No va a haber sitio
En las cárceles. No va
a haber sitio en las cárceles para enchironar a los independentistas cuando los
tribunales españoles, obedeciendo el mandato del gobierno, empiecen a
condenarlos a docenas. Esa es la marcha que lleva el asunto de la investigación
a Mas, Rigau, Ortega y Homs, y el posible encausamiento de otro puñado de
dirigentes democráticamente electos por mayorías dispuestas a respaldarlos en
la calle. Falta absoluta de entendimiento, de negociación, de diálogo.
En los años de plomo
solía enunciarse la teoría general de que carecía de sentido y era rotundamente
repudiable todo recurso a la violencia. Una vez se depusieran las armas se
vería que en una democracia como la española cabe hablar de todo pacíficamente.
Era mentira por partida doble: en primer lugar, hay muchos que no quieren el
cese de la violencia y tratan de impedirlo como sea. En segundo término,
tampoco es cierto que sin violencia, en democracia, quepa hablar de todo. Hay
temas prohibidos, por ejemplo, el derecho de liberación de los pueblos.
El proceso
independentista catalán plantea una contradicción entre la legitimidad y la
legalidad, entre una aspiración política y una represión judicial. Frente a la
legítima aspiración política del derecho de la nación catalana a la
autodeterminación, el Estado y, desde luego, el gobierno del PP, contraponen el
estricto cumplimiento de la ley. Esta, sin embargo, es injusta en el trato a
Cataluña, a la que obliga a someterse a la tiranía de la mayoría. Pero, además,
su misma invocación también es injusta, incluso inicua. La ley que el gobierno
invoca para aplicar en Cataluña es la que él mismo ha venido cambiando
unilateralmente y gracias a su mayoría absoluta hasta ahora cuando le ha dado
la gana, lo cual le resta toda legitimidad. La última muestra, la reforma de la
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional para convertir a este en un órgano más
político de lo que ya es, prácticamente, un brazo ejecutor de la política del
gobierno. Se exige así que los independentistas catalanes se ajusten a una ley
que es la ley del embudo.
Estamos a las puertas
de una escalada del conflicto. En Cataluña, el gobierno anuncia ya una actitud
de desobediencia a las instituciones españolas. En Madrid no hay gobierno sino
un grupo de amigos en rebeldía frente al control del Parlamento, en realidad,
un gobierno tiránico cuya actitud frente a Cataluña ha sido siempre, y sigue
siéndolo, de cerrada hostilidad. Este callejón sin salida a que ha condenado al
país la ineptitud de un gobierno de la derecha, desprestigiado por su
arbitrariedad y por su corrupción, acabará propiciando un intervención directa
o indirecta de las instituciones europeas y, quizá, de la comunidad
internacional.
A este respecto es
sumamente de lamentar que el PSOE, el eje mismo de la izquierda, haya hecho
suya la visión autoritaria y antidemocrática de la derecha. No solamente es una
dejación de los principios, sino algo inútil porque, como demuestra la
historia, es imposible contener los anhelos de libertad de un pueblo.
Etiquetas: Cataluña., Desobediencia., Independencia., Represión.
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