domingo, 10 de febrero de 2019

Banderas franquistas al viento


 

Sí, señor, un mar rojigualdo inundará hoy el centro de Madrid. La España invicta, la de Covadonga, el Cid, Las Navas de Tolosa, Trento, Pavía, Lepanto, Bailén, el Ebro. La España del Cid, el Gran Capitán, Cortés, Pizarro, Franco. La España católica, evangelizadora y cañí. Las alegres escuadras. Un llamamiento a la conciencia de la raza. La España profunda. 

Por la unidad de la Patria. Allá van todos, castellanos, andaluces, extremeños, muchos catalanes, astures, canarios. La unidad de los hombres y las tierras de España del testamento de Franco, confiado luego a su "sucesor a título de rey", Juan Carlos de Borbón. Un tsunami de unionismo patriótico, de los verdaderos españoles.

¿Quién pone en peligro la unidad de la patria? Los independentistas catalanes y el traidor Sánchez. Al concentrarse la manifestación en los dos puntos, "unidad de España" y "traidor Sánchez" se pone más de relieve el fin implícito: todos contra Catalunya. "Catalunya, culpable", como antaño fue "Rusia, culpable" para los antecesores ideológicos de estos agitadores callejeros. Catalunya es la Antiespaña y Sánchez, traidor por habers entregado a ella.

El relato de la jornada dará para abundante anecdotario del pintoresco foro público español. Acuden las derechas como un solo hombre, llamado por la legión, "con razón o sin ella",  aunque mirándose de reojo para no contaminarse mutuamente. Pero todos a la tarea de llenar la plaza de Colón con las gentes de España, mucho autobús y mucho bocata. Y episodios chuscos, como el de Corcuera, abanderado de la Hispanidad. Ya lo era de ministro. Pero entonces se limitaba a dar patadas a las puertas.

Hasta los suyos echan mal de ojo a Sánchez que, en su afán por sacar los presupuestos, casi se pilla los dedos en los vericuetos de febriles negociaciones. Al final, un whatsap de la vicepresidenta liquidaba la mesa, el diálogo, la negociación y hasta el recuerdo de los hechos más recientes.  Sánchez remataba contundente: mientras él sea presidente, no reconocerá el derecho de autodeterminación. Para demostrar que no es un traidor, corre a echarse en brazos de quienes así lo califican. 

Y eso a escasos dos días del comienzo de esa farsa del juicio al independentismo que se sigue con mucho interés en Europa y provocará reacciones de todo tipo en la sociedad catalana. Con unas elecciones municipales y autonómicas en ciernes y quizá unas generales anticipadas si Sánchez no puede gobernar sin presupuestos. 

En esta situación convulsa, cuanto mayor sea el ruido, más evidente la impotencia. El griterío de hoy bajo la banderaza de Aznar evidencia la frustración del unionismo al ver que no consigue doblegar el independentismo. Eso ya solo puede hacerse convirtiendo en dictadura abierta en Catalunya la hasta ahora "democrática" tiranía de la mayoría. 

El clamor colombino será por nuevas elecciones. De ellas se espera un gobierno de salvación nacional con solida mayoría parlamentaria de la derecha. Un gobierno contra Catalunya. Algo inútil porque es imposible gobernar España contra Catalunya. 

Sobre todo porque ya es un asunto europeo

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