Frente a los golpes y la adversidad luchar sin tregua. Por Ángel Guerra Cabrera
El
cobarde golpe de Estado contra la presidenta Dilma Rousseff es otro
avance en la contraofensiva imperialista-oligárquica contra las fuerzas
populares de América Latina y el Caribe.
Después
del derrotado golpe de 2002 contra el presidente Chávez, llegaron a la
jefatura de sus países Lula, Kirchner, Ortega, Evo, Correa, y otros
líderes populares representantes de fuerzas opuestas al neoliberalismo,
favorables a la unidad e integración latino-caribeña y a la democracia
participativa y protagónica. Independientemente de sus diferentes
concepciones y circunstancias, partidarias de utilizar el Estado de
palanca redistributiva en favor de las mayorías preteridas, como lo han
hecho con éxito. En 2004 se creó la Alternativa Bolivariana para los
Pueblos de Nuestra América(ALBA) y en 2005 fue derrotado el ALCA en Mar
del Plata, dos años después surgió UNASUR y el Grupo de Río se
encaminaba a la creación de la CELAC.
Pero
ya en 2008 se producía el bombardeo e incursión yanqui-uribista en
territorio ecuatoriano, que apuntaba contra los gobiernos de Correa y
Chávez y al desmantelamiento de los esfuerzos que, con decidido apoyo de
Cuba, realizaba el líder venezolano para lograr el encausamiento del
proceso de paz en Colombia.
La
embestida a Ecuador marca el inicio de una creciente articulación de la
contraofensiva imperialista-oligárquica contra los gobiernos y fuerzas
populares de nuestra América. A partir de allí se reunió una “fuerza de
tarea” bajo la batuta del Comando Sur(CS) de las fuerzas armadas de
Estados Unidos que abarca, entre otras agencias, a la CIA, la DEA y la
AID. Esta última, fachada de la primera y estrechamente vinculada a una
red de fundaciones y ONG, en cuya vertebración y financiamiento tiene
especial importancia el Fondo Nacional para la Democracia(NED por sus
siglas en inglés). Estrechamente insertos en este andamiaje subversivo
están los medios de comunicación corporativos de Estados Unidos, la
Unión Europea y América Latina y el Caribe.
Obviamente,
participan muy activamente de los planes desestabilizadores los señores
del dinero en los distintos países y poderosos sectores del capital
financiero internacional, como es el caso de George Soros,
particularmente activo en Brasil contra el PT.
Esta
descomunal conjunción de fuerzas es la que lleva a cabo la llamada
guerra de cuarta generación, corporizada en los intentos frustrados de
golpes “blandos” contra Evo y Correa, así como en los exitosos de
Honduras, Paraguay y Brasil. Sin contar que en Argentina se siguió toda
la trama del golpe “blando” hasta el mismo día de la estrecha victoria
electoral del corrupto y entreguista Macri.
Pero
la nave insignia de estas aventuras sediciosas es el golpe continuado
que se desarrolla en Venezuela desde 2014. Por su posición geográfica,
ingentes recursos energéticos, la radicalidad y masividad del chavismo
civil y militar y su papel de liderazgo regional, la prioridad número
uno de Washington en la región es derribar al presidente Maduro y borrar
de la faz de la Tierra todo lo que huela a chavismo como ideología y
movimiento político. El chavismo, por su parte, riposta duro a la guerra
multidimensional, se apunta victorias tácticas que lo están
fortaleciendo, como el 1 se septiembre, eleva su conciencia política y
gana en organización.
Son
alentadores los resultados obtenidos en entregar al pueblo el control
sobre la producción y el abastecimiento y la supervisión de las empresas
por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Pero
continúan los planes desestabilizadores contra los demás países de la
ALBA, como vemos claramente en Bolivia y Ecuador y contra gobiernos
progresistas como el de El Salvador.
Lo
que busca el capital internacional capitaneado por Washington es la
restauración neoliberal en toda la región, incluida Cuba. La sucesiva
profundización de la megacrisis económica iniciada en 2008 lo impulsa a
extraer crecientes cuotas de ganancia mediante el inmisericorde saqueo
de recursos naturales, la superexplotación de la fuerza de trabajo y la
anulación del gasto social, como se observa en México y casi toda
América Central, y a marcha forzada también en Argentina y Brasil.
Esas
políticas empujan a nuestra región a una de las más grandes tragedias
sociales de su historia. Pero sectores crecientes del pueblo se dan
cuenta y están listos para participar en una gigantesca movilización de
masas para derrotarlas y avanzar mucho más, como sugiere en Brasil Joao
Pedro Stedile, líder histórico del MST.
Twitter: @aguerraguerra