miércoles, 14 de septiembre de 2016

“Las élites se toman muy en serio algo aparentemente tan divertido y banal como la cultura popular”. Entrevista a Jon E. Illescas sobre "La dictadura del videoclip. Industria musical y sueños prefabricados" (y III)

Entrevista a Jon E. Illescas sobre "La dictadura del videoclip. Industria musical y sueños prefabricados" (y III)
“Las élites se toman muy en serio algo aparentemente tan divertido y banal como la cultura popular”
El Viejo Topo
Jon E Illescas Martínez es doctor cum laude en Sociología y Comunicación por la UA y Licenciado en Bellas Artes con Premio Extraordinario Fin de Carrera y Premio Universitario 5 Estrellas por la UMH. Artista plástico e inventor del sociorreproducionismo bajo el seudónimo de Jon Juanma, es autor de más se sesenta publicaciones sobre cultura, geopolítica, arte, comunicación y economía, varias de ellas traducidas al italiano y al portugués. En 2012 publicó su primer libro Nepal, la revolución desconocida. Colabora con frecuencia en las páginas de rebelión y de El Viejo Topo.
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Las últimas preguntas, he abusado demasiado. ¿Qué tienen que ver Obama, Cameron o el Pentágono con todo esto? ¿Al Pentágono le gustan los videoclips?

A la oligarquía y sus mandarines les importa todo aquello que tenga poder social. Y el videoclip tiene mucho poder entre los jóvenes pues es la mercancía cultural, de lejos, más consumida por ellos. No tiene ese poder o prácticamente ninguno contigo ni conmigo Salvador, pero sí con los jóvenes (15 a 24 años) e incluso antes, en una fase de máxima influencia que va de los 13 a los 18 años.
Obama y Cameron deben llevarse bien con las estrellas del pop porque son mucho más populares para conquistar electoralmente a los jóvenes que ellos mismos, para fidelizarlos a su marca electoral y de este modo continuar con la reproducción de la hegemonía burguesa en todas las edades.

-Dedicas un capítulo a John Lennon. ¿Qué representa para ti su música y su figura?

-No es un capítulo sino un epígrafe de un capitulo. No soy un estudioso ni un experto musical de los Beatles ni de John Lennon así que no me atrevería a pronunciarme. Es evidente que pese a que contaron con el apoyo de grandes capitales de la industria eran jóvenes con talento. Su repercusión en el mundo del pop y en la iconosfera-mundo está fuera de toda duda aunque la mayoría de los jóvenes consumidores de videoclips actuales no saben quiénes son. La figura pública de Lennon, en cambio, cuando se fue paulatinamente a la izquierda y comenzó a comprometerse con diversas causas progresistas fue interesante porque marcó los límites a los que podía llegar una estrella en el marco del capitalismo de finales de los sesenta y principio de los setenta. Esto es algo que la propia Yoko Ono advirtió lucidamente y que recojo en el libro.

-¿A qué llamas sexocracia? ¿No estarás haciendo un llamamiento al “puritanismo bien entendido”?

-Para nada Salvador. Para mí el sexo es fuente de inspiración artística, sólo tienes que ver mi producción pictórica para darte cuenta. El problema es el modo en que se trata en el videoclip, una forma en la que todo vale para llamar la atención. Un modo degradante y cosificador que a veces es sexista, machista e incluso violentamente misógino. Y esto, cuando el público es tan joven, es peligroso. Y utilizo la palabra “peligroso” con toda la fuerza que tiene adrede. Es peligroso y preocupante para la salud y la virtud pública. Sobre todo cuando “se supone” que todos estamos preocupados por la violencia interpersonal entre los jóvenes, hombres y mujeres, etc. ¿No es degradante y peligroso para las mujeres que uno de los artistas más importantes del momento haga un videoclip advirtiendo a los chicos adolescentes que no se fíen de las mujeres porque son unas “putas” mientras las bailarinas sonríen encantadas, ligeras de ropa, a los insultos de la “estrella”?

-¿Es posible una industria cultural contrahegemónica? ¿Con qué medios? ¿Quiénes podrían abonarla?

-Esta pregunta requiere una respuesta larga y ni siquiera estoy seguro de que sea lo suficientemente extensa la que plasmé en el libro así que aquí sólo podré ofrecerte un resumen que para quien esté interesado deberá ser complementado con la lectura de la obra. Y no es publicidad para que “me compren” un ejemplar, que el público lo lea de un amigo o en una biblioteca si lo desea, es la realidad. Pero vamos a intentarlo.

-Inténtalo por favor-¿Es posible una industria contrahegemónica? Sí, con los mismos medios contrahegemónicos que tenemos desperdigados unificándolos bajo una empresa cooperativa multinacional con un programa de mínimos bien organizado donde las diferencias no sean un problema sino un enriquecimiento. Todos esos esfuerzos unificados producirían sinergias mucho más ilusionantes y poderosas en la población entre otras cosas por las facilidades de la economía de escala y la mayor presencia en el tejido social. Ayudaría el hecho de que la gestionara o estuviera íntimamente asociada a una nueva internacional obrera con un proyecto socialista internacional. ¿Respecto a la financiación? La de sus abonados y quien quisiera sufragarla pero con un método de gestión democrática en que cada afiliado (socio cooperativista de producción y/o de consumo en realidad) contara un voto sin importar la cuantía de su aportación. Como digo en el libro es absolutamente imposible luchar contra películas, programas de TV, música y videoclips dominantes consumidos por cientos, cuando no miles de millones de jóvenes, con artículos o libros leídos, en el mejor de los casos, por miles de personas. Sujetos marginales que, además, ya están previamente convencidos y pese a ello siguen expuestos al flujo de la cultura dominante o lo que es lo mismo: la cultura burguesa.

¿Cómo quieres que la gente vote socialista (y no me refiero al PSOE) cuando la cultura financiada por el capital les rocía las mentes en una relación de un millón frente a uno? ¿Has visto el porcentaje de jóvenes en las organizaciones políticas contrahegemónicas? Compáralos con su tasa de paro. Por favor, seamos serios. Es un tema impostergable. Necesitamos unidad para construir una cultura contrahegemónica. La cultura de izquierdas se hunde en la mayoría de las regiones del mundo porque entre otras cosas, no hemos entendido nada de esto. Las campañas políticas no duran 15 días en nuestras modernas sociedades capitalistas sino los 365 días del año y la propaganda omnipresente y seductora es la suya, no la nuestra. ¿Lo cambiamos o seguimos dándonos golpes de pecho cuando la clase obrera vote elección tras elección a los mismos que la explotan en la economía, la ningunean desde la política y la dominan desde la cultura?

-Hablas de los 100 videoclips contrahegemónicos en un anexo del libro ¿Qué videoclips son esos? ¿Qué artistas, qué colectivos los promueven? ¿Por qué nadie o casi nadie los conocemos? Los que no sabemos de su existencia, ¿vivimos en Marte?
-Son videoclips que desde un punto de vista cultural, ideológico o de ambos, reman a contracorriente de la cultura y la ideología promovidas por el gran capital. En general son artistas menos conocidos que pueden o no estar en grandes discográficas, pues si lo están son infrapromocionados con respecto a los otros. En bastantes casos se encuentran en compañías independientes o bajo criterios de autoproducción. En realidad, es justo lo contrario: están más cerca del Planeta Rojo aquellos que los conocen que la inmensa mayoría que no.

-¿Canciones censuradas, afirmas, por Clear Channel? ¿Por qué esa censura?

-Porque “algunos” entendieron desde las altas esferas que tras el atentado del 11S, en los días inmediatamente posteriores, radiar ciertas canciones podría tener inesperados y problemáticas consecuencias entre la población estadounidense. Observa lo en serio que las élites se toman algo aparentemente tan divertido y banal como la cultura popular. Algunas canciones fueron desterradas por sus letras críticas contra el capitalismo o el gobierno, otras por sus alusiones emocionales o a palabras que se pudieran relacionar con los atentados. Se trató de la ingeniera social de siempre que practican las élites del poder con la cultura de masas y que, a diferencia de la izquierda, se toman tan en serio. Lo curioso fue que muchos artistas que censuraron tras el 11S desaparecieron de Clear Channel (ahora rebautizada como iHeart Radio) no sólo los días posteriores a los atentados, sino hasta el presente. 

¿La razón? ¿La guerra contra el “terrorismo” no ha acabado verdad? El miedo y la paranoia deben continuar sin partituras que desentonen su consabida melodía de guerras imperialistas disfrazadas de “intervenciones humanitarias”.

-Entre muchos otros nombres, el de Shakira, la señora de Piqué, no queda muy bien parada en tu libro. ¿Le tienes manía a la “estrella colombiana”, muy amiga según parece de Obama y Santos? ¿No te gusta cómo canta o es distancia hablando ideológicamente?
-¿Crees que no queda bien parada? Bueno, en realidad lo único que hago en el libro es contar lo que ella misma manifiesta públicamente en diversos lugares como su propia cuenta de YouTube, pero no suele aparecer en los medios de masas. Simplemente unifico y doy un poco de sentido a retazos que están allí y allá en la inmensidad del flujo de información pero que no interesa que sea conocido por el público mayoritario, pues quizás empañaría su imagen de simpática cantante preocupada por los más pobres. Shakira simplemente es, partiendo de Gramsci, una intelectual orgánica de la clase burguesa y una reconocida militante del filantrocapitalismo con conexiones con muchos de los hombres más poderosos del mundo, desde la oligarquía política a la económica mundial. Desde Obama o Santos a Carlos Slim. 

¿No está mal para una cantante colombiana afincada en Barcelona verdad?

-¿Quieres añadir algo más?
-Sí. Me gustaría animar a los lectores a hacerse con mi libro: que lo compren, lo cojan prestado de una biblioteca o lo compartan con los amigos, pero que lo lean crítica y reflexivamente. ¿Sabes por qué? No sólo porque es necesario que comencemos a debatir estas cuestiones desde la izquierda con urgencia sino porque es casi un milagro que este libro exista, con todos los errores y/o carencias que seguro tendrá. Pero la existencia de esta obra es uno de esos fallos del sistema que hay que aprovechar.
No sabes la serie de afortunados y accidentados pasos que tuvieron que darse para que alguien como yo pudiera dedicar siete años de su vida a hacer un análisis netamente marxista de un fenómeno de masas como la industria del pop y el videoclip. Estuve a punto de perder el trabajo en la universidad como becario de investigación por emplear la perspectiva marxista. Si no hubiera sido por el trabajo remunerado durante cuatro años y el apoyo de profesores como Juan Antonio Ríos Carratalá, Ángeles Diez Rodríguez o María Teresa Molares ni la investigación hubiera podido ser lo profunda que fue ni, desde luego, este libro habría salido al mercado nunca. Además, y lo quiero dejar claro, que esta obra haya salido con el excelente formato y la fuerza con la que lo ha hecho ha sido posible gracias al trabajo de un editor tan comprometido e imprescindible en nuestro país como Miguel Riera.
Otra de las cuestiones por las que considero interesante su lectura es por la propuesta inédita que realizo del concepto de “renta del cuerpo” para explicar, desde la perspectiva del valor-trabajo de Marx, porqué las estrellas de la industria cultural son tan ricas. Esto no sólo incluye cantantes sino ases del deporte, estrellas del cine, presentadores de TV o esa extraña y polimorfa especie conocida bajo el nombre de “famosos”. Además, el libro tiene ilustraciones inéditas de un artista de la talla de Miguel Brieva y el tono con el que está escrito intenta ser entretenido a la par que científicamente riguroso y teóricamente profundo. Todo un reto o una locura, según se mire… Animo a que los lectores me digan si lo he conseguido y me escriban para debatir los temas tratados que seguro no dejarán indiferente a nadie.
-Yo soy uno de esos lectores. Lo has conseguido sin duda. Y tienes razón: los temas tratados no dejan o no deben dejar indiferente a nadie.

Fuente: El Viejo Topo, junio de 2016.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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