante los años gloriosos del capitalismo (desde los 1947 hasta 1973 aproximadamente), lo que se ha llamado “el Estado social europeo”, que Rafael Correa, presidente de Ecuador, considera un bien de la humanidad. En este marco el ataque contra lo público está siendo demoledor, aunque algunas victorias parciales importantes, como las de la Sanidad de Madrid, hayan conseguido detener en parte. Ese ataque se dirige contra el Estado en general, buscando su reducción, y contra el Estado del Bienestar en particular, buscando su privatización o semi-privatización, con la intención de crear nuevos negocios.
Ejemplos tenemos muchos, vemos como los bancos y aseguradoras privadas están viendo con buenos ojos la reducción de las pensiones, y viendo cómo harán negocios a costa de los futuros jubilados, al igual que las empresas de sanidad privada que se iban a beneficiar de las privatizaciones en el sector (o como en Valencia se han beneficiado), o la enseñanza privada, o el servicio de basuras, etc. La palabra “mágica” es “externalización”, que sirve para encubrir las privatizaciones, donde siempre hay sobre-costes, ya que las nuevas empresas privadas quieren obtener beneficios, y lo hacen en parte reduciendo la calidad y los salarios de los trabajadores. Muchos de estos servicios deben estar fuera del Mercado, porque son necesarios para que las personas tengan una vida digna, y eso está por encima del deseo de enriquecerse de unas grandes compañías a costa de todos, estos servicios universales no deben entender de clases sociales ni de riqueza o pobreza, todos son necesarios para que tengamos una calidad de vida digna y el futuro asegurado contra cualquier accidente o infortunio que nos pueda deparar la vida.
Toda esta ofensiva tiene unos responsables, esos responsables son la oligarquía europea (y española), las Grandes Corporaciones transnacionales, y su brazo ejecutor, la TROIKA (Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea), y su política es la llamada de “austeridad”. La palabra austeridad ha sido corrompida por este uso, la austeridad es la frugalidad al vivir, el no necesitar mucho sino lo imprescindible, en el lenguaje de la TROIKA y de los economistas afines a dicha doctrina la palabra austeridad significa dolor, sufrimiento, sacrificios para la mayoría, reducción del Estado y el fin del Estado social. Lo que persiguen dichas políticas es lo contrario a su objetivo declarado, no es el fin de la crisis para la mayoría y el pleno empleo, sino restaurar la tasa de ganancia, los beneficios de las Grandes Empresas, desmontar el Estado del Bienestar creando nuevos negocios y restaurar el poder de clase. Eso significa destrozar a los sindicatos, dejar en la impotencia a la oposición social y política de izquierdas, reducir derechos y, finalmente, dejar la democracia en una carcasa vacía, donde la capacidad de decisión es hurtada por instituciones no elegidas por los ciudadanos europeos.
Las marchas tienen sus propuestas para salir de la crisis, muy distinta de las que nos están imponiendo. Proponemos un plan de choque contra el paro, atacar de raíz las causas de la exclusión social mejorando los barrios deprimidos, planes de empleo para jóvenes, derogar la contrarreforma laboral y restaurar los derechos perdidos, derogar la contrarreforma Constitucional del artículo 135, realizar una auditoría de la deuda ciudadana que declare que se debe pagar y cual es ilegítima y por tanto no se paga, creación de un parqué de viviendas sociales con las que posee la SAREB, la nacionalización de la banca rescatada y la conversión de la misma en una banca pública que permita que fluya el crédito a las PYMES y particulares, una reforma fiscal justa que grave a las tasas altas y a las grandes empresas como debería, el fin de las políticas de austeridad y la recuperación del presupuesto recortado del Estado del Bienestar, recuperación de las empresas privatizadas, etc. Soluciones hay, falta voluntad política para aplicarlas, queremos una sociedad más justa, más humana, más igualitaria y más democrática.
Las marchas, si logran sus objetivos, permitirán cambiar la correlación de fuerzas en este país y abrir un nuevo ciclo de protestas que sirvan para hacer caer al gobierno y proponer salidas justas a la crisis, y no a favor de una oligarquía que por ahora está ganando y dirigiendo la lucha de clases. Además, lo importante es que esto sirva como catalizador de todas las luchas que ahora se producen en el Estado español, ya que es necesario unir estas luchas para lograr pasar de las victorias, o derrotas, parciales, a una gran victoria, tal y como nos demuestran la experiencia de otros países y nuestra propia Historia. La cercanía de las elecciones europeas es un acierto de las marchas porque podrá permitir sacudir el cansancio de muchos españoles, dará esperanza a quien no la tiene, y sacudirá el adormecimiento y el pesimismo en el que están sumidos muchos. Gran parte de nuestra legislación sale de las instituciones europeas, y la UE es tanto el problema como la solución a los problemas más importantes que nos afectan a día de hoy. ¡No debemos dejar pasar esta oportunidad histórica! Si hay una derrota de las fuerzas que apoyan a la TROIKA podemos empezar con buen pie y dar un chute de moral a muchos ciudadanos y activistas, y nos permitirá coger con renovadas fuerzas el duro ciclo electoral y abordar con determinación la resolución de la cuestión social (paro, precariedad, desigualdad, etc.).
Las causas por las que luchamos son justas, son solidarias, son la expresión de la España real, muy alejada de la España oficial, y como son justas venceremos. ¡Cambiemos el rumbo de la Historia! ¡Adelante compañeros y compañeras! ¡A por la victoria final! ¿Te apuntas? ¿Construimos el futuro juntos?
Nota:
Manifiesto de las marchas de la dignidad http://marchasdeladignidad.org/objetivos/manifiesto
Pedro González de Molina Soler. Socialismo21.
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