El periódico Crónica Popular presenta el suplemento “Es la hora de la III República” en Valencia
“República significa que la democracia pertenece al pueblo”
“Los valores republicanos –tal como hoy los conocemos- se despliegan a partir de la Revolución francesa, aunque la idea de fraternidad se incorpore años después, en el preámbulo de la constitución francesa de 1848; sin embargo la idea de igualdad no existe hoy en España: la jefatura del Estado –monárquica- es la primera institución en impedirlo”. Las palabras de la historiadora María Rosa de Madariaga en la Librería Primado de Valencia justifican la actualidad del suplemento “Es la hora de la III República”, recientemente publicado por el semanario digital “Crónica Popular”. Nacido en septiembre de 2011 “desde la izquierda” y “para la izquierda”, Crónica Popular se declara independiente de empresas, partidos políticos y sindicatos. El equipo de colaboradores se caracteriza por una composición mixta: veteranos de la resistencia contra la dictadura y jóvenes “indignados” que se esfuerzan por dar voz a la “plural izquierda transformadora”.Los dos monográficos anteriores se dedicaron a los crímenes del franquismo y al 40 aniversario del golpe de Pinochet en Chile. A lo largo de 176 páginas y más de una veintena de artículos, el nuevo suplemento incluye reflexiones sobre la II República, como las del hispanista Paul Preston, el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo, David Ruiz (“Balance de la II República (1931-1936)”; el investigador y exmagistrado Juan José del Águila (“Teoría y praxis de la jurisdicción militar: las contradicciones de los gobiernos de la II Repúbica”); la presidenta de la Asociación Descendientes del Exilio Español, Pilar Nova Melle y el catedrático de Derecho Internacional Privado, Pedro Pablo Miralles Sangro (“La sentencia condenatoria a Alfonso XIII por alta traición”). Integran el grueso de la publicación las propuestas para la III República, con las colaboraciones de la escritora Rosa Regás; el economista Pedro Montes; la abogada y escritora feminista Lidia Falcón; el profesor de Sociología en la Universidad Complutense, Armando Fernández Steinko; el ingeniero y sociólogo José Daniel Lacalle; el periodista Rodrigo Vázquez de Prada o el presidente de Europa Laica, Francisco Delgado.
En la presentación del suplemento en la Librería Primado, María Rosa de Madariaga destaca la actualidad de una octavilla con los “Diez Mandamientos Republicanos”, editada el 31 de mayo de 1931 en la imprenta Gutemberg de Guadalajara. Además de propagar principios como la instrucción, el trabajo, vivir con honestidad o proteger al débil, el decálogo incluye un último mandato en el que se centra la historiadora: “No procurar el beneficio propio a costa del perjuicio ajeno”. La escritora y miembro del Consejo de Redacción de Crónica Popular llama la atención sobre la fluctuación de principios y valores según las épocas: “El escándalo de una pseudo-ruleta trucada que supuso la ruina del Partido Radical y la dimisión de Lerroux en septiembre de 1935, parece un inocente juego de ‘pillos’ en comparación con lo que vivimos hoy”. Otro legado que debería asumir la III República es la defensa de la paz, que figuraba en el artículo sexto de la constitución de la Segunda República Española: “España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional”.
Sobre las recientes mutaciones en la corona (“un muchacho joven que se casa con una plebeya”), María Rosa de Madariaga las califica como “maquillaje” para dar una imagen de modernización. Sostiene asimismo que durante la Transición, “la gente aspiraba a una democracia, aunque fuera imperfecta”. ¿Exceder los marcos establecidos en la época por las élites? “Es cierto que había un peligro de ruido de sables”. Sin embargo, “han pasado ya cuatro décadas de aquello”. Recuerda que el expresidente Suárez reconoció a la periodista Victoria Prego, en una entrevista del año 1995, que las encuestas auguraban una derrota de la opción monárquica frente a la República en un eventual referéndum. En uno de los artículos del monográfico, María Rosa de Madariaga asimila República a “democracia que pertenece al pueblo”, por lo que resultaría impropio aplicar el término a dictaduras como la de Salazar en Portugal (aunque se tratara formalmente de una “República portuguesa”) o a las implantadas en América Latina. Lamenta también que la izquierda española no haga suya esta batalla, pues “sólo IU defiende abiertamente la República; Podemos no quiere ‘problemas’ y en el PSOE, los dirigentes o defienden la monarquía o no se ‘mojan’, al contrario que buena parte de las bases”.
“No hemos de olvidar que hubo en España una ‘pre-transición’”, subraya el escritor y periodista Alfons Cervera en el acto de presentación. Se refiere a que en los años 50 el PCE apostó por la “reconciliación”, y también al viraje del PSOE en el Congreso de Suresnes. “Entonces ya se empieza a no nombrar a la ‘bicha’, a la ‘cosa, a la República, que resulta silenciada durante la Transición”, resalta el actual colaborador de Eldiario.es y autor de novelas como “Otro Mundo” o “Las voces fugitivas”. Ya en el periodo democrático, “la II República se continúa invisibilizando en la educación, la literatura y los medios de comunicación”, lo que, a juicio de Cervera, implica riesgos serios: recordar la II República a partir de mitos o como operación de nostalgia. A ello se agrega la enorme fortaleza del adversario, es decir, la facilidad del poder para integrar lenguajes y discursos. “A veces nos falta agilidad y nos pillan a traspié; ¿Por qué no afirmamos que no es anticonstitucional colgar la ‘tricolor’ republicana, cuando la equiparan a la bandera española con el águila?”, se pregunta Alfons Cervera.
Otear el paisaje mediático, artístico y literario puede llevar a la desazón. “Lo tenemos muy difícil”. El autor de un ciclo de novelas sobre la memoria histórica pondera el trabajo de historiadores críticos como Francisco Espinosa, “forzados a ir por libre”. “¿Dónde puede contestar a escritores del consenso como Cercas, Trapiello o Jordi Gracia?”. Responde el mismo Alfons Cervera: “En periódicos digitales como Público o eldiario.es, que no poseen grandes editoriales por lo que la desigualdad de condiciones es tremenda”. En ese contexto, propone centrar la atención en historiadores que puedan cuestionar las verdades oficiales, como Carme Molinero o Julián Casanova. A pesar de la (desfavorable) correlación de fuerzas, el autor de “Maquis y “El color del crepúsculo” piensa que resulta fundamental mencionar a la “bicha” (la III República); y persistir porque el sistema siempre encontrará razones para postergar el debate: supuesta reapertura de pasados conflictos, evitar una involución democrática, la existencia de otras necesidades perentorias… Cita como ejemplo a Pedro Santisteve, alcalde de Zaragoza, que el pasado 14 de abril izó la bandera republicana en el balcón del Ayuntamiento y defendió en una carta al día siguiente la legalidad de la iniciativa. “Además la República no da votos, y vivimos en una democracia de urnas”, remata el periodista valenciano.
El suplemento de Crónica Popular incluye una entrevista al historiador Paul Preston, autor de obras como “El holocausto español” o “El final de la guerra”, en la que advierte sobre las explicaciones simplistas: “Sin el apoyo popular del cual gozaban la CEDA y la Comunión Tradicionalista y del que iba a gozar la Falange una vez iniciado el golpe militar, éste no podría haber triunfado”. El historiador David Ruiz González subraya que pese al contexto económico que se encontró la II República –“la crisis de 1929 empezaba a causar estragos en Occidente”-, se construyeron 17.000 escuelas de enseñanza primaria y miles de maestros no sólo recibieron formación en las modernas metodologías, sino que se les retribuyó muy dignamente. Mujer de letras y exdirectora de la Biblioteca Nacional, la escritora Rosa Regas recuerda con una pincelada económica lo que supuso la dictadura: el PIB de 1936 no volvió a alcanzarse en España hasta finales de la década de 1950. ¿De qué lado se posicionó el mundo del poder y el dinero? Pedro Pablo Miralles Sangro pone el ejemplo de Alfonso XIII, que en 1937 donó un millón de pesetas de la época a los sublevados. La cifra, añade el catedrático de Derecho Internacional Privado, es muy inferior a la aportada por los próceres económicos desde antes del golpe militar.
En el bloque propositivo, el exsecretario general del PCE, Francisco Frutos recuerda el artículo sexto de la Constitución republicana y defiende la conversión de las bases militares de Rota, Morón, Zaragoza, Madrid, Valencia y Albacete en “bases para la paz y el desarrollo” de los pueblos empobrecidos o destruidos por la guerra. El doctor en Filosofía e investigador del CSIC, Lorenzo Peña, alerta sobre la potestad moderadora de las monarquías; ésta puede transformarse en ejecutiva, “como sucedió en Bélgica con la ocupación alemana de 1940 o el aval a golpes de estado militares en España (1923), Italia (1922), Tailandia o Grecia”. El catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo, Francisco J. Bastida, aboga por un pacto federal. Por el contrario, el profesor de la Universidad de Segovia, Juan Pablo Mateo, señala que la república unitaria “ha de ser el modo de articulación territorial y organización política del movimiento obrero”. El profesor de Didáctica, Francisco Javier Díez apunta, sobre el modelo educativo republicano, que éste no puede ser neutro. El economista Pedro Montes considera que la recuperación de la soberanía económica es indisociable de la II República. Además, Francisco Delgado escribe sobre el “laicismo necesario” y Lidia Falcón pide el cumplimiento de las penas de prisión a los condenados por la violencia contra mujeres y niñas, aunque sean inferiores a dos años.
En la presentación del suplemento en la Librería Primado, María Rosa de Madariaga destaca la actualidad de una octavilla con los “Diez Mandamientos Republicanos”, editada el 31 de mayo de 1931 en la imprenta Gutemberg de Guadalajara. Además de propagar principios como la instrucción, el trabajo, vivir con honestidad o proteger al débil, el decálogo incluye un último mandato en el que se centra la historiadora: “No procurar el beneficio propio a costa del perjuicio ajeno”. La escritora y miembro del Consejo de Redacción de Crónica Popular llama la atención sobre la fluctuación de principios y valores según las épocas: “El escándalo de una pseudo-ruleta trucada que supuso la ruina del Partido Radical y la dimisión de Lerroux en septiembre de 1935, parece un inocente juego de ‘pillos’ en comparación con lo que vivimos hoy”. Otro legado que debería asumir la III República es la defensa de la paz, que figuraba en el artículo sexto de la constitución de la Segunda República Española: “España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional”.
Sobre las recientes mutaciones en la corona (“un muchacho joven que se casa con una plebeya”), María Rosa de Madariaga las califica como “maquillaje” para dar una imagen de modernización. Sostiene asimismo que durante la Transición, “la gente aspiraba a una democracia, aunque fuera imperfecta”. ¿Exceder los marcos establecidos en la época por las élites? “Es cierto que había un peligro de ruido de sables”. Sin embargo, “han pasado ya cuatro décadas de aquello”. Recuerda que el expresidente Suárez reconoció a la periodista Victoria Prego, en una entrevista del año 1995, que las encuestas auguraban una derrota de la opción monárquica frente a la República en un eventual referéndum. En uno de los artículos del monográfico, María Rosa de Madariaga asimila República a “democracia que pertenece al pueblo”, por lo que resultaría impropio aplicar el término a dictaduras como la de Salazar en Portugal (aunque se tratara formalmente de una “República portuguesa”) o a las implantadas en América Latina. Lamenta también que la izquierda española no haga suya esta batalla, pues “sólo IU defiende abiertamente la República; Podemos no quiere ‘problemas’ y en el PSOE, los dirigentes o defienden la monarquía o no se ‘mojan’, al contrario que buena parte de las bases”.
“No hemos de olvidar que hubo en España una ‘pre-transición’”, subraya el escritor y periodista Alfons Cervera en el acto de presentación. Se refiere a que en los años 50 el PCE apostó por la “reconciliación”, y también al viraje del PSOE en el Congreso de Suresnes. “Entonces ya se empieza a no nombrar a la ‘bicha’, a la ‘cosa, a la República, que resulta silenciada durante la Transición”, resalta el actual colaborador de Eldiario.es y autor de novelas como “Otro Mundo” o “Las voces fugitivas”. Ya en el periodo democrático, “la II República se continúa invisibilizando en la educación, la literatura y los medios de comunicación”, lo que, a juicio de Cervera, implica riesgos serios: recordar la II República a partir de mitos o como operación de nostalgia. A ello se agrega la enorme fortaleza del adversario, es decir, la facilidad del poder para integrar lenguajes y discursos. “A veces nos falta agilidad y nos pillan a traspié; ¿Por qué no afirmamos que no es anticonstitucional colgar la ‘tricolor’ republicana, cuando la equiparan a la bandera española con el águila?”, se pregunta Alfons Cervera.
Otear el paisaje mediático, artístico y literario puede llevar a la desazón. “Lo tenemos muy difícil”. El autor de un ciclo de novelas sobre la memoria histórica pondera el trabajo de historiadores críticos como Francisco Espinosa, “forzados a ir por libre”. “¿Dónde puede contestar a escritores del consenso como Cercas, Trapiello o Jordi Gracia?”. Responde el mismo Alfons Cervera: “En periódicos digitales como Público o eldiario.es, que no poseen grandes editoriales por lo que la desigualdad de condiciones es tremenda”. En ese contexto, propone centrar la atención en historiadores que puedan cuestionar las verdades oficiales, como Carme Molinero o Julián Casanova. A pesar de la (desfavorable) correlación de fuerzas, el autor de “Maquis y “El color del crepúsculo” piensa que resulta fundamental mencionar a la “bicha” (la III República); y persistir porque el sistema siempre encontrará razones para postergar el debate: supuesta reapertura de pasados conflictos, evitar una involución democrática, la existencia de otras necesidades perentorias… Cita como ejemplo a Pedro Santisteve, alcalde de Zaragoza, que el pasado 14 de abril izó la bandera republicana en el balcón del Ayuntamiento y defendió en una carta al día siguiente la legalidad de la iniciativa. “Además la República no da votos, y vivimos en una democracia de urnas”, remata el periodista valenciano.
El suplemento de Crónica Popular incluye una entrevista al historiador Paul Preston, autor de obras como “El holocausto español” o “El final de la guerra”, en la que advierte sobre las explicaciones simplistas: “Sin el apoyo popular del cual gozaban la CEDA y la Comunión Tradicionalista y del que iba a gozar la Falange una vez iniciado el golpe militar, éste no podría haber triunfado”. El historiador David Ruiz González subraya que pese al contexto económico que se encontró la II República –“la crisis de 1929 empezaba a causar estragos en Occidente”-, se construyeron 17.000 escuelas de enseñanza primaria y miles de maestros no sólo recibieron formación en las modernas metodologías, sino que se les retribuyó muy dignamente. Mujer de letras y exdirectora de la Biblioteca Nacional, la escritora Rosa Regas recuerda con una pincelada económica lo que supuso la dictadura: el PIB de 1936 no volvió a alcanzarse en España hasta finales de la década de 1950. ¿De qué lado se posicionó el mundo del poder y el dinero? Pedro Pablo Miralles Sangro pone el ejemplo de Alfonso XIII, que en 1937 donó un millón de pesetas de la época a los sublevados. La cifra, añade el catedrático de Derecho Internacional Privado, es muy inferior a la aportada por los próceres económicos desde antes del golpe militar.
En el bloque propositivo, el exsecretario general del PCE, Francisco Frutos recuerda el artículo sexto de la Constitución republicana y defiende la conversión de las bases militares de Rota, Morón, Zaragoza, Madrid, Valencia y Albacete en “bases para la paz y el desarrollo” de los pueblos empobrecidos o destruidos por la guerra. El doctor en Filosofía e investigador del CSIC, Lorenzo Peña, alerta sobre la potestad moderadora de las monarquías; ésta puede transformarse en ejecutiva, “como sucedió en Bélgica con la ocupación alemana de 1940 o el aval a golpes de estado militares en España (1923), Italia (1922), Tailandia o Grecia”. El catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo, Francisco J. Bastida, aboga por un pacto federal. Por el contrario, el profesor de la Universidad de Segovia, Juan Pablo Mateo, señala que la república unitaria “ha de ser el modo de articulación territorial y organización política del movimiento obrero”. El profesor de Didáctica, Francisco Javier Díez apunta, sobre el modelo educativo republicano, que éste no puede ser neutro. El economista Pedro Montes considera que la recuperación de la soberanía económica es indisociable de la II República. Además, Francisco Delgado escribe sobre el “laicismo necesario” y Lidia Falcón pide el cumplimiento de las penas de prisión a los condenados por la violencia contra mujeres y niñas, aunque sean inferiores a dos años.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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