Movimientos sociales, sindicalismo y Frente de Izquierdas
Movimientos sociales, sindicalismo y Frente de Izquierdas
No voy a repetir todos los datos que ya son muy sabidos. La pobreza, tanto relativa como absoluta, ha crecido de forma espectacular en España, y en algunas regiones más que en otras (menos en las industrializadas, más en el resto), muchas familias subsisten gracias a las redes familiares de solidaridad, en el trabajo informal o negro, etc., las tasas de paro son desconocidas en este país y continuarán subiendo, aumento de la exclusión social, desahucios…etc.
No voy a repetir todos los datos que ya son muy sabidos. La pobreza, tanto relativa como absoluta, ha crecido de forma espectacular en España, y en algunas regiones más que en otras (menos en las industrializadas, más en el resto), muchas familias subsisten gracias a las redes familiares de solidaridad, en el trabajo informal o negro, etc., las tasas de paro son desconocidas en este país y continuarán subiendo, aumento de la exclusión social, desahucios…etc.
¿Con qué problemas nos encontramos de movilización?
El número de huelgas, con la crisis, ha
aumentado de forma espectacular, pero aunque han aumentado las huelgas
solidarias y el número de movilizaciones en general, se nota el
cansancio de los manifestantes, que es una de las causas de los fracasos
sonoros de las últimas movilizaciones en España.
Por otro lado, la estrategia de los
sindicatos continua encerrada en la lógica de movilización para la
consecución de mejoras concretas en los convenios colectivos, o en la
lucha contra los ERE, etc., que siendo necesarias son insuficientes para
la situación que nos encontramos actualmente. Por otro lado, la
estrategia de la “época dorada del capitalismo” del “pactismo” es un
sonoro fracaso en la actualidad donde la derecha ha decidido, con la
connivencia de algunos sectores relevantes del partido centrista del
PSOE, romper el modelo social europeo y el consenso post-II Guerra
Mundial (en nuestro caso post-Dictadura). Pero los problemas de los
sindicatos son más profundos que la culpabilización de las “cúpulas”
(que suele ser un mecanismo simplista de análisis de la situación).
Entre estos problemas nos podemos encontrar con tres fundamentalmente:
1º) El cambio del capitalismo
fordista-productivo al capitalismo financiero ha producido un cambio en
el paradigma de organización del mundo laboral (precarización) y ha
debilitado las relaciones de cooperación y solidaridad. No por nada
Ulrich Beck le llama la “Sociedad del Riesgo”. Esto ha debilitado
fundamentalmente el poder de los sindicatos, ya que al terciarizarse la
economía y entrar la precariedad como estado natural de muchas personas,
dificulta que estos sectores vean al sindicalismo de clase como una
opción válida de lucha. Si uno no reconoce a sus compañeros de trabajo
como compañeros e iguales, si uno no pasa mucho tiempo en la misma
empresa, los lazos que sustentan la solidaridad se rompen y se diluyen,
lo que dificulta el compromiso (que es a largo plazo), y hace imposible
que los problemas de la empresa sean sentidos como problemas comunes
entre los compañeros de trabajo.
Sin embargo, donde los sindicatos han
mantenido un potencial fuerte ha sido en la industria, astilleros,
minería y en la administración, donde los trabajos tienden a ser más
fijos y los trabajadores pasan largas temporadas en contacto con sus
compañeros, lo que permiten que se forjen un sentimiento de
compañerismo, de cierta lealtad o por lo menos de considerarse iguales,
con intereses comunes, etc. Aquí es donde la vieja estrategia sindical
continua vigente.
2º) La des-regulación, el viraje a la 3ª
Vía de los Partidos Socialistas, y las deslocalizaciones, han ido
mermando el poder negociador de los sindicatos. El hecho de que la
solidaridad internacional haya ido menguando de forma alarmante ha ido
colocando a la estrategia sindical a la defensiva. Las amenazas entre el
cierre y deslocalización de una actividad industrial o tragar ruedas de
molino desmoviliza mucho. Las distintas contrarreformas laborales han
ido mermando los derechos laborales e introduciendo la “flexibilización”
laboral que daña y debilita a los sindicatos.
3º) La propia sociedad, y afiliados
sindicales, han entrado en la dinámica consumista-individualista que
promueve la sociedad del consumo, eso ha ido colocando, junto a las
deslocalizaciones, y a la “derechización” del funcionariado público, en
posiciones defensivas al sindicalismo español (y europeo). Su debilidad
ha ido derivando al sindicalismo a posturas más “pactistas”, ya que la
propia sociedad se ha ido convirtiendo en “poco combativa”. La falta de
sindicalización en los sectores jóvenes, precarios y en exclusión social
termina dejando las movilizaciones sindicales muy localizadas en
ciertos sectores.
Sin embargo, a pesar de la posición débil
de los sindicatos, estos han hecho un esfuerzo de movilización y de
lucha importante en estos últimos años. Son las organizaciones de
izquierda con más fuerza en el país, y no veo que se pueda tratar de
montar un Frente de Izquierdas sin contar con ellos (CCOO y UGT),
incluso con algunos de los sindicatos minoritarios. Con estos últimos
hay que tener cuidado, ya que tienen el “complejo minoritario”, y muchas
veces buscan más crecer y tener razón, que movilizar, está muy
extendido el sectarismo en estos grupos, lo que dificulta la
colaboración, incluso en cosas en las que se está de acuerdo (esa es mi
experiencia en las movilizaciones en la US con el SAT).
¿Cómo lograr que los sindicatos apoyen un
Bloque social y de progreso para anteponer una contrahegemonía al
Bloque Hegemónico de poder que hay a día de hoy? ¿Cómo lograr que los
sindicatos rompan la barrera que les impide llegar a los sectores
precarios y/o excluidos? ¿Cómo lograr que los sindicatos se involucren
más políticamente y dejen más de lado el sindicalismo de gestión
(mayoritario hasta hace un tiempo)? ¿Esto es posible, o es mejor ir
captando a militantes sindicalistas para que se impliquen en el proceso
de construcción de este frente y sirvan para movilizar a los sectores
más combativos del movimiento obrero clásico y del funcionariado?
Hay que comentar que los barrios de
tradición obrera y barrios con núcleso industriales votan
mayoritariamente al PSOE, o se van a la abstención. ¿Cómo recuperar ese
voto al que no llega IU?
De hecho, voy a incluir uno de los
párrafos de mi tesina sobre Bolivia y sobre el movimiento obrero más
fuerte de América Latina, agrupada en torno a la COB (Central Obrera
Boliviana), que da algunas claves de lo que pasa con los sindicatos en
una clave estructural en el momento en el que se enfrentaron a las
contrarreformas estructurales:
“Los mineros marchaban atónitos por que
se iba a cercenar el pacto social y moral creado con la formación del
Estado nacionalista en 1952. El excedente minero había permitido la
creación de la CBF y sus más de treinta empresas productivas, las
divisas mineras habían permitido la comunicación y el avance en la
<<marcha hacia oriente>>, con ella se había extendido
la universalización de la educación pública gratuita, se expandió el
comercio interno, y se pagaron los salarios de burócratas, maestros,
oficiales, oficinistas, etc. La condición minera había permitido
al migrante desarraigado lograr un ascenso social programado a largo
plazo, había permitido una formación democrática, un aprendizaje de
formas de auto-organización, identificación colectiva y simbólica, la
creación de redes de solidaridad y mutuo apoyo sin contar con la
filiación sanguínea si no con la de clase, había fomentado el habitus de
la lucha organizada a través del sindicato que interpela al Estado como
demandante, aunque nunca como soberano. Los obreros mineros y
fabriles habían apostado por la democracia como opción de intervención
en los asuntos de la cosa pública, eran los fundadores de un sentido
real de ciudadanía democrática a través del sindicato, a fin de cuentas
eran el elemento más decisivo en esta línea del programa de la
modernidad.
La muerte de la condición minera101 se
encontraba enraizada en el proyecto de reestructuración de la economía
mundial hacia un nuevo tipo de modelo postfordista. En los años setenta
las nuevas condiciones económicas internacionales se encontraban en fase
B102, que arrastraban a unas empresas mineras en decadencia hacia su
cierre, apostándose por sectores capaces de generar un nuevo paradigma
tecnológico que multiplicase las ganancias, formase nuevos mercados de
consumo y atrajese capitales. Además reestructuran las formas de trabajo que consagra la tecnología, que produce esta nueva composición y aseguran unas tasas de ganancia apetecibles para las nuevas inversiones. Para ello los gobiernos, y las empresas, tratan de deshacerse de las resistencias y antiguas reglas de negociación alcanzadas en la fase ascendente, cuando el trabajo pudo imponer beneficios sociales y derechos conquistados. Ésto supone una nueva reconfiguración de la trama del poder entre trabajo-capital en el ámbito estatal y por consiguiente reconfigura también la situación de la clase con la introducción de nuevas formas de organización y de acumulación que supone
la reducción de la capacidad de negociación que es introducida a través
del paro, la depresión y el despido, además de por la aparición de
nuevas categorías socio-profesionales altamente especializadas y enraizadas en el nuevo sistema productivo con base tecnológica electroinformática.
La situación de miseria moral y material producida por este choque no supone automáticamente una respuesta colectiva de las clases subalternas afectadas, más bien dependerá de las experiencias acumuladas durante años, de la extensión de redes de solidaridad y de acción, de la creación de certezas movilizadoras y de la confianza en la acción común.
La ruptura de ramos de la producción, y en muchos casos de su desaparición, se produce en el marco de la introducción de las nuevas ramas productivas basadas en la electro-informática, que crearon un hueco de memoria y continuidad en la capacidad de resistencia del mundo del trabajo, de tal forma que a fines de los años 90 se había regresado, en gran parte de la población mundial, a situaciones similares a la precariedad característica de fines del siglo XIX.
Paz Esntenssoro era consciente de todo
ello, a diferencia de los líderes mineros a la defensiva, y por eso
trató de modificar las condiciones de ciudadanización corporativa y
reducir los beneficios sociales de la misma, abaratar la fuerza de
trabajo, desarticular las formas de organización contestataria de la
sociedad civil, y al fin, dar por terminada una composición política de
la sociedad dominante desde 1952.
Más de 15000 personas se lanzaron a la
carretera para interpelar al Estado a cumplir los pactos que había
suscrito y sostenido desde 1952. Mineros, amas de casa, estudiantes y
campesinos confluyeron en una marcha dramática exigiendo el cese de las
injusticias y reclamando los derechos conquistados con gran sufrimiento.
Este tipo de movilización estaba fuertemente arraigado en la ciudadanía
corporativa, ordenada por centros de trabajo, a través de la
responsabilidad compartida, la lucha colectiva por los derechos comunes.
Lucha organizada a través de mecanismos de unificación colectiva,
representación simbólica y formación de la identidad social
representados en la forma de asamblea, marcha, movilización y rebelión,
pero siempre en la posición de demandantes ante el Estado, reconociendo a
éste en su lucha y en una posición subordinada, que será resultado
de las propias limitaciones de la forma sindical y de ciudadanía
corporativa. Álvaro García Linera103 afirma que con la dramática marcha
por la vida de 1986, que abrirá un largo ciclo de marchas
y crucifixiones populares en las siguientes décadas, marcará a su modo
el nacimiento de una época de impotencias dramatizadas de las clases
populares. La impotencia, puesta de manifiesto aquí, no es, en aquella
parte del espacio político, definida por la capacidad de movilizarse en
masa o por la obtención de solidaridad de otros sectores sociales.
Sin embargo, la situación de 1986 no era
la de las victorias heroicas de las milicias obreras durante abril de
1952. Esta vez los mineros carecían de plan histórico con el derrumbe de
sus certezas y el fracaso sonado del capitalismo de Estado, se volvían,
por tanto, una fuerza conservadora que lejos de entender el calado de
los cambios que estaban ocurriendo, sólo atinaban a intentar mantener lo
existente. La reestructuración del Estado y de la economía dejaba fuera
a los mineros y a su sindicato, la COB, de sus posiciones intrusistas
dentro de éste. El éxito del plan Estenssoro supuso un ciclo de
continuadas derrotas populares que los mantendrá a la defensiva, hasta
la reversión de este proceso catorce años más tarde, cuando vuelvan a
recuperar la iniciativa con un nuevo proyecto que superaba las
limitaciones del minero, con la Coordinadora del Agua y la Vida de
Cochacamba. […] Bolivia con Estenssoro aplicará 5 de las 10 medidas que
serán recomendadas en los 90 por el Consenso de Washington. Medidas que
habían sido confeccionadas por Williamson, y otros autores, que
sintetizaban las medidas que eran objeto de consenso entre los
organismos financieros internacionales establecidos en Washington (BM,
FMI y BID), y los distintos departamentos de la Administración de EEUU.
Como estábamos diciendo, el Decreto supremo 21060 promulgado por el
gobierno Estenssoro, consideró la disciplina fiscal, la reforma
tributaria, la liberalización de la tasa de interés, un tipo de cambio
competitivo y la apertura importadora.
Sus medidas tuvieron los siguientes
efectos en el país: 23.000 mineros, 5000 trabajadores del empleo privado
y 18000 empleados públicos despedidos, reducción del 40% del salario
real en los sectores público y privado. A partir de 1987, se produjo una
segunda etapa del Decreto, donde se profundizaba la apertura de las
importaciones mediante una nueva protección uniforme a la producción
nacional con un arancel del 20%, y la adhesión de Bolivia al GATT
(Acuerdo General de Aranceles y Comercio), que anunciaba la gran oleada
de ajustes estructurales, apertura comercial y financiera y
privatizaciones acometidas en la década de los 90.
El Decreto Supremo y el ataque a la COB,
supondrá el fin de la herencia política y económica de la Revolución
Nacional de 1952. Éste hecho pondrá fin a una ciudadanía entendida desde
la formación de la misma en el sindicato, la ciudadanía
<<corporativa>>, y dará paso a una nueva forma de
ciudadanía, <<la ciudadanía irresponsable>>, típica del
nuevo proceso de producción que se irá imponiendo a lo largo y lo ancho
del mundo, y del ocaso del movimiento obrero como se había organizado
hasta ese momento. El derrumbe de la URSS, y del pacto de Varsovia,
pondrá fin a la búsqueda del cambio revolucionario, y anunciará la mayor
década de implantación democrática en la región, y en gran parte del
mundo. Pero, este proceso tendrá sus sombras, ya que también será la
época donde el pensamiento neoliberal, sobre todo en materia económica,
tendrá un auge y terminará por convertirse en hegemónico, de tal manera
que será trasladado a el pensamiento clásico de izquierdas en la forma
de la ¨Tercera Vía¨, que terminará por colocar en la irrelevancia a los
partidos de izquierdas al perder la batalla ideológica.”
En el caso de los partidos políticos,
este mismo problema se ha ido dando. Los partidos políticos están muy
envejecidos, con una ausencia importante de jóvenes de los puestos de
dirección o de puestos importantes, y cuando algunos de estos jóvenes
han sido “promocionados” a puestos de importancia (excepto Alberto
Garzón y alguno más) nos hemos echado a temblar (como por ejemplo con
Susana Díaz). Más allá del funcionamiento interno defectuoso, en
términos democráticos, de las propias organizaciones, la “izquierda”
institucional ha ido dejando de lado a la “izquierda social”. Con la
ruptura con los sindicatos en los 90 hemos ido llendo al desastre. La
introducción de la 3ª Vía y del discursos tecnocrático ha ido alejando,
en general, a la gente de las organizaciones políticas, pero también la
llegada del “modelo de bienestar basado en el consumo”, y del fuerte
individualismo añadido.
Viendo los últimos acontecimientos en
España, desde el 15M en adelante, vemos la aparición de una “militancia
soft”, normalmente organizada de forma muy informal y hacia un objetivo
concreto, pero en general muy reacia ha realizar política partidaria en
el sentido clásico. La falta de conciencia ciudadana, gracias a esos 40
años de Dictadura, más el crecimiento espectacular de la riqueza del
país en los años de la burbuja, la corrupción, el hiperindividualismo,
el consumo desenfrenado, la precariedad…ha debilitado poco a poco el
compromiso con organizaciones que perduren en el tiempo. La ofensiva en
la Academia y la batalla cultural e ideológica triunfante por parte de
la derecha, tras el derrumbe de la URSS y los gobiernos Tatcher-Reagan,
han ido colocando a la izquierda en una situación de debilidad sin
precedentes, sobre todo conceptual y de discurso, al irse abandonando
los términos de izquierdas, el lenguaje transformador y de denuncia
social. La batalla mediática ha sido una derrota sonada, ya que ha ido
dejando a la izquierda en España sin altavoz mediático donde poder
expresarse, y a una derecha con unos altavoces sobredimensionados. Por
no hablar del abandono de la “cuestión social” y el combate contra las
desigualdades que fue popularizado entre la izquierda europea por la
Exposición Universal de París de 1900 y por los debates de la II
Internacional, que fue sustituido por la lucha por los colectivos
excluidos de derechos civiles (homosexuales, la mujer, el tema racial…).
¿Cómo recuperar ese discurso de
izquierdas? ¿Cómo podremos volver a poner la cuestión social y la lucha
contra las desigualdades como centro del debate de la izquierda? ¿Cómo
lograr conjugar la militancia <<soft>>, con la militancia
más clásica y con las necesidades de creación y mantenimiento de una
cierta burocracia?
Nueva clase obrera, viejo sindicalismo y nuevas formas de organización
Hay una clara tendencia entre amplios
sectores de la izquierda y del sindicalismo alternativo,tan anticuado y
obsoleto como el mayoritario, en culpar del desapego que los
trabajadores tienen hacia los sindicatos a su burocratización.En mi
opinión,ese es un análisis simplista que no profundiza en absoluto en la
esencia del problema,que no es otro,fundamentalmente,que la falta de
actualización de las viejas y trasnochadas estructuras sindicales a la
realidad de la nueva clase obrera postfordista surgida al calor del
neoliberalismo.La desindustrialización provocada por el traslado de
empresas a paises sin legislación laboral y con sueldos esclavistas ha
hecho desaparecer casi por completo a la gran industria,granero clásico
de afiliados a los sindicatos, y la atomización del mundo del trabajo en
múltiples pequeñas empresas y falsos autónomos hacen completamente
obsoletas las viejas estructuras sindicales basadas en ramas
industriales.El sindicalismo hace mucho tiempo que se tenía que haber
organizado por ámbitos laborales.Por ejemplo,en un centro comercial o en
un polígono industrial hay miles de trabajadores repartidos en cientos
de empresas de todo tipo.La mayoría de ellas apenas pasan de la media
docena de empleados,por lo que ni siquiera llevan a cabo elecciones
sindicales.Deberían de elegirse representantes sindicales por cada
centro comercial o por cada polígono industrial,al margen de la
actividad que desarrolle cada una de esas empresas.Pero no sucede
así,por lo que nos encontramos con que el sindicalismo no ha conseguido
llegar a esos trabajadores,que a dia de hoy son la mayoría,y al no
hacerlo ha fracasado en la mayor y más importante de sus funciones: el
empoderamiento de los trabajadores,el sentido de colectividad que es lo
que al final,crea la conciencia de clase imprescindible para defenderse
de los abusos de las patronales.Y eso sin olvidar el olvido total y
absoluto que las centrales sindicales han tenido y siguen teniendo hacia
los trabajadores desempleados,que son cada día mas,y a los que se ha
abandonado a su suerte,sin ninguna organización que les permita
empoderarse,seguirse sintiendo parte de la clase trabajadora y mantener
su dignidad y su conciencia de clase.Solo hay que echar una ojeada a los
cursos que ofrecen los sindicatos para darse cuenta de que estos van
dirigidos,en su gran mayoría, a trabajadores con empleo,cuando podían
ser una magnífica oportunidad para mantenerse en contacto con estos
trabajadores sin trabajo,aunque esos cursos no les valiesen para otra
cosa.
Esto nos lleva directamente al otro gran
problema que se le achaca a los sindicatos : su claudicación ante las
patronales y el sistema económico capitalista que las sustentan. De esto
también se le echa la culpa a la burocratización sindical, pero en el
análisis se olvidan varias cuestiones. Una de ellas es que existen
sindicatos que no están burocratizados, pero que tampoco atraen e los
trabajadores, debido quizá a su discurso revolucionario. No nos
olvidemos que los sindicatos son de por si organizaciones pactistas y
reformistas,(esa es su razón de ser, negociar con las patronales mejoras
laborales) y no una vanguardia revolucionaria como pretenden algunos.Y
esto no es un problema de ahora, sino de siempre.Ya Rosa Luxemburgo, en
su texto “Huelga general, partido y sindicatos” alertaba, a principios
del siglo XX, de la peligrosa tendencia del SPD alemán a hacerle
seguidísimo a los sindicatos en sus posturas reformistas, alertando de
que los sindicatos eran lo que eran, organizaciones reformistas que
querían obtener beneficios para los trabajadores dentro del sistema,
pero que la función del partido era otra: la de construir una
alternativa al sistema, por lo que era importante convencer a los
sindicatos de que siguieran al partido, y no al revés.
Todo esto se ha agravado con la irrupción
del neoliberalismo, del postfordismo y de la atomización y
precarización del mundo del trabajo. Ante el continuo cierre de empresas
y el aumento de la precarización, los escasos obreros industriales y
funcionarios, aquellos que forman la masa de trabajadores sindicados, se
han hecho tremendamente conservadores y se niegan a participar en
cualquier lucha que ponga en riesgo sus derechos elementales,
convertidos, a dia de hoy, en auténticos privilegios. El sindicalismo se
ha hecho corporativo,es decir, se preocupa de mantener el estatus de
los trabajadores en activo, o al menos perder lo menos posible, pero es
inútil esperar a que exijan más.Tratar de que los sindicatos asumieran
consignas como la del reparto del trabajo resulta impensable. Los que
antes se consideraban la “vanguardia de la revolución”, a dia de hoy son
la mayor de sus rémoras.Y con respecto a los trabajadores precarios,
imposibles de empoderar a través de una organización ya que no pueden
adquirir espíritu de colectividad, (hoy trabajan en esta empresa,mañana
en otra,pasado mañana están desempleados….), poco se les puede pedir, ya
que su trabajo está permanentemente pendiente de un hilo.
Esto nos tendría que hacer reflexionar
cuando lanzamos alegremente consignas como la huelga general, una
herramienta de lucha muy útil durante el capitalismo industrial y
fordista, pero tal vez completamente inútil a dia de hoy, con una
legislación laboral que permite el despido a la primera de cambio. Los
escasos trabajadores industriales se negarán a ella, y la gran masa de
trabajadores precarios no se atreverán a hacerlo. No se les puede pedir
que se conviertan en mártires. Es fundamental diseñar nuevas formas de
protesta que no impliquen una huelga general,en mi opinión, condenada
al fracaso, y los fracasos son muy difíciles de superar. Así como
buscamos nuevas formas de hacer política, así también hay que buscar
nuevas formas de lucha.
Pero sobre todo, hemos de tener en cuenta
que estamos ante un problema político, el capitalismo en su vertiente
mas despótica, el neoliberalismo, no ante un problema laboral, y que es
la política y los movimientos políticos, y no los sindicales, los que
han de organizar la lucha y dar solución a nuestros problemas.
Es por eso que creo tan fundamental
articular de una vez por todas ese nuevo movimiento político, (y digo
movimiento, no partido), que sirva tanto como referente electoral como
organizador de la movilización y catalizador de la indignación popular.Y
aquí es donde veo grandes discrepancias, aquí es donde veo un despiste
generalizado de la izquierda, incapaz de encontrar el equilibrio entre
las enseñanzas del método de análisis marxista y el embobamiento que que
nos ha sumido el postmodernismo imperante en los últimos tiempos.
Estamos cayendo en el error de considerar a la sociedad civil como un
sujeto antagónico a algo, en este caso, a la “casta política” y a las
oligarquías, olvidando que la sociedad civil por si misma no es
antagónica a nada, sino que es dentro de la sociedad civil donde se
producen los antagonismos. La sociedad civil es heterogénea, y no tienen
los mismos intereses el trabajador explotado que el empresario
explotador, el obrero desahuciado que el banquero desahuciador, y todos
ellos forman parte de la sociedad civil. No caigamos en el discurso de
los Mario Conde, Rosa Diaz o Beppe Grillo.
A veces tengo dudas de si el 15M ha
servido para avivar conciencias o para diluirlas como un azucarcillo en
una taza de café. Ha aumentado el nivel de movilización, cierto, pero ha
sido tan mal utilizado, sin dotarlo de objetivos claros,
sobresaturándolo,(surgen en las redes multitud de plataformas e
iniciativas de dudosa implantación real, incluso sobredimensionadas por
la izquierda, otro gran error, que se pasan el dia convocando
movilizaciones como si fuesen verbenas) que ya hemos llegado al punto de
la saturación y el agotamiento. La “multitud”, ese concepto que puso
tan de moda Toni Negri,y que vimos movilizarse en España y en otros
puntos del mundo,(hace poco en Brasil) es un pollo sin cabeza que anda y
anda alrededor de si mismo hasta desangrarse y morir, (nos sobran
ejemplos prácticos para comprobarlo). Es imprescindible darle ya, de una
vez por todas, un carácter marcadamente político a la movilización
popular, que ya está dando claros síntomas de agotamiento. No podemos
seguir a remolque de todas las ocurrencias que surgen a través de las
redes y que parece que tienen el monopolio de la movilización, aparte de
las “procesiones de banderas y globos” organizadas por los sindicatos
en su patético intento de convencernos de que no están más muertos que
una momia.
El movimiento político que construyamos
tiene que ser mucho mas que una simple coalición electoral que presentar
a unas elecciones, tiene que ser mucho más que un compadreo
circunstancial entre partidos, partiditos y partidetes.Y no se trata de
unir a las siglas de los partidos también las siglas de los movimientos
sociales, (insisto,muchos de ellos sobredimensionados por ciertos
sectores dela izquierda), como pretenden dichos sectores de la
izquierda. Eso sería un error de bulto, aparte de crear tensiones
internas insuperables dentro de los propios movimientos sociales y
volver a poner sobre la mesa del debate la tan manida “manipulación de
la izquierda“.Tenemos que ser capaces de construir un gran movimiento
cívico-político con estructuras abiertas y flexibles que permita la
participación de esos activistas que,desde el trabajo en las
organizaciones sociales, hayan adquirido conciencia política. Esa es la
verdadera relación que debe de tener la alternativa política con los
movimientos sociales, esa y no otra, esa y no la absurda e imposible
idea de integrar sus siglas en un frente político. Cuanto antes tengamos
esto claro, antes dejaremos de dar palos de ciego repitiendo como loros
la expresión “unidad de la izquierda politica con la izquierda social”
sin saber en realidad lo que eso significa.
Y para hacerlo, no podemos permitirnos el
lujo de tirar por la borda todo lo construido hasta ahora. La historia
de la lucha contra las injusticias sociales no comenzó el 15 de Mayo de
2011, ya venía de muy atrás. No caigamos en el error de la
autoflagelación de la izquierda, en el error de pensar que todo lo hecho
hasta ahora está mal hecho y que tenemos que empezar de cero. Cuando
oigo decir a muchas personas de izquierda, incluso supuestos
intelectuales de prestigio, que la izquierda debe de aprender de la
“democracia interna” y de la “horizontalidad” de los nuevos movimientos
sociales, se me ponen los pelos como escarpias.Y por una sencilla razón:
denotan un desconocimiento total de cómo funcionan en realidad esos
movimientos, que, en mi opinión, poco nos tienen que enseñar a los que
siempre creimos en la necesidad de la democracia interna de los partidos
y hemos combatido desde dentro de ellos a los burócratas, arribistas y
aprovechados.
Por eso no confío en absoluto en todas
las “ocurrencias” que pretenden crear algo totalmente nuevo y “desde
abajo”.Vivimos en la sociedad en la que vivimos, no en la que nos
gustaría vivir, y no podemos olvidar que es una sociedad donde se ha
impuesto desde hace mucho tiempo el concepto que tan bién nos explicaba
Gramsci de hegemonía burguesa, su escala de valores a través de una
educación productivista, de unos medios de comunicación a sus
servicio….Somos una sociedad que ha renunciado durante decenios a hacer
política, entregando los partidos a manos de arribistas,lameculos y
estómagos agradecidos, una sociedad que hasta hace muy poquito se cría
clase media simplemente porque podía sacer dinero del cajero con la
tarjeta de crédito que el banco le había dado tan
“generosamente”,tenemos una juventud muy preparada en profesiones
técnicas pero sin la mas mínima cultura política, (leer en el facebook
debates entre jóvenes activistas sociales resulta muy deprimente y ya no
digamos asistir a una asamblea de alguna plataforma ciudadana). Esa es
la realidad que tenemos, nos guste o no nos guste, y desde esa realidad,
intentar construir algo desde cero y desde abajo supondría que
acabaríamos todos calvos antes de que algo útil surgiese de ahí.Yo no
creo en el concepto leninista de partido vanguardia, pero es evidente
que hay personas, las menos,mas concienciadas que otras,con cierta
experiencia politica, (cuidado, no confundir experiencia política con
experiencia institucional), y creo que son esas personas, a partir de
los partidos existentes o que haya que construir, las que tienen que
tomar la iniciativa, tirar del carro, construir las estructuras del
movimiento y echarlo a andar. Será entonces cuando el resto de la gente
se integrará y participará. No nos olvidemos de dos cosas fundamentales:
el movimiento politico perfecto no existe, (ni existirá) y el
movimiento se hace andando, no esperando a que surja de la nada. Será la
iniciativa y la participación en la lucha lo que lo haga crecer. Es un
error pretender que surja de una chistera como si fuese el conejo de un
mago.
Y para terminar, la importancia del
movimiento consiste en construir contrahegemonía, y eso se consigue a
través de a participación ciudadana en la movilización, en la creación
de redes solidarias, en toda la multitud de formas de empoderamiento
ciudadano,y eso debe de traducirse en votos a la alternativa, por eso
tiene que tener un referente electoral claro. Son los partidos los que
tienen que tener la iniciativa de crear las estructuras del movimiento,
pero no nos olvidemos que es más importante construir el movimiento que
construir un partido más o un partido menos,de una tradición o de otra.
¿Cómo lograr “politizar” a los
movimientos sociales? ¿Es deseable que estos se introduzcan dentro de
las estructuras partidarias? ¿Con cúales se pueden contar para formar
ese Bloque de progreso? ¿Cúal es la estrategia adecuada? ¿Es mejor
captar sólo a un % de activistas que estén más politizados y
radicalizados? ¿Cómo se puede romper la dinámica de luchas sólo
sectoriales? ¿Pueden y/o deben los partidos de izquierdas ponerse al
frente de la lucha social para derribar al gobierno? ¿Si es así como
puede realizarse?
Después del fracaso de la cumbre social, o
de ver como ha sido insuficiente. ¿Qué es lo que se debería de hacer
para lograr recuperar el pulso en las movilizaciones? ¿Porqué el nivel
de movilización ha caído de forma alarmante, que se puede hacer para
reavivarlo?
Movimientos sociales, sindicalismo y Frente de Izquierdas
Pedro González de Molina Soler, Secretario de Organización de Alternativa Socialista (CLI-AS).
Nueva clase obrera, viejo sindicalismo y nuevas formas de organización
Alejandro Blanco Montero, militante de CLI-AS Galicia.
Bibliografía:
101Para un texto con un análisis más profundo y completo, y que considero bastante acertado recomiendo la lectura de,
Álvaro García Linera, ¨La muerte de la condición obrera del siglo XX¨, en El retorno de la Bolivia Plebeya, La Paz,
Comuna y Muela del Diablo, 2000.
102 Nikolai Kondratieff, “The Long Waves in Economy Life”, en Beverly Hills and London Review, No. 4, 1979;
Robert Brenner, Turbulencias en la economía mundial, Santiago de Chile: lom y Centro de Estudios Nacionales de
Desarrollo Alternativo (ce nda), 1999; Theotonio Dos Santos, “La cuestión de las ondas largas”, en Jaime Estay,
Alicia Girón y Osvaldo Martínez (coords.), La globalización de la economía mundial, México, Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) e Instituto de Investigaciones Económicas (iie ), 1999
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