A propósito de un “artículo” de José Carlos Díez
El economista televisivo
La televisión pronto llegará,
yo te cantaré y tú me verás.
Vísteme bien, mamá, vísteme bien,
vísteme bien, que voy a transmitir,
que no hace falta tener buena voz,
hay que lucir bastante el figurín.
yo te cantaré y tú me verás.
Vísteme bien, mamá, vísteme bien,
vísteme bien, que voy a transmitir,
que no hace falta tener buena voz,
hay que lucir bastante el figurín.
(canción de los años 40)
Escribe una nota el economista José Carlos Díez en ‘El País’ del día 20 de enero en el que intenta explicar las razones de su aceptación a elaborar el programa económico del PSOE. Si Podemos convenció a una figura como Vicenç Navarro ¿por qué no iba a hacer algo parecido el PSOE, máxime cuando el señor Díez sale en la tele, además de en la radio y en la prensa? Parece, leída la nota, que esta pueda ser una de las principales razones de su elección, vistas las ideas expuestas por el autor. Esperemos que el programa se entienda mejor, aunque tampoco creo que importe mucho: nadie se lo va a leer (o casi nadie).
Dice el señor Díez que “el ideal socialdemócrata sigue siendo un instrumento eficaz para transformar la sociedad” y por la frase que antecede y por el lema que remata el escrito (el imperial “Yes we can”), parece que engloba en este ideal a la señora Hillary Clinton y a su jefe Barack Obama. Bien, decir que la socialdemocracia sirve para transformar la sociedad es bastante insustancial (independientemente de que los ideales no transforman absolutamente nada sino las personas; o acaso los fenómenos), si no concretamos de qué transformación estamos hablando. Parece querer decir el señor Díez, siguiendo la lectura unas líneas más abajo, que ese cambio se va a limitar a incrementar la productividad (interpretemos eso, aunque tampoco queda claro; cito: “Pero necesitamos cambiar el modelo del “yo te lo hago más barato” por “yo te lo hago mejor pero a buen precio”), y a la cuadratura del círculo en que consiste, y cito una vez más, “una nueva regulación laboral que reparta mejor los beneficios con los salarios, especialmente de los jóvenes y rentas más bajas, y que la variable de ajuste no sea siempre el empleo. Necesitamos mejorar nuestras políticas activas de empleo y nuestro estado del bienestar. Ningún español se puede quedar sin una renta mínima y acceso a servicios básicos. Necesitamos recuperar el derecho a compartir”. Empecemos con la frase bien interesante de que “la variable de ajuste” no debe ser siempre el empleo. O sea, que para Díez hay que seguir ajustando. ¡Buena política socialdemócrata! En fin, cada uno entiende la socialdemocracia como puede. En todo caso, si el señor Díez no quiere ajustar el empleo, ¿qué se ha de ajustar: los salarios? Aunque no lo llega a afirmar parece que no, puesto que defiende que hay que repartir “mejor los beneficios con los salarios”. ¿Serán objetivo de ajuste las rentas empresariales: dividendos, rentas inmobiliarias, rentas del suelo…? De eso, ni rastro, por supuesto. ¿Tendrá intención entonces de ajustar el gasto público?, entonces, ¿lo del acceso universal a los servicios públicos…? ¿Y eso de repartir mejor los beneficios con los salarios?, ¿querrá decir el señor Díez que hay que subir los sueldos? Si se sube la productividad, que es lo que parece interpretarse, es posible; claro que la subida de la productividad también supone subida de beneficios en mayor proporción. Pero ¿cómo se incrementa la productividad?, ¿tiene alguna propuesta el señor Díez para ello? En cualquier caso, la subida de la productividad en el sistema capitalista, como en cualquier otro sistema, es algo que se da por sí solo, como la historia nos enseña. Puede ser que la estructura productiva española tenga unos índices de productividad relativamente bajos, no lo niego; en cualquier caso, el aumento de ella supone la necesidad de un capital mayor. ¿Va a promulgar el señor Díez una política de préstamos baratos a los capitalistas para poder invertir en este sentido; o va a crear un nuevo INI con capital público que el Estado pueda llevar a cabo esta inversión? Creo que ambos supuestos están perseguidos en nuestra querida Unión Europa, así que… eso habrá que dejarlo a la iniciativa del gran capital que, como todo el mundo sabe, en España está en manos de los bancos y de las multinacionales foráneas. Nos queda eso sí lo de “las políticas activas de empleo”; y llevamos con el mantra de las políticas activas de empleo desde la crisis de los 70, porque hay muchos que creen, (¿está entre ellos el señor Díez?), que hacer cursillos en el INEM crea puestos de trabajo. Pero resulta que si se incrementa la productividad (y concedamos el triunfo al señor Díez en este terreno), se logrará a la vez, pues precisamente es ese su objetivo, que un trabajador produzca más trabajando menos horas, lo que significa que se necesitarán en una proporción inversa al aumento de la productividad menos trabajadores (y menos sueldos, por tanto; en definitiva menos masa salarial), por lo que probablemente se produzca una presión sobre el índice de desempleo, a pesar de las políticas activas de empleo. En todo caso ¿qué rayos tiene que ver todo esto con el ideal socialdemócrata?, ¿sabe el señor Díez lo que es la socialdemocracia?, porque a mí me parece que ni Clinton, ni Obama, ni el PSOE forman parte de ella.
Pero ¿cómo se va a saber qué es la socialdemocracia si ni siquiera se sabe para qué se fundó el PSOE? Cito: “El PSOE se fundó para luchar contra la precariedad y la desigualdad en el empleo”, Díez dixit. Vaya, ahora va a resultar que lo que viene en los libros de texto no era verdad. Pero no, resulta que el PSOE se fundó con otros fines, algo más ambiciosos y molestos, eso sí, como son, y cito el documento fundacional del PSOE: “abolición de las clases, o sea la emancipación completa de los trabajadores; la transformación de la propiedad individual en propiedad social o de la sociedad entera; la posesión del poder político por la clase trabajadora” (ver Tuñón de Lara: “El movimiento obrero en la Historia de España”, Ed. Laia, 1977). O sea, una cosa bastante diferente de la promulgada por el PSOE actual y por el señor Díez, y bastante más cercano a Marinaleda, la cual se presenta por el futuro redactor del programa como si fuera una renacida Escila a la que hubiera que evitar (Caribdis, según el artículo, sería Trump).
Pero no importa, y aprovechando que Díez utiliza el término “posverdad” (palabro cuyo significado no está demasiado fijado pero cuyo uso es “cool”, al igual que el manoseado “Yes we can”) habrá que citar de nuevo: “ España ha sufrido la peor crisis desde la Guerra Civil ”. Supongo que Carpanta tendría mucho que decir al respecto, pero bueno, si no se sabe para qué se fundó el PSOE ¿por qué razón se habría de tener conocimiento sobre la que parecía casi interminable y profundísima crisis económica de los años 40 y de buena parte de los 50, y mucho menos de sus efectos?
En fin, pero es que la cosa no acaba ahí; ahora el economista abandona la Historia, en la que anda algo flojo, y se mete a lo suyo. Cito otra vez: “La única forma que conocemos los economistas para pinchar una burbuja es subir tipos de interés o poner limitaciones al crecimiento del crédito”. En primer lugar no sé por qué pluraliza. Debería utilizar la primera persona del singular. Desde luego, desde una perspectiva típicamente monetarista efectivamente, es así. Pero hay más vida en el espacio exterior. En segundo lugar, como buen economista (vulgar, diría Marx), confunde causas con efectos y simplifica en extremo los fenómenos económicos. Concedamos, por un lado, que el problema del capitalismo en los últimos años haya sido una o varias burbujas, y concedamos, por otro, que ya es mucho conceder, que en algún lugar del mundo alguna autoridad haya pinchado alguna vez alguna burbuja. Pero es que la cosa es un poco más retorcida: primero, los gobiernos no restringen el crédito porque no quieren pinchar nada (entre otras cosas porque estas “burbujas” son instrumentos de apropiación de la poca riqueza en poder de la clase trabajadora y de otras clases sociales por parte de los capitalistas, cosa que los gobiernos toleran, cuando no ven con buenos ojos); segundo, el crédito (a nivel global, a nivel social) se restringe por sí mismo porque la burbuja, o las burbujas, precisamente, se pinchan por sí mismas, como todos hemos podido comprobar aquí y en EE.UU; al fin y al cabo una burbuja es imposible sin la expansión del crédito (un fenómeno consustancial al capitalismo donde la apropiación del producto, al contrario de la producción, no está socializada, viéndose la clase trabajadora y otras asimiladas, obligadas a recurrir al crédito para poder satisfacer sus necesidades sociales, y donde el dinero-moneda, se convierte en irrelevante para la expansión del capital, lo que quiere decir para la expansión del lucro capitalista, en favor del dinero creado por el crédito, lubricante del desarrollo productivo), por lo que, en realidad, lo que se pincha siempre es la burbuja financiera, madre de todas las burbujas. En realidad, la restricción del crédito y el famoso pinchazo son fenómenos cuya sucesión temporal a veces es difícil de distinguir. En cualquiera de los casos, hay un momento en que todo el mundo comienza a reclamar sus deudas pero nadie tiene liquidez, ni siquiera los bancos. Nadie cobra, nadie paga, todo se paraliza. Entonces llegan los economistas con sus soluciones retroactivas e inaplicables ya por carencia de máquinas del tiempo y con sus reproches a las autoridades a las que poco antes alababan o al menos comprendían.
Para acabar, citaré de nuevo algo que en el fondo no tiene mucha gracia, pero que provoca, a poco que te pares a pensarlo, una sonrisa: “Con un crecimiento del 2% del empleo hasta 2025, España crearía 3,5 millones de empleo y habría pleno empleo”. Fórmulas mágicas y un tanto desgastadas tipo “800.000 puesto de trabajo” ¿se acuerdan? Quizá Díez no, tenía tan sólo once años de aquello (y además, flojea en Historia). Pero de promesas fáciles se alimentan las ilusiones de los pueblos que sufren. A pesar de ello, me gustaría que alguien me explicara lo que es el pleno empleo en una sociedad capitalista (y sobre todo en un país capitalista de medio pelo como es España) en que las empresas que ocupan mucha mano de obra emigran para buscar fuerza de trabajo más barata y en el que los sectores más punteros, con una productividad alta, crean bastante menos empleo; y en la que cuando el índice de paro disminuye en demasía se produce el pánico en los parqués de todo tipo y con él, se reavivan los despidos. Quizá lo que pase, en definitiva, es que el capitalismo es incapaz de crear trabajo para todos, entre otras cosas porque va en contra de su propia lógica. Así que si alguien piensa que el futuro programa del Partido Liberal (uy, perdón, Socialista) Capitalista (uy, mil perdones otra vez, Obrero) Americano también, gringo ser muy absorbente, yes güi can (uy, perdón Español) va a solucionar los problemas de la clase trabajadora, ¡va listo!
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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